“Los Blenders le robaron el peinado a tu papá, los calzones a tu mamá y el corazón a tu hermana”, advierte la banda originaria de Coapa en algún rincón de su página de Facebook. Al momento de esa declaración, sus cuatro integrantes todavía ensayaban en un cuarto de servicio acechados por vecinos gruñones, sin sospechar que ese cancionero urgente y pegadizo terminaría marcando a toda una generación. Tampoco imaginaban que su nombre aparecería en la grilla de festivales como Vive Latino o Coachella, y menos todavía, que tocarían para Will.i.am de los Black Eyed Peas en un comercial de Corona.
Es que Alejandro Archundia y los suyos empezaron a hacer música un poco por curiosidad, otro poco por casualidad: iban juntos a la secundaria, organizaban partidos de fútbol, y para completar el combo, solo les faltaba armar una banda. Cuando se cansaron de tocar cóvers de The Strokes y Arctic Monkeys, decidieron jugársela por un sonido propio: serían como unos Teen Tops pero en plan psicoactivo, y aggiornarían aquellas letras melosas y de amor juvenil hasta convertirlas en himnos de combustión espontánea. El resultado fue una ola de surf punk pasado por ácido que plasmaron en tres EP de producción casera, Oye (2012), Ah oh (2012) y Meta y dinero (2013), y ese derroche de nihilismo lo-fi fue suficiente para que la propuesta de Los Blenders calara hondo en sus contemporáneos.
La fórmula de la eterna juventud terminó de consolidarse en Chavos bien (2015), debut con la misma impronta DIY, que marcaría un antes y un después para el nóvel cuarteto mexicano. Aparte de potenciar su base de fans, el disco los proyectó internacionalmente: fue su pasaporte a los estudios de KEXP, que al año siguiente los convocaría para grabar una sesión en vivo. Con Ha sido (2017) dieron un salto cualitativo metiéndose en un estudio profesional bajo la producción de Carlos Medina, bajista de Little Jesus, y probaron que podían ampliar su abanico de posibilidades (hasta incluyeron canciones acústicas) sin descuidar su esencia.
Su esperadísimo tercer álbum se publicó a fines del mes pasado vía Devil In The Woods, resurrecto sello estadounidense con actual base en CDMX, e inaugura un nuevo capítulo en esta suerte de coming-of-age sonoro que vienen protagonizando Los Blenders hace casi una década. Abrazados a una tabla de surf (eso no se negocia), en Mazunte 2016 emprenden un viaje donde el aquí y ahora parece desdibujarse: “Creo que estoy despierto, pero todo se siente como un recuerdo”, canta Alejandro Archundia en “No me molestes”. Sin embargo, no todo es nostalgia. También hay lugar para la psicodelia, el post punk épico, y los chispazos de espíritu adolescente. Porque Los Blenders no serán inmortales, pero si algo lograron demostrar, es que mantienen viva la llama. Y que después de todo, madurar no era tan malo como parecía.
La pandemia retrasó bastante el lanzamiento del disco, pero ahora redoblan la apuesta con un concierto virtual el 10 de octubre titulado Mazunte 3016…
Alejandro Archundia: Sí, Mazunte 3016 es lo más ambicioso que ha hecho la banda. Puedo decir, sin miedo a equivocarme, que nunca van a ver algo parecido a esto.
Osmar Espinosa: El disco iba a salir el 20 de marzo y lo íbamos a presentar con un evento en el metro de la ciudad de México, pero inició el confinamiento y se cancelaron todas nuestras fechas. Esto le pega duro a la industria del entretenimiento, yo sé que no es lo mismo ir a un concierto y sudar y gritar, a verlo en la televisión, pero como artista tenés que adaptarte. Si querés seguir haciendo cosas, se puede. Solo hay que buscar la manera.
“Perdidos en Pantitlán” condena la brutalidad policial en México, problemática que se acentuó durante el confinamiento. Supieron potenciarlo con la propuesta distópica del videoclip…
A: La verdad, ni la teníamos pensada como sencillo al principio. La compusimos antes del confinamiento, pero con todo lo que empezó a pasar, pensamos que sería buena idea lanzarla y hacerle un video. No quisimos irnos a lo obvio y mostrar policías de azul golpeando gente, pero sí imaginarnos un mundo post COVID en donde este tipo de agentes del poder actúe sin consecuencias. Buscamos llevarlo al extremo para que la violencia fuera ridícula y no chocante, por el ya de por sí violento México en el que estamos viviendo.
O: Creo que encajó perfecto con la situación actual, todo se transformó en una locura. Por otro lado, el sistema nos jode siempre de alguna manera, y tenemos que encontrar también la forma de joderlos a ellos.
