No es novedad. Desde hace unos años la movida cultural y la música alternativa de Córdoba están pasando por un momento álgido y sin precedentes donde músicos, productores, fotógrafos, editores, diseñadores y medios alternativos están siendo responsables de una verdadera renovación estética.
En un contexto donde las novedades escasean y donde el culto al pasado parece ser ley, la energía y el entusiasmo de estas nuevas propuestas pueden tentarnos a caer en la exageración o valoraciones desmedidas (a las que aclaro no estar exento). ¿Cuál es el aporte, la llegada, los límites y el potencial de este ecosistema musical? ¿Forma parte de un fenómeno mayor que atraviesa otros entornos nacionales? ¿Es algo eventual que responde a una forma de hype federal? Todavía no lo sabemos.
Con motivo de la realización del Festival Aruma tuvimos la posibilidad de juntar a tres representantes locales (Nicolás Garriga de Anticasper, Pancho Valdés de Cintia Scotch y Rodrigo Molina de Telescopios) para hablar de todo: actualidad y vínculo de las escenas emergentes nacionales, identidad de la música alternativa cordobesa, expectativas y visiones de futuro… el resultado es esta pequeña miscelánea, una ventana entreabierta para conectar y conocer los ánimos y misterios de esta movida mediterránea.
Primero, ¿qué es el Aruma?
Pancho (Cintia Scotch): Es un festival que empezó en Pilar, el año pasado. Este año la intención era organizarlo en distintas provincias y ciudades del interior, para después hacerlo allá con más fuerza. Es un festival de bandas emergentes y sellos independientes que tiende a hacerse fuera de Capital, tipo un mini Woodstock, por así decirlo… en casas de campo o lugares amplios donde la gente pueda disfrutar.
¿El festival junta otras expresiones, como ser el caso de la fotografía o el arte plástico?
Nico (Anticasper): Además de la fecha del sábado, el viernes también va a haber una fecha en Hipo donde Fede Kenis (Anticasper) expone su obra y se hará la presentación de la revista Sandía.
P: El Festival toma forma a partir de un colectivo de jóvenes de distintos ámbitos (música, poesía, arte visual y audiovisual) que, entre otras cosas, hoy tienen representación en la revista Sandía, una publicación que le da lugar a un montón de artistas que no tienen dónde plasmarse.
¿De dónde surgió la iniciativa de hacer una edición local?
Rodri (Telescopios): La movida empezó con una fecha de Silvestre y La Naranja, Telescopios y Cintia Scotch. De repente nuestros representantes pegaron mucha onda, y en esa manija surgió la posibilidad de traer el Aruma a Córdoba.
N: La idea también es ir en agosto a Buenos Aires, para participar de esa edición del festival. No está armado, pero está en planes.
Hace un tiempo las bandas de Córdoba no tenían formado el hábito de ir a tocar o enfocarse en Buenos Aires. ¿Cómo lo ven ahora?
P: En principio allá no había nadie que te diera una mano.
N: Era difícil pegar buenos tratos.
P: Estos chicos y otras bandas nuevas tienen otra actitud con las bandas cordobesas. Existe un ida y vuelta porque se sabe que en Córdoba hay un buen nicho para venir a tocar.
R: Hay un interés por compartir estas escenas. No sé si hace tiempo era así.
¿Ven a Buenos Aires como una meca necesaria?
N: Sí, sin lugar a dudas. Nosotros viajamos más durante los primeros dos años de Anticasper. Hicimos Capital, La Plata, varias veces Rosario. Después conseguimos muchas fechas acá. Pero Córdoba tiene un techo y está bueno ampliar el público y los contactos de la banda. Pero no solo en Capital… hay movidas interesantes en La Plata, Rosario, Santa Fe, Mendoza, Formosa (con Mamboretá Records). Se está gestando una escena fuerte.
P: La hermandad entre bandas surge por el respeto que hay con la música que hace cada uno. Lo que nos pasa a nosotros es eso: somos bandas que nos gustan mucho las bandas de los otros, y la música habla por sí sola y hace que nos entendamos. Por eso es que somos parte del mismo género, porque compartimos gustos musicales y nos respetamos mutuamente. Lo mismo pasa con la gente de Buenos Aires. Tienen los mismos gustos y quieren compartir. Todos estamos tirando para el mismo lado estético. Imagino que también pasa con otros géneros.
