Desde 2002, todos los 12 de agosto se conmemora el Día internacional del vinilo (o “Vinyl Record Day”). Se toma esa fecha por ser la misma en que, en 1877, Thomas Edison inventó el fonógrafo, el primer dispositivo para grabar y reproducir sonidos. Con el correr del tiempo, el fonógrafo cambió de forma y de nombre hasta devenir en lo que luego se conoció más comúnmente como reproductor de discos.
Si bien en Argentina aún no se celebra tan abiertamente esta fecha, sí empieza a mencionarse cada vez más porque la región no queda afuera del aumento de popularidad y consumo de discos en vinilo de los últimos años. Por su parte, los medios de comunicación y espacios culturales nacionales orientados a la música celebran el formato de música en vinilo al margen de si el consumo sube o baja. Y si hay alguien que sabe celebrar el vinilo es Eduardo de la Puente.
El músico, periodista y escritor argentino conduce actualmente “Clásico de clásicos” junto a Carla Ritrovato, programa que desde hace más de diez años se transmite por la FM Rock&Pop. Como su nombre lo indica, el programa se trata de pasar y comentar sobre los clásicos en mayúscula del rock nacional e internacional (aunque a veces también del jazz y el blues). Entre los distintos segmentos del programa se encuentra “La vuelta en vinilo”, en donde de la Puente selecciona y pincha sus canciones favoritas. Hablamos con el conductor acerca de la idea detrás de esta sección y sobre por qué prefiere este formato al digital.
¿Cuáles son las diferencias más puntuales entre escuchar música en formato vinilo y hacerlo en otros formatos?
Básicamente, la diferencia está en que en el sonido analógico hay contacto físico y en lo digital no. Además, el sonido analógico tiene una capacidad de información mucho mayor que el digital, es decir, cuando vos estás escuchando una reproducción analógica como en este caso un vinilo, tenés una serie de información que abarca todas las frecuencias con la que la música fue grabada, es decir los sonidos más bajos hasta las más altos. Cuando esto se digitaliza, lo que se hace es comprimir toda esa información para que en mucho menos espacio entre más o menos la misma información. El problema justamente es el “más o menos”, porque para que todo eso entre, lo que hay que hacer es recortar frecuencias. Es como si tuvieras un estante en el que entran cinco pulóveres y quisieras meter esa misma cantidad de pulóveres en un lugar que es la mitad de chiquito. Bueno, vas a tener que tirar dos pulóveres… así que eso te va a quedar afuera. En algún momento se privilegió ese formato porque no había desgaste, o sea al no haber roce físico no había desgaste, entonces la información podía ocupar muchísimo menos lugar y donde tenías mil discos ahora podés tener una pared gigantesca y un disco rígido que es recontra chiquitito con toda esa misma información guardada. El problema es que la música no se escucha igual.
¿Por qué pensás que la costumbre de “sentarse a escuchar música” que se daba con el vinilo se fue perdiendo?
Arrojando una teoría quizás un poco apresurada, yo digo que lo que no se concibe más es el acto de escuchar música sin hacer otra actividad. Porque se escucha mucha música, pero acompañado de otras cosas: estás cocinando y escuchás música, estás con un amigo y escuchás música, estás pintando una pared y escuchás música… Pero no estás escuchando música, está sonando música, que es otra cosa. Y creo que esto sucedió sencillamente porque la calidad del audio no hace que valga la pena sentarse a escuchar música. Yo no puedo creer la cantidad de años que me perdí ahora que recuperé el formato en vinilo, o sea los años que me perdí de realmente escuchar música… porque cuando la música suena bien, no necesitás hacer más nada, es un acto que se concibe en sí mismo, sentarse y escuchar un disco y disfrutar de la música y nada más… Hay generaciones enteras que no saben de qué se trata y también está esta cuestión: cuanto mejor suene la música que estás escuchando, más ganas te van a dar de seguir escuchando. Por ejemplo, yo en Spotify escucho un montón de bandas que digo “qué lindo, sí, está bueno”, pero no me molesto en bucear y buscar más, no me intereso más porque sinceramente al momento de escucharlas, el sonido no me enganchó, no me dio nada más.
¿Hay algo de lo conceptual que en los formatos digitales no se despliega como en el formato en vinilo?
Es que van de la mano, se trata de lo mismo. Siempre se escucharon temas sueltos obviamente, por eso existieron los singles, lo que ahora sería colgar los temas de a uno en las distintas plataformas, pero al perderse el hábito de escuchar música se perdió también lo que era el concepto de un disco. Cuando uno habla de discos conceptuales podés pensar en, por ejemplo, Dark Side of the Moon de Pink Floyd o en Tales from Topographic Oceans de Yes, pero en realidad todo disco es conceptual. Mirá un disco de Creedence, que son canciones una atrás de otra y punto. Pero esas canciones están ordenadas de determinada manera y no es caprichoso ese orden. Además, vienen en un packaging que tiene determinada ilustración, determinado texto, determinada foto, o sea hacen al concepto. Ahora, ese concepto, digitalmente es muy difícil de concebirlo. El formato físico hace que además de estar escuchando música, que insisto fue ordenada de tal manera por algo, tiene los títulos que tiene por algo y el disco se llama de determinada forma por algo; pero digo, además, te permite ver la tapa, ver efectivamente las ilustraciones, podés leer las letras o ver las fotos que la acompañan, los textos que lo acompañan. Y eso llevaba a que cada disco fuera una obra conceptual en sí, aunque la palabra conceptual se haya usado también para denominar más puntualmente a discos sinfónicos o progresivos. Igual, llegado este punto, quiero aclarar algo: yo no estoy en contra de los formatos digitales. Hay formatos digitales que realmente van a la par de lo que es el sonido analógico, pero esos formatos no cumplen con lo que debería cumplir cualquier formato digital que es ocupar poco espacio… Hay discos analógicos que se masterizan en formato digital, pero sucede que entonces cada archivo de audio te pesa 8 mil millones de gigas. Conserva toda esa fidelidad, pero después para reproducir eso en un celular por ejemplo, necesitás la mitad de la memoria. Yo uso Spotify y mata, para escuchar en el auto, para estar en un asado, está buenísimo. Y también me permite conocer un montón de música que no conocía y eso es fantástico. Pero si me tengo que sentar a escuchar música, y no, ahí no uso Spotify… para mí es más una fuente de información, o la forma de tener música de fondo, no así la forma de escuchar música.
