Hipnótica es un dúo cordobés que nace de la fusión, casi simbiótica, de las materias sensibles de Nahuel Barbero y Hernán Ortiz. Desde la autenticidad de sus canciones a la dedicación y producción de sus shows en vivo han logrado trascender las fronteras en los escenarios de grandes festivales (Personal Fest, Cosquín Rock, Ciudad Emergente, Lollapalooza), acompañando a bandas de talla como IKV o a través de giras internacionales en México y Chile.
Después de mucho tiempo intentamos saldar una deuda, y con excusa del festival La Nueva Generación aprovechamos la posibilidad de entrevistar a Hernán Ortiz, una de las mitades de este tándem creativo, para hablar de los comienzos de la banda, sus discos y el presente de una escena que sigue dando que hablar.
Bueno, si no me estoy equivocando, Hipnótica cumplió 8 años. Todo un número para una banda que seguimos considerando nueva. ¿Me podés contar algo del comienzo?
2008 es el momento fundacional de la banda. Con Nahuel tocábamos desde antes, cuando estábamos en Río Tercero. Cuando vinimos a Córdoba empezamos haciendo temas a dúo, algo más bien electrónico, que luego subíamos a MySpace. Tuvimos una etapa de presentaciones con set electrónico, luego se sumaron dos amigos (un batero y un bajista) y laburamos dos años con esa formación. Finalmente estos pibes se bajaron para dedicarse a otros proyectos y con Nahuel nos vimos en la necesidad de decidir si colgábamos los botines o apostábamos fuerte. Esto fue en 2011, más o menos. En este momento conocemos a la crew de Discos del Bosque, que en realidad era una idea que tenían Gas Perez Rivera de De La Rivera y Tomi Ferrero de Rayos Láser. Cuando conocimos a esas bandas sentimos mucha empatía y ahí empezamos a tomarnos en serio el hecho de apostar por una carrera.
¿Tenés algún recuerdo especial de esa primera etapa que va del 2008 al 2011?
En principio era una cosa muy electrónica. Nosotros eramos muy fans de Leo García y de Gustavo. Estábamos muy en el palo de Siempre es Hoy y de todas esas reversiones, tratando de vestir a nuestras canciones, que siempre, en esencia, se caracterizaron por ser pseudo-Sui Generis, porque siempre las encaramos desde la viola y el piano. Cuando se sumaron los otros pibes comenzamos a tomar un enfoque más rockero: el batero tocaba al palo y eso nos fue llevando a tomar otra perspectiva, llevando la búsqueda hacia las guitarras. En ese entonces iniciamos la grabación de un disco que finalmente no editamos. Resumiendo, te diría que en principio fuimos muy nerds, luego pasamos a ser más rockeros y finalmente volvimos a equilibrar un poco los términos. Después de todo, el rock también nos gustaba. Mi banda preferida, sin ir más lejos, eran los Strokes y que tienen influencias que son megarockeras. Creo que todo eso nos abarcó y derivó en esa mixtura, o “deformidad amable” que tiene Hipnótica.
A excepción de A La Luz, buena parte de su material consta de EPs. ¿Qué los lleva a optar por este formato?
El primer EP –Estamos Bien– resultó de lo que rescatamos de ese disco que no habíamos podido editar, pero tratando de darles esa nueva identidad que estábamos buscando. Luego vino A La Luz que es un disco más largo, y finalmente grabamos Ese Lugar Imaginario, que fue un EP generado más a conciencia. El dilema, en este último caso, nos parecía muy arduo lograr una obra larga donde el concepto tenga peso y todas las cosas tengan una razón de ser. No era que queríamos esquivar el trabajo, pero sentíamos que no podíamos ausentarnos tanto tiempo para componer y grabar un disco de 12 temas con nuestro ritmo y auto-exigencia, porque por ahí nos hubiera llevado un año más. Tal vez fue por esa necesidad de tocar, de estar y generar cosas que optamos por grabar un EP: eran 5 canciones que nos gustaban y englobaban un sonido y un concepto que nos convencía. Igual, ahora estamos grabando un disco largo… así que todo lo que digo es mentira (risas).
Te pregunto esto puntualmente porque a veces parece que un EP es una obra menor, o más laxa, siendo que se adecua bastante al tipo de distribución y consumo contemporáneo. Incluso, si lo ponemos en perspectiva, hasta finales de los ’80 la música se movió a través de singles y sencillos.
Claro, es una mixtura entre adaptarse a las formas de consumo y satisfacer un objetivo estético propio que, como te decía, tiene que ver con cierta búsqueda y auto-exigencia. Nosotros que somos muy obsesivos, no podemos grabar un disco largo si el conjunto de canciones no nos convence al 100%. En ese plan los EP fueron una ayuda, o por lo menos un alivio.
