Si para Barbi Recanati el 2017 fue un barajar y dar de nuevo, en el 2019 la cantante y guitarrista se encuentra arriba de la ola. Después de separarse de su banda Utopians, transitar los primeros años como madre y empezar a indagar su nuevo lugar en la industria musical, este tiempo la encontró con algo más que pan bajo el brazo. A la creación de su sello discográfico Goza se sumaron festivales, podcasts, un EP y la futura presentación de su disco. Sorprendida con el empoderamiento de la escena musical, Barbi comenta cómo fue grabar 24 proyectos liderados por mujeres y disidencias en solo dos años, qué piensa de la ley de cupo femenino en festivales y por qué “es necesario que empecemos a tener más empatía.”
¿Cómo fue la composición de las canciones de tu trabajo solista?
Todo fue parte de un proceso largo. Con un hijo chiquito y proyectos paralelos, son más días aislados que dedico a escribir una canción y después horarios dedicados a transformarlo en una grabación. Nada que ver con encerrarse a componer un disco como en otro momento. Terminan formando mucho más parte de una etapa que de un momento. Antes entraba a un estudio y me iba cuando el disco se terminaba. Ahora voy tema por tema en diferentes momentos. Aparte hago casi todo en mi estudio en mi casa, y eso hace que no tenga que decidir los tiempos ni limitarlos.
¿Ya hay fecha de lanzamiento?
No, aún no está definida… pero va a salir en julio, agosto. Todavía me faltan grabar algunos temas. La semana pasada sacamos el primer adelanto, “Que no”.
Tenés tu propio estudio con tu propio sello. ¿Cómo empezó Goza Records?
Goza empezó porque me parecía en un principio que habían demasiadas pibas armando projectos de cero, como yo nunca lo había visto, en un mismo momento. El feminismo y todo el movimiento estaba empoderando una nueva generación y sentí que con el estudio de grabación podía ayudar a que muchos de esos proyectos no se frustraran en el camino o pudieran acelerar su existencia en la escena musical. Y también que no tuvieran que pasar por todas las cosas que normalmente se pasan para grabar un disco.
¿A qué cosas te referís?
Goza graba proyectos que no estén liderados por hombres cis. El punto es ese, en la industria abunda ese estándar de hombres cis y cuando vos empezás un proyecto desde otro lugar tenés que enfrentarte a un montón de obstáculos además del de hacer música independiente. Por lo general, la mayoría de los estudios son habitados por hombres y entonces te transformás o en objeto de cosificación o en objeto de rechazo. Se espera algo comercial muy por encima de lo que se espera de un hombre, entonces se le dan menos oportunidades en un sello discográfico o en una productora. Siendo mujer, las cosas que después quieren para que puedan venderte son muy específicas: se espera que seas bella para el estándar clásico del sistema cosificador, se espera que hagas pop radial y que te vistas de una manera sensual. Es algo que no tiene que enfrentar, por lo general, el hombre cis en el rock.
¿Y Futuröck cuándo llegó?
Cuando empezó la idea de grabar estos discos me pasó que al toque pensé que era suficiente con tener un estudio, pero se me complicó porque en casa teníamos que trabajar de lo que podíamos para poder llegar a fin de mes. Se nos iba el tiempo y nos dimos cuenta que sí o sí necesitábamos otra pata, apoyo, financiación. Ahí entró la radio y pudimos transformar el proyecto en un sello discográfico. Con Futuröck se nos hizo posible la continuidad de que mes a mes pudiéramos grabar esos proyectos y no que sea un “ahora uno y dentro de cuatro meses otro.” Ahí pudimos hacer lo que para mí era importante, que era la cantidad en este momento tan histórico. Fueron 24 proyectos en dos años. Y lo que siento ahora es que la sociedad, sobre todo la industria del entretenimiento, tiene una recepción muy distinta hacia la diversidad y pluralidad de voces. Por eso nos pareció importante acelerar ese proceso de poder grabar canciones con nuevas voces, algunas no tan nuevas pero sin visibilizar y otras muy nuevas.
Lograron mantener la autenticidad de los proyectos, no los evaluaron por la meritocracia y sexismo que rige a la industria.
En absoluto, es la regla número uno de Goza. Cuando nos gusta un proyecto les preguntamos si quieren grabar. No hay una condición de ver cuántos discos tenés grabados, cuánta gente llevás, cómo lucís o cuál es tu futuro. La idea es que sea una herramienta.
¿Cómo pensás, a partir de estas exigencias, la necesidad de la ley de cupo?
Yo creo que la discusión, en cuanto a la meritocracia, es ponerla como una cuestión previa a la ley. La ley de cupo es para festivales y los festivales jamás fueron juzgados a través del talento. Tienen un porcentaje de curaduría que depende de la venta de tíckets, otro que tiene que ver con cuestiones personales de quién produce, ya sea afinidad personal, familiar o por contrato. Pero yo creo que la ley es necesaria para modificar los referentes, es muy importante que si vas a un festival veas arriba del escenario diversidad, no solo mujer u hombre. Diversidad de cuerpos, diversidad sexual y diversidad social.
