Un lugar difuso que podemos llamar La Matanza. Allí nos convocan los miembros de Comilón. No sabemos quiénes nos van a recibir, pero acudimos a la cita. Nos abre la puerta un tipo. Luego sabremos que su compañero le dice El Gordo –Leonardo Romano según su DNI– y al ingresar a la casa nos encontramos con otro de los eventuales miembros de Comilón, al que denominan Gato –Pablo Ariel según su DNI y sin portación de apellido comprobable- y a una comilona, Eugenia, que está vociferando en una pantalla desde otra geografía (Ibiza). Hay, también, gatos –conté cinco- y una chica a la que le dicen Yoko. Nos convidan una diversidad de productos de factura casera. Probamos todo. Berenjenas en escabeche, cerveza, etcéteras…
¿Cómo comenzó esta idea que se autodenomina Comilón? Acercan a Eugenia a la mesa. “Empezó acá, en esta misma casa, con Euge y el Gordo…” Ni el Gato ni el Gordo se acuerdan del año, pero Eugenia, eficiente, vocifera desde su lugar en la pantalla: “¡2006!” Entonces el Gato rememora: “Terraza de este hogar, noche, whisky, humo… mucha fiesta. Yo tenía el nombre, que surge a partir del comentario permanente de un ser muy querido por mí, Cacho Suraski, que lamentablemente ya no está entre nosotros. El siempre entraba a la mañana a la oficina donde yo trabajaba y se acercaba y me decía ¿Qué haces Comilón?, ¡qué Comilón que sos! Entonces, en un momento pensé: esto lo tengo que usar para algo. Puse Comilón como protector de pantalla y me venía Comilón con el efecto Windows. Y los clientes y los compañeros del trabajo me empezaron a preguntar quién es Comilón. Soy yo… Pensé: Comilón puede ir más allá de mí. Así que un día, en esta casa, en un cumpleaños de Yoko, los cito a los que estaban presentes y les digo: suban que tenemos que hablar de algo. Y les plantee al Gordo, a la Negra y a un par de amigos más que íbamos a hacer una banda, se iba a llamar Comilón y que teníamos que triunfar en Japón. Ese fue el objetivo inicial de Comilón en 2006. Él lo entendió, ella también, los otros dos no. Por eso no fueron parte. El empezó a hacer música electrónica. La Negra a poner estética y baile. Y yo a escribir más y más delirios.” El otro miembro presente –el Gordo- de ese concepto llamado Comilón agrega: “Yo no tocaba ningún instrumento. Llegó a mis manos el Fruity Loops y empecé a hacer las bases. Una especie de punk rock pero en la compu. Y así encontramos una dinámica. El Gato me dijo: Tengo una mochila llena de canciones. No era sólo una linda metáfora. Me obligaba a hacer un montón de bases, porque tenía letra siempre para algo. Fue un entrenamiento importante.”
La estética de una no banda en cautiverio
Las letras de Comilón son marca distintiva: “Las canciones” –expone el Gato- “no vienen, necesariamente, compuestas siempre de la misma forma. De hecho la primera canción de Comilón, fue con una dinámica bastante particular. El Gordo pasó la base y la canción surgió de unos encuentros que hacíamos con Eugenia en el quincho de mi casa, escribimos la letra con ella –él estaba en la Costa– y salió el tema sobre la base ya grabada. Esa fue la primera canción de Comilón. ‘Moviendo el culo‘ tenía pequeño rap en el medio y mucha puesta en escena. Y entonces empezamos a hacer eso: empezamos a bailar, empezamos a lookearnos, empezamos a componer en función de lo que el Gordo nos pasaba.”
Comilón comenzó a presentarse en lugares “para tocar” en 2016. Durante casi una década fue una banda encerrada, en cautiverio, solo para amigos entendidos. Y luego fue el momento del hallazgo: Estudio Montiel. Leo, el Gordo, aporta: “Antes nos juntábamos a ensayar, tocábamos en fiestas, invadíamos cumpleaños. Te daban bola solamente los borrachos, en general. Fuimos acumulando experiencia. Pasamos de ensayar en el quincho del Gato a Estudio Montiel. Ahí conocimos a Eze que quiso sumarse como bajista. Un año después, apareció Lucas, el batero. Comilón tuvo etapas, la primera electrónica, hip hop matancero, en esa etapa Eugenia cantaba, yo cantaba. Hay cosas muy interesantes de aquella época. Ese era el proyecto para triunfar en Japón. ¿Qué nos pasó? Sería bueno saberlo. El Gato, una pitada e interviene: Segunda etapa: nos pusimos más rock, si se quiere. Para un cumpleaños hicimos una colecta y le regalamos una guitarra y la Toco y Canto de Sandro. La música fue mutando.”
