Referirnos a Dani Umpi por cantante o músico pop uruguayo sería quedarnos demasiado cortos, no solo porque ha incursionado en diversos rubros del arte desde comienzos de los 2000s sino porque hoy en día es un ícono de lo queer, rey de lo espontáneo, curado en salud del miedo al ridículo o a la burla ajena. Por el contrario, es él quien suele reír siempre, de la realidad, de las desgracias, y por supuesto, de sí mismo. Con un espíritu siempre juguetón e inquieto, sigue explorando facetas y formatos, y a estas alturas cuenta con una obra extensa en el mundo de las letras, los sonidos y las puestas en escena. Pues bien, en unos días estará presentando en algunas ciudades, entre ellas Buenos Aires, su más reciente álbum Lechiguanas que viene a entregarnos un par de himnos tan sentidos como discotequeros. Tuvimos la oportunidad de hacerle algunas preguntas antes de aquella presentación. Acá sus respuestas.
¿Cómo fue el proceso creativo de este nuevo disco? ¿En qué momento decidiste que ya era hora de presentar una nueva producción musical?
Tuve muchas idas y vueltas con proyectos paralelos en el medio, como un encuentro musical con Rosario Bléfari y su banda que me dejó con ganas de seguir un poco más con ellos. Inicialmente pensaba que iba a grabar este disco en México y, de hecho grabé algunas voces allá. Fue hace como dos años, cuando fui a cantar al Vive Latino y me hice amigote de la banda Descartes a Kant, más la mudanza de mi mánager a esa ciudad… pero es muy difícil hacer las cosas a distancia, al menos para mí. Para hacerlo tendría que haberme quedado un tiempo y fue imposible. Maravillosamente salió la idea de que el productor fuese Jean Deon, que es un artista que conozco desde que era chico. Él siempre tuvo proyectos musicales buenos, todo lo hace bien, muy fino y produjo grandes discos como Constante de Diosque o el de Las Calefons. Aparte, me saca bien la ficha, porque tengo que admitir que soy muy insoportable y quisquilloso cuando grabo; nada me gusta, me lleno de prejuicios, no sé explicarme… puedo soltarme con muy pocos y Jean es ideal porque entiende por donde voy, no se enoja y me toma en serio. Así que entre pitos y flautas pasaron unos seis años de mi último disco de estudio. No me parece mal. Me gustó dar vueltas hasta llegar a algo que me llena de orgullo. Nadie me apuraba. Llegué en tiempo para este verano. Queremos que sea algo así como “el disco del verano”.
¿Por qué escogiste el nombre Lechiguanas?
Parte del nombre de una canción que compusimos con mi amigo y tecladista Alvarito Sánchez, de Montevideo. Era una canción inspirada en un personaje de la película Nazareno Cruz y el Lobo, mezclado con muchas referencias místicas y vivir en Montevideo, lo que se dice “un viaje”. Es una canción que tiene imágenes que me gustan. Como las lechiguanas también son unas avispas que hay por la zona, con unos nidos muy lindos y hacen una miel que no se puede comer, todo cerraba o, mejor dicho, abría. Es como mi disco dark, más personal, sin tanto chiste aunque esté lleno de memes y a la vez, discotequero. Es raro.
¿Qué sentís que logra este nuevo álbum que lo diferencia de los anteriores? A nivel conceptual o de producción, ¿cuál crees que es su plus?
La producción musical es más intrincada que los otros que había hecho con Daniel Anselmi de Uruguay. Me encantaría volver a hacer otro disco con Daniel porque él también me saca la ficha, es muy amigo y ama el synth pop, que en Uruguay es bastante específico aunque ahora ya hay otros como Eros White que también me gustan mucho. Con este disco quería que el laburo de sintetizadores y programación fuese más barroco, carnoso, lujurioso, por eso tiene esos loops embriagantes y tantas capas de música. La mezcla y el mastering lo volví a hacer con Andrés Mayo y los ingenieros de su estudio, que me dan mucha seguridad.