Viendo el proceso que llevó crear A La Luz, donde el trabajo fue muy artesanal, entiendo lo que me decís…
A La Luz fue nuestro disco más indie. Lo grabamos recolectando todos los instrumentos y artefactos de grabación necesarios, y nos encerramos en nuestras casas de Rio Tercero y Villa Rumipal. Armamos algo así como un búnker y trabajamos un mes y medio de manera ardua. Después fuimos a masterizar a un estudio, si, pero el trabajo fue muy casero.
Hicieron la gran Blood Sugar Sex Magik…
Salvando las distancias (Risas). Después nos reprochamos un poco el hecho de habernos encargado de todo, porque hay gente que también podría haber aportado más, pero en ese momento estábamos aprendiendo. Fue una prueba que nos ayudó a incorporar nuevas herramientas. Aunque en su momento nos desencantamos un poco, a la distancia lo quiero un montón y me gusta.
Siempre se mostraron muy intuitivos en la composición de sus canciones, pero en Ese Lugar Imaginario lograron dar un salto de calidad, sobre todo en la forma de encarar el sonido. ¿En qué creés que se fundamenta ese cambio?
En cuanto a lo compositivo, aunque no sea muy notorio, sentimos que a medida que pasa el tiempo fuimos aprendiendo o entendiendo mejor el oficio de componer, lo que hizo que las canciones se vuelvan más contundentes. Respecto del audio, el principal cambio fue que contamos con un presupuesto que nos permitió ir a Buenos Aires a grabar. Grabamos con un técnico/ingeniero/productor que se llama Guillermo Porro, que diría que es el principal responsable del audio del disco. Aunque no se pueda comparar mucho con A La Luz, porque en ese disco no había baterías grabadas y recreamos todo de la manera más rudimentaria, en este último EP contamos con todos los recursos: Juan Ingaramo tocó la batería, participa Gonzalo Aloras… tuvimos otra manera de encararlo que se manifestó en el sonido y en la contundencia de la obra.
A lo largo del tiempo recorrieron gran cantidad de escenarios, teniendo un roce que pocas bandas de la escena cordobesa han tenido. En ese recorrido desarrollaron muchísimo la intensidad de su propuesta en vivo, logrando, inclusive, un sonido más expansivo que en los discos. ¿En qué terreno sentís que Hipnótica se hace más fuerte? ¿En sus presentaciones o en los discos?
Uy, qué difícil. Creo que la cosa se da por iguales. Cuando sacamos A La Luz tuvimos la posibilidad de tener experiencias re grosas, como ir a Buenos Aires al Personal Fest o a abrir shows grandes. Eso nos ayudó mucho a crecer a nivel shows y también hizo crecer al público, lo cual nos generó una responsabilidad -entre-comillas- que nos llevó a repensar el trabajo en el estudio. Por eso digo que ambas cosas van de la mano de un mismo proceso de maduración, y no sé donde nos sentimos más fuertes: el estudio está bueno porque no hay nada liberado al azar, lo que escuchás es el producto terminado y depurado, mientras que en el show tenés otros factores que intervienen -a veces para bien, otras veces para mal-. Creo que en los dos aspectos hemos logrado mostrar un avance. Tocar con bandas más grandes, por ejemplo, te ayuda a entender un montón de cosas: el espectáculo, las dinámicas, la puesta en escena.
Vienen de hacer un par de fechas con Telescopios, una de las bandas más llamativas de la movida actual, ¿cómo estuvieron esas fechas?
En septiembre tuvimos una fecha en Casa Babylon que fue increíble. Antes que nada, nosotros somos muy fans de los Telescopios. Nos encanta su música. Somos amigos. En el caso de Nico Moroni, que es su tecladista, es de Río Tercero y llegamos a tocar juntos con Nahuel cuando teníamos 16 o 17 años. Es algo que viene de años y es algo hermoso cruzarnos tocando. Más en esta, que fue una movida que producimos nosotros. Salió linda y estamos muy felices con su presente y su crecimiento.
En algunas de las charlas que tuve con Rodri Molina (bajista de Telescopios) compartimos la opinión de que, pese a que aprendieron a hacer grandes discos, muchas bandas cordobesas se estancaron porque parecen no tomarse en serio el hecho de montar un show y asegurar una estructura de gestión que les permita mostrarse afuera. Sin embargo eso no pasó con Rayos Láser, De La Rivera, Cande Zamar, Juan Ingaramo y el resto de la tropa de DDB. ¿Vos cómo lo ves?
