Pocas bandas del under argentino han visto la historia como Matilda. Juan Manuel Godoy y Nacho Espumado se embarcaron en pleno 2001 en un proyecto electropop que se alejaba del imaginario tradicional sobre las bandas y el éxito, y no buscaba “pegarla”. El foco, dicen, estaba en la música y en ir a tocar a donde haya alguien que quiera escucharla.
El dúo indie rosarino está a punto de cumplir quince años y lo celebran con la salida de su quinto disco de estudio, El río y su continuidad. Y en esta entrevista exclusiva, Juan repasa la trayectoria de una banda que nunca buscó alinearse ni parecerse a nada.
¿Cómo va a sonar el nuevo disco?
Los discos anteriores eran conceptos más cerrados, con una producción muy sintética, más simple. Iban bastante directo al grano. Cada uno con su sonido particular, pero son discos casi exclusivamente de tecnopop, o electropop, con ideas de sonido y producción bastante cerradas. Como que todo el disco era una sola entidad. A este nuevo quisimos hacerlo más heterogéneo, ir más relajados en ese sentido, sin dejar de ser lo que somos y usar las herramientas que usamos. Si bien con la letras hay una cuestión que un poco une a todo el disco, cada canción es un universo propio.
¿Seguís siendo vos el que escribe todas las letras?
Sí, siempre. La forma que tenemos de componer es que yo generalmente armo melodías, y las letras, y después con Nacho hacemos todo lo que es la producción y los arreglos del disco.
¿Y de qué hablás en este disco?
Yo fui papá hace tres años y voy a ser papá otra vez en un mes, más o menos. Las letras tienen que ver un poco con eso. No necesariamente con la paternidad como diciendo “bueno, fui papá, etc”, sino con como te planteás tu propia vida y pensás un montón de cuestiones: la vida, la muerte, etc. Algo medio “metafísico”, por así decirlo, medio existencial. Las letras de Matilda siempre tienen una cosa medio de bajada de línea, que si bien no es política explícitamente, hay una auto-crítica social, ponele. Traté un poco de correrme de esa cuestión. Este disco es más reflexivo, más personal. Una de las cosas que yo pensaba es que en algún momento le voy a tener que explicar a mi hija qué es la muerte, o qué pasa después de eso. A raíz de eso surgió uno de los temas, “Nada se va”. Yo no tengo religión ni nada de eso, pero sí creo que las cosas se transforman. Uno se muere y se lo comen los gusanos, y de alguna manera eso es una continuación, siempre se sigue dando vueltas en el universo.
¿Cómo fue creciendo la relación entre ustedes dos en estos quince años? ¿Cambió algo en la manera de manejarse, de componer, y demás?
Tenemos una forma ya bastante aceitada. Somos amigos desde hace unos 17 años, tocamos hace 15, y lo que está bueno es que hicimos todo un proceso de aprendizaje juntos. Nosotros no éramos músicos, no habíamos estudiado. Nos llevamos muy bien, nunca hemos tenido problemas de nada. A lo sumo cuando estamos un poco hinchado las bolas de juntarnos, uno llama al otro y le dice “che, mirá, yo no tengo ganas de juntarnos”. Y todo bien, nos juntamos la semana que viene y ya está. Y así. Cada disco que hemos ido grabando ha sido un aprendizaje en todo sentido: lo técnico, lo compositivo, la difusión… somos una pequeña empresa de dos, hacemos todo nosotros. Somos nuestro propio mánager, cerramos nuestras propias fechas. Esta mañana Nacho estaba terminando él mismo el diseño del disco. Nos manejamos en marcos que a nosotros nos parezcan cómodos y confiables. Procuramos no apuntar tan alto. A veces por ejemplo vas a un estudio a grabar voces y después medio que no te gusta como quedaron. Ante eso nosotros preferimos grabar en el estudio de Nacho, a nuestro tiempo, cómodos.
¿Cómo es ser una banda independiente con cierto renombre y trayectoria y haber hecho todo desde el interior? ¿No hace falta irse a Buenos Aires para lograr que un proyecto tenga fuerza?
