Natalia Ponso es, a mi parecer, una promesa del indie folk argentino que todos debemos echarle un oído. Y hay una oportunidad de hacerlo en vivo, y gratis, este 15 de febrero en Sheldon (Palermo, Buenos Aires). Ya hemos descubierto su música tierna e hipnótica con su debut El Monstruo (2013, Fuego Amigo Discos), también editado en formato cassette para el Cassette Store Day del 2014. Ahora, es momento de ahondar un poco más en esta señorita de San Luis que llegó a Buenos Aires, desde Río Grande, con la intención de seguir bailando pero que terminó cantando.
A mi encuentro llegó Natalia en bicicleta, quedamos en una cafetería de Villa Urquiza. Previo a eso me llamó unos diez minutos antes de lo previsto diciéndome que llegaría unos minutos más tarde dado a que tuvo que reparar un inconveniente de su transporte. Pero no tuve que esperar mucho y mientras nos encaminábamos hacia el lugar donde charlaríamos me fue contando algunas cosas de índole más personal, eso me fue demostrando la sencillez que traslucía de tan solo ver de qué modo se acercó hasta mi persona y como fue tomando el resto del tiempo compartido.
Eres de San Luis, te mudaste a Río Grande y ahora vives en Buenos Aires. ¿Cómo, cuándo y dónde nació tu amor por la danza y la música?
Sí, nací ahí y me mudé a los 12 años a Río Grande. Pero la danza arrancó en San Luis en un estudio de formación artística, CFA se llama, con maestros rusos a los 7 años. Estuve un tiempo ahí, formándome, pura y exclusivamente en la danza y después me fui a Río Grande a causa de un nuevo trabajo de mi mamá. Allá continué con la danza, pero nació y surgió en San Luis. Yo me acuerdo que teníamos pianista, no recuerdo su nombre ahora, y mientras dábamos la clase practicábamos con música en vivo los fondue, los pasos en la barra. Entonces yo siempre me elegía en la barra el lugar más cercano al piano. Me gustaba sentir la música cerquita, esa vibración o la magnitud que tiene el sonido del piano porque era piano de cola encima. Era hermoso. Fue creciendo por ahí, el oído digamos, de algún modo la música se fue metiendo en mi ser a través de la danza, del movimiento. Cuando me vengo acá a Buenos Aires, hace 8 años, trabajé de mesera en un lugar super turbio donde me pagaban dos mangos la hora, viste. Con la intención de comprarme una guitarra, porque no teníamos una guitarra en casa. Yo siempre he querido tocar el violín, pero bueno por una cuestión de economía elegí la danza en su momento, también porque era chica, no sabía. Entonces con ese trabajo me compré mi primera guitarra de estudio. No sabía tocar nada, absolutamente nada. Y vivía en una pensión universitaria, ahí unos amigos me enseñaron las notas. El canto fue surgiendo al mismo tiempo que aprendía a tocar la guitarra. Y después de un tiempo, una amiga me dice “Che, vamos a canto. Tenés buena voz”. Y ahí comencé a estudiar más formalmente porque yo soy muy autodidacta. Me gusta aprender yo sola, desde la música hasta un programa en la computadora..
Hablando de que te gusta aprender programas en la computadora, ¿la usas para grabarte?
¡Me grabo pero soy mala! (risas) Me gusta por ahí para maquetar, pero tampoco es algo que me propuse aprender a la perfección. Creo que me gusta más crear que grabar o producir. Por ahora, no sé después.
Con respecto a producir y maquetar, ¿ya tenías demos de tus canciones cuando conociste a Ignacio Castillo?
Ya tenía algunas, las cuales se las mostré y empezamos a laburar. Al principio la idea era un EP sencillo pero nos cebamos a ponerle instrumentos y yo comencé a componer más. Incluso en el mismo disco yo noto como una evolución en mis canciones, me doy cuenta cuáles fueron las últimas que compuse.