¿Cómo ven la actualidad del pop cordobés?
P: En principio la definición es un poco relativa. El rock también es pop. En el sentido musical toda canción que tiene un estribillo o una estructura comercial-entre-comillas es pop. No importa qué género sea. Nirvana es pop. Todo el mundo te canta los estribillos. Para mí el pop es eso. No se trata de tener sintetizadores o beats afeminados, por así decirlo. El pop es tener una estructura de canción que la gente recuerde y pueda cantar.
N: Nosotros tenemos mucha distorsión, tanto en el vivo como en los discos, que los hemos saturado con la post-producción. Creo que estamos más cerca de lo roquero que de Justin Bieber (risas).
R: Yo lo veo como Panchito. Me parece que lo que está pasando acá es una movida que se identifica con el pop por la impronta de canción que es común a prácticamente todas las bandas. Hasta incluso en Hijo de la Tormenta tenés un costado donde te podés acordar de algún estribillo. Hasta ellos tienen un hit.
Más allá de lo arbitrario de la definición, trato de identificar un poco al pop cordobés con las propuestas de bandas como las de Discos del Bosque… que fueron la avanzada de esta movida estética.
N: Bueno… se puede decir que ellos son más emergentes que nosotros. Nosotros no llegamos a eso, todavía estamos en el under. Ellos tienen acceso a festivales grandes, tienen mucho más contacto con Buenos Aires. Juan Ingaramo está allá, los Rayos Láser están allá. Se han metido en la movida. Pero ellos son mucho más pop que nosotros, es una música mucho más digerible.
P: Es más fácil de digerir, si. Inclusive Valdés, mi otra banda, forma parte de DDB y tiene esa impronta house, bailable que la vuelve más similar a De La Rivera.
R: También es su capacidad de gestión. Son chabones que se han movido, están presentes y le encontraron la veta.
N: Se han tomado muy bien el laburo de músico. Quieren vivir de eso, se lo han planteado y me parece que van bien.
P: Aparte de eso hay algo muy importante que está pasando ahora y que antes no pasaba: tenés a pibes jóvenes, amigos y colaboradores, como David Socolocci (Nde: manager de Anticasper y Cintia Scotch, y miembro de Ringo Discos), el Pai (Nde: Juan Manuel Pairone, periodista, ex – bajista de Un Día Perfecto Para el Pez Banana, productor), Hebe Sosa (Nde: Prensa, responsable de De La Madre producciones, manager de Sur Oculto y Los Cocineros) que están produciendo eventos para que la gente vaya… y lo están haciendo muy bien. Son ellos quienes ponen las fichas para mostrar a las bandas de Córdoba, los que laburan y arman toda esta escena. Si no estuviera esa gente, que son claves para los músicos, no pasa nada… sería un caos. Porque podemos ser buenos músicos, pero a la hora de las cuestiones organizativas generalmente hay muy pocos músicos que son tan profesionales.
Noto que los sellos independientes, como fue el caso de Ringo Discos, sirvieron de semilleros para que estos perfiles se fueran especializando en las funciones de prensa, producción (tanto artística como de eventos) y gestión… ¿En qué quedaron los sellos?
N: Ringo quedó en suspenso. Cuando se fueron Pablo (producción artística), Rocío (prensa) y David (manager), el Pai y Lu intentaron tomar la posta pero no hubo mucha respuesta del resto. En un momento estuvo la idea de mantener el perfil institucional para seguir dándole difusión a los trabajos de cada uno y mantener relaciones, pero con el cambio de gobierno se cortaron algunos beneficios. Nosotros estábamos en una categoría que nos habilitaba a conseguir pasajes, gestionar fechas o subsidios que estaban muy buenos. Esas cosas dejaron de salir. A su vez cada banda empezó a autogestionarse más fuerte. Durante los primeros dos años dependíamos mucho del resto, pero también aprendimos la forma de trabajar y organizarnos. Nos sirvió muchísimo. Fue nuestro disparador. Ahora el sello no está, porque ya no hay más un espacio físico, sin embargo se sigue compartiendo la camaradería con bandas como el Pez Banana, Apolo Beat, Bosques de Groenlandia o Lautremont.
