Lee Ranaldo es una persona en constante movimiento. Siempre está haciendo algo diferente, como si le costase quedarse un tiempo quieto. Desde sus inicios en Sonic Youth, se adentró en diferentes procesos de experimentación sonora. En sus shows se lo puede ver aún hoy tocando la guitarra con un arco de violín o golpeando el instrumento para que proyecte su grito. En su carrera solista, ha sabido entre experimentos como Dirty Windows (1998), donde combinaba poemas con sonidos estrambóticos, y una faceta más de cantautor como en su disco de 2017, Electric Trim.
En Names of North End Women (2020), su más reciente disco junto al productor español Raül Refree, el artista se aleja de su guitarra y prueba otros senderos lejanos a lo que venía haciendo. Aún así, su constante versatilidad lo vuelve cercano. Nada de lo más extraño que pueda hacer Lee Ranaldo va a desencajar en su carrera cuando se entiende que la quietud sónica es la muerte para él. Hablamos con Lee sobre este nuevo álbum y otros sucesos que marcaron su camino.
¿Cómo definirías el concepto de tu nuevo álbum?
Creo que el concepto era hacer una segunda grabación con Refree. Hemos estado trabajando juntos durante años, pero más específicamente en mi último disco y la idea era ampliar el trabajo que hicimos ahí. La pasamos muy bien haciendo ese disco, y queríamos continuar trabajando juntos y ver dónde podemos impulsar la música. Queríamos seguir trabajando en la misma línea, pero al mismo tiempo queríamos que este disco tuviera más elementos electrónicos. Pero creo que el concepto era seguir trabajando juntos y ver qué podíamos hacer y a dónde podíamos llegar juntos.
Names of North End Women tiene una propuesta mucho más experimental que Electric Trim. ¿Cuál fue la premisa?
Comenzamos con esta idea de usar más elementos electrónicos. Utilicé equipos de los que tal vez no veníamos utilizando, viejos sintetizadores, equipos electrónicos modernos y varias cosas diferentes. Construimos una especie de collage o montaje, experimentando con la grabación de sonidos y colocándolos uno al lado del otro, viendo qué íbamos teniendo y construyendo más cosas.
¿Cuánto llevó el proceso de producción?
Llevamos algunos meses haciendo este disco, como el último. Trabajamos 5 o 6 días en estudios experimentando con sonidos y ritmos y grabando con todo lo que teníamos, elementos de percusión, marimbas y tambores. Mezclamos esas cosas con cajas de ritmos electrónicos, secuenciadores, agregando efectos más antiguos como cintas de cassette. También pusimos distintos elementos uno al lado del otro, y luego quitando y poniendo nuevos. En cierto modo hicimos lo mismo con las voces, que fueron co-escritas con Jonathan Lethem. En el último disco estábamos desarrollando la letra de manera más directa. En este disco utilizamos diferentes papeles con palabras y los agrupamos para ver qué sonido funcionaba mejor para la forma en que se escuchaban las voces con respecto a la música. En el estudio hay dos formas de trabajar: entrás con un concepto muy completo de una canción y tratás de documentarla, o realmente creás las canciones en el estudio. Nosotros no comenzamos con canciones terminadas, solo con algunas ideas. Mezclamos elementos acústicos con elementos electrónicos y luego fuimos creando canciones en el estudio que podían cambiar radicalmente de un día para el otro.
¿A qué hace referencia el título del disco?
Se refiere a una ciudad en Winnipeg en Canadá donde nació mi esposa. Los títulos de las canciones provienen de caminar en un área del norte de Winnipeg donde todas las calles tienen nombres de mujeres. Solo nombres, no tenían nombres completos con apellidos. En cierto modo, parece poético porque no había nombres de mujeres específicas, solo nombres de mujeres anónimas. Y hay algo en ese concepto que me gusta. Muchos nombres diferentes, algunos de nombres de personas que conocí. ¿Cómo llegan las calles a estos nombres? ¿O cómo llegan estos nombres a las calles? Fue una especie de inspiración y una idea de cómo las letras pueden ser creativas. La última canción se llama “The Forks”, un lugar en Winnipeg donde se encuentran los dos grandes ríos, y es un lugar donde la gente va a patinar y hace diferentes actividades en invierno y verano.
Fuiste convocado para formar parte del jurado de la última edición del Festival de Cine de Mar del Plata. ¿Cómo fue esa experiencia?
Fue genial pasar 9 o 10 días en Mar del Plata y ver tantas películas. Tengo una fuerte relación con las películas, por mi pasado y mis estudios, es algo que solo había hecho una o dos veces antes. Es una experiencia interesante para mí. Es genial sumergirse en el mundo del cine y estar con el resto del jurado, que son más experimentados en estos temas que yo porque es lo que hacen día a día. Me encanta venir a Argentina.
El año pasado el cine experimental perdió a uno de sus grandes referentes, Jonas Mekas. ¿Cómo era tu relación con él?
Él era un querido amigo. Y una gran inspiración para mí, no solo por su propio trabajo, sino también por la energía que trajo para promocionar la comunidad cinematográfica, especialmente aquí en Nueva York, y la inspiración de su escritura, sus películas. Vivió una larga vida, es difícil desear más. Él es un motivador, eso siempre estará ahí. Una inspiración para seguir adelante.
Este año van a cumplirse 30 años del clásico disco de Sonic Youth Goo. ¿Qué pensás de este álbum después de tanto tiempo? ¿Qué recordás de los días de su publicación?
Fue el primer disco que hicimos para un gran sello. Fue el final del período independiente y el comienzo de una especie de segundo período de Sonic Youth. Estábamos empezando a enfrentar problemas de cómo salir del mundo discográfico independiente a este mundo de sello principal, qué valores estábamos luchando para mantenerlos fuertes, y fue para nosotros una especie de evaluación de lo que estábamos haciendo. Obtuvimos un buen manejo del tipo de música que queríamos hacer y la forma en que la creamos. Y firmar con el sello principal y comenzar a trabajar en Goo nos presentó un nuevo conjunto de problemas, si las personas iban a pensar que nuestra música cambiaba porque ahora estábamos en un sello más grande, qué queremos mantener y qué queremos cambiar. Fue un período de gran crecimiento para nosotros, de repente tuvimos mucho más dinero para hacer discos y pasar mucho tiempo en el estudio. Aprendimos mucho en ese período, fue realmente un período de apertura para nosotros y una nueva cara para Sonic Youth.
¿Qué opinás del nuevo disco de Kim Gordon, No Home Record?
Realmente me encanta, creo que es genial. Refleja mucho quién es Kim y la forma en que trabaja. No suena como mi nuevo disco, pero también está empujando en una nueva dirección, incorporando más elementos electrónicos, elementos de cajas de ritmos y cosas así. Es interesante que ambos nos movamos en esta dirección casi al mismo tiempo. Esa es una de las cosas que pensé. Creo que es un disco que refleja mucho quién es ella. Realmente me encanta, le dije lo mucho que me gusta.
Escuchá Names of North End Women en todas las plataformas de streaming.
* Foto principal: Gentileza de prensa.