No hay confinamiento, pandemia ni apocalipsis capaz de desanimar a Marton Marton. Y eso que la cuarentena lo obligó a bajar un cambio justo cuando atravesaba su mejor momento. En 2017 ya había deslumbrado con La película que no te has montado, un disco debut íntimo y artesanal de raíz psico-folk que anticipó lo que sería capaz de desplegar este multifacético artista en su segundo álbum. Con Viaje al centro de la periferia (2019), el oriundo de Chascomús llevó su trip lisérgico al siguiente nivel. Construyó un manifiesto tan reflexivo como alucinógeno que logró posicionarlo entre los músicos más interesantes de la escena, y consolidó su identidad poética apoyado en una banda de lujo. Sin prisa pero sin pausa, Marton Marton pasó de ser el secreto mejor guardado del indie lagunero, a convertirse en uno de los principales exponentes de la nueva psicodelia argentina.
Tras arrancar el 2020 con una extensa gira patagónica en formato trío y un show consagratorio en La Tangente, la nueva normalidad se impuso y sobrevino el parón de la actividad cultural. Pero Martín Villulla (el nombre detrás del seudónimo) no frena desde los 14 años, edad en la que comenzó su romance con la música, y tampoco iba a hacerlo ahora. No importa si no puede subirse a un escenario. Fiel a su espíritu inquieto, en lo que va del confinamiento ya grabó un disco de remixes con la colaboración de once artistas (saldrá el 23 de octubre y figuran nombres como El Príncipe Idiota, Laika Perra Rusa y Junior 1), y el miércoles 7 de octubre estrenará El silencio que nos trae todo el ruido, una película conceptual en formato adaptado, con el apoyo del ciclo Indiefuertes y Niceto Club.
En el universo Marton Marton nada es objetivo ni ofrece una única lectura, pero sí parece haber premisas claras: evitar el camino fácil, privilegiar la construcción de atmósferas y paisajes sonoros, y probar que es posible cuestionar la realidad desde un estado particular de conciencia. El combo ideal para navegar por estos tiempos inciertos.
https://youtu.be/11B8wP6KIJk
La pandemia te obligó a frenar en tu mejor momento. ¿Cómo lograste mantenerte optimista?
De algún modo, ese freno ya estaba auto-impuesto. En los primeros tres meses del año habíamos tocado lo que muchas bandas en promedio tocan en todo el año entero, por ende no estaba mal descansar un poco. Lo que más lamentamos fue tener que suspender una gira que nos llevaba de nuevo a Corrientes Capital y a Asunción, donde tenemos amistades y un hermoso público que queremos volver a ver cuanto antes, y planes para otros destinos de Latinoamérica. Sacando eso, a nosotros el descanso nos venía “bien”. Nunca pensamos que se iba a extender tanto, pero sirvió para ya tener registrada una veintena de demos para el tercer álbum.
Viaje al centro de la periferia es un disco con mucho vuelo instrumental. ¿Cómo surgió la idea de adaptarlo a una propuesta electrónica apta para la pista de baile?
Desde un primer momento, con algunos amigos y amigas que estuvieron cerca durante la grabación y producción del disco, surgió la idea de que les enviara canales separados de teclados, voces, guitarras, baterías y demás instrumentos de algunas canciones. Empezó como divertimento o curiosidad, justamente por el contenido instrumental que había en el disco, que daba para abrir ese juego, y fue madurando como un EP de remixes.
Al final, terminaste remixando el disco entero…
Sí, se corrió un poco más la bola y terminó siendo un álbum completo en el que participó un montón de gente y de distintos lugares de Argentina y el mundo. Cuando vi que daba para más, sumé a algunas personas que también me interesaba que participaran por afinidades varias. Quedaron afuera algunos proyectos que me hubiera encantado que estén, pero no pudieron. A todo esto hay que sumarle que el disco se grabó mientras duraba el aislamiento social obligatorio, así que todo se hacía en forma virtual, enviando y recibiendo data.
¿Te sorprendió la versatilidad de las canciones?
Aunque había varios puntos de donde agarrarse para construir algo diferente, los resultados me sorprendieron un montón. El proceso fue hermoso y me conectó muchísimo con la forma de componer de toda esa gente. Cada vez que me mandaban versiones de lo que iban haciendo me volvía loco con las ideas que planteaban, porque en algunos casos eran cosas que jamás se me hubiesen ocurrido, pero sobre canciones mías. Se daba esta cosa de observar el mismo objeto pero desde distintos puntos de vista.
https://youtu.be/rOy3sUd1LtQ
La película conceptual que presentarán este miércoles refuerza el carácter surrealista de tu propuesta musical, pero lo hace con sutileza. Hay pequeños detalles cargados de simbolismo. ¿Con qué premisas trabajaron?
