Qué tarea difícil hablar de lo que no se habla. Lo incierto no espera que lo busquemos porque nos encuentra a nosotros primero. Nos desgarra, penetra, se nos burla en nuestra cara, y hasta a veces nos lleva a los extremos de crear un álbum como Lo perdido. Un disco que reflexiona con severa terrenidad las desilusiones arraigadas en cada uno de nosotros.
Diego Martez se perdió y se encontró consigo mismo una vez más en la escena musical. Se tomó su tiempo para crecerse la barba y cambiarse el look para encontrar la raíz de un sentimiento como la nostalgia, la desilusión, y la pérdida. Contó con colaboraciones de calidad para colorear el álbum con frialdad y sensatez. Entrevistamos a Diego y nos contó cómo todo llegó, desde el inicio hasta la fecha de este viernes 15 de septiembre en La Tangente para presentar su nuevo álbum Lo perdido.
¿A qué te referís precisamente con “Lo perdido”?
Decidí ponerle ese nombre porque me refería a esto, a los diferentes tipos de pérdida que en mi caso personal espero se pueda reflejar con el otro y ver qué le pasa también al otro. Son un montón de cuadros. De hecho el álbum se iba a llamar Películas, hasta que después vi que La máquina de hacer pájaros sacó un disco con el mismo nombre. Así que bueh, se fue para otro lado. La forma de componer tiene mucho que ver con lo visual, con las imágenes, y con un desarrollo. Este disco, en conjunto con el anterior, pueden ser road movies. A nivel conceptual, es como una persona que llega desde el inicio de su vida con un sentido común, estético, poético, del amor, del encuentro con el otro, y cómo a veces eso va cayendo. Hay canciones que hablan desde pérdidas de amistad que tienen que ver con la pérdida material. En el 2013 la ciudad de La Plata sufrió una inundación terrible, se perdieron un montón de vidas y un montón de estructuras, casas. La pérdida de inocencia está puesta bastante en este álbum, me dije “basta flaco ya no sos más un pendejo”.
Haber dejado el cine te permitió reincorporarte en él. ¿Sentís que cuando estás componiendo estás recreando una película con tu música?
En Lo perdido más que en los discos anteriores. Creo que es el que más esta influenciado por el cine. Cada canción es un pequeño corto con inicio, nudo y desenlace. Como esas películas al estilo Paris Je t´aime. Como pequeños cortos que engloban un concepto o una idea en sí. Encima tanto el productor como yo, éramos compañeros de cine, y los dos estábamos laburando y nos dimos cuenta que componíamos de la misma forma. Fortaleció el vínculo con el concepto del disco.
¿Cómo se tomaron las decisiones estéticas a nivel imagen del álbum? Se notan cambios en el look, buso negro, camiseta negra, la barba poblada…
(Risas) La barba estuvo siempre pero cuando me la saco, siento que es como decirme “¿Quién soy?” Pero bueno, el trabajo estético era algo que quería que me acompañe. De hecho toda la propuesta estética del álbum, desde la tipografía, las fotos, te pega un cachetazo pero no tiene tanto. Es bastante simple. La fotografía del disco las hizo un sociólogo muy reconocido, Gastón Angel Varessi. Es un crack, un gran fotógrafo y gran amigo. La idea del disco es que sea simple, pero contundente y que muestre la diferencia. El otro, en cambio, es más collage, ilustraciones, y el encare fue distinto. La propuesta que tiene Lo perdido son como pequeñas piñas, tomá esto, tomá esto, tomá esto. Tiene que ver con cosas más precisas para ver también qué es lo que le está pasando al otro que está escuchando, sobre todo con lo que ya había escuchado de mi trabajo anterior.
Pasar de “Podríamos jugar al fin del mundo” a “El viento al fin serás” marca un cambio de rumbo. ¿Qué te influenció para encarar la música con un poco más de veneno?
