Me contacto con Mariano Villasante y me dice: “Ven a mi sala suburbana. Me obsesiona tu prisión”. Comprendo a medias. Tomo el tren Roca hasta la estación Adrogué, sur de la Provincia de Buenos Aires. Conurbano. Comienzo a caminar por esa zona amable y muchas veces bella del sur bonaerense que Mariano denomina Adroguelia. Inmediatamente me pierdo, engañado por la serie de diagonales. Pregunto. Tomo la Diagonal Toll: empedrado y diversas especies de árboles. Llego, entonces a Árbol Caído – nombre que hace honor a un ciruelo que presidía el jardín contiguo a la sala – el lugar de encuentro que gestaron Mariano y Roncha, su hermano, primera sala de ensayos de Adrogué próxima a celebrar sus veinte años. Toco el timbre y me recibe Reyel, un perro suburbano, negro y amable, luego aparece Villasante y detrás, con lentitud, se asoma Camell, la vieja perra de la madre de Mariano.
Bendito tú eres
Llega la primera ronda de cerveza artesanal. En la sala B suena Rico Perico – y suena muy bien. Mariano Villasante fue parte de una banda denominada Ánima Bendita, que tenía una repercusión y una cantidad de seguidores de cierta importancia en el ámbito del Conurbano. Grabaron los álbumes Ánima Bendita (2000), Desilusión y va (2002), Los párpados (2004), Un elefante no es un pájaro (2007) y ese canto de cisne que es Otra vez nuevo (2016). Fue una buena banda, reflexiona Mariano. Le comento que noto un cambio entre su nueva producción y su anterior banda: “Seguramente, no puedo darme cuenta del todo. Ánima también tiene como distintas etapas. Tuvimos nuestra parte electrónica y nuestra parte más folki y acústica y la de banda de distorsión con batería, productor… Pero sí que ahora me tuve que hacer parte de la producción, de la ejecución, de mi parte, voz, teclados, coros. Convocar a los músicos, elegirlos. Hay mucha libertad en eso, ¿no?” Cambios. “Y sí… pasaron diez años u ocho…pasaron dos hijos, dos mudanzas. Apostar a eso también, ¿no? Posta, tenés que apostar a eso, si no el mundito es como raro. Yo prefiero entrar y salir”. Cerramos con otra ronda de cerveza y con las ánimas pasadas: “El trabajo en equipo está muy bueno, es groso, tiene un poderío. Está muy bueno cuando fluye, cuando florece. Pero creo que tardé bastante tiempo en darme cuenta de que eso se había como dispersado, ¿no? Pero todo llega, todo tiene su momento. Este es un buen momento, salir de eso. Además siento que el cierre fue con amor, fue con música. Hay una distancia, igual”.
La musiquita se comparte
Sentado en el patio de la sala Árbol Caído uno puede divisar: diversos troncos que ofician de asientos, los dos perros deambulando, una parrilla, un quincho, árboles y una inscripción en uno de los muros: La música se comparte; tal el título del disco solista de Mariano Villasante. “Había pensado otras cuestiones pero surgió. Mi amiga Sole Helicóptero se encargó, en su última visita, de decirme: no, Marian, la música se comparte, toda la vida. Christian también es el dueño del estudio, el que coprodujo conmigo, en su lugar, muy a pulmón y con un trabajo muy serio, yo estoy muy conforme y está bueno cuando quedás conforme, porque conocés los errores, conocés las limitaciones que tiene pero al mismo tiempo estás valorando eso que es tan difícil de lograr con la música. Que es la conexión, la tocada ahí, porque estos fueron encuentros de ‘vení, grabá pum’… se hace la maqueta… El estudio queda acá a cinco cuadras”. El estudio en cuestión se llama Nologia y es comandado por Christian Pérez Lencina. “En este caso yo me vi llevado a tener que grabarme y buscar un lugar donde grabarme y apareció con mucha libertad y mucha entrega, incluso hasta con el condimento de que le guste mi música, y cuando encontrás un lugar donde grabar, ya la situación se desencadenó. Empezamos con la idea de grabar un par de canciones y terminamos grabando un