El Príncipe Idiota está de regreso con Gigaaaante, un disco grabado durante la cuarentena entre el estudio y su habitación. Con una marcada impronta lo-fi hogareña y con letras sugestivas que se mueven entre lo cotidiano y lo solemne, el proyecto de Mariano Di Cesare se destaca por su falta de obsecuencia. No pretende ni condice, renuncia.
El disco abre con “Niño fruta”, un instrumental ambient donde se cuela la voz de su hijo Apolo, describiendo con detalles al ser que ilustra la tapa del álbum. “Gi-gaaaan-te” articula casi al final de la canción, dando por concluida la bienvenida al álbum. El disco continúa con “Obrador” y “VCH”, dos canciones que se ubican más cerca del sonido habitual presente en anteriores trabajos de El Príncipe Idiota. Con “Que está pasando?”, llega el punto de inflexión. “¿Qué está pasando? / Todo oscureció / Es la mañana” repite como un mantra una voz distorsionada sobre un beat bailable.
En sus siete canciones, Di Cesare construye una apariencia de candidez doméstica que se funde en un registro íntimo pero potente. El cantante de Mi Amigo Invencible va a presentar este material solista el sábado 5 de septiembre a las 22 h a través de su canal de YouTube.
¿Cómo nació la idea del disco?
Fue una especie de cosas que estuve experimentando en la cuarentena, más que nada una canción que se llama “Obrador”, que es un poco la que define todo, de la cual parten las demás. También hay versiones de canciones viejas, pero esta canción, que es una especie de oda al otoño, es la que quería grabar y de paso meter algunas versiones de canciones que ya he tocado y grabado pero con este mood actual. Fui una noche al estudio con Lucho Balcarce de Banda de Turistas a cuatro cuadras de casa, súper cuarentena. Terminé grabando cuatro canciones de las que llevé y pensé que iba a poder tocar, pero estaba tan falto de práctica que quedaron esas: “Obrador”, “Las casas” y “Cruzar a pie”, más una que quedó sin usar. Justo se dio la casualidad que Lucca Beguerie, el baterista de Usted Señálemelo, me prestó un sintetizador nuevo que se había comprado. Me lo traje de Mendoza, lo enchufé y me despertó un montón de ideas para ir a grabar. Ahí también le dije a Xime Nierderhauser si quería sumarse y tocar la flauta que con ella estuve tocando mucho el año pasado con El Príncipe hasta que se cortó todo por la cuarentena. Tenía todo eso encima y pensé que sería bueno tener un disco. También se venía mi cumpleaños el 6 de agosto y hace un tiempo me había propuesto una meta personal de tocar en vivo cada vez que cumpliera años. Y ante la imposibilidad de hacerlo este año, nace también esta idea de publicar un disco. Así todo eso se terminó convirtiendo en una carrera entre el deseo de publicar el disco y tener canciones nuevas para regalarle al mundo.
¿Por qué elegiste estrenarlo en Bandcamp, una plataforma que perdió bastante terreno hoy en día en manos de Spotify?
Con Mi Amigo Invencible manejamos un montón de deadlines y El Príncipe Idiota necesitaba un descanso de eso. [Quería] que el deadline me lo tenga que poner yo y no una plataforma como Spotify o lo que fuera. Es cómodo tener esa independencia de los tiempos, poder decidir cuándo sacar algo y cuándo no. Por otro lado, está también la calidad de audio que ofrece Bandcamp. Necesitaba que este disco, que es un poco lo fi en cierto sentido, se pudiera apreciar desde el lo fi y que no reste en una mala calidad de salida. También había investigado cuándo iba a ser el Bandcamp Fridays, y por eso lo corrí para el 7 de agosto, justamente para aprovechar ese apoyo a artistas en cuarentena que ofrece la plataforma.
Hablando de carreras y fechas límites, ¿cómo es tu relación con los deadlines? ¿Te ayudan a organizarte o te abruman?
