A veces, el amor puede doler. La idealización y la pasión que lo envistieron en sus comienzos, pueden llegar a desvanecerse con el tiempo. Ya no se sienten, ni se palpan en el cuerpo del otro. Es desde este lugar, mezcla excitación y desilusión, donde Lea Franov se sintió a gusto para darle vida al que sería su proyecto solista.
“En mi familia, la música es algo que circuló desde siempre,” recuerda la artista argentina. “Nunca pensé en dedicarme a otra cosa, porque desde chica flashié con las expresiones. Bailarina o actriz… soñaba con ser algo así. Me parece una locura estudiar una carrera.” Sus primeros pasos en la música se dieron en el seno familiar, en donde participó como corista en grupos de folclore o produciendo sets de música electrónica y experimental, con la colaboración de su padre. A medida que fue pasando el tiempo, esta cantautora, que al día de hoy reside en La Paternal, dio inicio a proyectos como El Futuro, una banda compuesta solo por mujeres que duró muy poco. Más tarde, surgirían Las Edades, idea que se dio en conjunto con Fernando Palazzolo a mediados del 2014, y que continua hasta el día de hoy.
“Siempre tuve la idea de hacer canciones para vincularme con alguien,” comenta Lea. Y Las Edades es el mejor ejemplo. Cuando conoció a Fernando, el enamoramiento fue instantáneo. Las canciones híper románticas que compuso Lea luego de aquel flechazo amoroso, dieron cuenta de los sentimientos que estaban floreciendo en su interior, sembrándole el deseo de convertir en una especie de rezo o mantra todas las sensaciones que la estaban habitando. Todo este afecto tan íntimo terminó por decantar en su primer disco solista, El espacio interior. “La idea de hacer un disco solista no recuerdo cómo surgió, pero su eje es la relación con Fer. Todo el disco habla de nuestro vínculo en diferentes momentos. Digamos, diferentes aspectos de nuestro amor. Además, en un comienzo, yo necesitaba hacer canción el amor que sentía por él.” En paralelo a todo esto, su proyecto solista comenzó a afianzarse. Allí iban a parar las canciones que Lea atesoraba como un secreto y en donde la oda al amor no tenía fin.
Para hablar de las melodías y las letras que componen el universo musical de Lea Franov, hay que tener en cuenta una característica que tiñe de un color propio toda la obra: la magia y el misticismo que esparce su voz. Su timbre no solo le otorga un sello propio a las composiciones, sino que potencia el mensaje que busca transmitir. “Las letras salen de lugares muy verdaderos. Obvio que depende el momento. A pesar de que deseo el amor de ese otro a quien le canto, también me quejo o me decepciono. Todo sale de un lugar muy real. Son historias que me pasan y trato de ser muy fiel a lo que realmente me está pasando, por eso, no busco rellenar con las letras, sino ser sintética y que quede claro el mensaje que quiero transmitir. A veces pueden dar lugar a múltiples interpretaciones. Por ejemplo, cuando toco en vivo las personas me devuelven un poco la sensación de como mis canciones de alguna manera las atravesaron.” Y es que el amor, la decepción y la incertidumbre frente a otro nos ha pasado a todos. Hablar de estas sensaciones, es contar una experiencia habitual en la historia de la humanidad. “El amor es una cuestión muy compleja. En algún momento pensé que iba a ser trillado cantar sobre el amor, pero al final es justamente eso: es buscar a quien le canto. En algún punto, esto me sirvió para ver que utilizaba a un otro para vincularme conmigo misma. Ahora estoy vinculándome conmigo misma desde mí, y eso tiene que ver con el feminismo en gran mayoría, y con la conciencia de que se puede ser de otra manera.”
Hace un año, Lea Franov se sumergió de lleno en su proyecto solista, que, en un principio, nació como una declaración de amor hacia un otro, y ahora es una oda al amor hacia ella misma. Actualmente, está cocinando canciones y produciendo un nuevo material en colaboración con Guido Moretti, quien ha trabajado con artistas de renombre como lo son Candelaria Zamar y Natalia Spiner. Dándole un giro a la estética sonora que caracterizó el proyecto en sus orígenes, pero manteniendo la esencia que lo caracteriza, esta futura producción va a coquetear con los sonidos electrónicos. Sin guitarras y sin aire, la impronta va a estar dada por la voz, buscando intensificar el mensaje que exponen las letras. Aunque, en palabras de Lea, este disco nuevo “va a tener letras románticas, pero encaradas desde otro lugar. Ya no tan sufridas.”
Hace unos años, la escena musical independiente ha comenzado a sufrir cambios positivos en relación a los sectores femeninos que la componen. La artista lo ve, lo presencia y lo vive, sabiendo que esto no solo contribuye a su crecimiento musical y a la difusión de su proyecto, sino que, apunta a generar mayores condiciones de igualdad. “Es bastante obvio que el florecimiento del feminismo modificó la escena y la modifica. Por supuesto, no es algo definitivo. No estamos ante una situación ideal, sino que falta inclusión. Sí creo que en los espacios culturales las cosas se están modificando lentamente, pero, sobre todo, creo que la vinculación entre mujeres se está dando de otra manera. Nos estamos encontrando.”
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