¿Cuál fue la primera y la última canción que compusiste para el disco? ¿Qué cuentan esas canciones?
“Dos patas”. Y la última fue, creo que, “Desde la pendiente”. “Dos patas” es una canción muy oscura que habla sobre la Madre Tierra, me gusta mucho la naturaleza y el planeta Tierra. No quería que el disco solo tenga canciones de amor o desamor, sino que hable de otro contenido. Y “Dos patas” es una canción hacia el veganismo. En ese momento era vegana, ahora soy vegetariana. En “Desde la pendiente” hablo de lo hermosa que es la humanidad pero que es muy destructiva, ¿no? Y que no valoramos la Madre Tierra. Creo que tenemos muchos recursos y seguimos utilizando o haciendo las cosas mal, desde mi punto de vista. Estaba muy angustiada (risas) e hice esa canción…
Hay muchos artistas que llevan la bandera del veganismo en alto, y vos cambiaste de un extremo a otro ahora que eres vegetariana. ¿Cómo llevas eso?
Llevo 8 años siendo vegetariana, tuve la experiencia de ser vegana 2 años y medio. Lo hice por una cuestión de filosofía pero también de probar, de buscar a ver la experiencia porque también la alimentación te cambia. Te cambia el paladar porque dejás de comer ciertas cosas que antes comías. Los lácteos, ¿cómo reemplazarlos, no? Es toda una búsqueda de encontrar un estilo de vida, de filosofía, de dónde pararme. Y la verdad es que soy muy flexible, no soy abolicionista. En su momento cuando era vegana era estricta pero tampoco señalaba a la persona para que no comiese carne o que pensara distinto. Nunca fui de juzgar a las personas por pensar distinto, por tener otra ideología diferente a la mía.
Te siento una chica muy tierna y me cuesta pensar que tienes un lado oscuro. ¿Pero lo tienes?
No… (risas). Bueno, yo creo que todas las personas tienen como sus fantasmas. Es parte del equilibrio.. Mmmm, la oscuridad no es mala. Para mí no es mala. No es que sea algo retorcido pero cuando digo oscuro hablo de la composición. No que yo sea bien oscura, digo oscura en cuanto a la sonoridad de las canciones. Me resulta como dramática esa forma de componer y si quiero decir algo… Ahora estoy componiendo una canción que habla de los aborígenes, Los Onas, de Tierra del Fuego, que espero este en mi próximo disco, y también tiene una especie de sonoridad media oscura. A lo mejor es una canción muy triste. Muy fuerte también.
¿Por qué una canción sobre los aborígenes de Tierra del Fuego?
Porque tengo especial cariño hacia esos aborígenes. Primero porque es el lugar donde viví muchos años, una tierra donde prácticamente pasé 10 años de mi vida o un poquito menos. Porque me gusta mucho la historia que no es muy contada. En resumen, estuvieron muchísimo tiempo en la isla en ciertas condiciones, imaginate Tierra del Fuego es frío, y de repente llegaron los españoles y en 20 años desaparecieron. Desapareció una cultura con mucha historia de vida, un montón de costumbres. Y no quedo ningún registro de esa cultura, es por eso que tan poco se sabe. Es por eso que le tengo cariño, respeto.
Aún estás presentando El Monstruo pero ya estás con nuevas canciones…
Sí, creando nuevas canciones. Con la intención de grabar un EP, quizás un disco (risas). Aún estoy viendo… Pero sé que quiero cambiar…
¿El sonido?
Mmm, ¡es complicado! Yo el sonido lo voy buscando una vez que comenzamos a producir, de seguro llegará. Pero me estoy tirando para una cosa más minimal, quizás. Guitarra y voz, algunos que otros arreglos… cuerdas, trompetas. Pero que sea un poco más… dessnudo. Sí, desnudo, esa sería la palabra. Totalmente, a diferencia de El Monstruo que tiene mucha instrumentación. Lo que pasa es que soy solista y me cuesta mucho defenderlo en el escenario.
¿No te presentaste nunca con banda?
