El cuerpo de Julián Kartún nunca descansa. Allí conviven un elástico actor, un músico al frente de una divertida banda y un comediante incansable. También habitan cientos de seres, que surgen de la ávida mirada con la que observa y absorbe todo lo que lo rodea. Clichés y sorpresas, argentinismos y estereotipos.
En Aventuras de Corazón Roto, la nueva serie animada de UN3TV, Julián se lanza a interpretar a ¡diecisiete! personajes animados. En esta entrevista exclusiva con Indie Hoy, nos cuenta cómo hace para administrar todas esas máscaras y en qué se parece ese juego de observación al que realiza con sus compañeros de El Kuelgue.
¿De qué trata Aventuras de Corazón Roto? ¿Cómo es el proceso de hacer un montón de personajes vos solo?
Es un dibujito animado, son 12 capítulos de aproximadamente 5 minutos para UN3TV, hecho por la productora Grandes Éxitos. Me convocan para hacer la voz de todos los personajitos, que son todos órganos del cuerpo que dialogan con un corazón roto. Él va deambulando por todo el cuerpo y habla con la razón (el cerebro), el hígado, el riñón, el pene, el alma. Este 14 de febrero, por el Día de los Enamorados, salieron los tres primeros capítulos.
El proceso fue parecido un poco al unipersonal que vengo haciendo hace dos años (Absolutamente Comprometidos), que es pensar una voz, un mundo, una apariencia, en base a las características de los personajes, e ir probándolos junto al director. Qué voz le pongo, y demás. Después encontramos por ejemplo que el riñón hablaba como Ricardo Iorio, el hígado es un borracho, el pene es un canchero, y así, en base a eso, ir laburando cada personaje. Y luego viene el momento de la grabación, lo más pesado del laburo.
En esa obra hacías 40 personajes. Y además de eso vos tenés a Caro Pardíaco, a Andy Klinsman. ¿Qué te genera a vos, Julián, manejar tantas personalidades y tener que entrar y salir de un personaje a otro?
En realidad hay algo automático que funciona con los personajes, que es que yo realmente no tengo que pensar: pasa directamente por el personaje. Lo mismo sucede en Noche de Fresas, el espectáculo que tenemos en el Siranush. Hay un momento en que le hacen preguntas a Caro y yo no es que tengo que salir, pensar como Julián “¿qué es lo que diría Caro?” y volver a entrar al personaje. Ella tiene directamente su forma de pensar. Lo mismo con Andy Klinsman. Ellos tienen su propio mundo y son independientes a Julián.
Seguramente esto surge por el hecho de que seas un observador de las cosas y los personajes cotidianos. ¿Qué cosas ves que se repiten? ¿Y qué cosas nuevas aparecen?
Sí, es así, todo parte de la observación y la curiosidad. Por momentos escucho música en el transporte público y hay veces que lo único que hago es estar nutriéndome de lo que pasa alrededor, y observar estos personajes, hermosos; con un costado hermoso y otro siniestro.
En cuanto a lo que se repite, el argentino es muy particular. La argentinidad está en el tono, en la forma de hablar. Por ahí eso tiene más que ver con el porteño. Y cosas nuevas hay todo el tiempo; de repente las cosas más hermosas y nuevas que uno se puede encontrar son estos readymades, esta forma de las personas de decir lo coloquial, algo muy natural y orgánico en la forma de hablar, de cómo nosotros nos hacemos entender de una forma pero una persona que venga de otro lado no podría entender lo que estamos diciendo.
¿Hay algo de esa observación de lo cotidiano también en El Kuelgue?
Sí, definitivamente en El Kuelgue hay mucho de eso. Situaciones cotidianas y personajes que cada uno conoce y son totalmente diferentes y se los adjudica en el momento de escuchar la canción. En general las letras de El Kuelgue son imágenes, tiene más que ver con eso, es muy difícil que haya una historia, o una metáfora clara o no sobre alguna situación. En general son imágenes, y con mucha nostalgia, mucho recuerdo.
Ustedes arrancaron de muy chicos y siempre se plantearon tener un momento de improvisación, algo lúdico, cuando se juntan a tocar. ¿Cómo se hace improvisar y jugar en una banda con tantos miembros? ¿Y cómo fue evolucionando eso?
Sí, arrancamos de muy chicos e improvisando, y es algo que no perdemos. Siempre estamos tratando de renovarlo y buscar espacios nuevos. A veces viene alguna letra escrita, o nos juntamos con el guitarrista a improvisar y luego se lo pasamos a la banda. A veces es Santi (Martínez, quien también canta y toca el piano) con quien improvisamos bastante. Nos turnamos, porque la verdad que es difícil llegar a algo si improvisamos seis, siete al mismo tiempo. Bah, qué sé yo, se podría. Pero en general somos menos los que improvisamos y luego se lo pasamos a la banda. Y así intentamos que la cuestión lúdica no se pierda.
Si yo voy a hacer un dibujo, supongo que está bueno saber dónde termina la hoja en blanco. ¿Hay límites le dan un marco a esa improvisación? ¿Cuáles son las reglas del juego de El Kuelgue?
