Todo empezó en el auto de mi amigo Adriel, una combinación de sonidos que llamaron mi atención, desde rap a música folk, con bases hipnóticas que te quedan atravesadas en el cerebro. Le escribo un mail a Sean Schuster-Craig, mayormente conocido como Jib Kidder y por el collage que hizo con la música de Windows 95, diciendo que puede responder libremente y este es el resultado.
En una entrevista prácticamente dijiste que la música es una excusa para el arte visual que la rodea, ¿podés contarnos un poco más?
Probablemente estaba mintiendo, en el momento debo haber pensado que era divertido mentir. Porque cuando alguien va a publicar una entrevista en una revista online, de alguna manera te va a hacer quedar como un estúpido o como si hubieses dicho algo que no debías. No importa si meten textualmente todo lo que dijiste, van a agregar algún texto introductorio o miles de fotos que generan el mismo efecto. Entonces, si hacen quedar a mi mentira como una estupidez, casi que se genera un equilibrio, o una verdad. Lo que más me gusta hacer es música, no soy muy bueno haciendo arte visual. Mis videos son peores y ni hablar de mis fotos.
¿Por qué crees que existen tantos músicos que no pueden ver la magia del collage, de la combinación de sonidos?
Pienso que usar simples es una de las cosas más comunes en la música desde siempre. Si no hay suficiente magia en la música en la actualidad, podés culpar a la plata: le chupa la magia a todo.
¿Cuáles son tus mayores influencias a la hora de componer y qué le recomendarías a una persona que no está familiarizada con el rap de Atlanta?
Estoy sobre todo influenciado por los efectos de la marihuana en los oídos humanos. Pero para empezar, recomendaría Aquemini de Outkast.
¿Nos contás un poco de tu último álbum Pay 2 Play y en qué estás trabajando ahora?
Estuve trabajando durante años en una especie de disco neorenacentista llamado Nicotine Cathedral (Catedral de nicotina). Hay mucha gente que está tocando para este disco y me lo estoy tomando con calma. Tiene de todo, canciones minimalistas, crudas y delirios al estilo Sun Ra. Pero en el medio tengo que hacer algo que me divierta, sin tomármelo muy en serio. Cuando era más joven me entusiasmaba improvisar con la viola, rap gangsta, escribir canciones, hacer collage visual, editar videos, y los sueños lúcidos. Mientras me voy poniendo más viejo, se trata más de usar y mezclar todas esas cosas. A lo largo de los años pensé mucho en lo anticuado de los medios físicos y en que debería reemplazar el plástico que encapsula el contenido. Llegué a la conclusión de que el mejor objeto físico sería sencillamente un libro que acompañe y contextualice los archivos de música. Con Pay 2 Play pude probarlo, es un libro con escritos e imágenes que dejan espacio para la música. Y me encanta la contradicción de la obra, porque es la música más accesible y directa que hice jamás, pero como la publiqué yo nadie se lo va a tomar en serio, o siquiera saber que existe.
¿Cuál es el mejor lugar para escuchar tu música: auto, ducha o en el laburo?
El mejor lugar para escuchar mi música es estar enfrente mío cuando toco. El mejor lugar para escuchar mis discos es en el bosque a la mañana con un amigo y hongos, o alguna cosa del estilo. Y tendrías que traer un walkman, auriculares con un cable de dos metros y doble entrada, así los dos estarían conectados, pero cada uno con el espacio propio que necesita. Escuchar música en el auto o en el laburo es escuchar distraído, es un modo de usar la música para salir un poco de la realidad. Escuchar música en la ducha es un desperdicio porque la ducha crea sonidos espectaculares por sí sola, podés escuchar susurros, ecos y voces que crea el agua cuando rebota. Ir al dentista es aún mejor, la gente que se deja anestesiar en el dentista está loca, está durmiendo en uno de los mejores conciertos que podría escuchar jamás. Que te saquen los dientes con un martillo es una de las músicas más maravillosas que existen.