Gori dice que no se considera a sí mismo un chabón normal: quizás podría suponerse que es porque quiere decir algo y que eso sirva o, en sus propias palabras, que acompañe, a quien escucha. A la gente normal eso no suele interesarle mucho.
“Me gusta que las letras digan algo, no rellenar con palabras. Si alguna persona interpreta la letra y no se entiende pero se siente identificada; mejor dicho, si se siente acompañada, ahí está, lo conseguí” dispara Gori al ras de una copa de vino de la casa, en un bar de Constitución, donde se crió.
En las canciones de El Mago Mandrax (2015) se nota eso mismo, lo que siempre se notó desde el debut homónimo de la banda, hace 16 años. Despojado de todo cinismo o demagogia, es evidente que el lider de Fantasmagoria afina cada vez más el oído para saber decir lo que la gente -el público- quiere escuchar: el disco tuvo buenas, positivas repercusiones y, lo más importante, la banda está conforme con el resultado. Pero el trabajo se nota, se percibe en afinar esa cuidada retórica del acompañamiento. La copa que le trajeron está llena hasta el borde y Gori pregunta si le pueden traer una bombilla, entre risas, con un sorbo cuidadoso. A la señora mayor que está sentada a sus espaldas en la mesa de atrás se le cae el instrumento con el que sostiene el paso de sus años, sin darse cuenta. “Se le cayó el Bastón Pauls, señora”, le avisa, alcanzándoselo. Por momentos, respuestas sencillas y directas se suceden, cortitas y al pie; por otros, se sumerge en narraciones extensas; las cuales incluyen escenarios como Cemento, el Parakultural y Prix d´Ami; recitales hardcore-punk, rock & roll, y metaleros del barrio de la Boca, con camperas de jean y tachas. Y fanáticos de Kiss.
Muchos proyectos lo ocupan ahora, pero en Fantasmagoria él es miembro estable único: es la banda que formó para poder hacer música toda la vida, luego de haber armado y desarmado montones de otras bandas, desde la escuela primaria hasta el presente. Y con esta banda se presenta en el Teatro Margarita Xirgú este sábado 25 de marzo, en el marco del Ban Bang Fest.
“Mujercitas Terror los conozco hace mil años y compartimos varias fechas, de hecho han tocado en ciclos míos. Con las Kellies también nos llevamos muy bien; a Galel lo conocí el otro día, porque yo organizaba una fiesta en Makena y lo invité a tocar, y a los Pilotos los conozco a todos, son muy amigos míos. De hecho, he tocado con ellos, hicimos unos cuantos shows conmigo como guitarrista”, refiriéndose a los otros grupos que completan el cartel.
Mientras habla, agarra una servilleta y se la guarda, porque “se acordó de una cosa”; lo va a usar de ayudamemoria, mientras sigue hablando del fanatismo por Kiss de ese metalero (en cuya espalda de campera de jean se leía, escrito con tachas “El Griego”) que tenía todos los vinilos de la banda de Simmons nacionales, y todos los mismos repetidos, pero importados.
“Yo lo veía y flasheaba, parecía de la contratapa de los discos que escuchaba yo. Y el chabón tenía una banda. Los viejos tenían un almacén y arriba del almacén ensayaba la banda suya y después empezamos a ensayar nosotros ahí”, cuenta animadamente, sobre una de las primeras bandas que tuvo a los 13 años, cuyo nombre no recuerda.
En ese momento, empezó a ver en vivo bandas como los Ratones Paranoicos y los Violadores. Más tarde, años y bandas de por medio, estuvo en algunos grupos más: entre ellos Catarsis, y otro que se llamaba Fun People, donde tocaba con un tal Carlos Rodriguez, también conocido como Nekro, luego conocido como Boom Boom Kid: según él, una de las pocas personas con las cuales podía componer. Con el tiempo, algunas diferencias musicales los distanciaron.
Fantasmagoria siempre se ha mantenido en movimiento, aunque a veces de afuera haya pasado desapercibido: han lanzado un promedio de casi un disco cada dos años (a veces, espaciados en más años que el promedio aproximado). Silenciosamente, con menos espectacularidad que otros grupos de generaciones anteriores y posteriores, con menos prensa y quizás menos influencia visible, se han instalado a fuerza de canciones, canciones y canciones, en un lugar que les es propio y exclusivo, de nadie más; sin cinismos ni demagogias, se nota que Gori afina cada vez más el oído para cantar lo que mucha gente necesita escucha. Se nota que Gori dio en el blanco, luego de abrirse tanto de Catarsis como de Fun People; encontró y construyó su personalidad montado en esa guitarra acústica que dispara punk, folk, country y más, más popular que alternativo, que es característico y sobre todo auténtico. Cuando se disolvió Catarsis, donde componía una música que cambiaba de compases, ritmos y arreglos, tratando de hacerse sonar lo más extraño posible, se propuso escribir canciones simples, normales. De alguna manera, lo logró.
