Hace rato que el multifacético Martín Villulla, más conocido por su alter-ego Marton Marton, participa de forma activa en la escena independiente como músico y productor. Tras incorporarse el año pasado a la cofradía neuquina de Atrás Hay Truenos en sintetizadores, y luego de comandar varios proyectos en los que dio rienda suelta a su costado más aguerrido, como fue el caso de los setentosos Panamérica o la apuesta cancionera con perfume a britpop de Los Bonvivant, este treintañero oriundo de Chascomús acaba de dar a conocer su primer trabajo solista, y casi sin proponérselo, resultó ser el secreto mejor guardado del indie lagunero.
La película que no te has montado es ciertamente un viaje, pero no cualquier viaje; se trata de una expedición que desemboca en el centro mismo de su creador, quien a través de ocho composiciones bañadas en atmósfera psicodélica, construye un universo poético sólido; a su vez, de carácter sutil e intimista. “En un punto creo que me gustan más los demos que los discos. Tratar de hacer un puente entre esas dos cosas creo que le dio ese toque personal a estos temas”, explica Marton, que reside desde 2006 en Buenos Aires; “los grabé completamente solo en casa, con una libertad total para tomar decisiones. Casi que empezaron siendo demos o maquetas y las fui haciendo madurar sin pensar en que iba a ser un disco“, agrega, imprimiéndole todavía más espontaneidad a la propuesta.
Vuelo instrumental y ecos que elevan el trip hipnótico a la enésima potencia, gusto por las buenas melodías y un trabajo de producción que aunque cuidado, no atenta contra el espíritu casero de las canciones, son algunos de los factores que hacen de este debut un candidato al eterno repeat, al tiempo que ponen de manifiesto la destreza de Marton para transformar su propio proceso introspectivo en una fuente inagotable de paisajes sonoros.
Tocar en los Truenos debe ser toda una experiencia; sobre todo desde lo espiritual, por la conexión que tienen en vivo. ¿Sentís que formar parte de ese proyecto te inspiró de algún modo para este nuevo trabajo?
Imaginate que esa experiencia que se genera en vivo, de alguna manera se dio también en nuestras vidas. Nos enamoramos profundamente y eso generó un tráfico de influencias enorme. Creo que las bandas son un milagro, y ese milagro se produjo entre ellos, conmigo, y también con Federico Orio, desde que se incorporó en percusión. Sin duda me influyó para el disco y los tuve muy presentes durante el proceso de grabación, ya que mientras eso sucedía, con la banda girábamos, ensayábamos y seguíamos creando cosas. A su vez ellos me abrieron la puerta a tener contacto con mucha música nueva y músicos de bandas cercanas (Mi amigo invencible, Él mató a un policía motorizado, por poner algunos ejemplos) que también se transformaron en influencia directa, ya que en algunos casos, hasta tocamos juntos en proyectos paralelos.
El disco tiene un clima de encantamiento. ¿Creés que tiene que ver con el hecho de haber crecido lejos del caos porteño?
Supongo que sí. El conocer otros modos de vida que te acercan más a la naturaleza, lo que pasa con el clima, etc., te hace tener un punto de referencia distinto de cómo son o “cómo deberían ser” ciertas cosas. Haciendo este disco por algún motivo conecté mucho con Chascomús y con momentos de mi adolescencia e infancia (que transcurrieron allá). De hecho hay algunas canciones hechas sobre bocetos que hice en aquel tiempo. También, a lo largo de este año fuimos forjando un movimiento de bandas oriundas de allá, que traen consigo algo de todo ese mensaje (Tobny Houston, C o s t a s , Perrosalchicha, Piter Mazda) por lo que fue ganando fuerza el clima lagunero en toda esta nueva música.
Respecto a la lírica, ¿hay algún concepto unificador que atraviese las canciones?
En un principio no me propuse nada concreto. Dejé que sea más vale espontáneo. Después, escuchando los temas de corrido y ya viéndolos como un disco, pude notar que había cierto cuestionamiento (o auto-cuestionamiento) más de tipo existencial. Las letras en sí no van atrás de una temática que sea tan visible. Hablan de preguntas que me hago todos los días. ¿Qué hago acá? ¿Para qué? ¿Con quién? ¿Qué es este mundo que estamos construyendo? Es el primer disco que hago después de haber cumplido 30 años. Creo que nuestra generación está en un momento en el que somos actores centrales de la realidad, con suficiente potencia física y mental como para poder marcar el rumbo que vaya a tener el mundo los próximos años. Esa consciencia pesa en la música y las letras de este disco, paradójicamente, de forma relajada. Como así también, tratando de arrancarme algunas verdades que ni a mí mismo me menciono.
Navegás por paisajes psicodélicos, y en ese camino hay ecos de Syd Barrett, también un guiño a NEU! en el primer track… ¿qué otros sonidos te inspiraron?
Hay algo de la actualidad musical que creo está cambiando. El mundo no es el de hace 5, ni 3 ni 2 años. Claramente el escenario está más violento y difícil, al menos para los que empujamos en dirección opuesta al sistema así como está planteado. De entrada bajé la guitarra dos tonos y eso siempre te genera cosas nuevas. Una atmósfera algo más oscura y grave (metafórica y literalmente). Eso me reencontró con cosas viejas de Beck, de Air o de Blur. Incluso de Nirvana o Sonic Youth. Ya te digo; violencia, que es lo que veo crecer en la calle y en el mundo. De la actualidad me matan los Thee oh Sees, los King Gizzard & the Lizard Wizard; pueden traducir esa violencia a un plano artísticamente maravilloso. El plano psicodélico siempre me pareció más vale necesario para cualquier expresión musical. Es como la parte de fantasía. En ese tren hay delicias como Mild High Club o Jerry Paper que te llevan a lugares sobrecogedores. Lo mismo, ciertos discos de Broadcast, Yo La Tengo, Can, Spacemen 3, Spectrum, NEU!… Lo que estuve escuchando mientras hacía esto. Lo del primer track (que se llama “DEU!“), efectivamente es un modestísimo homenaje a los krauteros, ya que el beat de batería es el paradigmático del género.
¿Cuál es La película que no te has montado?
Creo que somos una sociedad muy movediza respecto a sus preferencias, gustos o fanatismos. He visto (y me he visto) cambiar de pareceres o inclinaciones de un momento a otro. Ese ritmo, en gran medida, entiendo que lo han impuesto los que ocupan el famoso poder real, las redes sociales, donde está el néctar del nuevo consumismo. Hasta las posiciones políticas o los gustos artísticos de buena parte de la gente están marcados por lo bien o mal que eso quede en una foto que suben a un perfil o lo que sea, y la popularidad que eso genere. Incluso en la música, o como artista, hay distintas formas de darle crecimiento a un proyecto. En varios casos veo una búsqueda desesperada de lograr rápidamente cierto reconocimiento o popularidad. En mi caso, no tengo apuro alguno en obtener ni una cosa ni la otra. Estoy más vale interesado en que lo que quede impreso en un disco, sea fiel a lo que creí que en ese momento quería hacer o decir. El nombre La película que no te has montado, justamente, trata de marcar un paradigma diferente frente a eso. Viene a ser algo así como el mambo que no te comiste, o no te apures a ser bueno. Es un disco que no pretende gustarle a nadie, no sale a ganar ningún tipo de público concretamente. Es absolutamente personal y hasta egoísta en un sentido. Quizás detrás de eso se esconda algo de lo interesante que pueda tener (si es que lo tiene). Lo único que puedo afirmar al respecto es que al ver la portada y escucharlo en su conjunto, es a mí a quién veo detrás de todo esto.