La rabia siempre fue la materia prima de Loquero. 30 años después, aún lo sigue siendo. Sin embargo, con distorsión intenta disipar los fantasmas que quedaron impregnados en la memoria sujetando algunos versos de, ni más ni menos, que “Punkie”: “Yo sé que el tiempo cura todo dolor”, porque, “solo melancolía es mi enemiga”.
Loquero no es una banda triste aunque describa la miseria mejor que nadie. Es la alquimia trash que transforma el plomo en oro. Su obra se caracteriza por ser excéntrica y polémica: tiene el brillo de un cuchillo afilado, la efervescencia de un ejército agitado y el entrañable corazón mojado de un titán empecinado a destruirlo todo en pos de volver a armarlo (y amarlo).
Las drogas, la violencia, el descontrol y esa falta de empatía con el mundo son las gotas de tinta negra de un poeta maldito que se rompe la garganta, la cabeza y el alma para convertir canciones en armas de fuego. Casas destrozadas, árboles caídos y personas rodeadas de basura habitan el paraíso de Temor morboso a la exposición pública (1997), su álbum debut, un escenario adecuado para desdoblar la ciclotimia social de la marginalidad con esa sensibilidad guerrillera que palpita en “Atlántida”, el clásico de su flamante tercer álbum Fantasy que describía la vorágine argentina en 2001.
“Sale el sol, pero no sale para los desplazados. Ni sale en la prisión, ni en un comedor de barrio. Y tal vez puedas entender, puede parecer extraño, pero no, no quiero ser Dios, ni tampoco un ermitaño”. Después de tantos años, Chary sigue repitiendo esos versos con la misma bronca, con la sensación barbarie de que estos infiernos ya se desataron y, ahora abrasados, arden más que nunca.
Referentes de la oleada del hardcore punk nacional, la agrupación marplatense combatió a sangre fría desde los escenarios más recónditos de nuestro país hasta llegar al continente europeo luego de cruzar Latinoamérica flameando la bandera de la autogestión más pura, urgente e iracunda. Rebeldes que chocan constantemente contra la realidad para encender la llama, olvidar las leyes y crear un universo donde reine el caos al compás subterráneo de los abismos más profundos. Si Fabulosos creadores de paranoia (2007) evidenció que la crudeza sigue intacta al igual que la fragilidad resiste compacta en Herencia (2021), sabemos que lo que vendrá serán las bombas del mañana.
Vienen de compartir un show en Groove con Eterna Inocencia, y ahora la repiten en Chile. ¿Qué nos podés contar acerca de esta unión que ya tiene varios años?
Tengo buen trato con Guille [Mármol] desde hace mucho tiempo, imaginate que lo conozco hace 25 años. Y siempre tocando, él siempre en Eterna, yo siempre en Loquero. Así que existía y existe una relación de colegas y también de compañerismo, amistad, si bien no nos tratamos todos los días. Nos reunimos antes de Groove y ahí mismo decidimos juntarnos más seguido a tocar. Nuestras fechas no están siempre manejadas a nuestro antojo, digamos. Generalmente hay muchos programación y muchas cosas que por ahí nosotros no estamos tan al tanto. Pero en este caso hicimos una excepción, dijimos, tenemos que tocar más seguido y tenemos que ir a Chile. Ahí empezamos a hablar con la gente que había que hablar. Arreglamos un Teatro Coliseo, en Santiago de Chile, estamos re contentos por esto. Es una gran alegría poder exportar contracultura argentina de vanguardia.
Después de tanto recorrido, ¿qué es lo que mantiene ardiendo la llama?