Uno en “Podríamos a jugar al fin del mundo” puede observar esto de una pérdida, pero la canción tiene un trabajo desde el amor, desde no lastimar. Y en “El viento al fin serás”, ya tiene que ver con algo más terrenal. O sea habla del viento, del cielo, de la tierra, del mar, pero por ahí a la hora de la composición lo que me pasa a mí es que realmente uno puede tener esa libertad de pensar lo que quiera con la canción. Trabajé mucho sobre esto porque en realidad hice muy rápido la letra. La vomité. Y cuando la terminé de cantar no me gustaba y luego la canté de vuelta, y veía esto de que es otra cosa. Ahí dije este disco va ser otra cosa. No sé qué me estaba pasando, lo que estaba sintiendo… Creo que tiene que ver un sentimiento como de autoayuda casi, ver y entender qué me estaba pasando y ver cómo puedo laburarlo para mañana. Con respecto a la música, yo me acompaño con la guitarra y lo trabajo desde la viola. Estuve escuchando desde Silvio Rodríguez hasta Björk pasando por Sigur Rós. También escucho a muchos colegas, Tonolec me parece una de las bandas más importante que tiene este país. Encima el honor de tener a Charo en el disco…
¿De qué forma aportaron las talentosas colaboraciones en Lo perdido? (Charo Bogarín, Shaman Herrera, Sofía Viola, María Ezquiaga)
A la hora de llamar a Shaman como productor pensaba que estas canciones necesitaban su mano. “Quiero un disco de Diego Martez producido por Shaman”. Él puso mucho de sí, yo puse el 500% de mí. Hasta que le pedí que cantara una canción conmigo, que terminó siendo la canción del álbum. Esa canción necesitaba ese color. Con María me pasó que es otra gran amiga y que en la época de Rosal, yo compartí muchos escenarios con ellos. Durante ms proyecto más solistas, le pedí que me colaborara y pude contar con su apoyo. Charo Bogarín, antes de generar esta amistad, era un contacto de una amiga, y me dijo “llamala que le va a gustar”. La contacté y me pidió que se lo mande. Pasó un tiempo y me enteré que se había quedado encantada. Fue a grabar, fue al parque ecológico de La Plata a filmar el video, estuvo todo el día, es tan humilde y buena. Estaba ahí, hacía frío, estaba lloviendo… una genia. Sofi Viola, también es otra amiga con la que compartí muchísimo. Si bien ella está enraizada mucho más con la cultura latinoamericana, tiene un espectro muy rockero y eso a mí me gusta mucho. Entonces mezcla mucho la violencia con la percusión vidalera, en “Oculto”. El tema más oscuro.
Lo perdido da la sensación de ser un álbum más reflexivo, como una transición. ¿Qué rumbo te imaginás para lo que viene?
Cuando terminé de hacer Lo perdido dije que un rato más acá me quiero quedar. Como que por ahí este túnel reflexivo es más largo. No sabía cómo iba a terminar ni qué me iba a pasar.
Los últimos temas de No sirvas ahí la tormenta ya nos iba tirando unos guiños para Lo Perdido…
Bueno creo que lo escuchaste mejor que yo (Risas). Pero sí, porque justo la lista de No sirvas ahí la tormenta tiene que ver con esto. Con el inicio de la tormenta y cuando después de la tormenta el cielo se pone como medio verde. Cuando está todo en silencio es con “Verbo”, y después se pudre todo. Y cuando se pudre todo.. se pudre todo. Y ahora pasamos a esta etapa para mi necesaria de Lo perdido. Soy fundamentalista de la canción. Para mí lo fundamental es militar la canción, y cada una puede ser de distinto género pero la canción es lo que importa. Lo que quede encerrado es lo más importante.
¿Listo para La Tangente?
Estoy muy feliz y ansioso. Porque he tocado en Capital, he tocado en muchos lados pero esta fecha es otra historia. Sobre todo porque trabajar este álbum ya implica trabajar con Concepto Cero. Pienso que bueno, estaremos haciendo bien el trabajo.