“Hacemos lo que queremos/Seremos o enloqueceremos”, plantea Inclan en el estribillo de “Hombre pez”, el tema que da comienzo a su tercer disco, El Día de la No Inteligencia. Más volcados al pop que nunca en sus catorce años de carrera, el trío de pulso funk y mensaje irónico transforma la frase inicial en manifiesto, y demuestra en apenas 20 minutos que están pasando por uno de sus mejores momentos.
El camino de Inclan (Erico Schick en voz, bajo, programaciones, loops y teclados; Diego Bergesio en voz, guitarra eléctrica, bajo y teclados; Manuel Gache en batería) fue signado por el éxito de Pantano Picante (2010), el predecesor de El Día de la No Inteligencia y el principal responsable del éxito del trío en México (el sello Intolerancia Records editó el álbum en el país azteca), Brasil, Inglaterra, España y Francia.
Después de cinco años de recorrer el mundo a bordo de sus canciones llegaba la hora de meterse nuevamente al estudio para sacar material nuevo. Tras varios meses de trabajo, el trío decidió darle un vuelco al asunto y redefinir su sonido. El resultado se puede escuchar en cinco canciones (más un remix del corte difusión, “Carne Chocolate”) y se podrá ver en vivo el próximo jueves 8 de septiembre en el Teatro Sony.
A poco más de un mes del lanzamiento de El Día de la No Inteligencia, ¿cómo se sienten con el resultado final?
Diego Bergessio: En lo personal me siento súper satisfecho. Siempre se puede hacer más y mejor, es un proceso interminable. Pero creo que con el tiempo que le dedicamos se llegó a buen puerto, tanto a nivel letras como a nivel musical. Fue la primera vez que trabajamos diferentes temas con diferentes productores, y eso estuvo buenísimo. En cuanto a la recepción, la gente nos está tirando muy buena onda. Nos dicen que les gustó, hay algunos que nos escriben para contarnos que están bailando con las canciones nuevas…
Erico Schick: Este disco pegó un giro importante para la banda porque es el primero que empezamos desde las letras. Esa era la meta, el punto esencial. Laburar los textos y después ver la música. Fue un cambio groso.
Es un disco corto, dura apenas 20 minutos. ¿A qué se debe?
Diego: Tiene que ver con los tiempos que estamos viviendo en donde todo es picar y ver. Y también por el tiempo que nos lleva hacer un disco. El anterior (Pantano Picante) lo editamos en el 2010 y le sacamos todo el jugo posible, pero nunca nos podíamos poner a grabar. El Día de la No Inteligencia lo hicimos en un año.
Erico: La duración también tiene que ver con una decisión. Este es el paquete de canciones, esto cierra bien como disco, acá estamos. Fue un movimiento más consciente.
Las plataformas digitales permiten contabilizar reproducciones, medir el alcance. ¿Les gusta revisar esas estadísticas?
Diego: (Risas) No, la verdad que no. A veces… cada tanto. Parece que el mundo funciona de esa manera pero nosotros venimos de otra era. Fuimos adolescentes en los noventas, la época del cassette, del flyer de mano en mano. Todo esto de ahora nos cuesta, estamos entrando de a poco.
¿Tienen algún tema favorito de El Día de la No Inteligencia?
Erico: Siempre que terminamos un disco me pasa lo mismo… me limo y lo tengo que dejar descansar. Necesito que pasen un par de meses sin escucharlo. Ahora, en este momento, no tengo un favorito porque cada cual tiene su peso. Al ser un disco de media duración me parece que está para comérselo de una.
Diego: Al principio me quedaba con “Carne Chocolate“, que fue el primero que empezó a rotar. Pero ahora me quedo con dos, “Hombre pez” y “Enanos con látigos“.
“Enanos con látigos” relata una fiesta bastante particular, ¿en qué se inspiraron?
Diego: Es una fiesta en la que se derrocha glamour, artificialidad, peligro… un lugar en donde todo puede estar buenísimo o puede ser realmente peligroso. Y en donde hay que tomar la decisión de zafar, de irse, de no quedar atrapado.
En cuanto a géneros, ¿a dónde encasillarían al nuevo disco?
Diego: Creo que el funk aparece en líneas generales porque para nosotros ya es una forma de llevar la vida. En contraste con el disco anterior, tal vez ahora nos metimos un poco más en lo pop. Nos salimos un poco del plano más rockero, hay cosas más electrónicas, hay otras texturas.
Erico: Sí, está más con lo sintético. Decidimos no cargarlo demasiado, ponerle solo lo necesario. La canción que le da nombre al disco (“Día de la No Inteligencia“), por ejemplo, tiene una batería electrónica, la voz y no mucho más. Si es pop, es por la decisión de ser sintéticos.
¿La decisión de no querer recargar las canciones es un signo de maduración?
Erico: Maduración es poder decidir. Quizás cuando éramos más chicos no decidíamos…
Diego: No… queríamos todo. Derrochar en cada tema. Capas y capas sobre capas…
Erico: Claro, en este disco fue diferente. Nos paramos frente a cada canción y dijimos: ‘¿cómo nos gustaría que suene?’.
Diego: Fue también como sincerarnos un poco más entre nosotros. ¿Mil violas? ¿Para qué? En el disco anterior metimos demasiadas cosas extra que a la hora de tocar nos faltaron. Fue un laburo totalmente diferente. Se armaron las maquetas, de ahí fuimos a la sala de ensayo, después al vivo y por último se fue a grabar. Cuando nos metimos al estudio ya teníamos las canciones adentro del cuerpo.