Sí, fue solo dos veces. Fue una experiencia linda, bastante enriquecedora. Pero quisiera ahora otra cosa, tirarme para algo más mínimo. Conceptual, que con tanto adorno o tanto instrumento, que me encanta eso pero para sostenerlo con banda. Así que vamos viendo.
¿Te acordás de tu primera experiencia en vivo?
Sí (risas), me da gracia porque yo nunca había tocado en vivo antes del disco. Eso lo digo en todos lados porque no me da vergüenza decirlo, la verdad es que ese disco, El Monstruo, lo saqué antes de haber estado parada arriba de un escenario. Cantando y tocando la guitarra. Fue por una necesidad de plasmar esas canciones que tenía viejas, también para jugar… a ver qué onda la música, ¿viste? Nada, fue una cuestión lúdica. Bueno, la cosa es que la primera vez fue… No me acuerdo del nombre del lugar en el que toqué, estaba muy nerviosa. El sonido recuerdo que no estaba bueno, era malo. Pero fui bien recibida, digamos. Me dijeron que no se notó que era la primera vez. Fue lindo, fue divertido.
Y ahora estás a punto de presentarte en el Sheldon. ¿Qué planes para el 15 de febrero?
El Sheldon es un lugar muuuy interesante. Voy a estar sola, como siempre (risas). Estoy como muy emocionada por esa fecha, es un lugar muy hermoso. Le pongo todas las fichas, todas las ganas. Y bueno, la verdad es que la presentación será sencilla, como lo son mis presentaciones, con mucho amor y mucho cariño. Me gusta subir al escenario y darle algo a la gente que está escuchando. No va a haber nada nuevo pero le pongo mucha energía a la presentación. No sé todavía si habrán invitados.
¿Vas a presentar las canciones nuevas ese día?
Sí, ya a El Monstruo lo estoy dejando de lado, al pobre (risas). Estoy tocando canciones más nuevas porque me aburren un poco las viejas. También como para que se conozcan las nuevas…
Entonces las canciones del disco suenan distinto en vivo. ¿Cómo te sentís al cantar en vivo algo que hacías en cuatro paredes?
Me gusta mucho estar tranquila, por más que sea una canción rápida o que tenga mucha fuerza, me gusta estar serena. Transmitir esa paz y esa tranquilidad, sentirlas así a las canciones. Por más que no sea lo mismo, yo las escucho en el disco… En vivo ya es otra cosa, eso lo tengo claro. En vivo va a sonar distinto, trato de cambiar algunas cosas, modificarlas. Podría hacer un chiste, no sé, como llenarlo de otras cosas que por ahí no tiene el disco. Por ahí está bueno, ¿no? Jugar con las canciones.
Me pongo a pensar que si venís de la danza, del baile… ¿Te imaginás un disco tuyo más bailable o te cuesta pensarlo?
No… No me cuesta pensarlo, pero en realidad no lo tenía pensado para este próximo disco Pero creo que sí, que quizás. Obvio, para mí el movimiento y todo lo que hago está conectado, no pierde conexión. Hago arte, toco la guitarra, bailo. Siempre estoy en el mismo terreno. Y la verdad es que creo que la danza se puede bailar incluso sin música. No he pensado en conectar un disco con la danza o algo que se pueda bailar, por ahí lo pienso en la composición musical y me enfoco en eso solo o si no me volvería loca. Pero está bueno igual tenerlo como presente en la vida, por lo menos en este momento que estoy dedicada a la música, porque esa es la verdad.
¿Hay alguna influencia de la música de donde vienes y de donde viviste, la música del interior te inspira?
Me gusta mucho el folklore… En realidad mi familia por parte de mi mamá, que viven en Córdoba, son muy folkloristas. De chica me llegó un poco por ese lado. En un punto yo creo que eso me influenció. No escucho un solo estilo, para nada. Encima hoy hay un montón para ver y escuchar, te podés nutrir musicalmente. Obviamente hay cosas que te pueden gustar más que otras. Pero sí, de donde vengo me influenció el folklore. Es algo que tengo incorporado desde chica, junto a la música clásica. Y ahora un poco el tango porque mi mamá baila el tango, escucho tango todo el tiempo.
