La gira de Limbo Junior por Chile abrió el camino hacia un mano a mano con el vocalista de la banda. El tandilense no se detiene en el balance del último y reciente álbum (ni en el motivo del nombre). Habla de sus comienzos, de su presente, de periodismo (su otra profesión) y de Detroit. Entre risas, desafía algunos lugares comunes de las entrevistas musicales: “La pregunta por inspiración es la más aburrida que puede haber”.
La del anonimato es una situación que viven todos los días los músicos de acá, tan característico de la identidad cultural de la ciudad como a menudo imperceptible de tan acostumbrada que está La Plata. La del anonimato es una escena en la que se encontraba Juan Artero en ese momento, esperando un lunes a la noche en un puesto de diarios de 7 y 32. Seguramente nadie sabía quién era, ni de Limbo Junior, ni que acababa de publicar con la banda el tercer material de estudio.
Con momentos a lo War on Drugs –en particular, la introducción y “Apagón“, que son las pistas de apertura y que traen al oído el tema “Burning” de la banda de Filadelfia encabezada por Adam Granduciel– los Limbo siguen presentando El Hijo Pródigo, ese con el que empezaron a despegarse de sus dos trabajos anteriores (Limbo Junior, 2013, y Club Secreto, 2014). Ese despegue no se da tanto en las letras, sino en el sonido y en el trato a las guitarras distorsionadas. Ese despegue, Juan lo siente: “es un sonido que nos representa un poco más”.
Ya lo presentaron en La Plata y el 29 de julio irán por primera vez a Rosario. Mientras tanto, Limbo Junior se encuentra en Chile para tocar con los Ases Falsos el jueves en Santiago, el viernes en Valparaíso, el sábado en Concepción y el domingo de nuevo en la capital junto a Medio Hermano, otra banda amiga.
¿Qué esperan de esta estadía en Chile?
Es un orgullo para nosotros compartir fecha otra vez con los Ases Falsos y que nos hayan invitado. Va a ser muy divertido salir de gira con ellos y festejar el día del amigo juntos. Sabemos que allá hay gente que nos escucha, así que esperamos encontrarnos con ellos y tocar.
¿Por qué El Hijo Pródigo?
Al guitarrista (Juanba) se le ocurrió el nombre. También se le había ocurrido Club Secreto y se le ocurrió El Hijo Pródigo cuando terminamos de grabar el disco anterior. Ya sabíamos que el próximo disco se iba a llamar así y empezamos a pensar el concepto en función de eso. Nos gusta la historia del hijo pródigo y lo que para nosotros representa.
¿Desde qué aspecto los representa?
Nos gustaba el nombre y, en algún momento, leímos entre todos la parábola. Pero después de leerla nos fuimos a ensayar. No reflexionamos nada sobre eso. Al principio, tampoco lo había sentido así, como algo de representación, pero con el tiempo le fui encontrando la vuelta y me fue gustando cada vez más. En relación a los estudiantes que nos venimos a estudiar a otra ciudad, uno puede tener esa sensación de estar desperdiciando una herencia.
¿Qué repercusión está teniendo el disco?
Estamos muy contentos del trabajo que hicimos y eso es lo más importante. La pasamos muy bien haciéndolo y, hasta ahora, de todo lo que hicimos, es lo que más nos gusta. Parece estar escuchándose un poco más que el disco anterior. El primero no lo trabajamos tanto. Los temas salieron más rápido, los arreglos… En Club Secreto quisimos enroscarnos un poco más. Y a mí me parece que en el nuevo pudimos llegar a una síntesis copada en relación a lo que hicimos en el primer EP y en Club Secreto, algo que a mí, desde la composición de las canciones, me gusta un poco más, y también desde la búsqueda del sonido de la banda. No sé si puedo decirte qué tiene de nuevo, pero me parece que es un sonido que nos representa un poco más. Sobre todo, porque pudimos tocar en vivo. En las últimas presentaciones, empezamos a buscar un sonido más propio, nuestro, y creo que lo pudimos plasmar en este disco. Hasta ahora es en lo que me siendo más representado.
¿Te sentís más cómodo que con los anteriores trabajos?