¿Lo decís por el binarismo que propone?
Sí, porque la ley en este momento habla de mujeres y hombres y es importante entender que estamos en un punto de la sociedad donde hablar de mujeres y hombre ya atrasa. También creo que los festivales son algo súper comercial que siempre se basaron en la industria y en los sellos discográficos y por lo general tocan muy pocas bandas independientes. Que haya una ley de cupo para eso que tiene que ver con el mainstream y con la industria está perfecto, porque tiene que ver con los referentes y con lo comercial. Pero no tiene nada que ver con la verdadera escena musical que es la que está por fuera de eso, la que está abajo de ese mainstream visible y que es donde se genera el arte. Está muy bueno pedir una ley de cupo y que se cumpla, pero también al igual que la ley de la legalización del aborto, está bueno entender que es solamente un comienzo y que no tiene nada que ver con el verdadero cambio que tenemos que transformar desde abajo, desde los cimientos, que tiene que ver con eliminar el sexismo en el espacio que habitamos.
Faltaba una discográfica feminista y la hiciste, ¿qué más falta?
Lo que más me interesa es mejorar los proyectos que tengo. A veces me resulta imposible pensar en algo nuevo, pero lo que termina pasando es que, en un momento como este de tanto movimiento, de repente viene alguien que querés mucho y te dice “Che, se me ocurrió esta idea, ¿no te copás y lo hacemos juntas?”, y decís “Oh no, de nuevo estoy en algo más.” Nunca son proyectos que se me ocurren desde el aburrimiento, sino todo lo contrario, son cosas que suceden a partir del movimiento que está pasando alrededor.
En una reciente entrevista con Las Ex, hablaron sobre lo difícil que es tocar en Mendoza. ¿Te pasa lo mismo en Buenos Aires?
No, no me resulta difícil tocar en Buenos Aires, siento que está repleto de lugares para tocar. Tal vez lo difícil es tocar en las condiciones que una quiere, con una entrada accesible para el público y llevarte parte de esa entrada a tu casa y que no se la quede todo el lugar. O tocar en un espacio que creas que es cuidado para tu público. Últimamente me pasa que cada vez puedo acceder a menos y menos espacios, porque a la mayoría donde antes accedía con Utopians hoy puedo ver que no son espacios cuidados para mi público, son lugares hostiles en cuanto a la diversidad, al cuidado de minorías y no quiero tocar ahí. Entonces sí, cuando te pones ese filtro son muy pocos los lugares.
Mencionaste a Utopians. ¿Te costó ese corte?
No me costó tomar la decisión, fue difícil comenzar a transitarla. La decisión fue instantánea, me acuerdo que tardé en transmitir que la banda se separaba porque no quería estar en ningún lado ni que me hagan notas ni nada y había salido en tantos lugares en un solo día que dije: “Bueno, voy a decir que la banda se separa cuando pasen los dos shows que ya teníamos programados.” Pero nosotros desde adentro habíamos tomado la decisión 24 horas después de la desvinculación de Gustavo [Fiocchi].
Y desde ese momento hasta ahora, ¿qué actitudes machistas siguen presentes?
Todas.
¿En menor medida que antes, por lo menos?
Yo creo que hoy hay un esfuerzo colectivo por tratar a la mujer con un respeto similar que al del hombre y a ser abiertos de mentes con las diversidades de género, también en este ambiente. Eso para mí es un cambio súper positivo y enorme. Pero al mismo tiempo también te enterás que tal vez la persona que está siendo respetuosa no lo es puertas adentro con su pareja o en sus relaciones personales. Ahí te das cuenta que eso todavía no está siendo real. Yo creo que el cambio más grande que está habiendo son las próximas generaciones.
¿No lo ves posible ahora?
Es que para las personas que fuimos criadas con cimientos tan misóginos y sexistas y machistas… es muy difícil modificar ese cimiento, más que nada los hombres. Que un porcentaje grande de hombres acceda a perder sus privilegios no creo que sea de lo más fácil. Creo que sí lo va a ser para las próximas generaciones, porque ya llegan al mundo con los privilegios mejor distribuidos, no tienen que renunciar a esos privilegios porque no los tienen. Pero las personas que conviven con esos privilegios hace tantos años, no creo que renuncien.
¿Qué te parece mejor para ahondar en la cuestión del no binarismo entonces?
Creo que todos tenemos que militar la destrucción del sexismo. Todos tenemos diferentes edades y recorridos, diferentes vivencias y es importante que cada quien elija su lucha y el espacio que quiere defender. Cómo ahondar en el no binarismo creo que es algo que deberían responderlo día a día quienes lo protagonizan. Y deberíamos sin dudas empatizar y acompañar mucho más para poder asegurarnos de que todo el mundo tenga igualdad de derechos y herramientas. Yo siento que al sexismo hay que destruirlo junto al binarismo y que es por ahí o no es.
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Barbi Recanati se presenta el jueves 23 de mayo a las 20:30 h junto a Ruiseñora y Jazmín Esquivel en el ciclo Indiefuertes de Niceto Club (Niceto Vega 5510, CABA). Entradas disponibles a través de Ticketek.