Tu madre baila tango, ¿por ahí viene el tema de la danza?
Sí, puede ser un poco por mi vieja y también un poco por la parte de mi papá, que el es programador pero mi abuela es directora de teatro.
Ahora que mencionas la palabra “vieja”, me acuerdo de tu canción “Un par de gatos y la vieja”. ¿Te cuesta crecer?
Ah, ¡mirá! (risas). Sí, me cuesta verme gris. Esa canción fue porque, no recuerdo quien, me decía de chica: “No te enojes, te vas a volver vieja”, era algo que me decían por las chinches o los berrinches, “Te vas a volver vieja, Natalia”. Entonces me quedó grabado eso. Y con mi mejor amiga estábamos las dos y empecé a probar acordes, salió un vals. Y mi mejor amiga se reía. Entonces se la mostré a Ignacio y él me dijo “Uhh, buenísimo, va!”. No me la imaginaba en el disco, ni a palos, y con el tiempo se fue volviendo una de mis favoritas del disco. Entonces no es que me cueste crecer, es más que todo por la anécdota que te cuento sobre que si me enojaba mucho me volvería vieja..
Tenés carácter entonces. ¿Renegás mucho?
Tengo buen humor, es raro que esté de mal humor pero tengo carácter. Como buena acuariana que soy.
Siguiendo con las canciones, “Sumergirme en la tormenta” me hace pensar que te gusta mucho la poesía y la filosofía. ¿Cómo surgieron esos versos?
Mirá, para esa canción justamente tengo un abuelo materno que es poeta y me acuerdo haber leído en sus poesías que escribía mucho a través de los pájaros, escribe mejor dicho, le gustan los pájaros. Y no sé por donde nació exactamente esa canción. Creo que empecé a hacer la música, primero, era medio oscura también. Tiene un lado medio oscuro. Me imagine un gorrión en medio de la nada, en medio del camino, después de una tormenta. De que era medio vaporoso, en un bosque, obviamente no en la ciudad. Y creo que esa fue la imagen.
Leí en tu cuenta de Twitter que tenés una frase de Osho, mucha filosofía y literatura. ¿Leés mucho?
Uh, hace mucho que no entro en twitter (risas). Sí, me gusta. Tengo épocas que leo mucho. Tengo épocas en que estoy muy lectora y épocas en la que estoy vaga, vaguísima. Hablando de eso, ahora estoy leyendo “La conjura de los necios” de John Kennedy Toole, es una novela muy divertida. Me lo recomendó mi mejor amiga, y la verdad es que es muy divertido, hace mucho que no leía una novela así. Muy espontánea, con tantas ganas. Así que muy linda.
Hablando de cosas con las que estás ahora, ¿con qué música estás?
Ay ay ay, bueno, José Gonzalez siempre está en mi vida. Estoy también mucho con John Frusciante. De acá me gusta Mi Amigo Invencible, obviamente, son unos capos los chicos. Ahora que me pongo a pensar, no estoy tan escuchadora de música.
Bueno, mencionás a José González. Y hace poco hiciste un cover de Bon Iver. ¿Harías canciones en inglés?