Has incursionado en muchos proyectos de diversa índole: literario, teatral, musical, artes plásticas… ¿Qué otra disciplina sentís que te falta explorar? ¿O qué proyecto creativo aún no te has animado a concretar y sentís que lo tenés en la lista de pendientes?
Es que desde chico fui muy curioso y no iba a esperar a ser anciana para ponerme a hacer estas cosas como hobby. No quiero decir que lo viviese con libertad porque, aunque siempre fui muy caprichoso y me jactaba de hacer lo que se me diera la gana, constantemente tenía la sensación de que debía elegir algo, centrarme solamente en un lenguaje, en un soporte… no sé por qué no me daba cuenta que muchos de los artistas que me gustaban eran multidisciplinarios, que iban armando sus caminos con un ritmo y un rumbo más personal. Ahora estoy más relajado y sé que soy de ese palo, de ese tipo de artista. Seguro tendré cosas pendientes pero siempre estoy más atento a las que surgen espontáneamente. En el fondo me gustaría y me convendría organizarme mejor.
Has tenido momentos únicos y muy memorables a lo largo de tu carrera artística, pero en cuanto a tu faceta como cantante, tu colaboración con Fito Páez y Wendy Sulca fue sin dudas uno de esos momentos épicos. ¿Qué anécdota podés compartirnos acerca de la grabación de “El Tiempo Pasar”?
Sí. Fue un mega capricho del que ellos no estuvieron tan conscientes cuando lo hice. La gocé. En Perú me acompañó Wendy a un par de actividades como un show y la presentación de una novela en la Feria del Libro, le agarré muchísimo cariño y admiración. Después nació un proyecto de escribir su biografía pero lo siguió con otra persona. Siempre nos reencontramos y es muy hermoso ver cómo va creciendo. A Fito, en cambio, lo vi solamente la vez que grabamos. Fue muy generoso, me recibió en su casa, almorzamos con su familia, grabó la voz y el piano. En la adolescencia yo era muy fan de él, de sus letras, su poética, su forma de cantar… lo de Wendy es diferente porque sale de otro lado, tiene algo de heroína que se empoderó desde un bullying tremendo hacia una cultura riquísima y una forma muy particular de encararla con todas su Barbies bordadas en los vestidos folclóricos. Creo que por eso Wendy es símbolo queer, de lucha, de autosuperación, de buscar y pararte desde tu propia voz lo que se dice “es un sentimiento”. La canción es una triada insólita cantando un vals. Eso también me gustó porque en la canción no había ningún tipo de guiño camp, que es algo a lo que tiendo casi que naturalmente. Somos tres mostras haciendo algo hermoso, gozándola mientras unos aplauden y otros escuchan enredándose en sus prejuicios.
Es conocida tu predilección por lo esotérico. ¿Podés compartirnos algunos rituales o hábitos místicos que te hayan ayudado en tu rutina diaria a través de estos años? ¿Cómo te ayudan por ejemplo en momentos de crisis?
No suelo hablar de eso pero como todo “darks” me gustan las alegorías hermetistas y, en particular, la Kabbaláh, desde un encare filosófico. Trato de estar siempre en esa práctica que no es religiosa sino, básicamente, una actitud, una herramienta. No es que haga rituales raros, aunque cada tanto festejo los solsticios y equinoccios, nada de otro mundo. Pero, sí, me gusta estudiar Kabbaláh y sigo esa especie de metodología, ¿cómo explicarlo? Es una cosmovisión y el Árbol de la Vida es una educación infinita que te acompaña siempre. Entonces, en los momentos de crisis suelo meditar o leer el árbol. Yo me manejo mucho con arquetipos a los que entro y salgo. Uno que siempre uso es el arquetipo del bufón y suelo operar desde ahí. No sé explicarlo bien pero los que andan en este tipo de búsqueda lo entenderán.
