Julián Desbats tenía todo listo para publicar su tercer disco. El mes elegido era abril, el año 2020. Pero marzo llegó con la pandemia mundial y el músico oriundo de Zárate decidió guardar su obra hasta que todo se acomode un poco, una postergación que terminó durando un año.
En paralelo a su carrera con Lxs Rusxs Hijxs de Putx, Desbats fue alimentando un camino solista: Tarado (2015), de impronta austera y guitarras westerns, y Culebrón (2017), donde comenzó a virar hacia el mundo de los sintetizadores en el que habita Verso, su tercer disco finalmente publicado en abril de este año. Con estas obras, El Ruso cierra lo que pasó a llamar “La trilogía del amor”, en la que recorre las distintas etapas de una relación.
Verso, editado por el sello independiente e inclusivo Otro Planeta Records, fue grabado íntegramente por el propio Julián en su dormitorio. Sus once canciones giran alrededor de sus vivencias personales y, en particular, su vínculo con la noche. En ellas se delinean encuentros, romances e inquietudes descritos con sugestión y sensualidad, siempre atravesados por sintetizadores y beats electrónicos que conceden baile e introspección de forma intermitente.
Con esta premisa en alto, Desbats retoma su racconto de vida como disparador para un disco que seduce, indaga y erotiza. “Bailar mientras pensamos”, como dijo alguna vez el chileno Alex Anwandter.
¿Hay algo que lograste en Verso que no pudiste alcanzar en tus anteriores discos?
Siento que pude desprenderme, lograr una unidad. Me pasa con Culebrón, el disco anterior, que escuchándolo ahora en retrospectiva le encuentro un par de temas que no hubiese agregado. En cambio, con Verso fui bastante autocrítico y saqué canciones que quizás me gustaban mucho pero que no iban con el clima del disco. Quedaron diecisiete canciones afuera, un montón, canciones que cuando aparecieron eran fundantes del disco. Pero después empecé a sentir que el disco no quería esas canciones adentro, me pedía sacarlas y componer otra cosa. Por ejemplo, hay una instrumental en el disco que se llama “Apolo Di”, un intermedio que el disco me pedía. Entonces, en el resultado final del disco, creo que quedaron canciones que están todas dentro de una misma gama, de una misma paleta sonora y me siento muy contento de haber logrado eso. Esa unidad conceptual es algo que quizás en Tarado, el primer disco, lo había logrado pero ahí fue una explosión de sensaciones y vivencias. Separarme, estar solo, conocer gente, era como un alboroto mi vida, un alboroto interesante, un sacudón necesario tanto como para mi corazón como para mi alma y hasta para mi intelecto. En ese sentido, Verso fue más un aterrizaje, una nueva decisión de vida, un autodescubrimiento hasta sexual diría. También fue un encuentro muy interesante con el baile y la noche. A veces las canciones salían de ahí: volvía de la noche y vomitaba un tema. También empecé a componer desde otro lado que no es la guitarra, sino más desde los beats, sintetizadores y pianos. En eso hubo mucha influencia de la música afronorteamericana.
¿Cómo fue esa búsqueda de adentrarte en géneros que no habías explorado antes? ¿Quiénes fueron los principales referentes?
Siempre estoy investigando porque siempre trato de escuchar música nueva, pero la música afronorteamericana siempre estuvo presente. Prince, grupos de doo-wop de los setenta, grupos vocales como The Stylistics y The Delfonics. Música sensual y romanticona como The Chil-Lites. La verdad que investigué un montón y también porque hay cosas que me gustan mucho, por ejemplo del trap. Ahora estaba escuchando mucho El Madrileño de C. Tangana. Me parece que hay cosas fascinantes en el trap. Quizás no me identifico tanto con el universo lírico de ese género, pero sí hay algunas cosas que me encantan, absorbo un montón. Para mí es música, no tengo prejuicios con los géneros. Me parece que el mundo ya está lleno de prejuicios, desde sexuales, políticos y hasta artísticos, y no quiero meter a la música en esas divisiones terroríficas que lo único que causan son limitaciones.
Tus tres discos tienen un contraste muy definido, es algo que te caracteriza. ¿Por qué es tan importante para vos no repetirte?
