Un prototipo del androide Jorge Bergoglio escapa del bunker de una organización de empresarios de la cocaína que pretendían reemplazarlo por el original, y deambula por el barrio hasta que se hace amigo de unos niños que lo invitan a almorzar a su casa. El problema es que el androide Bergoglio –que como única forma de comunicación canta canciones de Black Sabbath– tiene poderes telepáticos, y al sentirse amenazado puede lanzar rayos destructivos de sus ojos o echar humo negro venenoso por la boca.
Esta es, a grandes rasgos, la trama de Cocaine Bergoglio, el delirante y lisérgico cómic de Pedro Mancini editado por Musaraña. La obra se presentó en Espacio Cultural Mi Casa, entre amigos y seguidores de las viñetas de Mancini, pero la velada además deparaba una sorpresa: los asistentes al evento fueron testigos del primer show en vivo de la banda formada por Mancini, Iván Riskin, Andrea Guzmán y Nacho Flores) y Pedro Deformer. Esa noche nació para el mundo Megadeformer, “una banda de amigxs para la demolición del mundo, antes de la guerra por el agua”, en palabras de Niño Niña.
Megadeformer surge de las entrañas de un grupo underground de noise caótico, formado íntegramente por dibujantes, historietistas y fanzineros vernáculos que tenían en común no solo gustos musicales sino también el hecho de que todos contaban con bagaje musical y tenían experiencia en diferentes bandas como Öesterhell.
Por Öesterhell –nombre que chorrea originalidad y compacta influencias, estética y estilo- desfilaron diferentes músicos/historietistas como Federico Gude, Germán Cufre, Ignacio Flores, Ezequiel García, Iván Riskin y el eterno líder, Pedro Mancini. La formación sufrió mutaciones varias: fueron y vinieron integrantes -Fede Guda se mudó al sur del país y Ezequiel García se alejó de la banda-, se sumaron invitados como Nicolás Mealla, Gustavo Von Chuyo, Juan Panno, Judith Asilos, Ariel Lopez V., Guido Larosa, y entre todos lograron dotar a la banda de una identidad eclética y un sonido particular, libre e improvisado, entre el noise experimental y el space rock más volado.
La dinámica de Öesterhell era libre y caótica, casi un culto a la improvisación. “Ezequiel leía fragmentos de Kafka para principiantes mientras nosotros improvisábamos, y todo era una onda medio The Residents. La banda fue siguiendo una estructura caótica porque la onda era juntarse a boludear. Pero Pedro, que suele tomar el rol de líder, vio que había potencial y nos llevó hacia algo más estructurado, para poder tocar en vivo y grabar”, relata Iván con algo de nostalgia. “Öesterhell era un caos, pero había cierta base que Pedro y Nacho mantenían. Ellos querían llevarlo más hacia el orden, tener una estructura y temas ensayados. German y yo éramos el caos.”
Mancini coincide en que la banda siempre fue un caos: “Pero un caos hermoso. Aunque siempre costó darle regularidad, ensayar seguido, pensar en fechas, grabar. Dada esta situación, hubo un par de episodios que dieron lugar a Megadeformer.”
A pesar de su naturaleza caótica y anárquica, la banda estuvo muy cerca de grabar material de manera profesional; el sello discográfico colombiano Burro Records se mostró interesado en sacar un disco de Öesterhell, pero como diría cierto personaje nefasto de nuestra actualidad: “pasaron cosas”. “Nos colgamos”, admite Riskin. “No terminamos de masterizar, no le enviamos nada y nunca salió el disco. El sello nos había dicho ‘manden lo que quieran’, estaban a la espera, pero jamás nos pusimos de acuerdo con los temas a masterizar y todo quedó en la nada”. Finalmente, solo un registro amateur de lo que fue aquella época de Öesterhell quedó grabado para la posteridad.
En búsqueda de la deformidad
Struwwel Patrol es un e-zine que se publica desde hace dos años en la web de la editorial Loco Rabia. Se trata de otra de las lisérgicas creaciones de Pedro Mancini, donde narra la historia de un súpergrupo de héroes freaks, una especie de tributo a la Doom Patrol de DC Comics mezclada con el extraño y bizarro libro infantil alemán titulado Struwwelpeter. El villano de la historia es un hombre que enloquece y crea una banda llamada Megadeformer, que con su música extraña hace que los oyentes se transformen en humanoides crustáceos y viajen a una dimensión bajo su domino. “Tenía ganas de materializar esa música, crear el disco que menciona esa ficción”, cuenta Pedro.
Hiperstición es un neologismo formado a partir del prefijo Hiper –“superior a” o “más allá de”- y la palabra superstición –creencia sin fundamento racional-; se trata de la superación de la superstición por medio del hype cultural, la ficción que se vuelve real, la profecía autocumplida. El concepto fue ideado por el aceleracionista Nick Land, junto a los intelectuales(*) que formaban parte del CCRU (Cybernetic Culture Research Unit) de la universidad de Warwick, Reino Unido, influenciados por la obra de Deleuze y Guattari -sobre todo El Anti Edipo– la cibernética, la ficción especulativa, la obra de autores paranoicos como Philip Dick, William Burroughs, William Gibson o H. P. Lovecraft, y la contracultura en todos su formatos: música electrónica, fanzines, videojuegos, programación, hacking.
