Ezequiel Acuña, el director argentino de films como Nadar solo y La vida de alguien, reside en Perú desde el 2016. Dejó su país casi como el que se va de una fiesta sin saludar, o como lo podría haber hecho alguno de esos personajes que habitan dentro de su intimista y melancólico cine. La migración, que se estrenará en septiembre, es su primera película realizada en suelo limeño.
“En el 2009 había estado en Lima y me encontré con un panorama en el cual la gente había visto mis películas, además me pasó algo que nunca había vivido: tenía casi cuatro notas por día, la gente me traía las copias pirateadas de Nadar solo y Como un avión estrellado para que se las firme, me pedían fotos. Me fui dando cuenta que tenía como una especie de hinchada propia ahí. La vida de alguien también se había pasado en Lima y, después de cerrar esa etapa yo estaba arrancando de nuevo a tener que pensar una película. En abril del 2016 volví a Lima a pasar unos meses y me surgió la posibilidad de dar clases en la Universidad Católica y me terminé quedando”, cuenta el cineasta.
El que conoce el cine de Acuña sabe muy bien que es uno de esos directores que toman prestado escenas y vivencias tanto personales como ajenas, para después unir todos esos pedazos rotos y armar una historia como si fuera un escritor realista. Lo hizo desde el comienzo de su carrera con Nadar solo en 2003, y lo llevó al extremo en La vida de alguien en 2014. Ahora, en La migración, vuelve a retomar personajes del pasado, situaciones y sentimientos, para actualizar y sumar un plus: su viaje y estadía en Lima. “La migración surge un poco como excusa para narrar otra cosa. La migración es mi historia sobre mi llegada a Lima. Contar el choque generacional que estoy teniendo. Encontrar valores, ideas y coincidencias que yo tenía cuando estaba filmando Nadar solo a mis 24 años. Es añorar también cosas que fueron parte de los 90. Si la gente vio mis películas puede ligar la vida de alguien con la migración, lo puede hacer desde la anécdota, desde esa búsqueda de un personaje que en la película era un músico”, explica el director.
A lo largo de la filmografía de Acuña la música fue como un leit motiv que cruzó y marcó toda su obra. La banda de sonido de los uruguayos La Foca, canciones de los argentinos Jaime Sin tierra, más un puñado de personajes que siempre, de una manera u otra, estaban ligados al mundo de la música. “La música tuvo mucha importancia en mi vida, antes de estudiar cine me metí a estudiar algo de música. Siempre me interesó trabajar con músicos de rock e incorporarlo a mi cine. Incluso ahora en mi última película están Ismael y Gustavo que son de La Foca. También hay dos temas de una banda limeña que se llama Submarino, más unos pianos que grabé yo.”
Sobre los planes de estreno de su nueva película, el director argentino agrega: “La película todavía no tuvo un estreno acá en Perú, se pasó en dos festivales muy chicos. Septiembre es la fecha tentativa para su estreno. Igualmente, más allá de que la película esté terminada, yo la estoy reeditando y posiblemente tenga algún cambio mínimo. Siempre fui un fanático de darle una vuelta más a las cosas. Esta es la primera película que hago fuera de Argentina, no tuvo fondos del INCAA, ni de nadie, la produje toda yo, además también es la única película donde hay música hecha por mí. Siento que es la película donde más intervengo.”