Siempre recuerdo que una vez, hablando, dijimos que íbamos a procurar no vivir de la música sino vivir con la música. No desesperarse y decir “hay que hacer esto para pegarla, hay que irse a Buenos Aires, hay que tener un mánager”, y demás. Queríamos hacerlo como nos sintiéramos cómodos, pero no de una manera hippie, sino de una manera tranquila pero constante. Ser responsables y serios con las invitaciones a tocar. Y creo que algunos frutos ha dado. Ahora vamos a tocar a Córdoba, Santa Fe o Paraná y son lugares donde se siente como si tocáramos en nuestra propia ciudad. Todo depende del anhelo que tengas. Si vos querés vivir de la música, entonces quizás sí, te diría que te vayas a Buenos Aires, pero no porque allá haya mejores bandas. La diferencia es que si viviésemos en Buenos Aires las notas que nos hace acá el diario La Capital allá saldrían en el Clarín, o en el Página, y eso lo ve todo el país. De hecho siempre después de que nos hacen una nota en algún medio así nos llaman al toque para ir a tocar a alguna parte. Tiene rebote a nivel nacional. Siempre hemos procurado ir a tocar a lugares donde tienen ganas de que vayamos. Donde nos estén esperando. Si lo forzás, te podés terminar comiendo un garrón bárbaro. Y generar algo así en Buenos Aires es muy difícil, es un monstruo con muchas cosas, mucha información. También a las bandas de Buenos Aires creo que les cuesta salir del circuito de allá. Quizás para nosotros es fácil porque somos un dúo, pero nos gusta irnos a todas partes. Eso es algo que también está cambiando: el formato de las bandas. La banda con batería está cada vez más complicada. Pero en fin, a las bandas les cuesta salir de lo local. Hay discos que aparecen y están buenísimos, pero es como que lo graban, lo presentan, y después ya está. Hoy en día las redes sociales, si tenés algún tipo de manejo y te encargás de hacer ese trabajo de hormiga, te permiten exponerte. Podés hacer que tu disco circule a otro nivel.
Ustedes empezaron en 2001, supongo que sus vidas eran muy distintas. ¿Como conjugan ahora la música con su vida personal, laboral, familiar…?
Es como lo que te decía antes; yo no quiero vivir de la música, pero eso no significa que lo haga como si fuera jugar al fútbol un sábado. Hay que tomarlo seriamente. Nosotros somos un proyecto que se autosustenta, porque ya a esta altura del partido uno va a tocar y te pagan un cachet y eso permite que no necesites desembolsar plata para comprarte cosas, y demás, o incluso te genera alguna ganancia. Si bien no vivimos exclusivamente de la banda, tampoco es solo un hobbie. Cuando uno va creciendo y tiene un trabajo y esposa e hijos, tenés que encontrar la manera de que en tu agenda semanal eso también encaje. No es negociable. Es una cosa más, como tu trabajo. Yo de lunes a viernes trabajo en un centro de salud. Y después martes y jueves me junto con Nacho a hacer música, que es lo que me gusta. Pasa que hay todo un imaginario de lo que es tener una banda que es un cliché. Es como “tenés una banda, bueno, tenés que tener un mánager, y sacarte fotos, y pegarla, y salir en la radio…”. Nosotros justamente intentamos que ese no sea el camino. Hacemos una vida bastante ordinaria en algún punto. No nos comemos ese mambo del rock.
Contame sobre el RoBA, el festival de bandas rosarinas en Buenos Aires donde van a tocar el fin de semana.
Siempre tuve ese costado de gestor cultural, de armar cosas. Yo andaba pensando en que para los rosarinos siempre es difícil ir a tocar a Buenos Aires, armar una movida allá. Sin embargo cada uno tiene esa quintita de gente que conoce a su banda. Hablando con mi amigo Pol Nada le propuse hacer una fecha de rosarinos en Buenos Aires y el justo se había mudado allá, así que se puso a averiguar y empezamos a cerrar la idea. La idea es poder decir “che, acá en Rosario está pasando esto”. Se habla mucho de la movida de La Plata, quizás por la cercanía con Capital, y porque es una ciudad universitaria con muy buenas bandas. Pero de lo que pasa en Rosario se habla bastante poco y no me parece que haya menos proyectos o proyectos de menor calidad que en La Plata o Buenos Aires. Está bueno empezar a generar una entidad colectiva con respecto a la música de la ciudad. No como esa música tuviese una característica en particular, sino para hablar de los proyectos de acá y poder ser vistos desde ahí hacia otros lados.