¿Con qué carta del tarot te identificás más en este momento de tu vida?
Aspiro a estar en El Mago. Siempre me identifiqué con lo mercurial y esa agilidad de malabarista. Es una pulsión que me sale tan espontáneamente que la padezco. Soy bastante crowleano y el profesor de tarot que tuve es de ese palo, así que la descripción que hace Crowley me parece la más acertada y me proyecto mucho en su simbología y sus afirmaciones.
¿Podrías contarnos de tu relación con Rosario Bléfari? Tengo entendido que la admirás desde hace mucho tiempo y en años recientes has tenido la oportunidad de colaborar y compartir eventos con ella. ¿Qué sentís que te ha aportado una figura como ella y viceversa?
¡Sí! Fue de lo más lindo que me ha ocurrido en los últimos años y surgió curatorialmente, por una invitación del festival FILBA de literatura. Nos invitaron a hacer algo juntos. Ya habíamos compartido escenario y siempre la admiré, es una gran referente en muchos aspectos. No habíamos hecho nada juntas. Nos gustó tanto que decidimos grabarlo para que no se perdiera, porque las dos somos de andar en mil cosas, así que hicimos otro show en Casa Brandon, que es como una casa natural, para grabarlo. Después surgieron otras fechas y podrían salir muchísimas más porque es una dupla que gusta mucho, lo que pasa es cada una está en sus cosas pero es un espacio abierto que probablemente volvamos a ocupar. A mí me enseña bastante y le cuento ideas de cuentos o canciones que no llego a escribir. Es una artista muy lúcida, muy activa, muy curiosa y, también, muy mercurial. Duendes.
¿Cuál es tu canción favorita de este año? Una que se te haya pegado durante días enteros en la cabeza…
Un montón. Desde St. Vincent a la Kobra Kei. Creo que la canción que más tarareé este año fue “Unicornio” de Keity Moon. Es una canción muy contemporánea en todo sentido, hiper millennial.
Leí que el 7 de diciembre estarás haciendo parte de un homenaje literario a Moria Casán titulado “Pensando a la One”, ¿qué tenés pensado para aquella noche? ¿Una intervención más literaria, musical o performática?
Es un proyecto del chileno Felipe Mardones que se hará en Estudios UV. Todavía no tengo preparado mi texto porque el asunto va por el camino de las ponencias académicas, es un juego pero también una reflexión compartida, cada uno de los ponentes desarrolla un tema en base a Moria. Yo desarrollaré su arquetipo Afrodita. Pienso que cabalísticamente Moria es un 9… para otros es un 7… no sé… el otro día charlaba con mi novio y me contaba detalles buenísimos de la figura arquetípica de Lilith, que Moria tiene mucho de eso. Entonces se me ocurrió ir por el lado Afrodita, que es básicamente el mismo arquetipo. Será una cosa muy relajada y si salen debates, esperemos que sean constructivos y juguetones.
¿Tu frase o momento favorito de Moria hasta la fecha?
“¿Qué suerte que seas tan santa!”. Me encanta. La digo siempre. La puse en el disco.
¿Qué nos podés adelantar del show de presentación el 1º de diciembre en Buenos Aires de Lechiguanas junto a Hana que presentará Pretexto? ¿Cómo surgió la iniciativa de hacer una fecha compartida para ambos lanzamientos?
Somos compañeras de sello, lo inauguramos y compartimos muchas cosas además del sonidista. Ella pinta y hace lindas investigaciones aparte de nuclear en ese proyecto, el sello Otras Formas, el trabajo de artistas que se vinculan a la música y otras disciplinas. Por eso en el sello hay pintores músicos, por ejemplo, o se reeditará el disco El gusanito en persona de Jorge de la Vega, un clásico fundamental.
Dani Umpi presenta Lechiguanas este viernes 1º de diciembre en La Confitería (Av. Federico Lacroze 2963, CABA), junto a Hana, desde las 21hs.