disco, que pensamos que era lo que merecía el encuentro”, explica Mariano en tanto aparecen los integrantes de Rico Perico, que han finalizado su ensayo. Mariano abre otra cerveza, le pregunto cómo fue la grabación del disco: “Hermosa. Fluida, totalmente. Con encuentros cada uno especiales. Recomiendo esta forma de grabación. De alguna forma te corre del eje de banda ensayando y grabando”. En la grabación de La música se comparte cantan, tocan, interactúan muchos músicos amigos/as de Villasante y le pido que me explique eso mientras la tarde comienza a hacerse noche en el conurbano: “Hola, estoy haciendo un disco solista, sabés que hay un tema que es para vos, te imagino a vos tocando, ¿qué te parece? Te mando la maqueta. Yo estoy grabando, cuando vos puedas, lo hacemos… Sí, Marian, olvídate, lo que necesites, contá conmigo, mándame la maqueta, un abrazo. Guau… Así fueron veinte duendes. Yo tenía la maqueta del tema grabado con un teclado Casio maravilloso que me llegó del cielo, eso lo teníamos grabado, metía la voz, que muchas veces fue la que quedó y a grabar. La verdad es que cumplí un sueño, porque siempre imaginé que iba a hacer este disco. En mi cabeza estaba. Un día voy a hacer un disco con los músicos de acá, que algunos los conozco, no sé, hace veinte años. Y nos entregamos a la música con amor”. Mención especial para Eki Bessada, una tapa, la de La música se comparte, bella, precisa, de otros tiempos tal vez, de cepa artesanal.
-El disco ya está, ¿qué esperás del disco?
-Espero tener la valentía y estar a la altura de armar una banda, y presentarlo y tocar, eso estaría divertido. Sé que no me come la cabeza tocar. Pero sí quiero un: che, ¿vamos acá? Y que suene. Ya hablé con los músicos con los que sé que puedo encarar un grupo de ocho o diez canciones… También tengo el recurso de tocar solito. Mientras uno lo hace pasa por momentos, y por momentos decís: guaauuu, estoy haciendo esto, es espectacular y qué bueno que lo estoy haciendo. Y por momento decís: esto no sé, que sé yo, no le va a gustar a nadie… eso creo que nos pasa a todos. Porque los gustos… es obvio que hay gente que le va a gustar y gente que va a pensar que no está bueno… De hecho, de diez, ocho deben decir: esto no me gusta. Si no estaría tocando en el Luna Park.
La sala da
Mariano, entre charla y cerveza, organiza temas de la sala de ensayos. En ella se llevan a cabo los Ensayos Abiertos, bien conurbaneros. Registró dichos ensayos, Villasante, en un libro titulado Crónicas Abiertas. “Este año cumplimos veinte años… van a pasar cosas, ahora estoy con lo del disco, pero sé que se viene ese momento. Y ya lo estoy pensando. Quiero hacer una linda junta. Nos la merecemos. Y el espíritu del disco y de los músicos no podría ser sin el Árbol Caído, ¿no? Y el Árbol Caído es la primera sala de Adrogué, es la piedra”. Aparece la mamá de Mariano, que vive en el fondo de la sala; ofrece pizza. “Hay dos salas, cuando hicimos la segunda se armó todo el caldo de los Ensayos Abiertos”. Árbol caído es un lugar de encuentro para Adroguelia y aledaños: “Y de buena onda, fluye, por acá pasaron montones de músicos, montones. Siento que lo de los veinte años va a ser un gran momento, y todo confluye. Ojalá que en unos meses estemos hablando de que el disco circuló y que los veinte años y que la familia y en lo posible mudarse cada vez más lejos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”.
Una chica con la remera de Adrogué
Me parece que en el disco hay un tema que refleja un poco lo que sos, sobre el conurbano, que es “Chica de Capital”. Lo veía relacionado también con la música. Hay una apuesta al Conurbano, le comento. Mi vaso está vacío. Anochece, Reyel se me acerca y lo acaricio. “Volví a vivir acá con la chica, y toqué con músicos del conurbano en un ciento por ciento, te diría. Ahí había una búsqueda que se concretó”.