Hace muchos años que estamos metidos en este ruido, en este este noise. Loquero empezó siendo una catarsis y termina siendo una catarsis, no tanto para nosotros sino más para la gente. Es increíble porque veo a la gente que se emociona, que cantan, que lloran, que se desahogan un montón. Se enojan también. Y así empezamos nosotros en realidad, el show de Loquero era eso. Ahora nos mantiene unidos nuestro espíritu aventurero de tocar tres tonos con la guitarra y hacer una canción. Algo bueno para la gente, algo que transmita un poco de esa energía, de esa esencia que teníamos cuando comenzamos. Si logramos hacerlo, que creo que sí, está bien. Nuestro próximo disco habla de esto.
Sabemos que el próximo disco tendrá alrededor de veinte canciones y entre ellas se encuentra una reversión de “Me quiero morir”. ¿Por qué esta decisión? ¿Qué nos podés adelantar sobre el álbum?
Desde el nombre del disco yo creo que estamos apelando a ese espíritu, a esa esencia que nos llevó a expresarnos cuando básicamente no había otra forma de expresarnos. No teníamos prensa, no teníamos radio, no teníamos a nadie. Ahora tampoco, pero me refiero a que en aquel momento era una locura solo pensarlo. La pusimos porque cambió básicamente la letra de “Me quiero morir”. Ahora no se quiere morir, ahora quiere que te mueras vos. O sea, que es peor. Porque yo sé que todos están pensando “Ay, ¡cómo se aggiornan! Ay, ¡están más tranquilos!”. Pero no, ahora es peor, cada vez somos peores.
¿Recordás el momento de quiebre en el que te empezó a molestar que consideren a Loquero una banda política?
Desde el primero momento que nos juntamos a tocar con Pablo [Carriño], el baterista que ya no está, no queríamos hacer una banda política. Porque nosotros dos veníamos de una banda bastante política que era Todos Contra Todos, una banda de Mar del Plata, ya extinta por supuesto. Y teníamos una postura muy anárquica, muy de aquellos años de las cosas que leíamos, de Bakunin o Malatesta. Estábamos muy influenciados políticamente. Y cuando empezamos con Loquero, que yo le pongo el nombre a la banda, una de las consignas fue no hablar de cosas que no manejamos. ¿Qué manejamos nosotros? Manejamos las drogas, manejamos la incoherencia con la que militamos en cualquier cosa, manejamos nuestra propia estupidez, manejamos ese tipo de cosas, entonces hablemos de lo que conocemos, amigo. Desde su concepción, Loquero no era una banda política. Era una banda controversial sí y con un punto de vista de “sé de qué lado estoy”. No voy a estar del lado de los vigilantes.
Sin embargo fueron como un grito político, sin hablar de lo partidario, sino de lo político relacionado a lo controversial, a la crudeza con que se narra la realidad a través de una forma poética y poderosa…
Nosotros vivimos las mismas cosas que viven todos y tenemos una opinión formada también de algunas situaciones. Nunca hicimos una canción política. Sí hablamos, describimos, pintamos nuestra aldea, por ejemplo, en temas de nuestro primer disco como “La traición”, que estamos hablando concretamente de Menem o algo así, pero nunca lo nombramos. Nunca nombramos a ningún presidente, ni político. Además, uno que está un poco metido en la creatividad y que maneja algunas palabras, no está bueno tampoco que te den la leche servida, que te digan esto es malo o bueno. Cada persona tiene que tener una inducción al pensamiento por motus propio. Nosotros pintamos nuestra aldea con nuestros colores, a nuestro modo, y lo mejor posible, por supuesto. Porque si de alguna forma hay que describir este infierno, esta cosa horripilante que resultó ser esta vida, tiene que ser con belleza.
Ya pasaron más de 25 años de Temor morboso a la exposición pública, ¿cómo fue el momento de la salida del disco?
