Para que la movida cultural de Buenos Aires haya llegado a ser tan diversa y con tanto nivel como lo es ahora, hay muchas luchas que han tenido que librarse en varias esferas de la vida pública. Una de ella es sin duda, la legal. Nadie es ajeno a la noticia de múltiples clausuras y sanciones constantes por parte del gobierno local a clubes y centros particulares donde se llevan a cabo actividades de música, teatro, danza, artes plásticas, e incluso talleres de diversas disciplinas. Y al margen de todo eso, también es sabido que para que un artista o un gestor puedan desarrollar sus ideas son requeridas algunas circunstancias mínimas a nivel logístico, económico y humano. Entonces, más allá de su círculo cercano de amigos y familiares, ¿quién ha estado brindando el apoyo jurídico y la contención necesaria en momentos de dudas o crisis a estos actores de la escena durante estos años? Parte de la respuesta a ese interrogante tan pertinente, podemos encontrarla en las labores de Abogados Culturales, un grupo de profesionales del derecho, amantes del mundo creativo que sin ánimo de lucro se han organizado para defender a ese sector de los factores que constantemente amenazan su subsistencia.
En Indie Hoy charlamos con Claudio Gorenman (fundador) y Lisandro Martin (miembro), ambos parte importante de esta organización. Ellos nos contaron desde su experiencia y con una gran franqueza acerca de los desafíos que implica una tarea como la que ellos han emprendido, así como nos presentaron diagnósticos referentes al presente del ecosistema artístico bonaerense y además expusieron sus estrategias y plan de acción para preservarlo.
¿Cómo y cuándo surge AC?
Lisandro: Se puede decir que estamos cumpliendo 5 años.
Claudio: Bueno, sí, aparente estaríamos cumpliendo 5 años, esto si tomamos como punto de partida la primera capacitación de integrantes en julio de 2012. La cosa es así: Abogados Culturales nace como una especie de apuesta por algo mejor. Resulta que yo soy uno de los fundadores del Club Cultural Matienzo (y director del mismo), también soy fundador de MECA (Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos) y de ESCENA (Espacios Escénicos Autónomos); había jurado que no iba a ser el abogado de Matienzo, que quería producir, programar y armar, -cosas que igual hago hoy en día-, pero después de la tercera clausura en las primeras dos semanas de apertura, y luego de tener un gestor que nos quiso estafar, pensé: ‘bueno, claramente me voy a tener que meter yo’, y empezando a armar redes de repente mi teléfono era como ‘Che, me pasó esta cosa y tal otra’. Y como activista y militante de un mundo mejor, dije: ‘Vamos a ver qué hacemos’. En un momento me puse a escribir y pensé: ‘¿Qué pasa si hay un montón de gente que quiere hacer esto (defender la escena cultural) y no tiene ni el espacio ni las herramientas?’ Entonces, escribí el proyecto, redacté las capacitaciones e hice un flyer y lo publiqué en mi muro de Facebook, ni siquiera en el de Matienzo y de repente estalló. Tuvo como 900 compartidos y me contactaron 200 abogados preguntando de qué se trataba. Ahí dije: ‘Bueno, vamos’. Le contesté a todo el mundo, tomé una serie de entrevistas y comenzamos las primeras capacitaciones porque los abogados no saben la práctica de la cuestión jurídica cultural… es algo que no ves en la facultad. Y son por eso capacitaciones muy intensivas, muy al punto. Así comenzó Abogados Culturales: con mucha militancia, con mucha alegría, con mucho disfrute, con emoción por lo nuevo y fue creciendo, multiplicándose. Empezamos a colaborar desde otros esfuerzos: “La cultura no se clausura”, la promulgación de la Ley de Centros Culturales, la Ley de Milongas… Ayudamos en situaciones puntuales a artistas y gestores, a veces también en situaciones generales: damos una pata ténica, capacitaciones, charlas abiertas. Realmente se volvió una herramienta de mucha potencia.
Comprendo, se han desarrollado mucho durante estos años en vista de las necesidades de la escena. ¿Y cuántos miembros/asesores activos tienen hoy en día?
C: Activos, sumamos unos 35 actualmente. Y lo que tiene de particular esta etapa es que nosotros hasta hace poco más de un año teníamos como el centro de las actividades de AC la atención de casos, y hace unos meses empezamos a romper con esa lógica y ahora tenemos un equipo de comunicación, un equipo de financiación, un equipo institucional, un equipo de litigio estratégico. Entonces, de a poquito lo que nos va pasando es que damos la oportunidad a los distintos integrantes de volcarse a cosas que les interesan más.
