Una canción no está terminada hasta que pasa por el proceso de mastering, una etapa de la producción musical que muchas veces genera todo tipo de dudas para el público. Hoy tuvimos la oportunidad de conversar con Maxi Forestieri, dueño de Templo de Mezcla y sonidista en vivo de Mi Amigo Invencible, acerca de las plataformas de streaming, su incidencia en este proceso y en toda la producción musical.
¿Qué diferencias hay entre el proceso de grabación, el de mezcla y el de mastering? ¿A qué se le llama “el master”?
En el proceso de grabación nos enfocamos en captar la esencia de las canciones desde cero, maqueteamos en una primera instancia para luego entrar al estudio a grabar todo lo que haga falta para tener nuestra materia prima. Una vez que tenemos todos los instrumentos grabados comienza el proceso de edición donde se elige entre las diferentes interpretaciones que hayamos recolectado en la grabación, para poder pasar a la etapa de mezcla. Aquí vamos a balancear los distintos instrumentos para lograr equilibrio y cohesión entre ellos. Embellecemos el sonido individual de cada uno de los elementos que componen a la canción, adornamos y presentamos su mundillo. Cuando estamos satisfechos con cómo funciona el ensamble logrado, avanzamos hacia el mastering. Ahí nos encargamos principalmente de lograr que la reproducción de la canción en el estudio sea lo más fidedigna en otros dispositivos de escucha, auriculares, parlantes, autos, teniendo en cuenta los gustos del artista. Trabajar sobre el todo abre la posibilidad también de enfocarnos en la canción ahora como si fuera un nuevo instrumento, el cual también podemos embellecer.
¿En qué consiste exactamente el mastering?
A mi criterio, el mastering consiste en continuar potenciando el impacto emocional de la canción. En grabación nos encargamos de capturar el sonido y la interpretación de lxs músicxs. En mezcla enfocamos en balancear los instrumentos para que exista el impacto emocional adecuado. En mastering, trabajamos sobre un solo archivo estéreo que contiene el balance de todos los instrumentos de la mezcla. Nos encargamos en una primera instancia de pulir el balance tonal de la canción, en su carga de frecuencias graves, medias y agudas. A su vez, equilibramos la forma dinámica en la que empujará los parlantes y auriculares de quienes escuchen. Reforzamos los movimientos dinámicos de la canción, cuándo tiene que bajar la intensidad general, cuándo tiene que aumentar.
A la hora de hacer el mastering hay que tener en cuenta ciertos procesos que llevan a cabo las plataformas de streaming como Spotify, Apple Music, Tidal, entre otras. ¿Cuáles son estos procesos?
En primer lugar se proponen garantizar la transmisión de archivos sea a través de wifi o datos celulares. Para garantizar eso necesitan que los archivos del catálogo, las canciones, sean lo más livianos posibles para poder asegurar continuidad en la reproducción de la música. Para reducir el tamaño de estos archivos, se convierte el archivo WAV sin pérdida que entregamos a las plataformas a un formato con pérdida de audio, o sea que reducen el tamaño de los archivos y deterioran la calidad de audio. Tidal es la única plataforma que transmite en formatos lossless, sin pérdida de audio. Todo el resto comprimen y comprometen la calidad de audio aplicando estos procesos, que en su mayoría tienen en cuenta respuestas psicoacústicas de nuestra audición. Esto genera una reducción en el tamaño del archivo y deja consecuencias negativas audibles en la música. El mastering debe contemplar esa pérdida y asegurar que se comprometa lo menos posible el mensaje musical.
¿Considerás que las plataformas de streaming condicionan la producción musical?
El contexto de la industria musical es lo que condiciona la producción musical. Previo a las plataformas de streaming, lxs músicxs firmaban contrato con compañías discográficas para grabar su música porque eran las únicas que tenían los medios para llevar adelante la producción discográfica. Hoy por hoy podés hacer un disco en tu casa, sin intermediarios, y subirlo directo a las plataformas de streaming. Sin embargo, lo que pagan las plataformas por cada reproducción de la canción es una suma irrisoriamente baja. Para poder recaudar algo significante de dinero tenés que llegar a muchísimas reproducciones que solo los artistas con infraestructura o respaldo de compañías discográficas alcanzan. ¿Por qué pagan tan poco las plataformas de streaming? Porque supuestamente no hay suficientes suscriptores pagos que aporten fondos. Eso nos lleva a pensar en otro tipo de cuestiones sociales relacionadas con la valoración de lo cultural en nuestra sociedad. Entonces, si yo soy músico pero para subsistir tengo que abarcar múltiples actividades para lograrlo, diría que sí, el arreglo que ofrecen las plataformas condiciona mi forma de hacer música.
Hay cierto descontento de los equipos técnicos, ya sea técnicos de grabación, mezcla, masterizadores, con Spotify. ¿A qué se debe?
Puedo hablar desde mi experiencia. Yo grabo, mezclo y masterizo, mando a Spotify, y lo que suena cuando pongo play en la plataforma es una versión alterada de lo que yo mandé. Para ser más preciso, Spotify tiene activada por default una opción que pone todo su catálogo al mismo volumen, para que puedas escuchar una pieza de Mozart y luego una canción de Radiohead y no haya diferencia de volumen. Esa normalización de volúmenes se hace con un estándar de normalización que no es para nada musical y muchas veces termina penalizándote con reducciones de volumen general que alteran lo que entregamos a las plataformas. Esto mismo no ocurre de la misma forma en YouTube o Tidal.
¿Qué podrían mejorar las plataformas de streaming para brindarle una mejor calidad al oyente?
En principio, que todas hagan el streaming con códecs de audio sin pérdida, como Tidal. Es pedir un montón, pero ya hay infraestructura en la mayoría de los lugares del mundo para aunque sea poder ofrecer la opción de no perder información en pos de practicidad en la transmisión de datos. Apuntar a pagar tarifas decentes por las reproducciones que tiene nuestra música sería algo fabuloso, como pasa con Tidal. Y por último, Spotify necesita urgente revisar la utilización del estándar ReplayGain, un sistema que usan para normalizar el catálogo que es sumamente inconsistente y muy variable.