Las Taradas es una orquesta de señoritas que ha editado dos discos: Son y se hacen (2012) y Sirenas de la jungla (2015). Esta banda que acaba de cumplir sus siete años de carrera cruza de un modo muy particular el bolero, swing, cha cha cha, canzonetta napolitana, cumbia colombiana y rancheras mexicanas, interpretando canciones de las décadas del treinta, el cuarenta y el cincuenta. El repertorio de tan femenina agrupación musical viaja por diferentes regiones y rescata diversos intérpretes: desde Django Reinhardt & Josette Dayde, Johnny Cash, Mina Mazzini y Agustín Lara, hasta Elvis Presley, Leonor Marzano, Los Machucambos y Carmen Miranda, entre otros. En su segundo disco las sirenas sumaron a ese repertorio composiciones propias. Este bello dream team está conformado por Nati Gavazzo (percusión y voz), Paula Maffía (voz, ukelele, cuatro venezolano y acordeón), Lu Martínez (contrabajo, bajo y voz), Lucy Patané (guitarra y voz), Rosario Baeza (violín y voz) y Marcela Galván Alberti (clarinete, saxo soprano y voz). Me contacto con la agente de prensa de la orquesta de señoritas, Lucía Ravazzoli, otra fémina sumamente amable y gentil.
La cita es en el Bar Río, Sarmiento y Aníbal Troilo, a escasos metros del Parque Centenario. Lucy Patané, generadora de una diversidad de proyectos, se dispone a hablar en representación de la banda, ya que al resto de las señoritas –por ocupaciones o enfermedades circunstanciales– les es imposible concurrir al encuentro. Lucy pide un café con leche y un tostado. Nos sentamos en una mesa ubicada en la vereda.
Ojos de videotape
Lucy termina su tostado, da un sorbo a su café con leche y narra los inicios de la banda y la elección del tan particular repertorio de Las Taradas: “Vino todo medio de la mano, la banda comienza con un chiste, con el nombre, porque estábamos mirando estos videos de las cantantes de los años treinta… nosotras decimos siempre que no es que hacemos un género sino que hacemos una época. Entonces empezamos, a partir de esos videos, a investigar un poco más de lo que estaba pasando con esas orquestas de los años treinta, cuarenta, cincuenta. Todo fue de manera muy genuina. Lo que empezamos a hacer fue, justamente, a no elegir clásicos sino, de alguna manera, lados B. “Santa Marta” es una canción popular de Colombia pero no es un clásico, y mucha gente la conoce igual. Está en el imaginario popular. La consigna, primero jugando, fue investigar estilos en esa época, qué estuvieron haciendo esas orquestas y que no sean clásicos, sino lados B. Y se empezó: ‘che, esta canción la escuchaba mi abuela o la cantaba mi abuela’, o ‘yo escuché esta canción en YouTube’, es pura investigación y van apareciendo canciones que se escuchan y se preparan.”
Le muestro a Lucy mi cuaderno en el que hice una serie de anotaciones, una de ellas: “arqueología musical.” La señorita Patané lee, termina, también, su café y prosigue: “Todo fue un juego, después se fue un poco de las manos, en sí. Estábamos mirando esos videos, escuchando a las Andrew Sisters y fue tipo un desafio de ‘che, ninguna de nosotras está haciendo esto, por qué no probamos’. Primero dijimos: ‘una banda de laburo, tocamos en casamientos, sacamos unos pesos’. Después lo pensamos, como decimos, más dream team, la idea de convocar músicas que nos gustaran, pero la semilla inicial fueron esos videos y es como que nunca nos corrimos de ese lugar. Y después fue como la consigna, siempre la música de esa época. Estaban las orquestas típicas como las de Oscar Alemán que, justamente, no hacían un estilo sino varios estilos. No fue muy pensado, pero nos pareció interesante para investigar y abordar”.
No es solo rock and roll pero me gusta
A pesar de realizar versiones de aquella época, Las Taradas abordan esas canciones de un modo muy particular, entonces le pregunto a Lucy por esa impronta tarada que transforma a la orquesta, al escucharla, en inconfundible: “Es la ejecución, porque nosotros somos rockeras. Se da que estos estilos son muy viejos y están interpretados por nuestra sangre, que es actual y que todas venimos, entre comillas, del palo del rock. Ninguna viene de tocar en orquestas de tango, qué sé yo… todo está interpretado con una sangre, por decirlo de algún modo, más rockera, que le da cierto tinte. Y nosotras, en los ensayos y a la hora de arreglar, nos súper autodamos licencias, nos autolicenciamos para hacer arreglos que a veces son fuera del estilo. Si no seríamos una orquesta interpretando perfectamente… Por ejemplo: nosotras ahora hacemos un cuarteto, yo qué sé si alguien que escucha cuarteto lo va a escuchar, ¿se entiende? Tocamos una guarania y no sé una persona que se dedique al folklore qué va a pensar de nuestra interpretación. Pero a nosotras nos gusta un montón. Nos divierte. En la conjunción se da la originalidad, sino seríamos una banda de covers. Nunca en los arreglos nos ponemos trabas, cuanto más podamos flashear y que aparezcan arreglos propios mejor, para nosotras. Nunca se da que alguna diga: che, pero eso nada que ver, eso no es del estilo.”