Estado comilón
Melancolía tropical fue instado a grabar por Tito, fundador de Estudio Montiel, ubicado en la República de Mataderos. Comilón no es una banda. No es un grupo. No tiene miembros estables. Puede desaparecer o tocar el año que viene en el Estadio de River Plate. El Gato sintetiza: “Esto no es una banda en el sentido de lo que estamos acostumbrados a pensar dentro del rock. En una banda de rock hay exigencias y obligaciones que no forman parte del mundo ni del imaginario Comilón. Las pretensiones solo son creativas y artísticas y la única relación que guardan con nosotros es la de sostener un estado de bienestar pero no en el sentido de la comodidad, sino todo lo contrario, lo más cercano a la incomodidad posible, porque es ahí donde residen nuestras mejores melodías y nuestras palabras más escandalosas. Si estamos cómodos estamos mal y tenemos que volver a mutar. Con respecto al ‘estado’, cuando vos comprendés que estás en un estado, ya no tiene nada que ver con una banda… Es un estado más allá de las personas, más allá de nosotros mismos. De Comilón te podés ir y volver cuando quieras. Si sale una fecha y estamos todos vamos todos. Si no vamos los que estamos y hacemos lo que tenemos ganas en función de lo que tenemos. Ejemplo; a la primera presentación de Comilón en 2016 yo no fui. Tocó el Gordo solo. Fue con el ukelele y cantó solito.”
¿Cómo surgió el disco? “Nos invitaron a hacer el disco” –comenta el Gordo-. “Un día hablando con Tito de Estudio Montiel, le comenté que me había comprado un ukelele. Y él me dice: ¿sabés que nunca grabé un ukelele? Lo llamé al Gato y le dije: hagamos unos covers con el ukelele y algunas canciones nuestras.” Y la grabación según el Gato: “Nosotros empezamos el proceso de grabación de Melancolía Tropical muy entusiasmados, no sabíamos qué iba a suceder. Se fue dando todo sobre la marcha. El llevó el ukelele, Eze consiguió un bajo acústico, por mi parte llevé el teclado –que no sé tocar, básicamente- e improvisé sonidos, ruidos, etc. También estuvo Vivi Martinelli que tiene una voz preciosa y nos obsequió sus coros en ‘The One I Love‘. Y Paola Fassi, una artista amiga que compartió escenario con Calle 13 y con Domingo Cura entre otros y grabó discos hermosos con Tamborela. Pao nos aportó su magia generosa y grabó todas las bases de percusión que se escuchan en el disco. Por otro lado, el aporte de nuestro amigo Maxi KIMBA Bron fue fundamental para poder terminar de darle forma física al disco. Kimba colaboró con sus fotografías para la portada del disco. Es una belleza esa imagen de la Triple Frontera que ilustra nuestra Melancolía.” El disco es muy melancólico, tanto en lo letrístico como en lo musical, les comento a los actuales miembros de la banda: “Es que el invierno no se transformaba en invierno… Ese fue el primer problema que tuvimos… queríamos tristeza, frío. Queríamos Londres. Y seguíamos teniendo calor. Y entonces le dije: Mirá, el título del disco va a ser Melancolía Tropical.”
Pilas de disco y un auto
Melancolía tropical incluye dos covers: una versión bella de “Creep” de Radiohead. “Es una gran balada” –comenta el Gordo- “tiene un in crescendo que me encanta. Y cuando la fui a tocar dije, ¿qué hago? Es un tema que tiene mucha angustia y mucha energía. Sé algo de inglés, traducir letras de rock es mucho más fácil que traducir Bukowski. Tenía que traducir esa angustia al castellano.” El otro cover es “The One I Love“: “Tiene ese tono que vos decís: ¿cómo hacés, Michael?. Escuchamos una versión acústica y tratamos de reversionarla desde esa interpretación, que está buena porque te permite jugar con la melodía.” Seguimos consumiendo productos autocultivados y entablamos el último diálogo con el Gordo. De fondo suena Melancolía Tropical.
¿Qué piensan del rock nacional?
El rock nacional es hermoso.
Está bueno que canten en nuestro idioma…
Sí, está buenísimo, te agradecemos mucho…
¿De dónde provienen sus canciones?
De las imágenes poéticas. Me gusta la imagen de pilas de discos como los rascacielos en Nueva York. Y para mí lo más cercano era la pieza del Gato, donde escuchábamos música.
El Gato interviene: “Generamos un movimiento de dos personas… El movimiento más under que existió. Éramos dos en un momento que había que ser mil… nos fue como el orto, estábamos ‘out of time’. Igual, lo que me da esperanza es que mi niño de tres años, me pide escuchar ‘Canciones de Rock’ y ‘Freak‘. Y esa es la que vale.”
El auto está listo. Comilón no existe. Vamos para La Matanza.