Ese déficit es cierto. La producción local tiene un muy buen nivel musical, pero la gestión es otro laburo aparte y no todos saben cómo hacerlo. El trabajo de crear es lo lúdico, lo divertido y lo mágico que tiene esta profesión, pero hay otro 50% que es un trabajo jodido y que hay que estar a diario para ello. En nuestro caso entendimos desde muy temprano que eso funcionaba así, por lo menos para poder proyectarse. Es un trabajo muy importante: podés tener una obra muy grosa, pero tiene que ser visible. Y eso se genera a fuerza de trabajo diario. Respecto a Telescopios, creo que están logrando ese desarrollo gracias al Pai (Juan Manuel Pairone, periodista, agitador, productor y manager). Él siempre entendió esa parte y como manager lo está haciendo muy bien, tanto con los Telescopios como con Valdés, que es otra banda que nos encanta.
Están a punto de tocar en un Festival que se llama La Nueva Generación, pero sin embargo ustedes, junto a Rayos Láser, De La Rivera y los primeros artistas editados en Discos del Bosque, vienen llevando la bandera del pop cordobés desde no hace menos de 5 años. ¿Como apreciás los cambios dentro de la escena desde que ustedes son partícipes de toda esta movida?
Veo que sigue creciendo. Los artistas que vienen mostrando una evolución y que tuvieron su momento de fogueo, el caso de Indios, Juan Ingaramo o nosotros mismos, no se quedan atrás y tratan de seguir empujando los límites. Cada disco que sale suena mejor, se gana contundencia. Hay muchas bandas nuevas. Yendo a La Nueva Generación, particularmente, me fascina Perras on the Beach, son mendocinos y hacen punk… o algo así. Me parece que los géneros ya fueron, en algún punto. Un ejemplo es el de Francisca y Los Exploradores: vos podés agarrar un disco y escuchar hard-rock pesado, o algo de stoner o medio setenta mixeado con una canción de amor con guitarra acústica. Se está dando esto que me re entusiasma mucho, que es dejar de atender a las etiquetas. Eso es libertad. Es moverse y jugar con muchas cosas que enriquecen.
¿Sentís que su trabajo y el de Discos del Bosque sirvió de referencia estética y de gestión para estas nuevas bandas?
Dejando el ego de lado, creo que sí. No es que nosotros creemos que hicimos algo grandioso, pero si nos parece que sirvió… al menos es algo que nos reconocen algunas bandas más jóvenes. Me parece que sirvió esto de embanderarse en una idea. Hay algo que tenemos que tener en cuenta: Discos del Bosque no es más que una página web, no hay estructura, no hay dinero, no hay nada… somos nosotros que sentimos que hay una empatía musical, generacional y de objetivos que motiva una hermandad. Nosotros decidimos embanderarnos en eso para darle mayor visibilidad a algo que, a su vez, también es solidario: entendemos que si a uno le va bárbaro, por residualidad, va a hacer que todo el conjunto tenga visibilidad. Es medio hippie, te diría… es una ideología, tal vez abstracta, que después de 5 años de trabajo ha dado sus frutos y ha servido de ejemplo. Como dicen: la unión hace la fuerza. Puede ser una frase común, pero creo que es la posta.
Además, algo que no solo aplica a DDB, es que los sellos sirvieron no solo para reforzar el rendimiento de un conjunto de artistas, sino que aportó al desarrollo y a la profesionalización de otros roles y funciones que hacen a la cadena de producción cultural. Tomando el caso de Ringo Discos como ejemplo, tenemos la agencia Fenómeno (dirigida por Rocío Paulizzi, prensa de Ringo) o la actual productora Providencia donde colabora el Pai, David y otros agitadores de la escena.
Ni hablar. Rocio, el Pai, la gente que trabaja con nosotros, aprendieron en base a la experiencia de esos sellos. El sello les dio la posibilidad de desarrollarse en lo que quería. Fue y es valiosísimo. Y me encanta ser parte de ese movimiento.
Para finalizar, si tuvieras que hacer una especie de Dream Team o Superbanda con integrantes de la movida cordobesa, ¿A quién elegirías?
Ahh… está durísimo (Risas). Estoy pensando en una banda que la rompa, ni siquiera que sean amigos… a ver: aunque no esté acá, pondría en batería y coros a Juan Ingaramo, que es un zarpado; en bajo al gordo Fran (de Francisca y los Exploradores), me encanta como toca el bajo aunque no se dedique a ello; después pondría al Negro Moroni (Telescopios) en teclados, porque sé que además del teclado puede cantar y tocar la guitarra… sería como el comodín de la banda; Berni Ferrón (Telescopios) en violas, sin dudas; y para cantante… mmm… tengo tres ideas muy distintas, depende de la frikeada que quiero armar: podría ser Nahuel (Hipnótica), Pancho Valdés (Valdés, Cintia Scotch) o la que me parece la más freak y la más piola, Cande Zamar… haría una especie de St. Vincent progresivo, re loco.