El Buena Vibra es un festival con identidad propia. Música en vivo, exposiciones, live art. Adherido a la filosofía Konex, vuelve con más energía para la segunda edición del 2017.
Los artistas protagonistas en este encuentro son: Usted Señálemelo, Yatains, Jvlian y Tobogán Andaluz. Pero toda esta información sólo es un relieve de la historia. ¿Qué pasa si te cuento que el productor es tan malabarista como programador?
Joaquín Speroni descubrió su vocación cuando se escapó de la rutina. Venía del rubro de las financieras, oficio de escritorio y formalidad. De chico fue malabarista, iba a competencias, entrenaba. Un día decidió hacer un viaje de Chile a Guayaquil. Recorrer todo el Pacífico haciendo malabares. No es sorpresa que luego de esa experiencia, se encontrara con algo que no pertenecía a su esencia. “Esto ya no” dijo cuando volvió a su vida en Buenos Aires.
“Un día pensé: me gusta mucho la música, quiero hacer algo con eso. Tenía la idea de un festival. Después fui a un bar con unos amigos y vi que ese lugar era increÍble. Voy a hacerlo acá: dos bandas y un malabarista en el medio – ese es el comienzo de su carrera- Soy muy ansioso. En mi segunda producción, había una pelea de box importante y me fue muy mal. Y ahí fue cuando decidí que me iba a dedicar a esto, cuando perdí mucho dinero. Estuve dos años trabajando de otra cosa para después poder hacerlo. Cualquier persona podría haber dicho: ‘ya está, esto no es para mí’”.
El precio a pagar en el arte de ser autodidacta:
“Cuando uno elige esto entiende que trabaja 24 horas. Cuando tenes vocación y amás la carrera, hay un momento en la vida que estudiás y trabajás al mismo tiempo. A la hora de producir no tengo miedo a perder, siento que si me va mal, estoy pagando la cuota de la universidad donde estoy aprendiendo”.
Los roles que desempeña Joaquín son tres: programador, productor y manager. Diferentes disciplinas que coexisten a la hora de materializar el Buena Vibra. De moldear una idea y llevarla al plano terrenal.
“Hay que premiar a la gente que saca una entrada y va a un festival. Cuando programo pienso en todo: en los momentos de las bandas, en la calidad. Me gusta que salga ecléctico, que tenga diferentes géneros”.
Él hace alusión con respecto a la diversidad de esta ocasión:
“Las cuatro bandas se merecen estar ahí. Merecen hacer un Konex, y merecen tocar juntas.”
La realidad es que el Festival está pensado detalladamente. Mucho trabajo gráfico, publicidad orgánica, buena onda mediante las redes sociales. Panfleteo callejero. El boca en boca que tanto funciona: “che, este viernes hay un festival en el Konex, ¿vamos?”.
Y así se duplican las expectativas. En marzo la fecha tuvo un objetivo de 500 personas. Fueron 800. Para esta instancia se apuestan a las 1000.
A las 23 horas se termina el estrés de Producciones Buena Vibra. El festival deja de ser de ellos, y comienza a ser de quienes compraron la entrada. Empieza la mística. El comprender que cuando creamos y compartimos, ya no es nuestro, es de quien baila, es de quien canta, es de quien se enamora de lo que escucha. Un poco la magia es esa, saber que lo que soñamos también puede convertirse en el sueño de otros.
Nos vemos en el Konex.