La canción explora el costado más oscuro y combativo de Los Blenders, mientras que otras dialogan con la nostalgia. “Depresión tropical”, por ejemplo, podría ser el himno perfecto para estos tiempos inciertos. ¿Buscaban hacer un disco introspectivo?
A: Se fue dando así. También porque ya estamos más viejos que cuando empezamos y andábamos todo el día borrachos. Eso ya no tiene sentido para mí. Aunque todavía haya canciones así, creo que ahora se centran más en por qué ponerse borracho… hay muchas cosas que estoy sintiendo, y al volcarlas en canciones me doy cuenta de que a otras personas les pasa lo mismo. Quizá sea un poco de decepción con el mundo real, que no es como nos lo habían planteado cuando crecimos.
Sin embargo, “Ponte punk” o “Punta Diamante” son odas a la juventud y el descontrol. ¿El desafío fue madurar sin perder la esencia?
A: Supongo que un poco sí, por eso también el nombre del disco: Mazunte 2016 habla de un pasado reciente pero que ya parece lejano, es el recuerdo de un mundo muy distinto al de hoy.
O: Aunque buscamos darle un nuevo sonido a la banda, siempre todo va en esa dirección: evolucionar desde lo musical sin perder la esencia, eso que siempre nos ha caracterizado.
Evolución que se refleja, sobre todo, en la forma de abordar la canción. Ahora la voz está más al frente que nunca…
A: Sí, hace unos años que vengo practicando para cantar mejor, entonces ya me da menos vergüenza que me escuchen. Además siento que ya llevamos al máximo ese formato de “canciones que no se entienden”, y era momento de intentar otra cosa.
En el disco anterior trabajaron con un productor, pero en esta oportunidad decidieron hacerse cargo ustedes. ¿A qué se debió?
A: Siempre hemos producido nosotros, pero en aquel momento sentimos un poco la presión de “ir al siguiente nivel”, y por eso decidimos meternos a un estudio profesional. Él nos ayudó a pulir un poco el sonido, y aprendimos a dejar que alguien externo opinara sobre la banda. Nos nutrimos de esa experiencia, pero esta vez decidimos volver a hacerlo nosotros, como al principio. Me gusta más trabajar de esa forma. Mezclar en mi casa, escuchar mil veces las canciones… en un estudio eso es muy caro y no te podés parar a las 3 de la mañana a meterle algo que se te ocurrió cuando te estabas quedando dormido.
O: Ahora ya sabemos cómo hacerlo y tenemos las herramientas. También estamos diseñando nuestro estudio para producir otras bandas y para que puedan grabar. La idea es generar un espacio, una especie de comunidad. Es que todo se volvió demasiado virtual y somos una banda que nos gusta dar amor, estar cerca de nuestra gente.
Con solo dos discos editados, ya habían grabado para KEXP y tocado en escenarios como Coachella y Vive Latino. ¿Les sorprendió la repercusión que tuvieron?
A: Son experiencias que estuvieron bien vivir, pero no necesariamente reflejan un crecimiento. Por ejemplo, nuestro primer show después de Coachella fue en Texcoco y había tres personas. Manejamos 20 horas en un carrito para llegar a KEXP, tocamos en Seattle y también había dos personas. Creo que eso nos ayudó a mantenernos en la realidad. Cada vez nos ve más gente cuando tocamos en festivales, pero ese crecimiento ha sido muy gradual. Los amigos con los que empecé ya ni tocan, no a todos les gustó que la banda creciera tanto.
Empezaron tocando por diversión. ¿Cuándo les cayó la ficha de que la música podía ser más que un hobby?
O: Si no tenés un trabajo estable es complicado poder seguir en la música. Siempre hicimos las cosas por nuestra cuenta, y el camino de la autogestión es difícil. Pero cuando vimos que nos estaban pagando y que empezaba a llegar otro público aparte de nuestros amigos, ahí nos dimos cuenta de que sí se puede lograr. Es una bendición lo que nos pasa, y eso lo tenemos claro. Muchos desertan porque es difícil. Yo soy de Pantitlán, alguien de Pantitlán no tiene tantas aspiraciones. La gente acá tiene un trabajo y ya, no se arriesga a otra cosa, más que a tener su vida completa y segura. Así que es una suerte estar en esta situación y poder hacer lo que nos gusta de manera profesional.
¿Y qué fue de esos chavos que decían haberle robado “el peinado a tu papá, los calzones a tu mamá y el corazón a tu hermana”?
A: La verdad, hoy estamos más tranquilos y en paz con quiénes somos. Antes estábamos muy confundidos y enojados, ahora simplemente vamos surfeando las olas de la vida intentando no mojarnos.
Los Blenders presentarán el concierto virtual Mazunte 3016 este sábado 10 de octubre, entradas disponibles a través del sitio de la banda. Escuchá Mazunte 2016 en todas las plataformas de streaming (Spotify, Bandcamp).