Lejano de cualquier cliché indie-sectario-snob, preocupado por el sonido más “nuevo”, “raro”, o por la influencia generacional de moda (supongamos, el “kraut”, el “rock espacial”, etc.) que a fin de cuentas se agota, Gori siempre está de acá para allá creando, a su modo, un mundo propio desprolijo y sincero: de ese mundo forman parte el proyecto Gorianópolis (lo-fi, más -aún más- despojado de instrumentación); Bombas de amor (banda de corte punk, que solo funciona un mes a fin de año porque Chuli, también ex- Fun people, vive en Barcelona); Hermanos de distinto padre y madre (dúo folk-country que mantiene con Pil del Villar); como DJ y organizador de fiestas y ciclos diversos (Sympathy for the Party, Glitterhouse, entre otros).
Irrumpir en la escena musical argentina pop, con un rock acústico como el de Fantasmagoria en 2001, era un gesto de riesgo. Él mismo reconoce que podría haber seguido haciendo lo que hacía con Fun People, que quizás hubiera sido más fácil, y lo más lógico; que quizás lo habría ido a ver más gente, que hubiera continuado la relación con ese público. Enriquecer la búsqueda musical, evidentemente, fue su apuesta. Su guitarra rítmica es el rasgo distintivo de 16 años de un estilo que no pasa por lo “nuevo” “raro” o por la influencia generacional de moda; su estilo es transgeneracional, adelante y atrás en el tiempo, como algo con lo que siempre se puede contar, que siempre estuvo y va a estar.
Sostiene, sin embargo, que la multiplicidad de proyectos no le genera gran problema, en tanto tenga un calendario y varios grupos de chats para organizarse. “Los cambios de formación (en Fantasmagoria) dilataron los procesos, también la búsqueda de sello”. Luego de haber trabajado con Bingo Records (sub-sello de Pop Art, dirigido por el ex- Árbol Pablo Romero, que también produjo El río), en Scatter Records encontraron un sostén que les brindó apoyo; incluso para encontrar baterista nuevo, luego de la salida de Augusto Giannone. Para Gori, Oliver toca en inglés, y aunque no se lleve mucho con ese idioma, lo que toca se entiende; tienen una química que le resulta fundamental. “El baterista es como un brazo derecho”, y en este caso no hay influencia de Spinetta, García o Cerati que valga: le gusta que suene a otra cosa.
A Gori no le genera apuro que la banda “explote”; sus pasos se notan medidos, relajados y consecuentes con una forma de proyectar la independencia artística.
“Hay realmente gente que tiene pasión por la música y lo sigue haciendo a pesar de que después se tiene que ir a laburar de otra cosa, que no lo hacen por un interés económico sino por una necesidad artística de hacerlo, y está buenísimo, como me pasa a mí. Si no, no haría Fantasmagoria. Qué se yo, ¿dependerá de mí? ¿qué tengo, que salir a chupar culos? Si tengo que hacer eso, no va a explotar nunca. Veo muchas bandas que lo hacen y me da gracia.”
Para el show del sábado, la consigna es tocar temas que no hayan tocado el año pasado. Este año dice que van a tratar de tocar menos, porque todos los miembros están con proyectos paralelos; se van a enfocar en que los shows sean diferentes. Dice que hay dos temas nuevos que tienen grabados pero que todavía no salieron, que los grabaron cuando fueron a Chile. Allá, los Perrosky le propusieron grabar esas canciones y se les ocurrió armar un split con un par de cada banda: la idea de Gori es que estén ya para presentarlas este fin de semana. Se lleva el ayudamemoria, va a anotarse los temas que quiere tocar. Entre otros objetivos, la banda ahora trabaja en un disco de covers nacionales que incluye temas de Virus, Don Cornelio y la Zona y de Charly García, entre otros.
Hablando de influencias y homenajes: Gori, ¿sentís influencias de Fantasmagoria en las bandas nuevas que te gustan? Responde: “Y no sé, creo que por suerte no”, entre risas. “Pero pensándolo un poco más, no sé, hay muchas bandas ahora que utilizan la guitarra acústica para hacer rock. Si al tema le sacás todo, lo dejás con voz y guitarra, ¿se la banca igual o es una mierda? ¿La podés tocar en un fogón?” Entonces ya fue; a Gori le pintó irse para el lado del fogón, pero de un fogón muy inteligente, bastante freak y largo (dieciséis años, ni más ni menos). Su búsqueda cancionera va a la médula, a lo que importa de verdad, y te acompaña. Por suerte, él tampoco se considera un chabón normal.