R: Muchos quedamos identificados con ese momento.
P: Sí, ¿te acordás del Ciclón? Yo me acuerdo que tenía mi banda y a lo máximo que aspiraba era tocar en El Ciclón, que era un ciclo donde tocaban El Pez Banana, Los Frutilla Camarosa… Nosotros éramos Jacarandá… un duo pop hippie (risas)… de Jacarandá y Frutilla salió Cintia Scotch.
Antes hablaban de ciertos gustos compartidos y de un mismo horizonte estético ¿Creen que el pop de Córdoba tiene una identidad propia, o una suerte de impronta que lo caracteriza y diferencia de otras escenas?
P: Yo creo que sí. No sé cómo explicarlo, pero creo que es más suave. Es como algo metafísico (risas).
N: Lo que a mí me pasa con estas bandas es que, más allá de la amistad, me transmiten muchísimo más de lo que me transmiten algunas bandas de Buenos Aires o La Plata. No puedo descifrar qué es. Tiene que haber algo, claramente, porque me gustan las canciones, los discos…
R: No sé si puedo decirlo en términos estrictamente musicales, pero creo que hay una cuestión de actualidad. Sobre todo en las bandas que se proyectan como ser el caso Anticasper, Valdés, las de Discos del Bosque, pero también otras como Silvestre y La Naranja o Bándalos Chinos… Bandas que las escuchás y te sentís identificado con lo que está pasando ahora a nivel musical. Son bandas muy actuales. Yo escucho a Valdés y me remito a Javiera Mena y la movida chilena… Dënver o Hot Nature… house o pop canción que no es muy viejo. Si digo Anticasper pienso en Mac DeMarco… Siento que hay una conexión con la música actual que se ve reflejada en la música que estamos haciendo.
P: Telescopios y Tame Impala… Es como que las bandas que nos gustan nos gustan a todos. Nos juntamos antes de los shows a poner bandas, y nos damos cuenta que estamos todos en la misma. Todos escuchando todo.
N: Cintia me remite muchísimo a Charly García, a Virus… que tienen otro sonido. Música un poco más vieja que uno también consume y consumió muchísimo. A la vez lo ves cantar al Pancho sin usar auto-tune… clavando todas las notas y después ves una banda de Buenos Aires que viene a puro auto-tune y me siento un poco estafado (risas). Acá hay muy buenos músicos. Escuchá la capacidad de arreglos que tienen las bandas y vas a notar que es muy rica. Creo que las canciones están muy bien trabajadas, igual que los discos. Hay un muy buen nivel… Y por ahí ves las grillas de los festivales y da un poco de bronca que no estemos.
P: Lo que nos identifica a todos es que todos queremos vivir de la música y laburamos para esto. Eso es parte del respeto que tenemos. Vos lo ves a los Telescopios y decís “guau, ¡cómo suenan en vivo!” y vas al disco y decís “mirá como laburaron el audio, mirá como laburaron las canciones”… es tomarse el laburo en serio.
A veces en el estudio las ambiciones pueden jugar en contra, generando una distancia o falta de correspondencia entre lo grabado y la capacidad de la banda en vivo (el dilema de los discos de laboratorio, digamos). Pero uno de los saltos de calidad de las bandas de acá es que no solo aprendieron a hacer buenos discos, sino que a replicarlos a la perfección arriba de un escenario. Telescopios con el Templo Sudoku son un ejemplo bárbaro…
N: Yo veo el show de Telescopios y me quedo de cara. Pasan por todos lados: por algo pop, por algo psicodélico, por algo dubero. Hay mucha riqueza.
P: Es entender que actualmente, como está la industria y como está la música, lo más fuerte que una banda tiene para mostrar es su show en vivo. Podés tener los discos, por supuesto, pero lo único que genera ingresos son los shows. Por eso hay que laburarlos bien, para hacer que suene fiel y sea una experiencia grata que te haga volver. Hay que apostar al show en vivo al 100%. Aunque el disco sea la carta de presentación, en vivo es donde se da todo.
Ya me comentaron varias cosas que los asemejan. Pero ¿en qué creen que sus bandas se diferencian entre sí?
P: Los Telescopios tienen un vuelo que el resto no tiene… entre ellas la capacidad de crear climas que te meten en un viaje increíble.
