Gabo Ferro es una persona simple, lúcida, cálida, apasionada. Aprovechamos su paso por San Rafael, Mendoza, donde pudimos hablar en el hotel de cine, literatura, música y sobre su participación en la ópera próximamente a estrenarse en Buenos Aires.
¿Cómo estás?
Apenado por la suspensión del concierto, pero bueno, son accidentes que hay que acompañar (N.R: El show se suspendió debido a que se declaró duelo provincial a raíz de la muerte de 19 personas en un accidente de tránsito)
Ayer me di un gusto: volví a ver Zonda. (N.R: documental folclórico dirigido por Carlos Saura en la que Ferro aporta la canción “En el fondo del mal”, grabada junto a Luciana Jury)
Ah mirá, bien.
¿Te gusta el cine?
Muchísimo, esa fue una experiencia lindísima que compartimos con Luciana Jury y que vino por invitación de alguien que ya hacía películas desde antes que uno naciera. Una persona muy admirada que nos convidó a estar en una película, pero sobre todo en una película cuya mayor intención es enfocarse en el folclore, la música argentina. Ni vengo ni voy al folclore, pero hay algo ahí que es inherente a mi identidad como persona nacida en esta parte del mundo. La experiencia fue preciosa; conocerlo, habár con él, verlo trabajar fue increíble. Un tipo súper generoso. Él y al Chango Monti, un histórico iluminador del cine argentino.
¿Vos tenés un chip que dice “ahora soy escritor hasta junio”, y después te cambiás el chip y decís “ahora soy músico hasta diciembre” o va surgiendo en el momento?
(Ríe ante la pregunta) No, escucho lo que viene, viene lo que tiene ganas de aparecer y lo sigo obedientemente: puede ser un libro, puede ser poesía. Este año ya está como muy marcado que tendremos el regreso de una ópera muy importante de un compositor argentino, voy a estar ahí protagonizándola en el Complejo Teatral Buenos Aires. Cuando eso aparece a mí me anima, me parece un reto, un momento de aprendizaje, un tránsito que me lleva a estudiar, me lleva con mi cuerpo a trabajar. Aparece algo y veo si lo sigo, si es algo que hago más o menos con cierta soltura. También me proponen cosas que sé que no voy a hacer bien, esas las rechazo.
También escribís poesía. ¿Cuándo decidís qué va para una canción y qué va para un libro?
En general cuando escribo algo que tiene un perfume poético siempre es una canción. Para el primer poemario mío, Recetario panorámico elemental fantástico & neumático, tuve que hacer mucho que no pudiera ir de ninguna manera a una letra de canción. Me armé una estructura muy rígida para la forma, para que eso no pudiera ser canción, o que al menos fuera dificilísimo meterlo dentro de una canción. Llegue a esa fórmula de la receta y en base a eso me le lancé como un ejercicio de intentar escribir algo más o menos poético.
Es muy bueno lo que hacés solo, pero por ahí compartís… El hambre y las ganas de comer es un discazo. ¿Considerás que es fácil trabajar con vos?
No sé, yo sé que cuando llego a una sociedad pongo lo mejor de mí, y este año se van a editar dos discos en sociedad. No me cuesta más que hacer un trabajo solo, al contrario, con la ayuda de Celia -que produce- solo me encargo de lo bueno del asunto. Este año salen dos discos: uno con Sergio Ch, el fundador de Los Natas, disco de canciones que estamos grabando ahora. La segunda mitad del año vendrá un disco con Juan Carlos Tolosa, con quien cerramos el año pasado en la Usina del Arte un concierto de voz y piano con canciones mías de algunos de mis discos. La verdad que trabajar en sociedades es un momento muy grato porque en la superficie se puede leer como que yo trabajo solo. Y en realidad me gusta muchísimo trabajar solo, pero del mismo modo que me gusta laburar con socios que me estimulan y me hacen aprender, me complejizan el trabajo. Pasó con Pablo Ramon, con Luciana, o con Christian Montenegro y Laura Varsky para el libro 200 años de monstruos y maravillas argentinas, con Ral Veroni y Flopa para aquel viejo disco-libro del 2008. O las colaboraciones en discos de Pez. Te ponen en un lugar nuevo y de crisis buena, en donde pensás cómo salís de ese entrevero que te colocan y seguís siendo vos mismo y que esa obra siga siendo tuya por más que estés en sociedad.
Estás muy afianzado en la música independiente, dentro de lo indie.
No sé si indie, yo hago las cosas de la manera en que nosotros creemos que tiene que ser hechas y eso en general se desencuentra en ciertos puntos con la manera industrial de hacerse. El último disco, que salió hace cuatro meses, salió en sociedad con una compañía multinacional como Sony Music, y no fue para nada costoso asociarse desde nuestra producción independiente con una compañía multinacional. Nos pusimos de acuerdo en qué hacer y qué no hacer. Somos conscientes de hasta dónde llega nuestro brazo y dónde no, por eso vimos qué podían aportar ellos y en base a eso, ver. Es una prueba. No es un disco que entregamos, es una licencia y seguimos siendo dueños de nuestro material. Lamentablemente -y afortunadamente- sigue siendo una política, sabemos hacer discos, sabemos hacer libros, sabemos hacer todo lo que hacemos. Lo que pasa es que también nos gusta ver que los discos lleguen a lugares, y nuestra distribución es muy pobre. Que lleguen a lugares donde nosotros no podemos llegar, que se divulguen, que se pueda llegar a otros campos en donde nosotros no podemos llegar porque no sabemos cómo. Está bueno sumar otra gente, pero creemos que el mejor lugar para producir es la independencia, porque todavía nadie vino a decirnos “hagan lo que quieran, acá está lo que necesitán, acá está el dinero, acá está el estudio”.