En una entrada y salida de fotógrafos y periodistas, Nacho Vegas permanece impasible posando para las cámaras en silencio y solícito a las indicaciones.
Está en Latinoamérica promocionando Violética, su nuevo disco, y adelantando que volverá en octubre con banda a cuestas a presentarlo en vivo. Días atrás fue ovacionado en una firma de discos por decenas de fans histriónicos en México, y hoy camina tranquilo por una Buenos Aires de siesta, con su remera de estampa feminista y un morral de costado que parece ralentizarle el paso.
– ¿Nos sentamos acá o allá?
– Tú dime, donde te sientas más cómoda.
La carrera de Nacho Vegas empezó por los años ’90 con Manta Ray en Asturias, comunidad con la que se referencia una y otra vez a lo largo de la charla.
Violética es su séptimo disco en solitario. “Lo he nombrado como nombras a una criatura, con nombre propio”, cuenta sonriente. Pasaron 4 años desde su último material y el tiempo le permitió decantar un disco doble heterogéneo y contundente.
Violética tiene 18 canciones. ¿Creés que en esta época un disco doble es un acto de militancia en sí mismo?
Me lo dicen mucho eso: ‘la gente habla muy rápido, la gente no tiene tiempo de escuchar discos’ y creo que es una cosa que nos quieren hacer creer. Es verdad que ahora parece que estamos todo el tiempo ocupados y que llevamos en el móvil la oficina y que tenemos que estar todo el tiempo siendo productivos, pero creo que la gente siempre encuentra un tiempo para escuchar música. Tampoco me importa tanto que la gente escuche el disco de principio a fin. Es verdad que le pongo cariño al álbum, intentando hacer algo que se pueda escuchar de principio a fin como una especie de viaje, pero entiendo que la gente escuche las canciones en plan random o en playlists. Yo creo que siempre al final encontramos un momento para detenernos y escuchar música. La música da un poco de sosiego en un mundo donde nos quieren hacer que pensemos que va todo muy rápido y que no tenemos tiempo para disfrutar de la vida y para darnos cuenta también de lo infelices que somos…. La música puede enfrentar la infelicidad, y de ese modo combatirla.
Con Marxophone, Nacho disfruta de las posibilidades de auto editarse. Así Violética es singular, no sólo en su extensión sino como resultado de un proceso de composición diferente. Reconociendo la influencia latinoamericana que le dejaron sus últimos viajes, mezcla ritmos que no le son propios, toma letras de poetas asturianos, y reinventa canciones tradicionales.
¿Sentiste esa forma de migrar de tu modo original de componer?
Sí, es algo que me interesa mucho de la música tradicional, de los cancioneros originales de los pueblos, de cómo las canciones se iban reescribiendo y la autoridad no era algo tan importante. Incluso investigando un poco en el cancionero asturiano descubrí canciones que según estuvieran recogidas en una zona u otra del Estado Español las versiones cambiaban y las historias se cruzaban. Todo esto me pareció muy bonito y es una cosa que se perdió un poco con la música grabada y con este ciego culto a la personalidad y el celo por la autoría y cómo se entienden los derechos de autor o una parte de ellos por lo menos. Me gusta esa idea de la música, que le pertenezca a cada persona que le llega, que la pueda reinterpretar e incluso resignificar de alguna manera.
No sólo en las letras, sino también en la música. De repente, escuchando el disco, ¡suena una cumbia!
Pues conocí un poco el folclore mexicano, el colombiano, el ballenato, y la cumbia que es un fenómeno que recorre prácticamente toda Latinoamérica y me interesó mucho como fenómeno. Y cómo grupos de aquí, como las Kumbia Queers de las que soy fan, mezclan la cumbia y el rock y el punk.
¿Creés que Violética es una comunión entre dos Nachos? El más íntimo y el más comunitario.
Yo creo que la música debe ser permeable a lo que pasa en el mundo en el que vives. Después del 15M en España, mi música se empezó a nutrir de lo que estaba pasando y no dejas de estar hablando de tu vida, y tu vida entendida como no sólo tus problemas sino también lo que pasa en el mundo en que te ha tocado vivir y la gente que te rodea. Lo que he intentado en este disco sí responde a algo así. A combinar la parte de la música que nace más de la intimidad, o de un yo más íntimo o más confesional, y la parte que tiene una dimensión social más marcada o de un yo que apela más al nosotros y a lo colectivo, y mostrar que a veces la línea de una canción puede ser bastante difusa, que no sea un tipo de canción u otra y sí intentando combinar esos dos mundos en este disco.