N: Los Telescopios tienen un gran uso de la tecnología…
P: Son Pink Floyd en su época (risas).
N: Han incorporado millones de cosas… Los Cintia tienen al Pancho y a Bertex (tecladista) que son unos cracks.
P: Lo que tiene Cintia es que es un rock más manija, más intenso… para decir “aaarghhh!”.
N: Ustedes tienen las canciones más memorables de las tres bandas. Tienen buenos estribillos. Y de la mía no sé… se hace difícil definir a la propia.
R: A mí me gusta que el show de Cintia tiene un tempo distinto, bien arriba. Con Anticasper también. Las dos bandas tienen momentos altos, con un dejo de psicodelia y altos momentos de guitarras.
P: Lo que me gusta de Anticasper son las letras de David. Los vientos… es la única que tiene vientos.
N: (Risas) Y eso es algo que le decimos a Sofi, que últimamente está tocando más el teclado. Microkorg tienen todos, pero trompetas dos o tres. Eso es lo que nos distingue.
En Armónicus Daltónicus había una ironía fina que estaba muy presente… Salvando las distancias, en ese disco creo que logran mezclar a Pavement con la acidez de un Zappa… Para mí es el Jessico cordobés.
N: Ese es uno de los aspectos que más nos rescataban cuando hacíamos notas: los juegos irónicos, absurdos, tragicómicos.
P: Es un humor rockero… Como en “Lagañas en los Ojos”, cuando dice “Tengo cáncer”… hay mucha gente que se ofende, pero se entiende que es una ironía. El humor de las letras de David es algo que distingue a Anticasper, pero también tenés el lado más hitero que lo aporta el Fede Kenis.
Con algunos amigos pensamos, un poco en joda y un poco en serio, que hay una veta que cruza el pop cordobés y que estaría definida por el “lado Kenis de la vida”… una especie umbral estético que tiene una impronta propia, de a ratos gronchodélica (y sin desmerecer), que genera una tensión bastante rara. Su arte visual tiene un componente muy moderno pero a su vez otra cosa, que es lo que entiendo por gronchodelia, que genera una tensión irónica…
P: En la vida somos así. Yo soy hartante. El Fede… los Cintia… en conjunto tenemos esa forma de ser en la que nos reímos de todo. Kenis está todo el tiempo haciendo chistes bizarros.
Volviendo a esta división –prejuiciosa, caprichosa – entre rock y pop: a veces uno tiende a pensar, casi por definición, que el rock se asocia con cierto espíritu contestatario, disidente, catárquico, en contraposición a un pop que, por su sutileza u orientación al goce, uno puede verse tentado a asociar con cierto conformismo o superficialidad. ¿Ustedes lo ven así, o creen que en la ironía hay algo más… como una visión alternativa de las cosas?
P: Nosotros somos muy irónicos pero tenemos un lado sensible, por así decirlo. Nos gusta hablar del amor. Por ahí es conformista, porque no estamos criticando algo que está mal. Pero el mensaje es que esté todo bien: transmitir energía para que se diviertan y la pasen bien viendo tu banda. Nuestro placer, nuestra filosofía es esa: vamos por el lado alegre, por el disfrute de las cosas buenas de la vida. Baile y disfrute.
R: A mí se me pierde un poco la idea respecto a estilo y contenido. Es cierto que el rock, históricamente, ha sido más contestatario o ha estado más relacionado con lo político y lo social. Pero no sabría decir si es una cuestión del rock o del pop. Sí te puedo decir que artísticamente ninguno de nosotros es conformista. Cómo lo abordás o dónde apuntás puede ser relativo. No creo que haya una necesidad de definir lo contestatario. Si el disco habla de la separación de un vago y las canciones son todo un bajón no por eso va a ser un trabajo menos comprometido o con menor valor artístico.
N: Con Anticasper creo que somos bastante desprejuiciados. Podemos tocar cualquier tema sin caer en lo panfletario, porque me parece un bajón. No tenemos problemas para colocar un insulto, o hablar del faso o una frase irónica y cruda que pueda doler a alguien. En ese sentido creo que no estamos apegados a los valores de otras bandas.
