Es martes y el mediodía porteño arrasa con la poca tranquilidad que podría ofrecer el concurrido barrio de Palermo. Ahí arriba, el sol intenta con esfuerzo hacerse un hueco entre las nubes y los gigantes de concreto que bañan de sombra el asfalto de la Avenida Santa Fé.
De repente, un rayo que logra colarse por entre los obstáculos, refleja de lleno y con intensidad la canosa cabellera de uno de uno de los tantos transeúntes. Alto, flaco, desgarbado, con zapatillas de lona, campera negra y una remera blanca que reza “Minor Threath”, el iluminado por el sol saluda, cruza Fitz Roy y se refugia en la mesa del fondo de un bar.
Él es Billordo, pero también es Diego. Un tipo de 37 años que hace más de 10 eligió a la música como estilo de vida. Tiene seis discos editados y recorrió desde Ushuasia a La Quiaca, con muchas escalas, glorias, fracasos, peleas, hits, insultos, resfríos, satisfacciones, chicas y canciones. Hoy sólo piensa en su último trabajo: Aventura Felicidad. Un álbum con nueve canciones, menos de veinte minutos de duración, con sonido íntimo, en plan acústico y plagado de amor.
Mientras se pide una coca y un tostado, deja ver unas ojeras enormes producto de la gira que lo llevó a tocar por La Pampa y Neuquén. Tour que finalizó el día anterior y del que se trajo un poco más de experiencia y un molesto resfrío patagónico.
En Aventura Felicidad da la sensación de que a las canciones las hiciste sólo. Sentado en tu cama, encerrado en tu habitación.
En #BUENO (n. del r. su disco anterior, editado en 2012) estaba el vicio de la banda. Suena como una banda. Pero a las canciones las compuse igual, casi en la misma cama que a todas las de Aventura Felicidad. Lo que pasa es las de #BUENO después fueron a la sala, se agregaron y sacaron cosas y salió lo que salió. Parece una banda de rock.
Pero en Aventura también hay banda…
Claro, los Alumbra. Ensayé todo con ellos. Pero después di vuelta todo e incluso les cambié la posición. Al de la guitarra lo pasé al ukelele, al del bajo a los teclados, y así sucesivamente. En todos mis discos anteriores yo dejaba que los músicos retoquen algo. Pero en el último, el dictador o lo que sea, decidió en un cien por cien. Lo que da una idea de más soledad. Quería que suene más solo. Quizás el próximo disco vaya más al extremo y no haya ni un teclado, ni un violín, ni nada. Pero la diferencia real entre los dos discos es que #BUIENO es muy triste. Si lees las letras, por más de que los temas vayan bien arriba, son todas con final triste. En cambio en Aventura… son todas con la tendencia hacia lo que quiere ser el humano: feliz. Ser feliz es una aventura en sí misma.
El disco no dura ni veinte minutos. En los tiempos que corren eso es un punto a favor. ¿Lo hiciste a propósito?
En muchas cosas soy muy rebelde, o como quieras llamarle, a la hora de hacer música. Pero a veces se filtra algún un concepto del momento en el que estoy. En este caso, lo que acepté de la época es que nadie quiere nada que sea muy largo. Ni muy denso, ni muy laburado. Tiene que ser como un pasaje. Sin embargo no puedo dejar de hacer un disco. Estoy enmarcado por los discos. Por los cassettes, por los vinilos. Incluso si lo escuchas, por más de que pasa rápido, sigue teniendo ese concepto. Tiene tres o cuatro temas de una forma y el resto cambia completamente. Como si fuera el lado A y el lado B de los discos. Varias personas que lo escucharon me dijeron que quedó abierto el final. Como que podría haber una segunda parte de Aventura Felicidad.
Yo creo que con “Infinita Sorpresa“, el disco cierra aclarando que ahí no termina Billordo. Que va a haber más.
Ah no, eso nunca. Yo siento que hay un montón de gente que quiere que siga haciendo música. Siento que generé algo. Por más de que haya varios en mi contra y de que incluso posteen: “lo que hacés es horrible”. Justo el otro día estaba haciendo una nota en la radio Metro de Neuquén y vi que detrás del vidrio había algunos escuchándome. Ahí dije: “esto lo tengo que seguir haciendo por ellos. Por vos, por vos”, señalé. Mientras yo tenga ganas y mientras siga estando cierta gente, voy a seguir. Hoy el Bandcamp de mi disco tiene 10 mil plays. ¿Mil personas lo escucharon 10 veces? ¿O diez mil solo una vez? No lo sé, eso no me lo explica el Bandcamp. Pero hay alguien ahí atrás. A alguien le interesa esto, ya no es un capricho mío y nada más.
El segundo tema del disco se llama “La copa del mundo es del Indie Rock“. ¿Qué querés decir con eso?
Tiene varias explicaciones. La más obvia es mi idea de que nadie le daba crédito al indie. La gente que hoy lo consume, en otra época estaría con Chemical Brothers, con algo más electrónico. No escucharía Pixies. Este año cumplo 38 años, yo vi cómo nadie ponía Sonic Youth en las fiestas. Hoy, el indie como movida terminó quedándose con la copa. Muchos músicos conocidos se volcaron al indie. Coldplay, Oasis, U2, Soda Stereo. Por otro lado, por más de que la letra habla del Mundial de Brasil, también habla de la lucha. De esa presión que dice que hay que ser campeón. ¿Por qué? Por qué todo tiene que ser el número, yo disfruto llegar a ser el más escuchado de Bandcamp, cosa que pasó hace unos días, pero ¿por qué hay que disfrutar recién en ese momento? ¿Por qué culturalmente todo es triunfo o nada? “Se puede perder, se puede ganar, pero nunca abandonar”, dice. De eso habla la canción.
¿Cómo fue lo del Bandcamp?
Aventura Felicidad estuvo número uno durante dos días seguidos en la lista de discos más escuchados de Buenos Aires y La Plata. Lo que me puso muy contento porque en el puesto dos y el tres había bandas que, a diferencia de Aventura…, sí salieron en las revistas de música más importantes (n. del r: días despúes de la entrevista, salió una reseña del disco de Billordo en la revista Inrockuptibles). Lo que quiere decir que de Jujuy a Ushuasia, los cinco o veinte que me van a ver en cada ciudad, se hacen miles. ¿Cuántas ciudades hay en Argentina? ¡Miles!