Julián Desbats, “el ruso”, como muchos lo conocen al ser una de las voces y guitarra de Los rusos hijos de puta, acaba de sacar su segundo disco solista llamado Culebrón. Un conjunto de canciones sacadas de un cajón en la mesa de luz de su habitación, un mundo interior que se abre en un cuaderno con el sudor de unas letras escritas con dolor y fuerza, para luego cantarlas con garganta y corazón. En sus trabajos solistas encontramos su poesía, aquel lado romántico que no deja morir la pureza de un paseo caminando por el costado de la vereda una tarde de lluvia en la ciudad. Pop y del bueno, del salvaje, porque la ciudad es una isla de cemento. Que se venga el diluvio, total la tormenta ya está encima hace tiempo.
En la espera de lo nuevo de la banda sale este regalo que muestra cuán versátil puede ser Julián. El disco está recién salido del horno y nos respondió enseguida unas preguntas sobre este nuevo proyecto.
Este es tu segundo disco solista, y ahora ese Tarado se metió en un Culebrón. ¿Qué podés contarnos del pasaje de un disco a otro en esa figura que evocan tus canciones?
El pasaje de un disco al otro fue básicamente un maremoto emocional, cambios en mi vida que no me esperaba. Y que si bien me dolieron mucho, los tomé bien, porque me hicieron crecer una bocha. Y crecer duele. Creo mucho en el amor y no puedo cantarle a otra cosa. Es una cuestión que me ocupa mucho la cabeza y marea mi corazón. Son canciones 100% reales. Canto lo que vivo. Creo que a veces la gente no se anima a desnudarse así, a cantarle a esta cuestión que nos ocupa a todxs. Y decidí abrazar esta causa, exteriorizar lo que siento adentro. Creo que fue una decisión acertada ya que me ha escrito mucha gente diciendo que el disco le hizo llorar, ¡o que lo escucharon haciendo el amor! Soy, porque decido serlo, un cantante romántico. Me han dicho intenso varias veces. Claro que soy intenso. En un mundo donde medimos todo el tiempo a la otra persona, me siento feliz de ser así. No quiero especular. Quiero sentir, vivir, abrazar la compañía y abrazar la soledad. La vida es una sola y es una gran gran aventura y creer en la reencarnación, según lo ve este zorrito, sería subestimarla. Vivamos, elijamos y seamos. La vida es un Culebrón literalmente.
En tu primer disco hay una frase que dice “El amor es sólo una palabra, lo que sentimos es salvaje y no tiene nombre”. ¿Este segundo puede ser una cercanía a aquel sentimiento?
Totalmente pero con más experiencia, con más roce, promiscuidad y también con mucha más soledad. A veces duele volverte caminando solo, sabiendo que vas a dormir solo en tu cama. Pero abrazo la soledad, porque prefiero el temple de la soledad al ruido aturdidor de la compañía. Muero por enamorarme también. ¿Quién no? Pero necesito crecer y estar conmigo. Conocerme. Sé que ahí afuera, hay alguien que se está “entrenando” para merecerme, como lo estoy haciendo yo mismo ahora. Y aún así nunca dejará de ser algo salvaje ese sentimiento. Qué se yo, es jodido el amor, pero viva el amor más que nunca. Esa cosa de sentirte flotando todo el tiempo.
¿Cómo fue la forma de producción del disco?
