Tras una ausencia de cuatro años, Goldfrapp hizo su esperado regreso el pasado 31 de marzo con Silver Eye, su séptimo álbum de estudio. Para conmemorar la ocasión, conversamos por teléfono con la mitad masculina del dúo, Will Gregory, sobre el reciente lanzamiento.
A veces se siente que cada disco de Goldfrapp es una reacción directa al que vino inmediatamente antes. En este caso, Tales of Us había sido una experiencia introspectiva de baladas arpegiadas, mientras que Silver Eye es un regreso al electro-pop frontal por el que se conoce a la banda. ¿Fue una decisión consciente? ¿Cómo abordan la creación de un álbum nuevo en general y cómo abordaron el de este en particular?
Creo que tenés razón. Cuando terminás un disco que ya habías estado escribiendo por un año y después lo escuchás mucho porque hay que mezclarlo y luego ensayarlo para presentarlo en vivo porque por supuesto hay que girarlo, te encontrás inmerso en un ciclo de casi tres años. Al final de eso, ya estás listo para un cambio. Es curioso porque cuando hicimos Felt Mountain, el primer álbum, teníamos muchas ganas de continuar esa dirección y hacer más de eso. Disfrutamos el proceso de creación de ese disco y de hacer ese mundo sonoro y nos sentimos muy satisfechos de haberlo hecho. Entonces empezamos a trabajar en lo próximo y habíamos delineado por completo un plan a seguir, pero curiosamente no pudimos hacerlo bien. Fue como si ya hubiésemos dicho todo lo que teníamos para decir sobre eso. Pero una vez que finalizamos el segundo, Black Cherry, luego de descifrar cómo hacerlo, todos aceptaron el cambio. Fue positivo, porque se sintió como si pudiésemos hacer lo que quisiéramos para complacernos a nosotros sin que nadie espere nada en particular, o nos encierre en un género para decepcionarse después. Así que para escribir discos, ya no planeamos o seguimos una agenda. Supongo que siempre nos gustó la posibilidad de encontrar rutinas nuevas y satisfacer sin la necesidad de adaptarse a un número determinado de cambios de acordes. Quiero decir, amamos eso, pero creo que para nosotros es más interesante ser más minimalistas y no tener demasiados cambios. Cuando empezamos Silver Eye, dijimos: “sabés qué, disfrutamos lo anterior, pero intentemos hacer algo de música que tenga un mantra, y que tenga loops”. Entonces quisimos hacer un disco más oscuro y más sucio y más terrenal. Decidimos que la voz de Alison sea etérea. La voz tenía que ser el oxígeno sobre la música más terrenal y mugrienta que sucedía. Desde ahí fue que empezamos.
Felt Mountain fue inspirado por bandas de sonido mientras que Tales of Us fue una antología sobre personas y relaciones muy específicas. ¿Hay alguna temática o concepto unificador detrás de Silver Eye? ¿A qué alude el título?
Silver Eye es una metáfora de la luna, y supongo que el hecho de que rige sobre las aguas y probablemente sobre nosotros también. Hay un lado primitivo de nuestra esencia humana que es cercano a la naturaleza y que todavía tenemos en nuestras cabezas, que fue revestido a medida que nuestros cerebros crecieron. Y obviamente, la música (especialmente la ritualista) tiene ese lado primario. El disco es una celebración de eso: de lo elemental y la naturaleza y los impulsos primarios y la luna y nuestra relación con ella ya sea histórica o ritualista.
Eso es algo precioso sobre lo cual celebrar.
Sí… Sabés, alguien se estaba lamentado diciendo que cuando los humanos evolucionaron, no desarrollamos un ojo en la parte trasera de nuestra cabeza como para poder ver a los depredadores y estar alertas. Perdón, eso fue random.
Capaz en un millón de años.
¡Capaz en un millón de años! *risas*
¿Hubo referencias sónicas o inspiraciones detrás de este álbum?
Amamos mucho la música electrónica y particularmente la música grandiosa que sale de Alemania: no sólo Kraftwerk sino el lado más electrónico del krautrock en general. Siempre nos interesó porque es tan no-americano, no tiene nada de blues pero es mucho más hipnótico. Ciertamente la música instrumental también. Pero por fuera de eso no, lo de siempre. En verdad, lo que sí hacemos es ver imágenes y componer inspirados en eso, pero por fuera de eso no hubo muchas escuchas específicas.
Parece que hoy en día, hay una creciente fusión entre el pop y la electrónica más experimental: la intersección de estos dos géneros se está volviendo cada vez más frecuente. ¿Cómo te sentís sobre esto considerando que Goldfrapp fue una de las bandas pioneras en hacer eso?
Es algo positivo, ¿no? Significa que el público se está volviendo más sofisticado. Con la democratización de la música todos tienen más acceso y ya no tienen que depender de lo que sea que venda su disquería o emita la radio. Eso es increíble. No es que la gente nunca haya sido abierta a esto: no tenían sólo un estilo de música. Había muchísima, el jazz y la electrónica son evidencia de ese espectro. La industria siempre fue insultante en subestimar a su público y asumir que sólo consumían un solo género. La gente siempre tuvo un gusto amplio. La gente joven hoy escucha un montón de música diversa y eso es maravilloso. El lado negativo es que hay un ligero sentimiento de la sociedad siendo atomizada y la cultura siendo más fragmentada. Hoy es como si la gente estuviera por su cuenta eligiendo música, entonces hay que experimentar e incluir a los oyentes para que no estén limitados en su propia selección y encerrados en un género.
Los sintetizadores están teniendo un renacimiento con artistas como M83 y Grimes siendo celebrados, al mismo tiempo que íconos como John Carpenter y Giorgio Moroder salen de gira y tocan en festivales masivos. ¿Eso te sorprende como tecladista?
No, creo que es una reacción verdadera al legado de lo que pasó con la música de películas. Lo que pasó ahí fue tan importante que la experimentación de esa área empezó a alcanzar otros sectores. Cuando el soundtrack se volvió el terreno experimental para compositores talentosos, eso no sucedía en ningún otro lado. El resultado fue música asombrosa. Hoy se dice que la música clásica de la próxima generación va a ser las bandas de sonido de cine. Con eso crecimos y ahora la gente quiere ir a conciertos a escucharla de la misma forma que hace años lo hacía gente que creció con compositores tradicionales como Beethoven y Bach. Eso está siendo suplantado por las bandas de sonido. Creo que con John [Carpenter], amo a la música y a las películas. *risas*
¿Cuál es tu película favorita de John Carpenter?
Amo The Thing. Esa es muy buena. Hizo muchas películas muy buenas. También me encanta Dark Star, es buena. Es un poco una comedia pero al mismo tiempo muy melancólica. Y obvio, Halloween. Escape from New York también tiene música increíble, pero no estoy tan seguro sobre la película en sí.
Para cerrar, ¿piensan promover el disco en Sudamérica?
¡Nos encantaría ir! Ya hemos ido. Siempre es difícil organizar una gira, pero de no ser por eso estaríamos allí, y quizás lo estemos. Vamos a tratar de arreglarlo.