¿Tienen una convocatoria nueva en mente para sumar integrantes este año?
C: Sí, anunciamos la nueva convocatoria a través de nuestras redes sociales.
¿Y cuál pensás que es, principalmente, el perfil y la misión última de los AC en la escena porteña?
C: Creo que hay algo muy potente en nuestra labor porque Abogados Culturales quiere hacer una revolución. Una revolución que tiene muchas partes: una que se dedica a la protección del costado más vulnerable de la cultura, que es donde nacen los nuevos lenguajes, los nuevos artistas, los nuevos espacios… que son los más expuestos y los que menos tienen los recursos para defenderse. Entonces, ahí está nuestra potencia máxima, aunque también hacemos otras mil cosas. Pero Abogados Culturales quiere además revolucionar la manera en se entiende a la profesión del abogado: Que no necesariamente que te atienda tu abogado es tener que ir a tribunales a las 7 de la mañana para tomarte un cafecito en el bar de la esquina; que puede ser en tu centro cultural del barrio tomando un fernet. Que tu abogado te puede no solo explicar las cosas para que las entiendas, sino que aparte también a tu abogado le importa si ganás o perdés; que no es lo mismo, no es “yo igual cobro”; y que aparte tu abogado no solo quiere defenderte sino que también te quiere empoderar. Que hay cosas que podés resolver sin llamar a tu abogado si tu abogado te da la herramienta, y entonces, cuando nosotros rompemos y transformamos con todo eso, comprendemos que hay un cierto perfil de abogado o abogada que queremos incorporar y que requiere una contención muy particular. Incluso, nosotros tenemos el ingreso a Abogados Culturales muy medido; y no por un tema de cantidad sino por un tema de capacitación y de contención.
¿Cuáles son las consultas o casos más frecuentes que tratan con los centros culturales y artistas que buscan su asesoría? ¿Casi todo tiene que ver con clausuras, por ejemplo, o con qué temas?
L: Sí, atendemos mucho por clausuras, multas, habilitaciones de espacios nuevos, consultas de gente que quiere armar futuros espacios, también acerca de asociaciones civiles que se quieren informar para tener personería jurídica, además de casos de propiedad intelectual, derechos de autor… Igual todo eso es en general, son como las clásicas porque después caen consultas más imprevisibles, de todo tipo, ¿no?
C: Sí, pasan dos cosas: Una, sí obviamente tiene que ver con los grandes temas generales y hay adicionalmente una parte de AC que ya tiene que ver con políticas públicas, es decir, estamos trabajando con las organizaciones de milonga para reglamentar la Ley de Fomento. O, el tema de la modificación de la Ley de Clubes de Música, ahí también hacemos un trabajo. En lo que tiene que ver con la atención de casos puntuales, hay algo que va más allá del tema y es ayudar a los futuros grandes artistas y gestores de nuestro país a quitarse de su propio camino. Como por ejemplo, ayer nos llamaron por un caso y nos dijeron ‘Pasa que necesito una habilitación’, y lo primero que dijimos fue ‘¿Por qué crees que necesitás una habilitación? ¿Quién te lo dijo? ¿Cómo sabés? ¿Qué tipo de proyecto querés? ¿Es viable? Te podemos ayudar a entender la magnitud o profundidad de ese proyecto’. Entonces hay algo importante y es considerar a tu abogado como alguien de confianza, que te puede dar una perspectiva desde su propia experiencia y hay un valor agregado muy fuerte en eso. Es diferente de solo decir ‘Mirá, la habilitación es esto, esto y lo otro’ y por eso es que tenemos un abanico enorme de consultas. Algunas de ellas quedan en la pregunta y el ‘Bueno, fijate’; otras implican un seguimiento. En cualquier caso creo que los más importante es tener un lugar en donde sentir que no es un imposible lo que querés hacer y que si eventualmente decidís hacerlo, tenés las herramientas.
Claro, ustedes apuntan a una atención un poco más integral y de apoyo más allá de lo meramente legal. ¿Y qué pueden contarnos acerca de la implementación de la Ley de Centros Culturales, aprobada a finales de 2015 por la Legislatura Porteña, de la cual ustedes fueron promotores?