El deadline es el que pone el punto final, si no hay un deadline yo podría seguir cambiando las cosas, tirando a la basura y trabajando hasta el último momento. Hasta ese instante en el que apreto enter en el mail y le envío los títulos de las canciones a la editorial o a quien sea, todo puede cambiar, todo. Si me dan tiempo, hago mierda todo y más mierda de lo que estaba. Este disco es justamente eso, soltar antes de seguir destrozando.
¿Cómo fue la experiencia de trabajar algunas de las canciones en tu casa y ocuparte de la mezcla?
Las canciones estaban todo el tiempo en mi habitación. Iba, me ponía a cocinar, almorzábamos, escuchaba una vez y lo dejaba, seguía cocinando. Creo que está bueno para grabar y mezclar, más allá de las herramientas con las que se cuenta, estar muy atento y con los oídos descansados. Al estar todo el tiempo adentro de mi casa, las canciones estaban siempre abiertas en el proyecto del programa, siempre disponibles en mi habitación. Las iba haciendo siempre un poquito a lo largo de los días. Y por el lado de la mezcla, me ayudó mucho tomar ese concepto de mezclar bastante en mono porque me iba a solucionar las cosas a la hora de usar los auriculares que tenía y también porque estéticamente me gusta un montón la idea de que sea una mezcla mono, me interesaba.
La tapa del disco es un dibujo de tu hijo, Apolo, que también se lo escucha en algunos fragmentos del disco. ¿Qué lugar ocupó en la grabación de estas canciones y cómo fue sumarlo a participar?
Si no hubiera estado presente él, el disco no se podía hacer. Yo lo tenía que invitar a ese juego de hacer un disco porque estamos en cuarentena, y su única compañía somos la mamá y yo, y a veces algunos amiguitos del barrio. Para él somos las únicas personas con las que se comunica. Nosotros, los grandes, nos comunicamos todos los días con WhatsApp o lo que sea, nuestra cabeza está comunicándose con el mundo exterior, pero la de Apolo no. Somos solo nosotros dos para él. Entonces si yo no lo hacía partícipe, este disco no podría haberse hecho. No podía separarme de él para hacer el disco. Fue como un juego súper divertido, a él le encanta dibujar, jugamos con la idea de hacer la tapa de un disco y qué es lo que él entendía sobre eso. El primer audio que se escucha en el disco es justamente cuando estábamos dibujando ese monstruo, fluyó todo muy fácil. A mí me encantó ponerme con él a diseñar el fondo, los colores, recortarlos, elegir la figura de ese monstruo. Le preguntaba cuál quería que usemos, lo hice partícipe total porque las canciones nacen con él, muchas de las canciones las estoy grabando mientras él toca también. Si no participaban Apolo y Bianca ese disco no se hacía, el disco debía hacerse así, con una mano en el sintetizador y otra mano jugando con los autitos arriba de los pedales.
Solés volcar tus inquietudes, sensaciones y experiencias en tus discos. ¿Qué pasa cuando dejas todo eso y regresás al mundo real como Mariano, el papá de Apolo?
Son partes de un mismo día. No manejo ninguna linealidad en eso, ni en nada. La cuarentena me bamboleó, fue un ping pong de estados, subes y bajas constantes y eso ya me define a mí como una única persona. No hay una rutina más allá, justamente ir a la plaza con Apolo es parte de mi vida tanto como tocar la guitarra o pensar en música mientras juego con él. No creo que haya una separación en eso, todo forma parte del mismo día.
¿Qué pensás que te deja Gigaaaante?
Me deja una especie de huella del momento. No quería que la cuarentena pasara desapercibida. También fue una especie de juego, desafío y trabajo, y en ese sentido me deja una nueva forma de grabar discos. Es la primera vez que grabo un disco en esta situación, así que me deja entusiasmado y esperanzado para hacer otro. El entusiasmo es lo que me deja.