Respeto la búsqueda de cada artista, pero hay dos cosas que influencian en el hacer de cada disco mío. Uno es la experiencia personal, el tramo de vida que estoy atravesando. Y el otro, es la música que estoy consumiendo en ese momento. Siento que una vez que llego a cierto lugar que quería, necesito avanzar, pedirme un poco más, desprejuiciarme. No quiero mirar para atrás y ver que hay un disco mío que fue hecho con temor o haber hecho una canción por careta, por quedar bien con alguien. No podría perdonarme eso. La música es sagrada y trato que ahí no se meta mi gilada ni la gilada externa. Yo soy un amante de la música antes que músico. Me genera mucha emoción cuando escucho un disco de otro artista que me parte el alma. Esa cosa que me genera adentro escuchar música ajena también quiero que me pase con mis discos. Mirar eso que hice en otro momento y, por más que ahora ya sea otro, de alguna manera me represente. Quiero que la obra mía a lo largo de mi vida, dure lo que dure, diga o exprese algo. Que al que lo escuche le genere algo. Cualquier cosa, llorar, reír, preguntar, pero que genere algo.
Sos muy consecuente con tu música, sentís una gran responsabilidad propia y con el que la escucha…
Sí, re. Un disco es un momento que queda perpetuo. Las canciones no cambian. Por eso la búsqueda es constante, porque hay una responsabilidad muy grande detrás. A mí por ejemplo me gustan mucho Los Beatles, pero me pasa con Paul McCartney que sube un video tocando la viola con Rihanna y Kanye West, y en el video está regalado. Sos Paul McCartney, sos un beatle, no necesitás regalarte así. Jugatela, andá más allá. Tampoco está mal conceder un poco, pero creo que cuando te invade el temor de la especulación, quedás atrapado.
Mencionaste que la noche influyó mucho en el disco y te dio apertura en otros aspectos personales de tu vida como en la sexualidad. ¿Qué otra cosa te dio la noche? ¿Cómo es tu relación con lo nocturno?
Me dio experiencias, encuentros, canciones. Me dio preguntas y respuestas. Me hizo descubrir el baile. Valorar muchísimos a mis amigos y amigas. Me dio un “la noche”. La adoro porque la ciudad es tuya en ese momento. Todo se aquieta de alguna manera. Más allá del baile, hay algo de la ciudad tomada por mí que me encanta. Puedo hacer lo que quiera. El libre albedrío, la espontaneidad, encontrar, no saber. A veces sospechar, otras veces errar. Rodaje, desprejuiciar, podar el cerebro cuando se te pone añejo, salir, conocer, incomodidades. La noche es misterio y descubrimiento.
¿Qué te motivó a elegir la noche?
Fue una decisión por todo esto de conocer un montón de gente, de tener experiencias sexuales que antes no había tenido y demás vivencias que giraban en torno a la noche. Me influyó por esto que habíamos hablado antes, de cómo influyen en mi caso las vivencias en la música. Por eso se dio natural lo de la noche como punto de partida. Fue un despertar personal, sexual y también artístico. Tenía que hablar de eso. Lo que hacés en la vida indefectiblemente va a incidir en la música. Y es muy movilizante porque siempre se necesita una combustión interna nueva para hacer algo diferente. Por eso no me gusta repetir. Me sentiría muy mal si hago de nuevo un Tarado. Sería como cantar de nuevo sobre lo mismo, volver para atrás, cantando sobre lo mismo, en un mismo lugar, de un mismo sentir. En esa dirección, Verso cierra una trilogía dedicada al amor. Cumplí con una promesa que me hice a mí mismo de hacer una trilogía, una especie de tratado sobre el amor que arranca con Tarado, sigue con Culebrón y finaliza con Verso. Hay un cierre.
En el estribillo de “Te quiero, sos genial”, cantás: “hago lo que sea para sobrevivir”. En el contexto de la pandemia, ¿qué es lo que hiciste para sobrevivir en estos tiempos? ¿Te aferraste a algo?
Hice el amor e hice música. Y también me ayudó mucho ver y dimensionar la realidad nueva. A mí me intriga mucho, si bien me aflige también, pero por sobre todo me intriga saber cómo se está moviendo el mundo. Creo que se cayeron muchas caretas, hay nuevos sentidos. Hay que prestar mucha atención a lo que está pasando, es jodido. Yo lo volqué mucho en la música para pelearle al encierro y estirar los límites de la realidad. Música e imaginación. Tratar de generar algo. Salió mucha música, tengo varias canciones nuevas que iré sacando. No sé si este año o el que viene, vamos a ver qué depara, porque es todo incierto. Yo creo que esto va a tener para rato todavía. Lo importante es ver cómo procesamos esto y cómo podemos hacer para estirar el alma y aprender, no quedar en lo mismo. El aprendizaje. Porque esto es un antes y un después en la sensibilidad, en el significado de lo colectivo. Me intriga saber hacia dónde vamos ahora.
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