En principio, sabíamos que iba a ser nuestra primera aparición en mucho tiempo y quizás la única en el año, ya que no se pueden hacer conciertos y tampoco sabemos cuándo se podrá en el futuro. Entonces pensamos que lo mejor era reflejar lo que habíamos estado haciendo en vivo en las giras del verano, incluyendo algunos formatos alternativos, pero sumándole un buen set de luces, cámaras, etcétera. Ya con la idea madura y la filmación hecha, se sumó el equipo de producción de Indiefuertes y Niceto Club, que nos dieron apoyo y nos invitaron a participar del ciclo. Hacía rato que queríamos hacer algo juntos. Los detalles simbólicos fueron surgiendo por las posibilidades que nos daba el lugar, y porque nos gusta sugerir, trabajar ideas que no estén tan cerradas. Que funcionen como un disparador para que cada uno vaya completando el significado.
Aunque nada reemplaza al vivo, adaptarse a este formato habrá sido un desafío, sobre todo por el contexto y los tiempos que plantea. ¿Qué expectativas tenían?
En lo personal, no me convencían las transmisiones en vivo que venía viendo. Todas sonaban bastante mal, se cortaba la imagen… de algún modo sentía que esos shows satisfacían más la necesidad del artista por hacerlos, que de las personas que compraban sus entradas para verlo. Esa relación me incomodaba mucho y no quería que nosotros hiciéramos lo mismo. Por eso decidimos que sea crudo, en vivo, con un guion modesto, pero con una calidad de filmación y de audio que permita disfrutar mejor la experiencia, y que lo acerque más a un show presencial.
Lograron dinamismo porque pusieron el espacio a disposición de las canciones. Y sobre todo, porque se las ingeniaron para escaparle a la solemnidad. ¿Qué tan importante era para vos ese aspecto?
Creo que a cualquier productor o artista que le toque salir con algo nuevo, también le toca caminar por la cuerda y hacer equilibrio entre la solemnidad y algo más payasesco. Medio que la joda es no caerse para ninguno de esos lados, porque ambos extremos funcionan como posible evasión o excusa. El “miedo a que no guste” te puede terminar refugiando en una solemnidad hermética, seria, o en una payasada demasiado descontracturada, como algo hecho en joda o así nomás. En el caso de esta sesión era importante cuidar eso, sobre todo porque éramos un equipo muy chico y en un contexto difícil: en medio del invierno y de una pandemia. Al estado de ánimo hubo que trabajarlo y fortalecerlo con mucho cariño y voluntad.
Desde lo musical abarcaste todo el espectro. Hasta te animaste a incluir algunas versiones en plan acústico, más cercanas a lo que hacías en tus comienzos…
Sí, en lo personal significaron más un viaje al pasado que al futuro, porque cuando arranqué con el proyecto tocaba mucho en ese formato. Una de las primeras ideas era que fuera completamente acústico, quizás ese sea el origen de esos momentos más íntimos. Después empezamos a esbozar un guion, y ahí vino la idea de montarlo más parecido a una película. Al mismo equipo técnico de las giras le sumamos el equipo de filmación, y ahí las posibilidades se fueron abriendo. Más allá de eso, la idea siempre fue lograr un reflejo directo y para nada pretencioso de la banda en vivo. El mismo trío que había estado girando por el país, pero en la pantalla de tu computadora.
¿Lograste reflejar lo que querías?
Viéndolo terminado me pone muy contento y me emociona, tanto por el trabajo como por el equipo, que logró sobreponerse a un contexto muy difícil donde también daba para bajonearse y no hacer nada, o para quedarte en tu casa leyendo noticias y puteando. Me gustaría que nuestro aporte logre sacar a quien lo vea, al menos por un rato, de esa dinámica tóxica de la actualidad.
Marton Marton presenta El silencio que nos trae todo el ruido este miércoles 7 de octubre a las 22 h, entradas disponibles a través de Passline. Los socios de la Comunidad Indie Hoy tienen entradas gratis (cupo limitado). Suscribite acá y reclamá tu beneficio escribiendo a [email protected]