Me gustan las letras. Las ideas que rondan en torno a las letras me estoy dando cuenta que están todas escritas en primera persona, o sea que eso le da como una impronta de esto de la historia, del narrar, más como si fuese un diario o algo así. También, ya hace cuatro años que tenemos la banda, me encuentra un poco más grande, con algunas otras inquietudes, un poco menos inspirado. Ahora tengo 29 y cuando arrancamos tenía 25. Me pasaron bastantes cosas en el medio y me fui interesando en otras cosas que no son la música. Cada vez tengo menos ideas, cada vez resuelvo menos inquietudes en las canciones y más por ahí en otras cosas. Pero, a la vez, hacer música es como un deseo para mí y es algo tan cotidiano que, por más que haga o no haga canciones, es algo que lo hago todo el tiempo.
¿Qué es lo que te sugiere escribir historias en las que se puede notar cierta nostalgia, como en el caso de las ciudades abandonadas?
Es difícil. Hay como una distancia bastante grande entre lo que yo me imagino y lo que termina siendo, y supongo que eso de la nostalgia es algo que me sale. No sé si es algo que busco, es algo que me sale así cuando escribo. Este disco sigue más o menos por ese camino. Te decía que me encuentra un poco más grande y cuando pasa el tiempo me empiezo a amigar con mirar el mundo de una manera un poco más negativa. Le empiezo a encontrar las cosas buenas a pensar así. Antes estaba un poco más enemistado con eso. Ahora trato de decir que así me sale pensar y, cuando escribo, también trato de sacarlo para afuera. Todos los que hacemos canciones nos inspiramos en lo que vemos todos los días. Más allá de que estén escritas las canciones en primera persona, me interesa que traten de hablar en realidad de eso, de que todos los que hacemos canciones hablamos de las cosas que vemos cotidianamente.
Lo que te inspira, digamos.
El otro día un amigo me decía que la pregunta por inspiración es la pregunta más aburrida que puede haber, porque a todos nos inspira lo mismo, las cosas que vemos. No trabajo con la imaginación en el sentido de crear algo nuevo, sino que trabajo simplemente con las cosas que veo y tratando de buscar qué es lo que yo veo en particular en lo que veo, que es lo mismo que ves vos o lo mismo que ve mi vecino, mi compañero de trabajo. Vivimos en la misma ciudad, tenemos más o menos cierta edad y nos pasan las cosas más o menos parecidas. No invento nada nuevo, sino que trato de sacar alguna particularidad en lo que veo.
¿Cómo arrancaste en la música?
Arranqué porque tenía ganas de tocar, eso sí fue algo voluntario. No sé por qué, nadie en mi familia es músico, siempre me gustó la música, desde chiquito. Arranqué en la Escuela Municipal de Música Popular de Tandil, me recibí, tengo formación de músico popular con orientación en jazz, cosa que no tiene ningún valor (risas). O sea, sí, tiene un valor de que… ¡bueno, estudié guitarra ahí! Aprendí ahí a leer música, cosa que me olvidé, ya no lo sé hacer, ni escribir ni leer. Pero estuvo bueno porque eso me abrió bastante la cabeza, sobre todo en estar en contacto con músicos. No tenía ni amigos músicos, ni familiares músicos y ahí los profesores tocaban todo el tiempo, los compañeros, eso estuvo muy bueno.
¿Qué te gusta hacer por fuera de la música?
Me gusta mucho leer los diarios, las noticias, eso sobre todo. Me gusta la tele, los programas de política. Intratables veo.
Hay que tener estómago.
¿Intratables? Un programón. Todos los otros programas políticos parecen guionados. Intratables es el único programa donde los invitados parecen salirse de libreto. Parece estar tan al filo del rating que no saben ni qué les van a preguntar ni qué van a decir. Está todo ahí, los periodistas quieren sobresalir. En algún momento nos va a parecer bueno en relación a cosas que vamos a ver en el futuro que seguramente van a ser una cagada. No es una defensa a Intratables, sino que es el programa que miro. Tampoco lo veo todos los días, es algo que veo cada tanto.
¿Por qué “Detroit”?
En ese momento escuchábamos con Juanba un disco de Danny Brown, un rapero de Detroit. Cuando recién arrancamos con la banda, escuchamos bastante el primer disco de Danny Brown y jodíamos con eso, con el sonido de Detroit. No sé por qué, por mirar en Wikipedia quién era. Era de Detroit y ahí empezamos a ver que era una ciudad abandonada. Es por eso de la forma más literal. Después, la otra es porque representa como un sentimiento. En ese momento jodíamos bastante: “No, porque el sonido de Detroit, el sonido de Detroit”. Pensábamos antes una idea que no tenía ningún asidero, no existía el sonido de Detroit y menos acá en La Plata, no tenía nada que ver. Lo único que escuchamos fue ese disco. Después, todos los otros que sacó fueron pésimos, no pegó ni uno, son un embole.