En realidad lo que se necesita, si es que se necesitan reglas o un límite, es la práctica. Porque para improvisar y para jugar uno tiene que haber improvisado mucho. Un claro ejemplo son los músicos de jazz que se ponen a improvisar y pueden estar volando y pisando en el abismo continuamente y siempre saben dónde van a caer porque lo han hecho mucha veces y porque saben operar sus instrumentos a la perfección. Por ahí ese es el límite. Puede ser difícil no tener de qué partir, pero uno parte también de sus influencias, o de algún estilo musical que sabe que quiere hacer algo parecido. Supongo que ese sería el límite. Pero después al tener uno las herramientas, este juego es infinito.
La música de El Kuelgue es difícil de encasillar. ¿Cómo es el público que los sigue?
Así como es difícil de encasillar la música de El Kuelgue y es ecléctica, como decís, también lo es el público y tampoco se puede encasillar fácil. Yo creo que tiene que ver con la gente que escucha música hoy, que está como sobreestimulada, y puede escuchar música de todo el mundo, y mira tele, y lee, o viaja, y quiere conocer cosas nuevas. Es muy difícil para nosotros quedarnos en un género y hacer uno que nos guste, porque nos gusta de todo. Somos muy de la escuela del candombe, la música uruguaya, hay mucho del funk, del tango, del heavy metal. Imaginate, con las diferencias que hay entre esos géneros, lo difícil que es quedarse con uno.
Estuvieron tocando en playas y en lugares a cielo abierto. Ustedes suenan mucho a una banda de verano: ¿cómo cambia la energía entre ustedes y/o el público entre un show en la playa y otro en un lugar cerrado en pleno julio?
Puede ser que este disco tenga algo más veraniego. Muchos de los temas también se compusieron en invierno y están también plasmados en el disco. Disfrutamos mucho de estos shows en febrero en Konex porque realmente sí es donde la energía de la gente está más expuesta, con esas noches a cielo abierto. En julio vamos a hacer un teatro, como ya hicimos un Ateneo, y siempre la idea es ir mutando, como pasa cuando componés y como pasa en la vida real. Ir probando diferentes cosas, no sé. Haremos los temas mas tranquis, que se entiendan mejor las letras, que se escuchen mejor los arreglos, hacer un programita lindo, todo más cheto.
¿Cambia la premisa entre tocar en un festival, como el Lollapalooza que tienen en marzo, o un show exclusivo de ustedes?
Sí, la premisa cambia. Para un show como Lollapalooza o el que vamos a dar con Babasónicos en Mendoza, que son shows con una lista bastante más acotada, muy arriba. No hay mucho tiempo para contrastes, entonces hacemos todo ahí, una atrás de otra, sin hablar mucho en el medio. Totalmente distinto a cuando los show son nuestros y podemos matizar y sectorizar el show con una parte más tranqui, una parte arriba, una parte cumbia, una parte con invitados, y así.
Sé que actoralmente te influyó mucho el humor absurdo de Cha Cha Cha, o The Office. ¿Eso también lo llevaste a la banda?
Sí, influyó mucho el humor en general en El Kuelgue, el humor absurdo de diferentes tipos de escuelas, y seguimos pasándonos ese material que para nosotros quedó medio como la Biblia. Todas las semanas nos estamos pasando videos de Cha Cha Cha.
¿Qué te hace reir hoy en día?
Lo que me hace reír en general son siempre mis amigos, y a tal punto que anotamos todo. Todo lo que nos hace reir de verdad, extremo, en las giras, lo anotamos todo y ahora tengo todo eso escrito. Con eso voy a hacer un programa que ya estamos armando, y seguramente este año esté en Internet. Es un guiso con todas las boludeces que se nos han ocurrido en las giras.
Teniendo en cuenta la fusión que escuchamos en El Kuelgue; ¿qué música escuchás vos actualmente?
Cuando estoy en la calle escucho radio, generalmente. Y después en casa escucho música en la compu, cosas de todo tipo. Ahora por ejemplo estoy escuchando unos discos de flamenco antiguo, y antes puso un disco de Martirio, y antes uno de Spinetta. Spinetta está siempre ahí. Mucho hip hop francés también: Hocus Pocus, Alliance Ethnik. También algún que otro disquito de música nacional también, de amigos, que siempre me engancho. Hay de todo.
¿Qué se viene para el futuro de la banda?
Generalmente planteamos siempre el mismo futuro para la banda. Seguir girando, seguir conociendo lugares nuevos, músicos nuevos, nutriéndonos, y seguir perfeccionando el producto musical, que es todo con prueba y error. Vamos a sacar ahora el cuarto disco y por ahí en diez años es el disco del horror. Pero es parte de un eslabón y un proceso de maduración. Vamos a seguir haciendo pilotos para llegar a un programa que no existe, ¿no? Pero la sumatoria de esos pilotos tal vez en algún momento te dan un disco del que uno se siente bien digno.