David Toop es un músico, artista sonoro, crítico, escritor y curador que nació en Londres y que a sus 68 años sigue alerta, ávido por la novedad, lejos de un letargo creativo. Llega por primera vez a Argentina para dar una conferencia performática en base a su libro Resonancia siniestra en el MALBA (hoy, miércoles 28 de junio) y el concierto Instruments of Darkness (en la Universidad de San Martín, el viernes 30).
En Argentina, la editorial Caja Negra editó dos de sus libros: Resonancia siniestra y Océano de sonido, ambos en la colección Synesthesia del sello. Y eso tiene mucho sentido: Toop nunca se ha quedado en una única disciplina artística porque sencillamente no las distingue. En una conferencia que dio este martes en la biblioteca del MALBA, Toop confesó que mientrás más envejece, menos distingue las diferentes disciplinas. En su afán experimental (cofundó e integró el London Musicians’ Collective en los años ‘70 y editó discos en el sello de Brian Eno), a Toop le gusta confundir pero encuentra a la escritura como su modo de procesar esas ideas. Es, según él, su oportunidad para analizar, articular, encontrar la claridad y las uniones en esas múltiples actividades.
Si bien sus libros y publicaciones se han traducido en varios idiomas (recientemente publicó una autobiografía en japonés), David sueña con un libro que tenga otras dimensiones: que uno lea tal cosa, toque la palabra y se le muestre otro soporte. Algo así como la cultura del hipervínculo al que estamos acostumbrados en internet pero en papel, sin pantalla mediante. Mientras esperamos esta soñada invención, Toop reflexiona sobre el formato libro y lo pone en su lugar: si bien los consumos han cambiado, el libro permanece todavía como el medio más importante porque permite abarcar más tiempo, filtrar mejor lo realmente significativo de lo descartable, lo que logra trascender.
Entre tantos títulos que ostenta, en esa confusión de sus tareas, o en esa manía de querer encasillar cosas, Toop entiende que la industria de la música funciona en base a estereotipos: un recital jamás podría durar cien horas, pero una instalación sonora sí. ¿Y cuál es la diferencia? Justamente el entorno, las etiquetas: Toop postula que existe un mundo de la música y un mundo del arte, cada uno con su economía, con sus modos, tradiciones y consumos. También diferencia entre artista y un creativo: la creatividad está presente en la cotidianidad (la manera de cuidar el jardín de una casa, por ejemplo), mientras que un artista desarrolla trabajo relevante e interesante en un periodo sostenido del tiempo. Es decir que sacar un único disco no te hace artista.
Como crítico musical, a él le gusta guiar: nunca te va a decir “esto es bueno” o “esto es malo” porque no la considera su tarea. Prefiere, como en cada una de sus acciones, lo sutil. En esa búsqueda de materialidad, Toop percibe sonidos con el tacto: los vuelve físicos y considera relevante hablar de su aparente intangibilidad en un mundo pasmado por lo material y lo cuantificado. David desintegra el sonido, como despojándolo de cualquier acto artístico para volver a lo primitivo: el sonido es un acto físico.