¿Qué pensás si te digo que podés retroceder en el tiempo? Tal vez te remontes hacia fines de los ’70 y principios de los ’80. ¿Qué se te viene a la mente cuando se habla de los sonidos y las formas que primeriaban el menú musical durante esta época? Automaton juega con la idea de volver al pasado sin dejar de tener en vista el futuro. De esos lugares lejanos, pero tan cercanos a la vez, captura texturas y formas logrando encuadrarlas dentro de un formato propio y exclusivo, pero que no dejan de evocar una impronta sonora de otros tiempos.
“Lacrimae“, el último sencillo de la banda rosarina, es el tramo final de un recorrido experimental que por momentos ofrece sentires nostálgicos y dramaticos, con letras que aseguran “No poder salvarte de tu esencia”, pero por otros ofrece la esperanza de “Bailar entre la triste historia de los hombres”, al compás de una base de sintes ochentosos y de bases techno que rememoran y traen al recuerdo melodías arpegiadas y colchones envolventes al estilo Virus, New Order o Talking Heads. A su vez, remite a una estética semejante a la de Daniel Melero en Los encargados, no solo a nivel artístico sino también en la formación que presentan sobre el escenario.
“Tenemos tres discos. El primero tuvo otra formación, con un sonido totalmente diferente. Si bien era un comienzo y hay cosas que perduran hasta hoy, hubo otras que a nivel sonido cambiaron. Los temas de este último disco son de otra época y hoy mutaron completamente. Se aggiornaron más al disco anterior, por esto decimos que es una continuación”, confiesan sus integrantes. Su última producción representa el cierre de una etapa, que, a su vez, sirvió de puntapié para comenzar a preguntarse cómo será lo próximo que ideen, creyendo que tal vez sea algo totalmente distinto, que logre prender fuego las estructuras que se venían sosteniendo. “En este disco aparece el sonido de la viola. Eso te marca un cambio, cuando las anteriores producciones solo estaban compuestas por sintetizadores. También, aparece un bajo”.
“Siempre encontramos la manera de ligar conceptualmente las cosas”. Con esta declaración dejan traslucir cómo su música está empapada de otras artes, como es el caso del cine. De allí surge la creación de personajes ficticios como podría serlo “Tony” o la visualización de una cuadrilla que trae a la mente “División Burzaco“, canciones que son parte de su segundo disco. La coincidencia de las elecciones estéticas y musicales, condimentadas y empapadas por las propias inclinaciones personales, hacen que los capitanes de esta ola new wave den vida y forma a un tejido “orgánico”. “Cada uno tiene un rol para que esto funcione. Así, le vamos dando forma a esto y va mutando como si estuviera vivo” , sostiene Juan Aspeitia quien comanda la batuta de esta maquinaria.
Junto con el sello independiente y autogestivo Discos del Saladillo y dentro de los laboratorios musicales y de producción de El Salvador, de Martín Salvador Greco (bajista de Mi Nave, Juani Favre, y productor de los discos de Automaton, Valle, Queridas, Ponzonia) han podido construir y darle un cauce a sus ideas musicales. Con el ojo puesto en los proyectos por venir, autoexigentes y detallistas, miran su recorrido hasta el día de hoy, con espíritu crítico y sin arrepentimiento, sabiendo que hay cosas a reveer en lo que ya han hecho y cosas a explotar en lo que este por venir. “En el futuro estaría bueno tener en cuenta más cuestiones que se dejaron de lado. A nuestro proyecto le dedicamos tiempo y laburo. Es lo que el mismo conlleva”, sostienen.
Toda esta impronta minuciosa de dedicación y concentración en cada detalle y en cada sonido, les ha dado un lugar particular dentro de la escena musical independiente, en la que no se ven reflejados. Todo esto implica, en algún punto, que disfruten de esta falta de rótulo etiquetador, que les brinda un halo de misterio y, citando a estos ideadores de sonoridad, los lleva a “sentirse extraños haciendo lo que hacen”.