Temor morboso fue el resultado de varias incursiones por estudios y con amigos que tenían portaestudio, con condiciones lo-fi de grabación para una banda. En esa época no existía la calidad ni la tecnología que hay ahora en una casa con una computadora. Entonces veníamos de varias grabaciones y de repente, no recuerdo por qué, dijimos de ir al mejor estudio que hay en Argentina. ¿Cuál era el mejor estudio? El estudio Del Abasto al Pasto. Teníamos un amigo en aquel momento, Nekro, que estaba grabando su disco, creo que Kum Kum [publicado por Fun People en 1996] ahí en el Abasto. Nekro siempre estuvo cerca de nosotros durante los primeros tres discos. Él nos hizo la la onda para que vayamos al Abasto a tramitar un disco en el año 97. Me acuerdo exactamente lo que nos costó, lo pagamos nosotros: 7.000 dólares. Pusimos plata entre todos, de nuestro trabajo, de lo que conseguíamos, y lo pagamos en dos o tres partes. Nos costó una locura, además de ir a Buenos Aires a grabar y estar una semana grabando. Muy oneroso y muy costoso emocionalmente, como todo lo que hicimos. Había un cartel que decía “¿Les gusta soñar chicos? Acá está”. Como a nosotros nos gustaba soñar, estaba bien el lugar.
Hoy en día existe una gran camada de bandas marplatenses que reivindican el espíritu de Loquero. ¿Por qué creés que de una ciudad reconocida como “La Feliz” puede brotar música tan oscura?
Bueno, te lo voy a decir muy fácilmente: no es una ciudad feliz. Hay muchas bandas de ahora en la ciudad que me gustan, me gustan más las bandas de ahora que las que había cuando yo era chico. A los viejos los conozco a todos, por supuesto; a los jóvenes, los que he escuchado ahora últimamente, Buenos Vampiros son los que más me gustan, porque los he visto, y los sigo. Pero me acuerdo de Mal de Parkinson, y de las bandas clásicas de Mar del Plata como Corderos y Dios los Cría. Estos dos últimos no tenían nada que ver con nosotros, pero los demás sí. Hay una forma de ver Mar del Plata que Guille siempre dice. Él aprendió a verla de otra manera que no era la que le mostraban los veranos en los programas de modelos y desde los espectáculos y eso. Cuando el telón se baja y cuando los teatros ahora en marzo apagan sus luces, empieza una ciudad que es un poquito distinta. En una ciudad de lugares terribles como la cárcel de Batán, el Hospital Regional, todos esos barrios densos, pesados, con mucha carga de negatividad por lo que le han insuflado los políticos y todo este sistema de servidumbre y podredumbre que estamos metidos. Entonces hay mucha gente sufriendo acá. Y es algo que no se ve por el “brillo de los artistas” y todo eso. No sé si soy negativo ante la lectura de la realidad, pero si fuera positivo sería un salame, tengo que decir lo que veo.
Siempre te caracterizaste por ser muy realista. En “Presagios del final”, del primer álbum de Loquero, hay una frase: “La venganza más grande que tú puedes tener es tener éxito”. ¿Cómo pudo Loquero vomitar todo eso que eclipsaba la superficialidad del espectáculo veraniego?
Y es porque yo era un pibe de barrio que que vivía durante todo el año acá, no estaba solamente en el verano. Y uno empieza a observar las cosas como si fuera una ventana cerrada, como mirando para adentro. Tal vez lo que yo siento y lo que yo veo de Mar del Plata es mi corazón inmundo y nada más. No hay por qué tomarlo tampoco como un piso de realidad o una verdad absoluta o una certeza. También puede ser que ahora no sea nada de lo que estamos hablando.
La fiebre mundialista hizo que un hit como “Muchachos” suene en todos lados. En el lado opuesto, existe una canción de Loquero con el mismo nombre que es muy significativa ya que menciona a Ricky Espinosa. ¿Podés hablarnos de ese tema?
