Nation of Language es una pieza del gran rompecabezas que amalgama rock y electrónica. Su disco debut, Introduction, presence (2020), es un tributo al new wave y el synth pop con un sonido pendular entre la nostalgia retro y una mirada prometedora hacia el futuro. Tempranos hits como “The Wall & I” hacían evidente que el proyecto surgió con la noción básica de volver a enamorarse de la música hecha con sintetizadores. En esa amalgama, la banda liderada por Ian Devaney consiguió evocar al mismo tiempo canon y vanguardia.
Cuando era un adolescente, Ian idolatraba a rockeros clásicos como Mick Jagger y Jim Morrison, buscando imitar el estilo disparatado y extravagante de sus shows. En la adultez, se fue al extremo opuesto y atravesó una etapa de quietud total. Hoy, logra ocupar todo el escenario (sin importar cuán espacioso sea) con un estilo propio, independiente de sus influencias formativas.
“Ver al público conectar con la música en vivo es increíble -cuenta en conversación con Indie Hoy–. Durante la cuarentena, me di cuenta de lo mucho que extrañaba el show como una forma de arte en sí misma, independiente del acto de componer. El vivo me permite expresar físicamente la música. No hay muchas oportunidades en la vida de saltar y gritar. Si lo hacés, los que están ahí suelen llamar a la policía, no aplaudir”.
Aidan Noell conoció a Ian en un recital de su banda anterior, los Stacy Jacks. Más tarde aprendería a tocar sintetizadores y cuando la pareja se casó, en vez de pedir regalos, recaudaron los fondos para su primer álbum. Inesperadamente para ellos, su debut fue un éxito y el proyecto despegó durante la pandemia sin aún poder presentarse en vivo. El tercer integrante, Alex MacKay, acompaña a la pareja con el bajo desde 2022, y su destreza melódica aportó al desarrollo del sonido propio y distintivo del trío neoyorkino.
Aunque rápidamente consiguieron una base de seguidores, Nation of Language hizo sus primeras giras sabiendo que, incluso si vendían hasta la última entrada y toda la audiencia compraba merch, iban a ir a pérdida. “Al fin y al cabo, el vivo es una parte muy importante de la identidad de esta banda -cuenta Ian-. No podemos imaginarnos sin él, así que organizamos todo en torno a la idea de que tenemos que ser capaces de hacer giras con eficacia y eficiencia”.
Aunque encabeza un proyecto exitoso que ya camina solo, el líder de Nation of Language todavía siente reverencia hacia los discos y artistas que más lo influenciaron. Sin dudarlo, enumera: “The Man-Machine de Kraftwerk, Remain in Light de Talking Heads y Loveless de My Bloody Valentine. Para mí, se encuentran en esa especie de área enrarecida en la que sus artistas intentaban crear algo propio, singular y diferente a todo lo que ya existía. Se puede sentir esa ambición en cada uno de ellos”.
“Sería increíble tener ese impacto -continúa-, pero es algo que está completamente fuera de nuestro control. Nuestro objetivo es seguir avanzando, valorando cada paso. Antes de la pandemia, éramos un grupo de barrio y, de repente, empezamos a tocar en salas más grandes, con las entradas agotadas. Crecimos sin tener ni un éxito viral ni un single, y ese progreso constante es súper gratificante para nosotros”.
Para su segundo lanzamiento, A Way Forward (2021), el grupo profundizó en su propuesta. Mirando hacia el krautrock y los principios de la música de sintetizadores, este segundo disco fue una suerte de precuela de su debut. “Cuando salió nuestro primer álbum, todo el mundo estaba encerrado y no esperaba que nos escuchara nadie -relata Ian-. Cuando la gente lo descubrió, cada oyente parecía atraído por una canción diferente. Así que, para el segundo álbum, me sentí libre para crear lo que me parecía cool sin intentar replicar ningún éxito específico. Todavía estábamos grabando encerrados, así que nos centramos en el proceso creativo”.