Hace unos meses en una entrevista dijo: “Si hay algo que nos diferencia a unos (la derecha) y a otros (la izquierda) es que en la izquierda partimos de la máxima de que lo personal es político y en la derecha saben compartimentarlo”.
Esa unidad que se reconoce, le trajo la crítica de la opinión pública en momentos de publicar sus discos más políticos: “Me di cuenta de que podía asociar mi compromiso con la música, con mi compromiso político. Y un tercer compromiso sería el que tengo con mis relaciones afectivas y la gente que me rodea y a la que quiero. Y asociar esos compromisos fue algo consciente pero progresivo y natural… yo creo que el cantar sobre cualquier tipo de realidad sea más íntima o más social es cuestionarte con respecto a ella. Siempre la realidad al final acaba transformada en una canción, en algo que tiene que ser tu verdad, algo que se expanda y que apele a mucha más gente y al final es un posicionamiento que no le va a gustar a todo el mundo, lo que pasa es que el tema político tiene muchas más espinas, no?”
Hablando de política, hablamos de feminismo, y le reconoce honesta aptitud movilizadora:
“El feminismo apartidista se revela como un movimiento social, que no sólo crea consciencia sino que también tiene vocación transformadora y de creación de poder popular que es lo que hace falta al final”.
El disco tiene una fuerte y disruptiva presencia femenina. ¿Fue intencional?
No fue del todo consiente, pero formaba parte de un proceso que llevaba tiempo intentando, de desmasculinizar un poco mi entorno de trabajo. El hecho de que en el disco hubiera colaboraciones no fue consciente, cuando le propuse a Cristina (Martínez) que cantara la canción (“Todo o nada“) todavía no la tenía escrita del todo, pero sí quería que ella tomara una parte activa, que recreara como un personaje empoderado, y bueno me encantó como lo hizo. Con Christina Rosenvinge era natural cantar con ella porque gracias a ella escuché atentamente a Violeta Parra, ella venía de Chile y trajo unos CDs y cuando le dije que quería hacer esa versión era natural cantarlo con ella. María Rodes está en la compañía de la oficina y además soy muy fan de sus discos. No había planificado que fueran colaboraciones todas femeninas, pero sí es verdad que dan una parte significativa. El arte del disco lo hace Miguel Brieva, un ilustrador y artista que admiro mucho, le dejé toda la libertad porque yo siempre delego, no me quiero meter en su trabajo y fue él quien me presentó esta imagen de portada: una mujer. Me gustó mucho la imagen porque me parece muy potente. Aunque al principio tenía dudas porque no quería poner el acento tanto en la parte femenina del disco, no quería que pareciera que quería hacer un disco feminista. Pero creo que por suerte no se interpretó así y la imagen sí que es muy poderosa. Él me dijo lo mismo, que había visto esa parte femenina en este disco que no en otros, y que le pareció que también debía estar presente en la portada.
A lo largo de la charla va a repetir la palabra compromiso más que cualquier otra. Al preguntarle sobre el optimismo o la rebeldía como motor de la militancia reflexiona:
“El motor de la militancia es el compromiso. Es lo que precisamente nos distingue… La verdadera militancia la que no pasa por el postureo y por defender una serie de ideas y querer tener la razón a toda costa, pasa por ese compromiso que te hace revisar tus privilegios… Para mí ese es el verdadero motor de la militancia y es el que encuentro más en el activismo que en la política institucional… Siempre tiene que haber dosis de optimismo, siempre tenemos que ilusionarnos pero sabiendo que nos vamos a tener que desilusionar, y a lo mejor hace falta desilusionarse para volver a ilusionarse otra vez y que sea un ciclo. Y de rebeldía, siempre tienes movimientos antagonistas que son necesarios, cuando te encuentras en un sistema tan criminal como el capitalismo que justifica desigualdades y justifica sufrimiento, oponerte a él exige rebeldía que también es necesaria en la militancia y en el compromiso”.
Ya cerca del final intercambiamos armas. Nacho se queda con mi pañuelo de La Campaña por el aborto legal, seguro y gratuito. Y yo me llevo Violética, para ilusionarme, y desilusionarme, y poder así volver a ilusionarme una vez más.