Ricky era un gran amigo mío en Buenos Aires cuando viví allá y era común que él me llame todos los días. Me llamaba para que nos encontremos, o yo lo a llamaba él, hablaba con el hermano, con el papá o la mamá. Trabajábamos juntos, éramos bastante unidos. Y sentimos parecido también, pero él estaba loco realmente. Al lado de él, yo era un ángel, así que imaginate lo que era ese muchacho. Sin embargo, éramos parecidos de alguna manera. Terminamos mal un montón de veces, terminamos parecido los dos. Un pibe solidario, un pibe muy humano. Con mucho, mucho corazón noble que no quedó registrado en el anecdotario general. Quedó registrado como un bardo, o un “me como tu vómito” o “rompo todo”. Y Ricky era eso, pero aparte era otra cosa que la gente no la percibió de la manera leal en que Ricky fue. Yo tuve la suerte y la desgracia de ver a ese chabón desviviéndose por mí, imagínate mi estado. Era un… bah, para mí es un pibe todavía leal y, bueno, lo metí en esa canción porque me llamaba siempre. Por eso lo puse, y era un momento medio triste para mí porque la banda había entrado en un receso. Estábamos viviendo en Buenos Aires y las cosas resultaban como les resultará a cualquier banda que está trabajando mucho y luchando mucho por conseguir algo. Estábamos por firmar un contrato. Creo que una opción era Cienfuegos y la otra Loquero para el sello. Obviamente perdimos, optaron por Cienfuegos. Nosotros teníamos mucha esperanza. Entonces, cuando se cae eso, todos los pibes se decepcionaron, ninguno podía creerlo luego de tanto luchar, vivir sufriendo, trabajando de cualquier cosa. Uno limpiaba vidrios, otro trabajaba con el primo. Yo había tenido suerte y trabajaba en un sello de producción musical que era Malasaña Discos. Ahí lo conocí a Ricky. Y bueno, la banda se fue. Todos abandonan menos yo, me quedé solo ahí.
Después de eso, ¿cómo pudiste levantarte?
Y me quedé ahí solo y un día hablo con Carlitos Damián Rodríguez Nekro y le cuento que me estoy yendo, me voy porque ya no aguanto más. Hacía tres o cuatro meses que estaba solo y tampoco estaba tocando la banda. Le comuniqué que iba a separar a Loquero. Él me pidió que no lo abandone, me insistía con que Loquero estaba bueno, y me decía que yo era el discípulo del punk. Me empezó a lamer el pene de una manera muy sutil, a besitos, y yo que soy un romántico empedernido le di la razón. Me dijo que él me grababa el disco. Yo hablo con Federico Gil Solá, que en aquel momento era el baterista de Divididos. Llamé devuelta a los pibes para grabar Club de solos [1998] y el sello se interesó por el disco y lo compró. Ahí empezamos una gira nacional que creo que fue el despegue de aquel momento. Además, fue una forma de salir heroicamente de haberme ido a Buenos Aires abandonado mi trabajo. Yo tenía un trabajo fijo en Mar del Plata, trabajaba en el Estado. Renuncié, me fui corriendo y nadie hacía eso, ni lo hace hoy en día, porque tenés un montón de cosas: Sueldo seguro, vacaciones, obra social, estrés. Tenía una hija y dejé todo eso. Mi vieja lloraba, porque decía que no, que cómo iba a hacer eso. Pero yo no tengo ideas, yo tengo obsesiones. Y si yo quiero hacer algo, lo hago.
¿Fue motivacional esa sensación de dejar todo para hacer algo que amás?
Mirá, si no te motivás, te tenés que motivar igual, porque ¿qué vas a hacer? Abandonás todo, quedás sin familia, sin trabajo, sin casa, no tenés dónde vivir. Te vas a una ciudad a vivir de prestado. Vivía en La Fora, donde me daban un lugar para dormir. Ahí salió, “Ghost in the F.O.R.a”. También dormía en la Plaza Dorrego, en el Parque Centenario, que más de una vez me lo encontré a Nekro también ahí durmiendo. Porque éramos así, era esa la decisión y había que ser consecuentes con lo que uno pensaba, si estabas en contra de algo y a favor de los sueños. Nosotros pensábamos que el mundo no era de la gente que iba en colectivo al trabajo todos los días, sino de los que soñaban.