¿Cómo empezaste tu colección de vinilos?
Cuando yo empiezo a escuchar música eran discos lo que había, llegué a presenciar la muerte del vinilo y la llegada del cassette. Y por la vorágine de lo digital, mis discos terminaron archivados en una baulera. Hace unos pocos años, mi hijo tuvo la habilidad de pedirme una bandeja para el cumpleaños y rescatarlos a todos. Así que en realidad empecé a recuperar solo algunos hace poco y con la pandemia se hace más difícil. Una de las primeras cosas que me llevaron a volver al vinilo fue justamente empezar a pasar este formato en “Clásico de clásicos”, o sea cuando puse el primer vinilo vi lo que pasaba y fue increíble, me di cuenta del cambio radical en el sonido y en el volumen también, no de intensidad sino de masa, a una música con cuerpo. Y ahí dije “oh, caramba”. En ese momento ni siquiera tenía bandeja en mi casa, así que, si bien ya tenía algunos discos en vinilo, formalmente digamos volví al antiguo sistema de bandeja, amplificador y bafles, y me di cuenta que me había pasado muchísimos años completamente sordo. Porque si bien había escuchado mucho CDs, y eso que tengo alrededor de catorce mil, también había dejado de escucharlos en pos de la comodidad. Me separé, vine a vivir a un lugar mucho más chico, entonces en lugar de tener una habitación llena de CDs tenía un disco rígido con todos los CDs allí dentro. Y bueno, ahí volví. Pero no, no soy coleccionista de vinilos. Lo que estoy tratando de hacer es reunir determinados vinilos, en ediciones nuevas, que vienen con mucho vinilo, o sea pesan entre 180 y 220 gramos, generalmente se tratan de ediciones que juntan ediciones originales que eran un solo LP y ahora hay dos en un mismo disco. Eso hace que el surco pueda ser más ancho y te permite más fidelidad todavía. Entonces estoy confeccionando una lista de vinilos que ahora debe andar por los 40 y que, hilando muy fino y poniéndome muy en exquisito, no creo que supere los 80, 90 como mucho. Sencillamente porque los quiero tener en vinilo y en la mejor edición posible para escucharlos bien.
¿Cómo se te ocurrió “La vuelta en vinilo”?
“Clásico de clásicos” es un programa muy antiguo dentro de la Rock&Pop, lo empecé yo, en un momento lo dejé y después volví. Y cuando vuelvo simplemente surgió. Un día me entero de que hay una bandeja en la radio y dije “bueno, vamos a pasar discos, si se puede”. Y bueno, fue poner el primer vinilo al aire y recibir una patada en el estómago, por el cambio que tenía el sonido. Ahora, hay que aclarar algo también, que es que cuando hablamos de sonido analógico, la mejor forma de disfrutar de ese sonido es escuchando la radio por radio, es decir a través de un sintonizador de radio, ya sea en el auto, en tu casa o en el celular si tenés un sintonizador allí, es decir: no una aplicación, sino un sintonizador, y un par de buenos auriculares. Solo así te vas a dar cuenta de la diferencia. Porque si vos lo escuchás a través de una aplicación o de la web de la radio, hay una diferencia, pero no llega a apreciarse, o no llega a apreciarse tanto como se logra con un sintonizador. Por otro lado, también quiero remarcar que, para mí, “La vuelta en vinilo” prendió mucho porque fue recuperar la vieja costumbre de escuchar música. No como se venía haciendo, de fondo, sino realmente sentarse a escuchar. De ahí surge que la gente se enganche y también me parece de esa cosa que es desprolija, pero apropósito. Porque “La vuelta en vinilo” se escucha con una sola bandeja que está al lado mío y yo pongo y saco los discos. De hacerlo de manera prolija eso lo tendría que hacer el operador, pero es así un poco para rescatar lo que es el sonido y a la vez la esencia o el espíritu de escuchar música.
¿Cómo explicás el aumento en el consumo de vinilo en los últimos años?
Mirá, pueden ser muchos factores, yo lo que diría al respecto es lo siguiente, y ya pensando en estratos un poco superiores a mi papel en la radio: lo que yo veo es que se generó un gran mercado del vinilo. Y es un terreno en el cual se pueden hacer negocios, muy buenos negocios. Yo obviamente espero a todos los auspiciantes pero a la vez digo, si te estás metiendo en el mundo del vinilo, guarda. Porque hay de todo pero a la vez no hay nada regulado. El mismo disco en el mismo estado uno te lo puede largar a mil doscientas lucas y otro a cuatro. Alguien puede decir “che, me compré la reedición de tal disco”, y yo digo “bueno, pero cuidado porque si te fijás el máster de ese disco en CD estaba destruido y eso que estás escuchando en vinilo lo bajaron de aquel CD”. Y yo creo que hay una cuestión de por medio que, por mi manera de ser, jode un poco a la parte empresarial. Pero bueno, soy así, un jipi de mierda, si fuera más pirata, más parche en el ojo, pues estaríamos vendiendo vinilos a lo pavote.