C: En cuanto a la ley, hoy está vigente y es un golazo, aunque el proceso fue larguísimo debido a cuestiones político-burocráticas. La cajonearon bastante, cuando la escribimos para que no pudiera ser cajoneada y una de las más grandes herramientas que tuvimos fue el haberla redactado para que no tuviera que ser reglamentada, y bueno, fue época Lopérfido. Hoy la tenemos y es una ley muy poderosa para habilitar espacios culturales. Es el salvavidas: el que te permite hacer música, que te permite bailar, que te permite hacer cualquier género, te permite funcionar con licencia en trámite, te permite tener flexibilidad edilicia… tiene unas ventajas impresionantes. Pero lo que también pasó, como contrapartida a todo eso positivo que permite esta norma, es que cambió el eje de la problemática: hace dos años, tu problema era cómo habilitarte y cómo hacer para que no te clausuren, y hoy es: cómo llego a fin de mes. El desafío de la cultura independiente pasó a ser un tema de subsistencia.
¿Pero han disminuido entonces las clausuras desde que tenemos esta ley vigente? ¿Cuáles son los motivos más comunes para que suceda una clausura de un espacio cultural en la actualidad?
C: En comparación a antes de la promulgación de la Ley de Centros Culturales, hay muchísimas menos clausuras. Aunque igual una clausura mal hecha ya es algo gravísimo. Pero tenemos menos clausuras, eso es seguro. Y los motivos de las clausuras en realidad son un tema muy complejo y me resulta casi imposible exponerlos en un párrafo porque es un asunto que mal explicado es peligroso. Podemos armar luego otra nota entera si querés, abordándolo en profundidad por qué necesitás un conocimiento global acerca de qué es una clausura preventiva, por qué está bien o mal utilizada en algunos casos, cuáles son las causales, etc.
Bueno, quedamos pendientes para profundizar en esa materia en un artículo futuro. ¿Y de qué manera pueden los ciudadanos hacer parte de la labor de AC o colaborar en la promoción de los derechos de los artistas y el crecimiento de la escena alternativa?
C: En primer lugar, desde la comunicación y desde el apoyo. La verdad es que a veces simplemente con un ‘gracias por lo que hacen’ o ‘está buenísima su labor’, ya para nosotros es importante. Otra forma de colaboración sería difundir lo que hacemos, no solo públicamente, en las redes sociales, sino también si tenés a alguien que necesita de nuestra asesoría, comentarle de nosotros. También pueden compartir nuestra convocatoria anual para sumar integrantes. Y con esa convocatoria nosotros no estamos pidiéndole a la gente que venga a hacer un trabajo voluntario, sino que queremos decirle a otros abogados: Hacé algo por el mundo.
¿Y qué otros planes o actividades tienen en su agenda de estos meses además de esta convocatoria?
C: La verdad es que a veces la coyuntura nos marca agenda, pero uno de nuestros objetivos principales a corto plazo es establecer Abogados Cuturales en Córdoba y seguir trabajando con organizaciones culturales; aunque creo este año también apuntamos a brindar más charlas abiertas a la ciudadanía, tener un poco más de registro y difusión de lo que queremos enseñar, armar el manual de derechos culturales, escribir más artículos de oposición. También pasó que nos dimos cuenta gracias a nuestro equipo de litigio estratégico, que se encarga de elegir unos casos testigo para lograr cierto efecto (por ejemplo, escogemos un caso en el que el Estado se excedió realmente, y más allá de que levantamos la clausura, decimos: con este caso vamos a ir a demandar al Estado por daños y perjuicios, por eso es un caso testigo, es el que abre la puerta), en fin, notamos que puede ser muy largo el camino pero en el intermedio, todo el argumento que vas a usar para ganar la batalla legal, puede ser una herramienta de construcción de conciencia colectiva. Porque si vos llegás a decir “La Agencia Gubernamental está permanentemente excediéndose”, pero ya todo el sector sabe por qué se está excediendo, es mucho más fácil llegar a juicio y que ya haya una conciencia colectiva. Para eso sirven las charlas, sirven los medios, para que esto se difunda y todo el mundo empiece a plantear por qué algunas clausuras son injustas, copiando los párrafos donde se explica, incluyendo el link del artículo específico de la ley que lo sustenta, y si eso está en el 100% de los casos de levantamientos de clausura y todos los jueces lo ven, estás transformando.
L: Sí, y creemos que esto es posible porque también gracias a todo el trabajo de estos años en la escena, muchos nos toman en cuenta y nos ven como palabra autorizada, como especialistas en ciertos temas.
Perfecto, y entonces si alguien quiere contactarlos para una asesoría lo puede hacer simplemente escribiéndoles al Facebook de la asociación, ¿no?
L: Sí, por cualquier red social o a nuestro mail: [email protected].