Un objeto hipersticioso es una idea o elemento ficticio que deja de serlo para pasar a formar parte de la realidad, por medio de la validación y apropiación cultural. Es la banda Megadeformer, que escapa del papel y el mundo de las ideas hacia nuestra realidad, en forma de fantasma semiótico gibsoniano. Es Pedro Mancini, que materializa su propia ficción y transforma a Megadeformer en un objeto hipersticioso.
Mientras trabajaba en Struwwel Patrol, Pedro solía zapar con Andrea Guzmán, baterista de la banda local indie Ruidas. “Ella toca la batería, pero también la guitarra, y además canta. Yo solo puedo tocar a duras penas la batería, así que tocábamos covers o temas de ella”. De a poco la cosa empezaba a tomar forma. O más bien se deformaba. Cierto día, al ensayo de Öesterhell solo asistieron Pedro Mancini e Iván Riskin. Decidieron tocar de todas formas y comprobaron que la cosa funcionaba. Esa tarde jugaron a ser un dúo: Riskin tocó el monotrón y puso la voz, y Pedro se encargó de la batería. “Creo que más o menos por ahí Iván encontró un lugar groso como letrista/cantante/performer, o lo que sea. Así que a la hora de comenzar con el proyecto Megadeformer, con Andrea nos ocurrió que podíamos armarlo con Iván y Nacho Flores. Nos juntamos y funcionó”, recuerda Pedro.
Megadeformer es un colectivo de artistas ligados al noveno arte; tres historietistas y una periodista cultural que mutaron en Niña-Niño (guitarras y coros), Pedro Deformer (batería), Ale Selfie (sintetizadores) y Riskin? (voz, monotrón) para llevar adelante un proyecto musical heterogéneo y singular. Según Iván:
“Es una especie de proyecto paralelo de Öesterhell, pero es un proyecto que de entrada tiene más base. Sabíamos dónde queríamos a ir, conocíamos el objetivo, que era tocar en vivo en la presentación del fanzine de Pedro. Para eso teníamos que una estructura, entonces hicimos cinco o seis ensayos, seis sábados seguidos, y de las improvisaciones en los ensayos salieron las canciones.”
Andrea por su parte asegura: “Tenemos afinidades estéticas entre nosotros y nos juntamos en la sala a generar cosas desde la improvisación. Nacho toca con un celular, yo no sé tocar bien la guitarra, Iván descubrió que es un frontman espectacular y Pedro es un súper baterista, artífice de la banda. No sé si era la búsqueda manifiesta, supongo que terminamos haciendo un ruido deforme pero bailable en la mezcla de los intereses de los cuatro.”
Canciones deformes para tiempos macristas
“Estoy feliz de haberte arruinado/ Soy el capital, soy el estado”, canta Riskin en “Estoy feliz”, tercer track de los cuatro que componen el primer EP de Megadeformer. Las letras de Iván son como haikus surrealistas, cortitos y al pie, llenos de palabras filosas y conceptos que se repiten como mantras para colarse en el cerebro del oyente y dejar una marca, plantar una idea, algo así como un inception a la Christopher Nolan, pero deforme.
Megadeformer no es un grupo panfletario; no hay bajadas de línea ni discursos radicales en sus canciones, pero sus letras mezclan delirio y surrealismo con contenido sociopolítico actual y claramente identificable. “Tengo la sube en negativo, el VIH en positivo/ Soy un amante latino, somos fetos deseando explotar”, canta Iván en “Sube en negativo”. Es una manera particular de cantar que el capitalismo es una mierda y que la plata no alcanza ni para el bondi: hablar de un tema serio pero quitándole toda solemnidad. “Eso algo que quiero hacer con mi obra”, asegura Riskin, y completa: “no me gustan los cómics o las canciones que bajan línea de una forma muy directa o solemne. Quiero expresar una disconformidad por lo que me rodea, a mi manera y con los medios que tengo a mi alrededor.”
Mancini acota sobre el tema: “Tal vez sea fácil en esta era oponerse, dado el gobierno de mierda que tenemos. Pero nosotros, en todo caso, elegimos hacerlo a través del ruido, el sonido, y las letras. Con los chicos hay una coherencia ideológica importante: nos influenciamos mutuamente, y estoy seguro de que Iván tiene en su cabeza mucho de Genesis P-Orridge, de los métodos de Burroughs y Brion Gysin para destruir el sistema. Nos gusta el post punk, nos gusta un montón la banda Dios. Las letras de Pedro Amodio son de lo más groso que se ha escrito acá”.
