Dueño de la frase “Todos somos locos inestables potenciales blancos de control”, Lucas Martí puede caracterizarse por ser un compositor cuya lírica está centrada en el comportamiento de las personas a partir de la mirada de los otros, el famoso control social del que hablan innumerables teorías de la sociedad moderna. Quizás por eso no sea casualidad que el tercer álbum de Varias Artistas, el proyecto ideado y producido por Martí y Ezequiel Kronenberg, lleve el nombre de Presión social.
“El título me gusta porque sonaba fuerte y no se presta a muchas interpretaciones, que es lo que yo quería, que sea muy directo” dice Martí. Ser directo y no dar lugar a confusiones suele ser el objeto por el cual batallan muchos de los músicos independientes de Argentina a la hora de lidiar con, o contra, la lógica mercantil. Desde ese punto de vista Varias Artistas es un producto difícil de abordar, ya que no es un grupo, no es un compilado ni es un par de discos aislados. Es un proyecto ambicioso, en el sentido que convoca a una veintena de cantantes femeninas que provienen de diferentes ámbitos de la escena musical: pop, folk y rock en su mayoría, dando como resultado una obra homogénea que irradia por su combinación de géneros y una composición que no pasa por desapercibida, como todo lo que hace Lucas Martí. A su vez, tras la edición de tres discos V.A. ha cultivado un público específico que muchas veces, según cuenta Lucas, funciona como motor de inspiración a la hora de componer.
¿En qué te inspiras a la hora de componer para Varias Artistas? Por ejemplo el teclado del tema “Sopa de Letras” me hizo acordar a una banda sonora de una serie de TV los ochenta, ¿puede ser?
Me inspiro en el proyecto y en la idea de alimentar ese espacio que generamos con nuevas canciones. Me inspira saber que hay un público del proyecto que está esperando más de V.A., así que pensar en ellos es una inspiración. En el terreno música no hay límites y como vos decís las influencias pueden venir tanto de músicos de rock o pop como de cosas del cine o la TV.
En una entrevista para Rolling Stone allá por el año 2006 te preguntaron por la canción que te hubiera gustado componer y dijiste “Danza narcótica“, de Virus porque te fascinaba la frase: “Trance en la aldea electrónica”, ¿diez años después seguís pensando lo mismo?
Me gusta muchísimo, todo ese disco es un tesoro; a mí me cambió musicalmente y me hizo interesar por otros artistas que no había escuchado antes.
¿Qué diferencias y/o similitudes podés mencionar en cuanto a composición y producción desde que V.A. arrancó allá por el año 2007?
La idea giró siempre en torno al primer disco que fue el que marcó el concepto general, después lo fuimos mutando hasta llegar a este último trabajo que de alguna manera es la combinación de los dos primeros discos. Sumamos cantantes, géneros y elementos en la producción.
Tal como cuenta Lucas, Presión social tiene el mayor número de cantantes convocadas que sus discos anteriores; la interpretación de las canciones estuvo a cargo de un total de 26 voces, que en algunos casos se lucieron a dúo (Alelí Cheval, Bárbara Palacios, Candelaria Zamar, Carola Bony, Dani Umpi, Emme, Erica García, Eugenia Brusa, Jimena López Chaplin, Juliana Gattas, Julieta Brotsky, Loli Molina, Loló Gasparini, María Ezquiaga, Mariana Baraj, Marina Fages, Natalia Cabrera, Nina Polverino, Noelia Mourier, Paula Kohan, Paula Meijide, Poli Sallustro, Rocío Bernardiner, Rocío Fernández, Rosario Ortega, Sofía Vitola, Vera Spinetta).
A diferencia de sus predecesores Papá (2007) y Se puede (2011) es un disco más limpio en cuanto a sonoridad; sin la preponderancia puesta en la electrónica, la primacía está en los tres instrumentos clásicos de una banda de pop rock: guitarra, bajo y batería. “De la guitarra salieron todos los temas pero después a la hora de arreglar y grabar el disco se dividieron las tareas y se compensó todo entre esos tres elementos” cuenta Lucas. En aquella decisión la atención se concentra en la composición de las letras, que como formando parte de un manifiesto hecho canción se traduce en una suerte de emblema en contra del status quo: “No es la granja de los Ingalls donde quiero estar” (“Presión social”), “Rígidos porque amarrarnos si el nacer nos liberó” (“Solo un rato”), “Entre cosméticos el poder quedar dormida se me perdió” (“No me necesita”), “Aprendemos enseñando a los demás porque nadie hace el amor en soledad” (“Sopa de letras”), “Te hacés el misterio en la remera de Pink Floyd y estudiás para entre amigos dar lección” (“Vamos bailemos de nuevo”), “Junto al pensamiento occidental viajan el miedo y el mal buscan venderle verdad a los propios dueños del lugar” (“Cara tapada”).
Por su parte, Kronenberg escribió en su cuenta de Facebook que Presión social “no es de esos discos que funcionan solamente con poner play. Necesita que cada uno tome el rol activo que “el gran desconocido popular” nos propone, tiña las canciones con sus vivencias, y encuentren sus propias maneras de identificación y transformación”. Quizás por eso el concepto Varias Artistas sea algo más que un proyecto musical. Un proyecto que luego de tres discos editados no necesita explicaciones, la mochila de la cual parece querer desprenderse su ideólogo, porque ya tiene su lugar en las bateas de la escena pop argentina.