Sos alguien muy futbolero, pero además se puede apreciar cierta dualidad con el deporte en títulos como Club de solos o Suicidal Fútbol Club. ¿Por qué estos contrastes?
Sí, tengo una relación contradictoria. Ay, ¡qué raro tener una relación contradictoria con algo! Tengo una relación contradictoria con el fútbol, porque amo con locura a los mágicos, me encantan desde el mágico González, pasando por Diego, por Cristiano, por Ronaldiñho. Todos los virtuosos, todos los que hacen belleza. Tengo una debilidad absoluta por ese estilo de juegos. Pero también me gustan los rústicos, amo a los salvajes.
Loquero también tiene un poco de ambas…
Sí, también es un poco así. Medio bestia, por momentos es suave y por momentos es un bruto. Creo que todos tenemos esa ambigüedad, no esa forma de ver las cosas, esa dualidad. Con el fútbol la he pasado muy mal muchas veces porque cuando era chico sufría mucho. Me enfermaba, me agarraba fiebre cuando River perdía. Estaba siempre para atrás, dirían los bosteros. Cuando perdimos contra Alemania en 2014 dije que no miraba más fútbol. No es que sea un fanático de la selección Argentina, pero viste, el corazoncito tira. Y uno quiere que gane, también los pibes que crecieron en Rosario, Buenos Aires, Mar del Plata. Bueno, esa alegría es especial, esa alegría que es estúpida y no tiene mucho sentido, pero ¿por qué tiene que tener sentido la alegría y sí tiene que tener sentido la tristeza? Además, a mí también me gusta ver a la gente contenta alguna vez. Amamos el fútbol, la realidad y sí, lo odiamos también.
Una de las grandes aristas de la banda es su forma de expresar líricamente las desgracias que ocurren a diario. ¿A qué está ligada tu manera de escribir?
Bueno, creo que mi madre tiene todo que ver con la forma en que yo fui educado, o deseducado. Ella renegaba un poco de todo lo que yo estaba aprendiendo en la escuela, me hacía ver y leer cosas que eran opuestas, posiblemente, a lo que me enseñaban. Y siempre me daba una macrovisión de las cosas, completamente loca. Me decía cosas que no estaba bien decirle a un niño en aquel momento. Como que si uno no tiene con qué vivir, y no hay forma de sobrevivir, tiene derecho a tomar lo que cree que le corresponde y cosas así. Todo eso me llevó a la literatura y a formas de expresión no tan convencionales. A los seis o siete le dije a mi mamá que yo quería volar. Y entonces me dice, “pero mirá que para volar hay que matarse”.
¿Sentís que hiciste algo de las dos en algún sentido?
No, no creo, la verdad que soy un gran fracaso para mi madre, un gran desperdicio tal vez.
¿Y para vos?
Que la historia me juzgue. Hice lo que pude, qué sé yo. Lo hice con mis limitaciones, soy un perro cantando, me cuesta mucho, sufro mucho en los estudios porque no sé cantar, no creo que sepa escribir bien, no terminé el colegio. Me parece que hago agua por todos lados, por todos lados, y que por ahí lo que puedo decir es que fui coherente en toda la incoherencia y en toda la demencia que fue mi vida. Ahora puedo decir que fui consecuente con algunas cosas. Y en otra me reequivoqué, pensé que era una cosa y era la otra. Es como un aprendizaje, ahora ya estoy grande y tengo más olor a cajón que a fruta. Y por suerte pude expresar lo que sentía, creo que llegué al corazón de algunas personas y para mí está bien, aunque no creo haber cumplido las expectativas de otros, ni tampoco las de Chary chico.
Loquero se presenta el viernes 24 de marzo a las 19 h en Club Paraguay (Marcelo T. de Alvear 651, Córdoba) junto a Los Bastarddos, Rancixs y Salas Velatorias, entradas disponibles a través de Alpogo. Escuchá Herencia en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).