Es una época, la actual, en la escena musical, de mixturas, de cruce de géneros. Se lo comento a Lucy. Menea la cabeza, duda. Le pregunto si detecta cuándo se inició esta tendencia: “A ver… igual sigue un poco la cosa cerrada de lo que se está escuchando hoy en día. No sé cuándo empezó, como nosotras hay un montón de bandas, La Orquesta Inestable, las Kumbia Queers. Hay como una necesidad de romper con los propios esquemas. Las Taradas veníamos todas del palo del rock y fue: che, yo nunca toqué un bolero, a ver cómo se toca un bolero, nunca toqué una cumbia. Fue todo mucho a modo de investigación musical. Así surgió la idea, y en paralelo, fueron sucediendo un montón de bandas, también. Creo que hay un interés musical más allá de lo que pueda estar de moda o pueda sonar bien e investigar para atrás, de dónde viene toda la música. E Internet, YouTube: de hecho así buscamos los repertorios. Buscamos versiones, es todo YouTube, no es que alguna de nosotras desempolva un vinilo y dice: ‘che… este vinilo…’ Es todo Internet. Te hace conocer estilos que fueron hechos mucho tiempo atrás, y le permite a la gente investigar. También es muy doble filo”.
También anoté acá “rizoma”, como que son rizomáticas todas las bandas, le digo a Lucy Patané y vuelvo a mostrarle mi cuadernito: “Nosotras le decimos promiscuidad musical…” Se ríe cuando le comento que en la mayoría de las entrevistas que hago la nombran: “Figurettti. No sé cuántos proyectos tengo, hoy pensaba en eso. Porque hay proyectos que no tienen una constante continuidad, como El Tronador, ponele, que es uno de los proyectos que tengo con Marina Fages, y a veces aparece y grabamos, tocamos. En el círculo le decimos promiscuidad musical. Con Paula Maffia tenemos la Cosa Mostra, está Santi Mazzanti que toca con Los Rusos Hijos de Puta… yo trabajé en el disco de los Rusos, dentro de Las Taradas hay un montón de bandas, también. Con Marina tengo la disquería Mercurio, tengo El Tronador… y así. Es una red, que se conecta entre sí, entre productores, músicos…”
Red de redes
En Son y se hacen Las taradas versionan temas ajenos. En Sirenas de la jungla la mitad de las canciones son composiciones propias de la banda de señoritas. “Claro, en el segundo disco es medio mitad y mitad, hay cinco composiciones nuestras. Otra vez: apareció como un desafío, en una charla, dijimos: ‘¿che, qué pasa si en el próximo disco metemos temas nuestros?’ Se nos hacía muy difícil la idea de que las versiones se conviertan en hits porque las canciones son muy buenas, entonces nos parecía un poco desafiante llevar nuestras composiciones y que cuajaran con las canciones. Obviamente, necesitamos de mucho más tiempo de arreglo y de apropiación, por más que eran nuestros, que las versiones, eso fue muy loco, como que necesitábamos mucho más tiempo que cualquier otro tema que lo escuchábamos y lo versionábamos. A estos había que darles el corazón, había que generarles toda la estructura para luego arreglarlo. Y quedamos muy contentas, somos como muy fans de nuestros propios temas. Para mí eso es re lindo, que eso pase. El trabajo fue re colectivo, como siempre, una trae una idea, la otra aporta, y otra trae otra idea… así fue, más o menos, el proceso. Y ahora estamos siguiendo esa línea, también.”
Y regresamos al tema de la promiscuidad musical, porque cada Tarada está involucrada en diversos proyectos: “Las Taradas no se suponía que iba a tomar la dimensión que tomó. Y medio que estamos todas con los proyectos de cada una y haciéndole lugar pero la banda crece y hay que atajarla, de alguna manera. Va más rápido que nosotras y eso genera una suerte de strees y tropezón pero, bueno, los resultados están buenísimos, nos permite viajar, generar contactos, tocar en lugares… Tocamos en Vorterix, fue un lugar donde yo fui a ver bandas, como en el ND Ateneo. Cuando tocamos en el Ateneo fue un flash porque yo fui a ver ahí miles de bandas”.
Es que la banda para casamientos y cumpleaños, por méritos propios, se transformó en una verdadera big band: “Empezó a funcionar y estuvo bueno y es muy divertido pero no apostábamos a todo esto. Y siempre decimos con Paula que tuvimos la suerte de la verdadera red social que para nosotras es el boca en boca. Porque podés pagar un anuncio de Facebook, abrirte un Bandcamp, subir a Spotify, pero vienen cuatro personas a tu show. No hay una fórmula concreta. Sin embargo, el boca en boca no va a morir nunca, ese medio… es gigante. Es una red. A nosotras todavía nos sorprende lo que pasa. De hecho hay un chiste con Paula: un poco odiamos a Las Taradas porque mató a la Cosa Mostra. No es así, pero de repente el proyecto creció y la Cosa Mostra se fue desarmando y quedó ese proyecto, el principal nuestro, de nosotras dos, al margen de lo cada una hace, ¿no? Es, para cada una de nosotras, un fenómeno personal. No sé para afuera.”
Le pregunto a Lucy por los proyectos: “Muy despacio, muy tranquilas. Estamos, en realidad, presentando Sirenas de la jungla. Estamos tocando a full, estamos haciendo un video nuevo de “La Preferida“, que es el corte del disco y de a poquito, estamos haciendo material nuevo. Tranquilas. Todas hacemos muchas cosas, si ves el calendario compartido, es un infierno para coordinar fechas”.