Quizás Tomás Nochteff (Dios, Travesti, Mueran Humanos) y William Burroughs sean las influencias más notorias en la banda –no es casual que al momento de escribir las letras Riskin haya estado enfrascado en la lectura de Nova Express y Naked Lunch, dos obras clave en la bibliografía burroughsiana. Pero si se escarba la costra de Megadeformer con paciencia, aparece una lista interminable: The Residents, Suicide, Aphex Twin, Brian Eno, David Bowie, Psychic TV, Lightning Bolt (duo noise formado por el artista de cómic Brian Chippendale), Spacemen 3, Ariel Pink, el drone, el darkwave, el japanoise, el synthpop, Philip Dick, Inzane Johnny. “Nos gustan mil cosas, incluso por fuera de la música. Nos puede influenciar el cine, el cómic, la pintura. Matt Brinkman, Muriel Bellini, Max Cachimba. Nos gusta el arte, todo tipo de arte”, dice Pedro, parafraseando a aquel niño fanático de Liniers.
Sin dudas el tema más directo y explícito es “Manifiesto” –canción que quedó fuera del EP y esperan grabar pronto-, cuya letra está formada por fragmentos de un manual anarquista de autodefensa para mujeres que enseña movimientos de artes marciales para defenderse de su agresor. “También sugiere que el violador no es un monstruo, sino que puede ser tu amigo o tu familiar. Que, básicamente, es un producto sano del entramado social como lo conocemos y puede ser cualquier persona en la que confíes”, afirma Niña Niño.
Culto a la deformidad
De alguna forma u otra, todos los integrantes de Megadeformer rinden su particular culto a lo extraño, lo freak, lo deforme. Lo transmiten a través de sus historietas y nombres artísticos, por medio de las letras de sus canciones, o en su amor declarado hacia esas músicas extrañas y experimentales, pero también al pop más clásico. “Creo que a mí, a diferencia de mis compañeros, me gusta y me interesa mucho la deformidad del pop”, cuenta Niña Niño. “Me refiero a que, aunque lo hacemos y me divierte, no me parece que sea totalmente necesario usar máscara y hacer noise para ser deforme. En el pop está manifiesta la incomodidad, las tensiones, y la deformidad de cada época, por eso muchas veces da risa o inquieta ver videos o escuchar lo que la pegó en otras generaciones. Creo que el EP tiene algo de los dos mundos, de lo más oscuro y experimental de mis amigos bizarros, y del pop viscoso de la línea de [Pablo] Mambo, que es un capo y con quien comparto mucho el amor por el electropop español y la decadencia hermosa de la movida madrileña. Produce cierto extrañamiento que esas letras, que ya son agresivas, bizarras y medio inquietantes, no sean una masa de ruido sino que estén dentro de una melodía que podés corear. Es genial estar lavando los platos tarareando ‘Estoy feliz de haberte arruinado, soy el capital, soy el Estado’. Lo recomiendo.”
Pedro, por su parte, dice: “Desde siempre me atrapa lo visual y lo deforme. Tengo un quilombo en la cabeza que viene desde que mi abuelo era actor: mucho teatro, muchas lecturas de niño, sumado a experiencias más adultas y todas las influencias que vienen después, terminan conformando un gusto por lo deforme. No sé si lo puedo explicar claramente, pero creo que lo deforme puede funcionar como subversión en un mundo tan careta. Como mostrar la verdadera cara detrás de la sonrisa publicitaria.”
Iván agrega: “Mi atracción por lo deforme tiene que ver con la falta de identificación con algunos valores dominantes en la sociedad en la que estoy inmerso -conceptos de belleza, placer, goce, sexualidad-, con la sensación de no poder vincularme con los demás. Hay algo en buscar el placer en el no-placer. Lo estoy trabajando, pero persiste en mi forma de ser. Me cuesta encontrar la causa/consecuencia en todo esto”.
La mejor forma de entender de qué se trata este proyecto es escucharlos y contagiarse de su espíritu libre, absorber su energía y aceptar la deformidad. O, en última instancia, intentar descifrar la definición de Pedro Deformer y encontrar la verdad en estas palabras:
“Megadeformer es lo que piensa el niño sin helado que observa la babosa iridiscente en la mañana. Megadeformer es la cara derretida en el espejo, es la última búsqueda en Google de Nisman, es la mueca enferma y nerviosa. Pero también es ruido y ternura.”
El EP debut de Megadeformer fue grabado por Pablo Mambo (Hiroshima Dandys) en los estudios Moloko Vellocet, bajo el sello Sólo le Pido a Dior. Puede escucharse y descargarse a continuación:
(*) El CCRU estaba formado por intelectuales ligadxs al movimiento aceleracionista. Sadie Plant (El gesto más radical, 2008), Ray Brassier (Nihil desencadenado, 2007), Reza Negarestani (Ciclonopedia, 2008), Kodwo Eshun (Más brillante que el sol, 1998), Mark Fisher (Realismo capitalista, 2009; Los fantasmas de mi vida, 2013), solo por nombrar algunos.