Primero vomité las canciones. Una tras otra. Fue un proceso de sanación Culebrón. Las canciones se me escaparon del pecho sin pedirme permiso. Tanto que tengo planeado sacar un disco de lados B con las canciones que quedaron afuera de este nuevo disco. A Culebrón lo grabé en mi piecita de 2×2 en Once. Bauticé a mi estudio como Astralia. Aprendí, prácticamente a hacer todo solo. No quería correr con los tiempos tiranos de un estudio ajeno. Necesitaba que sea artesanal. Grabar una voz, un sinte o una guitarra a cualquier hora es genial, en sintonía con el momento que vivo, en sintonía con el día tras día. Que no haya demanda de tiempo ajena. Y lo más lindo es que fue un disco donde apareció con todo mi pandilla, hablo de mis queridxs amigxs. A ellxs les debo Culebrón. Sin su apoyo, cariño y escucha, no sé donde estaría. Por ejemplo, el Figu Urdaniz, uno de mis más viejos y queridos amigos, lo grabó junto a mí. Aportó su talento y amistad a niveles inconmensurables. Metiendo obsesión y buen gusto. Satur, otro amigo mío lo mezcló con una voluntad y paciencia que no me alcanzan las palabras para agradecerle como se debe. Cocó, me recibió en su casa, me dio un lugar cuando no tenía donde ir, la Osa Mazzone me escuchó en todo momento, me aconsejó, el Licho mi mejor amigo estuvo al lado todo el tiempo escuchando y sugiriendo, Guille Beresñak lo masterizó siendo consciente de adonde quería llegar con el sonido. En los créditos del disco menciono a varixs amigxs y familia que son iguales de importantes que lxs mencionadxs líneas arriba. No sigo con la mención porque sería una respuesta de mil paginas, repleta de gratitud y amor. Y volviendo al tema de grabarlo en mi pieza, no veo otra forma de hacer mis discos. Es algo tan íntimo y definitivo. Un manifiesto. Siempre digo que ni me hablen cuando me muera, mis discos hablan por mí.
Sos de compartir escenarios con varios músicos de la escena local, ¿cómo sentís esta generación?
La mejor generación musical que hubo alguna vez en este país. Variedad, riesgo y calidad. Me siento privilegiado de estar viviendo un momento así. En casa escucho, más que nada la música que hacen mis amigxs o música independiente de otros lados. ¿Qué más podría pedir? Prefiero mil veces ir a verles a ellxs que pagar un millón de dólares por ver a Roger Waters. Es hora de la música nueva. Háganse a un lado, destápense las orejas y abracen el futuro, que ya es presente.
¿En qué se diferencia tu posición en tus dos proyectos, solistas y la banda?
No soy punk. De hecho Los Rusos no somos punks. Somos expedicionarios musicales. Ya lo verán en el disco nuevo que estamos por sacar. No me gusta que me etiqueten, que me digan qué soy y mucho menos que música hago. Me gusta moverme, decido siempre arriesgarme y no repetirme a mí mismo. Me parece vital ese movimiento en lo que hago. Tarado es más folkie, Culebrón es pop. El que venga, ni idea. Y espero ir mutando con cada disco. Un norte en esto es Bowie, su búsqueda y su transgresión. Y lo lindo de grabar en solitario es no tener que consensuar. Sé que suena dictador pero no lo veo así. Puedo ir bien profundo dentro mío para ver el resultado final y es un camino hacia el autoconocimiento que me atrae mucho, para ver mis errores y mis aciertos.
¿Cuál va a ser la presentación del disco?
El disco lo voy a presentar el 8 de diciembre en Ladran Sancho, que es mi casa. Va a ser con banda, la cual estoy armando con talentosxs amigxs. Quisiera no tener que tocar ningún instrumento. Quisiera solo cantar, bailar y mirar a los ojos, contornearme como un gato. Siempre quise explorar eso pero siempre estuve atado a un instrumento. Ahora estoy buscando ser un performer. Estoy viendo muchos videos de cantantes. Quiero elegancia y atrevimiento. Zarparte la billetera donde guardás tu corazón. Eso también define a Culebrón. Va a estar linda la presentación. Quiero una banda sensual que vaya al frente con todo el rock posible. Vampiros desfachatados y románticos. ¿Debería no fallar esta propuesta no?
Se sabe de que se viene también un nuevo disco de Los rusos hijos de puta. ¿Cómo te preparás también para esto?
No quiero adelantar ni una pizca. Solo decir que, a mi entender, es lo mejor que hemos hecho. Lo espero con ansias, falta muy poco para terminarlo. Y es una cara nueva de la banda. Y se suena la vida. Trabajamos con el mejor productor del mundo, un aliado sensible y tan musical. Hablo de Guille Beresñak.
Están Los Rusos HDP, también Julián Desbats, la Piba Berreta, Hienas… no paran de hacer cosas. ¿Cómo conviven con todos estos proyectos entre ustedes?
También está Constituzion de Santi que está buenísimo. Convivimos en perfecta armonía y nos gusta mucho lo que hace cada unx de la pandilla.