Respecto de esos meses encerrados que tanto marcaron los inicios de la banda, Devaney reflexiona: “La idea de una escena musical post pandemia podría ser una forma de clasificar las cosas en el futuro. Por ahora, parece un momento emocionante en la música, con muchas bandas amigas que están a un nivel similar, y es divertido estar en esa posición. Como aficionado a la música, siempre me gustó preguntarme sobre las distintas épocas musicales y las conexiones entre los grupos. Me gusta pensar que ahora formamos parte de algo así”.
Al escuchar tracks tan electrónicos como “This Fractured Mind”, no debería ser ninguna sorpresa el dato de que la banda colaboró con Nick Millhiser, integrante del dúo Holy Ghost! y acompañante en vivo de LCD Soundsystem. Podemos imaginar esta relación como la de dos ermitaños de los sintetizadores que, en un impulso religioso, se encierran a idear un disco en una parroquia de cuyas paredes proliferan cables y botones. De hecho, el proceso del tercer disco de la banda, Strange Disciple (2023), no se aleja tanto de eso.
“Trabajamos en un estudio que Nick construyó en su casa, rodeados de sintetizadores -cuenta Ian-. A menudo discutíamos la idea de limitar intencionadamente nuestra paleta de sonidos para crear un álbum cohesivo. Si usás demasiados sonidos diferentes, el álbum puede carecer de una línea sonora común”.
Según parece, se avecina más material de esta relación que lleva dos discos y contando. “Hoy mismo voy a ir a su casa para grabar más música. Estoy componiendo mucho y grabamos por tandas entre gira y gira -adelanta el cantante-. Elegimos un grupo de canciones, las grabamos, volvemos de gira y elegimos la siguiente tanda para grabar. En eso estamos ahora”.
Algo de esta personalidad obsesiva se ve plasmada en el concepto de Strange Disciple. Con iguales medidas de erudición y sentimiento, el álbum explora esta temática en todas sus dimensiones: no solo el romance, sino también otros espectros más cotidianos como el ciclo mediático, el droomscrolling, la fatiga digital y la ofuscación con una versión idealizada de nosotros mismos. “La obsesión es cualquier cosa que cautive tanto tu atención que opaca todo lo demás”, define Devaney.
No es ningún secreto que las plataformas que usamos todos los días tienen como objetivo captar nuestra atención por la mayor cantidad de tiempo posible, y la furia y la indignación son los medios más efectivos para hacerlo. Este es el ciclo obsesivo que la banda describe en “Too Much, Enough” y que decidieron abordar de una manera absurda en su video, donde vemos a varios músicos y colegas (entre ellos Adam Green de The Moldy Peaches) participando del circo mediático. La idea tiene su cuota reaccionaria; según Devaney, “es muy poderoso negar a alguien la capacidad de manipular tus emociones más destructivas, y eso es algo que queríamos celebrar”.
Dedicarle la vida a un proyecto artístico también requiere –en cierta medida– alguna clase de obsesión. “La obsesión puede ser a veces productiva y, otras veces, insana –reflexiona Ian–. En el arte, la obsesión puede ser poderosa e impulsar la creatividad, pero cuando se traslada a la vida personal y otras áreas empiezan a resentirse, se vuelve problemática. Cuando se trata de una obsesión romántica, por ejemplo, hay una fina línea entre disfrutar de la presencia de alguien y tener una fijación enfermiza”.
Para una banda en la que el show en vivo y la conexión con el público es tan importante, la vara está alta para su primera presentación en Argentina. “Otras bandas que vinieron me contaron que los fans argentinos se entregan de lleno a la música en vivo, que suelen estar muy involucrados y devuelven la energía que uno pone en el escenario. Tengo muchas ganas de ver esa conexión en primera persona”, concluye Ian.
Nation of Language se presenta el miércoles 6 de noviembre a las 20 h en Niceto Club (Av. Niceto Vega 5510). Entradas disponibles a través de Passline, con 25% de descuento para socios de la Comunidad Indie Hoy.
Escuchá Strange Disciple en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).