Los Barriletes Cósmicos –esa frase acuñada por Víctor Hugo Morales en su relato del segundo gol de Maradona a los ingleses en el Mundial de México 86, refiriéndose a Diego, ese barrilete genial- nos citan un sábado en una sala de Valentín Alsina, sur del conurbano bonaerense. Llueve. El encargado de la sala no está del mejor humor. La situación es tomada con gracia. La banda grabó un disco: Corré!
Sebastián Pandolfelli –oriundo del barrio, guitarrista y también escritor– narra los inicios: “La banda arrancó en el 2003, 2004… Estábamos al pedo una noche de alcoholemia. Estábamos con Cristian Agüero –el bajista barrilete– y Pablo –se refiere a Agüero, el cantante- dice: che, ¿por qué en vez de estar al pedo escuchando música y tomando cerveza armamos una banda? Y empezamos a ganarnos la cerveza haciendo música, fue una especie de satori de decir: dale. Empezamos a hacer ruido en la casa, en un patio, todos los sábados, se sumó gente. Y se armó. En ese patio levantamos una pared e hicimos la sala de ensayo de la banda. Teníamos sala propia y un lugar donde juntarnos a escabiar. Eso era en Villa Diamante. Duró unos años. Después se descontroló, llegábamos a cualquier hora porque no pagábamos sala. Después se vendió una parte del terreno y la sala quedó de ese lado y entonces perdimos la sala, un bajón, y tuvimos que empezar a alquilar salas. En esa época empezamos a salir a tocar y nos venía a ver bastante gente. Entonces dijimos: vamos a ensayar de verdad, a ensayar un repertorio. Y un día nos encontramos con que queríamos grabar un disco y nos metimos a grabar. El baterista, en ese tiempo, se puso a estudiar –ahora es radiólogo– y después apareció él –baterista actual: Eduardo “Krusty” Espinoza– y sacó todo en la bata en una juntada. Ahí dijimos: esto funciona. Y nos metimos en el estudio. Tardamos dos años en grabar el disco. El tipo del estudio nos dijo: acá se van a escuchar de verdad y en los estudios de grabación se separan el setenta por ciento de las bandas, así que pónganse las pilas. Empezó a decir: acá están desafinando, esto no va; al principio lo odiamos, se puso la camiseta de productor y entendimos que le estaba poniendo toda la onda. Empezamos a meter arreglos. Ayudó mucho. Y teníamos un disco. Seguimos siendo los mismos borrachos y boludos de siempre pero somos profesionales.”
Pablo acomoda sus rastas y aporta en la explicación del génesis de la banda: “Empezamos haciendo covers, Divididos, La Renga, Las Pelotas, éramos más rockeros… Ahora hay mucho ska. Escuchábamos Escape, Los Fabulosos Cadillacs”.
La banda tiene dos saxofonistas: Fernando “Topo” Silva –“Yo estaba en San Miguel, me separé, vine para estos lados y me empecé a juntar con todos estos chicos y mientras ellos ensayaban iba a comprar cerveza. Un día estábamos medio borrachos y cuento que desde chico me gusta el saxo y éste –por Sebastián Pandolfelli– me dice: y bueno, comprate uno”- y Eva Duartez que agrega: “Nuestro disco es muy noventoso, nuestro disco tiene mucho de los noventa, hasta en las letras.”
Los Barriletes Cósmicos cultivan la mixtura musical: metal, cumbia, rock, ska y siguen los géneros. “Nos empezó a gustar esa onda de ir mezclando cosas. Cada uno pudo aportar lo suyo. Se fue dando, después puede haber gente que le guste y gente que no. Nosotros nos divertimos mucho”, aclara Pablo.
Otra arista de la banda es la pata literaria que se proviene de Sebastián Pandolfelli y su actividad paralela como escritor. En uno de los temas se puede escuchar la voz del genial Alberto Laiseca –de quien Sebastián es discípulo–. Otro está basado, en su letrística, en el “El tigre harapiento”, de Leonardo Oyola y un tercero –”Tuka”– en un poema de Fabián Casas. El grupo coincide: las letras provienen de Pandolfelli. Sin embargo, él aclara: “A veces vengo con la letra entera y Pablo empieza a jugar y termina poniéndole su impronta, se amolda para que sea para él más cómodo cantarla y la encontramos y entra. Está bueno porque después las sentimos propias… es más, me las recuerdan porque yo me las olvido…”
Los Barriletes Cósmicos están en pre producción de un próximo disco. Todos los integrantes de la banda crecieron en el barrio, ese barrio cercano al lugar en donde nació Diego Maradona. “Está muy presente el barrio, está muy presente la música que escuchábamos cuando éramos adolescentes y estábamos tirados en la esquina tomando cerveza juntos. Por eso es noventoso, sí, es lo que escuchábamos, es lo que nos quedó en la cabeza.” Nombrado el genial barrilete, Sebastián explica el origen del nombre de la banda: “El nombre Barriletes Cósmicos fue medio de casualidad, porque a la segunda semana de juntada dijimos, ¿cómo se llama la banda? Barriletes, porque era uno más barrilete que el otro. Y se nos ocurrió ir a registrar el nombre. Y el chaboncito que nos atendió dice: no, tenés que ponerle una palabra más porque si no, no lo podés registrar. Estuvimos una semana deliberando y volvimos y le dijimos: Los Barriletes Cósmicos. Sí, se puede. Bueno, listo. Y hace unos meses, antes de que lo rajaran a Víctor Hugo Morales de la radio, lo cruzamos en un evento y le dimos el disco y vio el nombre de la banda que era su frase y se copó y al otro día pasó un par de temas en la radio”.
Sigue lloviendo. Los Barriletes Cósmicos se quedaron ensayando. Las calles de Valentín Alsina tienen ese no sé qué.