¿Qué pensás del futuro? ¿En qué ves a Matilda de acá a unos años?
Haciendo música me veo sin dudas, porque ya es algo cotidiano, más allá de Matilda hago música también acá en mi casa. Le grabé un disco a mi hija para su cumpleaños. De alguna manera todo lo que tengo también es gracias a la música. Yo nací en la zona sur de Rosario, una zona mucho más humilde, donde no abundaba este tipo de música. Ni sabía lo que era el under, el indie. La música me fue llevando a otros lados, me hizo conocer a otra gente, e hizo que en mi cabeza entraran otras ideas. Soy muy agradecido de la música; haberle dado bola hizo que mi vida fuera para un lado con el que estoy muy contento, y creo que Nacho también. En el futuro cercano con Matilda vamos a seguir tocando, y ojalá que en el futuro lejano también. Creo que sí, porque tenemos una personalidad que no es para nada dramática, de decir “che, la verdad que yo siento que no puedo…” o algo así. No, somos bastante terrenales: si encontramos tiempo vamos y lo hacemos. Sí, la idea es seguir haciendo música, seguir siendo sinceros con uno mismo. Hacer música tratando de no impostar nada. Decir “esto es lo que podemos dar”, esté bien o esté mal.
¿Cómo escuchás música? ¿cuánto hace que no comprás un disco físico?
Hace muchos años que no escucho música en CD. Yo fui parte del colectivo Planeta X y ahí por el 2003 empezamos a bajar música con el Soulseek. Era un P2P como el Ares, pero estaba más bueno. Ahora está medio la moda del “anti-mp3”, pero sin el mp3 nosotros en esa época nos hubiésemos perdido de mucha música. Conseguíamos muchas cosas que no se habían editado acá, que era imposible comprar. Ahora la música que escucho la bajo. Algunas cosas voy picando en Spotify, pero prefiero tenerlo bajado. Lo que sí está cambiando son las formas de consumir la música. El otro dia hablamos con Nacho el tema del disco largo. Vemos que la gente ya no escucha discos largos. Capaz lo que hay que hacer es enfocarse en menos temas pero con una producción extra. La forma de consumir música ya cambió. Es increíble, pero mucha gente escucha música a través de YouTube. Mucha gente.
Y también en relación a los años que tiene la banda, ¿qué música estás escuchando o te influye ahora y en qué difiere con lo que escuchabas cuando arrancaron?
Al principio escuchaba cosas más referidas al género tecnopop, y después fui escuchando música latinoamericana, brasilera, diferentes ritmos. Eso te enriquece, no encasillarse en un género. Te va haciendo una ensalada que está buena. Nuestro nuevo disco creo que refleja esa heterogeneidad.
¿Qué planes hay para este año con el nuevo disco? ¿Van a salir a tocarlo?
Venimos de tocar en el Creciente Magnética en Santa Fe, y viene el RoBa en Buenos Aires, y luego tenemos una fecha en Distrito Siete (Rosario). Después hasta septiembre calculo que no vamos a volver a tocar. Ahí vamos a presentar el disco en la Plataforma Lavarden de Rosario. Y después veremos. Calculo que volveremos a Córdoba este año, y quizás a Concordia. Lo que vaya surgiendo. Más que nada ahora estamos abocados a ensayar el disco. A mí se me viene un niño nuevo ahora a fines de julio. Vamos a estar preparando la presentación del disco más que nada, que de alguna manera es todo un reto porque ya Nacho no toca tanto el bajo sino que también toca la guitarra, hay melódica, toca el teclado en algún tema, hay invitados. A diferencia de los otros discos, que eran de bajo, pista y voz, este tiene mucha guitarra acústica, y muchas cosas. Va a requerir otro tipo de ensayo.