(Algunas preguntas tras la lectura de Lumbre y La Descomposición)
MIGUEL ZEBALLOS
Leí en una nota, no recuerdo cuál, que decía que tu escritura estaba influenciada por Saer, no leí nada de Saer, así que no sabría qué decir al respecto, pero leí Zama, de Di Benedetto, que fue lo primero que me vino a la mente mientras leía Lumbre. ¿Leíste algo de Di Benedetto en el proceso de Lumbre? ¿Cuáles son tus influencias directas?
HERNÁN RONSINO
Lumbre es mi tercera novela. Pero es un proyecto previo a mis libros anteriores. Tengo varios intentos, borradores, de la novela en donde Federico Souza es el narrador y vuelve al pueblo y lo recorre. Pero son intentos que mas bien terminan agobiándome porque, creo ahora, lo que estaba haciendo era un intento de aproximarme a la escritura de una novela. Me agobiaba el engranaje, el funcionamiento de una novela. Por eso pude abordar la escritura de Lumbre después de haber escrito las dos anteriores. Por lo tanto, la idea de Lumbre me fue acompañando en mi formación como lector y como escritor. Por eso pueden converger allí todas las influencias que me han modelado. De Faulkner, Joseph Roth, Beckett a Saer, Di Benedetto o Briante, por ejemplo.
M.Z
En cuanto a las fotos del libro, podés hacer una analogía entre esos árboles y la novela. Parece el mismo árbol, fotografiado una y otra vez con una leve diferencia – ¿Quizás alguna relación con la densidad del tiempo?
H.R
Con la fotógrafa Pocha Silva estuvimos sacándole fotos a unos árboles del Parque Centenario en Buenos Aires durante un año. Son, digamos, diversas versiones del mismo árbol. Hay algo de desmesura en la trama de Lumbre. Hay algo de ramificación, de espesura. Una estructura, podríamos pensarla, que se asemeja a la estructura de un árbol, ¿no? Son los vericuetos frondosos de la memoria.
M.Z
¿Podrías contarme un poco de tus próximos proyectos literarios?
H.R
Estoy empezando a trabajar en una nueva novela que irá por un lugar muy distinto al de mis libros anteriores. Mucho no me gusta contar porque yo soy el primero en desconocer hacia donde se moverán los personajes. Pero lo que si se es que la historia se escapara del ámbito del pueblo.
M. Z
¿Algún fragmento de algún autor que quieras destacar?
H.R
“Allí estaba ya el pueblo. Vio brillar los tejados bajo la luz de la luna. Tuvo la impresión de que lo aplastaba el peso de su hijo al sentir que las corvas se le doblaban en el último esfuerzo. Al llegar al primer tejaván, se recostó sobre el pretil de la acera y soltó el cuerpo, flojo, como si lo hubieran descoyuntado.
Destrabó difícilmente los dedos con que su hijo había venido sosteniéndose de su cuello y, al quedar libre, oyó cómo por todas partes ladraban los perros.
— ¿Y tú no los oías, Ignacio? —dijo—. No me ayudaste ni siquiera con esta esperanza”.
Es el final de No oyes ladrar los perros de Juan Rulfo.
M. Z
En cuanto a Lumbre, hay varias frases y fragmentos que tengo subrayadas:
“Cada pedazo de esta pared lleva, como una piel, las huellas de mi historia“
Y otro fragmento en el que dice:
“Cuando despierto siento un gusto raro en la boca. No puedo reconocerlo claramente. El gusto se mete, primero, en el sueño. Va disolviendo las últimas imágenes nítidas: un río, las aguas crecidas que avanzan sobre un rancho de Areco (…)“
Yo recuerdo esos, ¿vos recordás alguno de Lumbre por algo en particular?
H.R
Me da pudor resaltar frases de mi novela.
M.Z
En La descomposición hay un personaje que dice:
“(…) hacía una vida que ni escribía nada. Y al principio es jodido. Cómo decirte. Pero si después te dejás llevar por ese animal que te aprieta la panza, si te dejás dominar por la bestia, siempre sale algo“
Quisiera saber si para vos hay algo de eso a la hora de escribir, si hay una especie de ritual o algo primitivo con lo que te conectás a la hora de escribir
H.R
Más que un ritual o la aparición de algo primitivo, creo que cuando te ponés a escribir lo que aparece es el deseo. Es la pulsión de escritura. Pero más que imponerse y dejarse llevar, como dice la cita, creo que es un estado muy precario el de la escritura en sí. Es un momento que puede ser interrumpido en cualquier momento y por cualquier factor. Entonces, no solo hay que seguir al deseo, a la pulsión de escritura sino también hay que dejarle lugar, abrirle espacio, disciplinar un entorno, tener tiempo para que ese deseo, esa ceremonia tan frágil pueda darse.
M.Z
– ¿y cómo es concretamente el acto de sentarse a escribir?
H.R
En cada novela me sucedió algo distinto. A veces uno empieza a escribir pensando que tiene todo controlado y de pronto se choca contra una pared. Otras veces como sin darte cuenta se te abre un mundo. Es el momento más difícil para mi y el menos previsible. Después de escribir tres novelas no tengo un método para empezar. Creo, por otro lado, que eso debe ser así. El inicio es el momento más incierto de todos.
M.Z
Por otro lado quisiera saber si la idea de la trilogía apareció desde el inicio
H.R
Nunca pensé en una trilogía. De hecho no pienso a las novelas como trilogía. Porque también tengo un volumen de relatos, lo primero que escribí, apareció en 2003. En esos relatos aparecen por primera vez muchos de los personajes que están en las novelas. Y en esos relatos también se empieza a recorrer y a explorar el territorio del pueblo. Por lo tanto es un ciclo narrativo más que una trilogía.