P: En Cintia, más allá de tratarse sobre cosas que le pueden pasar a uno, al momento de componer las letras tiendo a preocuparme más por cómo suena la palabra. Es una cuestión estética. Me preocupa que acompañe a la melodía para que ésta sea más memorable. Priorizo eso a lo que dice el mensaje. Hay tanta música pop mal hecha que no dice nada, que nosotros buscamos hacer algo bien hecho, con una buena melodía… algo que te nutra el oído a través de la música. Vuelvo a lo mismo, no sé si respecto al mensaje. A veces me encuentro con esa dualidad de tener que decir algo pero no me sale, porque a mí me fluye por ese lado: la búsqueda está en la melodía. Ese es nuestro viaje.
Para cerrar, la escena alternativa cordobesa parece estar llegando a la cima de una ola. ¿Cómo ven el futuro? ¿Esto sigue subiendo, se mantiene, baja?
P: Creo que depende de cada banda y los objetivos que cada uno se plantee. Creo que lo que le falta a las bandas, hoy en día, es un apoyo económico externo y difusión. Tomemos el caso de las radios. Podemos ir a la Gamba, porque al Gato Fernandez los conocemos todos, y capaz que te ofrece hacer un cover de una banda que la está pegando en vez de pasar tus temas. Pero uno tiene sus temas, que tal vez si los ponés a sonar todo el tiempo van a funcionar. Falta gente que arriesgue un poco más, que ponga la moneda. Lo único que hay en Argentina es Pop Art. Depende de las bandas. Tomemos el caso de Eruca Sativa, que no viene tanto del mainstream: tienen su público, lo cultivan, le ponen laburo y energía. Todo depende de la banda. Pero hasta ahora viene muy bien.
N: Los factores que más influyen, como dice Pancho, son el grupo humano (es clave)… la capacidad de gestión que tiene la banda, que incluye saber cuáles son sus fortalezas, sus objetivos, sus metas, sus roles, su misión y proyección… Otra cosa es grabar discos, eso abre puertas: mientras las bandas sigan grabando yo creo que esto se va a mantener. Y obviamente, la inteligencia de las bandas para buscar aliados y expandir las redes de trabajo.
R: ¿A vos por qué te parece que la escena puede estar llegando a un pico?
Calamar – Creo que a nivel de calidad las bandas están llegando a un punto incuestionable, lo único que les falta para dar el salto es esa última difusión que permita fidelizar al “mercado interno”, por decirle de algún modo al público más masivo. Eso no depende de ustedes, creo que depende de los medios de mayor llegada. Acá la tendrán a Gamba que tal vez les permita consolidar una audiencia local, pero lo más importante son los medios nacionales. Para que esto no se quede acá, el contacto tiene que ser por afuera, y a veces lo que pasa es que los medios de alcance nacional son de Buenos Aires… pero no son nacionales, porque muchas veces tienen un radar acotado que se limita, justamente, al ámbito bonaerense, valga la redundancia: no son federales. Hay excepciones, por supuesto. Pero en las franjas mainstream hay un cuello de botella. Y Buenos Aires, lo queramos o no, sigue siendo una meca para acceder a otras redes. Creo que a excepción de Rayos Laser, que pudieron saltar a Europa sin pasar por Capital, los ejemplos escasean. La calidad, como les decía, está: hay buenos discos, buenos espectáculos, hay redes, hay mejores lugares para tocar y mejores facilidades logísticas. El tema es ese: ¿Cuánto tiempo más pueden mantener el nivel sin tener un público a la medida?
R: Bueno, poné que eso lo dije yo (risas).
P: A eso voy cuando digo que una banda tiene que aprender a venderse. Por eso está bueno tener un manager o algunas personas que te salgan a vender defendiendo la propuesta. Antes las empresas estaban más interesadas en esas formas de promoción. Un ejemplo claro son Indios o Barco, que lograron sonar en las radios.
N: Fueron a tocar al Salvador por primera vez, y tienen un video donde el chabón pone el micrófono y hay una cantidad impresionante de gente cantando los temas, culiau. Te quedás de cara.
P: Hay que tocar las puertas hasta que sea necesario, para poder decir “acá estamos”. Y la mejor forma de hacerlo es con discos de calidad, porque la música habla por sí sola. Hay que apostar a eso y a las buenas canciones.