Ah, sí con Maedo. Mirá, las primeras canciones que hice eran en inglés. Después, cuando conocí a Nacho (Ignacio Castillo) comenzamos a hablar lo que significa escribir en inglés y en castellano. No es que me cueste, creo que para mí, escribir en inglés es más fácil. Entonces por eso me tiré más a escribir en castellano porque quería que mis canciones tengan una cierta poética que en inglés, obviamente al no saber tanto no podía llegar a esas expresiones. Y elegí el castellano también porque estamos en un lugar donde se habla castellano y se puede llegar mejor. Igual no creo que sea bien o mal, solo son elecciones. Y bueno, me comencé a copar más con el castellano, trabajar más las letras y es que la música suelo obtenerla al toque y con las letras suelo estar desbordada. Me dicen que me complico mucho pero es algo que llega también o baja no sé que, algo mágico que te hace escribir. Hay un momento en que al no forzar las cosas, todo fluye y de repente sale la letra y la música. Por ejemplo hay una canción nueva, que se llama “La Colisión” y de la cual grabamos un vídeo en diciembre con los Universos Islas, y esa canción apareció simplemente con la letra, de la nada. No me preguntes de donde salió. El universo hizo “tup” y me la dejó encima de mi mente y es un momento hermoso porque te das cuenta que es natural. Entonces te das cuenta que es una canción, que no es retorcida ni la ves toda forzada, como queriendo encajar las partes y la letra, entonces cuando me encuentro en esa situación tortura de estar armando un rompecabezas, ahí lo dejo, que caiga solo. Y se siente distinto en cuanto a la emotividad o a la impronta que se toma al tocarla.
Ya sabemos entonces que la canción más fácil ha sido “La Colisión”. ¿Cuál ha sido la más difícil de realizar?
“El Vuelo”, la cual es una de las nuevas. Es muy fuerte esa canción, porque yo tuve un accidente en bicicleta. Muuy fiero, literalmente volé por encima de un auto. Esto fue en octubre del 2013. Y no me hice absolutamente nada, y eso que volé encima de un auto, caí de espaldas y quedé como medio Spiderman, medio superhéroe (risas). Yo me acuerdo que iba volando, me gusta registrar esas cosas raras que me pasan. Re morbo lo que te estoy diciendo, pero es como parte de la experiencia y es que yo dije “Uh, acá no la cuento”. Pensaba arriba, veía todas las luces, medio que se me venían imágenes y dije “No, basta”. Tranquila, blandita, caí. Y bueno, me llevaron al hospital Pirovano, estuve ahí, no me pasó nada. Tuve un par de secuelas, obviamente en la columna, en las cervicales, fracturas. Pero fue inexplicable. Bueno, entonces esa canción habla de eso. No del accidente en sí, sino de lo que estaba volando.
Ahora que estuviste cerca de la muerte. ¿Qué piensas de ella?
¡Uh! Qué tema, ¿no? Bueno, sí, estuve ahí a punto… Ahora que lo pienso, sí, estuve medio mal por esa razón. Con el tiempo me costó, al principio no le di bola pero ya después empecé a caer en la cuenta en que el accidente fue feo. Encima iba sin casco. Y creo que fui bastante afortunada, como te digo pude relajarme, estar tranquila. Y yo creo que con esa experiencia, todas las experiencias buenas o malas, te dejan algo, un aprendizaje. No importa qué. A mí me dejó eso, la experiencia, la anécdota, una canción. Pero no una canción trágica que hable de la muerte, sino justamente sobre los vuelos de la vida, no de la parte fea del accidente sino de la parte bonita, la del vuelo. Pero me costó bastante esa canción aparte de recordarlo. Y es un poco rara, el arpegio, las vueltas que tiene la música.
Sí, tu música tiene esas vueltas circulares. Se siente como hipnótico.
Sí, tenés razón. No lo había pensado, pero me gusta como los arpegios, son como un loop. Es verdad.
¡Bueno! Hemos dado muchas vueltas con tu vida, música y con las preguntas. Muchas gracias por la entrevista.
¡Gracias a vos por el tiempo!
Si te interesa escuchar en vivo a Natalia Ponso podrás hacerlo de forma gratuita este domingo 15 de febrero en Buenos Aires:
NATALIA PONSO EN EL CICLO “ESTILO ROYALE”
Fecha: 15 de Febrero del 2015
Horario: Desde las 17 hs hasta las 21hs
Lugar: Sheldon
Dirección: Honduras 4969, Palermo, Capital Federal
Entrada: Gratuita
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