“El Conurbano está presente en cómo se vive y en cómo uno encara las cosas. El conurbano es un lugar bastante especial porque no estás adentro de la burbuja, pero estás al toque, saltás, entrás y venís. Podés usar la Capital y después volver a los Árboles. Aunque acá se vive, prácticamente, hasta las seis, siete de la tarde como en una ciudad. Pero tenés los momentos de soledad, de silencio, de pájaros, de chicharras, hay muchos árboles. Está muy presente. Juega mucho. A mí me interesa mucho cantar desde esta lectura. Porque siento la naturaleza como parte de mí, como que formo parte de un todo. Hay que recuperar esa visión de que formamos parte de un todo, ¿no? Porque el egoísmo es muy fuerte y mejor es compartir”.
Gran tema, la relación de las bandas del conurbano o del interior con el circuito en el que “hay que triunfar”, este es el de Buenos Aires. Estamos en el sur del Conurbano: “No hay referentes, no hay personas que la hayan hecho… tienen que aparecer, todavía. En el Oeste hay un montón, en La Plata ni hablar. Caminás por La Plata y lo tenés a Moura, yo qué sé. Tenés el duende caminando, o el de El Indio. Acá no hay esos personajes que hayan llegado. En Banfield vivía Sandro, a eso me refiero. Después me parece que ya no vemos la necesidad de tocar en Capital, también. ¿Para qué?, en un punto. ¿Por qué? Si las condiciones, a veces, no favorecen. Por supuesto que aquella banda que puede penetrar, es porque la están haciendo bien. Hay bandas acá, pero son como bombas pequeñitas. Calculo que si hubiera alguien que rompa, eso ayudaría mucho. Tuvimos a Los Brujos que eran de Turdera, tuvimos los Babasónicos que son de Lanús. Pero tampoco hay personajes, ponele, de los ochenta. No sé qué onda el Conurbano en ese momento pero no hay muchos casos, hay algunas bandas pero no hay registro, inconseguible el material… queda en la experiencia, y dejar un registro de lo que fue tu música para mí es como primordial… Prioridad: dejar registro de mi música, en lo posible. En la música, todos somos unders con excepción del Indio Solari”.
Es el título de la nota – anuncio.
“Acá en Calzada” –me explica Mariano que por suerte trajo otra cerveza- “vive Dtoke, que es el campeón, el number one de la riña de gallos. Eso necesitamos: figuras así, y este pibe, yo estoy en el bar con él y lo empiezan a saludar los pendejos: ¡eh, Deto!, ¡eh, una foto Deto! Y el mundo del rock está ahí. ¿Se agranda o se achica? Se amplía porque hay más música, pero se achica porque hay menos convocatoria. En eso somos todos unders. En los noventas tenías a Los Piojos, tenías a La Renga, tenías a La Bersuit, tenías a Calamaro… todos creciendo en su público. Hoy, olvídate. El público se achicó. Por eso los Ensayos abiertos, por eso la movida en Capital en la casita de los chasquidos, circuito chiquito, Pacha, es lo más rock que tuvo la ciudad, increíble. Y ahí nació el slam de poesía, toda esa crema ahí, escuchándose a sí mismos. Está bueno porque hace ruido. Lo digo como conurbanero. Fui a tocar a la casita y me voló la cabeza, invitado por Ivo Ferrer, hice Musiquita en la Cocina, me encanta, acá se hizo un Musiquita en la Cocina espectacular, setenta pibes así, en silencio, buenísimo. Tiene re poder pero estoy hablando del circuito como un lugar raro, donde hay muy buenas propuestas pero hay poca convocatoria. También está el tema de la guita, ¿no?”
Claro, pagar doce mil pesos para ir a ver a Rod Steward… le digo. Nos reímos. Los perros salen a pasear con la madre de Mariano. Ya es noche en Adrogué. Espero que no me engañen las diagonales.
Mariano Villasante presentará La música se comparte el viernes 4 de mayo en BaRocka (Av. Espora y Bouchard, Adrogué).