En su cuarto disco de estudio, Niños Envueltos experimenta con un pop psicodélico suave y original, sin salir de su característico rock alternativo. En La nueva crema hay algo que se despide y muere, mientras la banda sigue haciendo “canciones a niños y electrocardiogramas a los muertos.” “Creo que es necesario hablar de la muerte para hablar de la vida y viceversa,” dice Tonga, la disidente y mítica voz de Niños Envueltos.
Antes de La nueva crema, la banda había publicado en 2017 un EP titulado Un negocio de alquiler de bombas y en 2018 el split Inventar el paraíso junto a Hiroshima Dandys, donde homenajeaban el pop madrileño. Su nuevo disco fue anticipado por los singles “Esto no es una carrera” y “Maratón”, y se presentó en vivo el 17 de agosto en La Tangente.
La nueva crema asemeja a una naturaleza muerta donde lo trash coincide con la ruptura del dolor y las constantes referencias fantasmagóricas, propias de una banda cuya influencia principal es el grupo inglés de los 70 Kaleidoscope y la literatura de Ferreira Gullar, Xavier Villaurrutia, Aldo Pellegrini y André Bretón. Al hablar sobre influencias, surge la pregunta por lo nacional, y Tonga responde: “A diferencia de los discos anteriores hay influencias nacionales como Miguel Abuelo, Virus y Los Gatos. También del indie español de los 90, de Nacho Vegas y de la movida madrileña. En general allá le dan mucha importancia a las letras, algo que acá cuesta mucho encontrar.”
“En vez de buscar ‘la mejor’ calidad de sonido y que después suene igual a todos los demás discos que salen, quisimos dedicarnos a buscar el clima para cada momento, pasar de la intimidad y la suavidad a algo más orquestal e intenso.” Al continuar hablando sobre la materialización de estas influencias, Tonga recuerda que “en un par de temas buscamos el sonido de batería de ‘Pretty Ballerina’ de Left Banke. ‘La foto del armario’ la pensamos como una canción de Felt y hay una buena cantidad de líneas de bajo influenciadas por The Zombies.”
Es inevitable entonces preguntarles a los Niños Envueltos acerca de este “vivir la vida a través de la poesía.” “En los tiempos que corren es difícil hablar de vivir poéticamente la vida,” contesta Tonga. “El disco principalmente trata sobre la vida, sin dejar de pelearse con lo que mata, caminar para el otro lado. En ‘Las muñecas de Navarro Montoya’ la letra dice ‘Claro que quisiera morir, rápido y en setenta años/Siempre que el fuego todavía nos llene.’ Creo que eso me explica mejor. En todo el disco se encuentran palabras y referencias a la muerte, que expiran desde una primer mirada hacia la tapa que transcurre en un cementerio. Hay un juego de palabras con la cremación y el nombre del disco, y además pienso que la muerte puede ser algo muy bello; se me ocurre, no sé, De la Rúa.”
Una de las canciones que llama mucho la atención en este nuevo álbum es “Picante”, donde la banda parece dirigirse a los niños inquietos, “a las personas que mantienen alzadas las banderas de la imaginación, la curiosidad y la cuadrilla de deseos de la infancia intacta contra viento y capitalismo,” explica Tonga, y agrega: “Habla de las canciones como ‘electrocardiogramas a los muertos’ porque todavía tenemos la ilusión de que los demás revivan. Aunque hay tantos cadáveres, como dice Perlongher -que está más vivos que los vivos-.”
El uso de sintetizadores trasciende el de los discos anteriores de Niños Envueltos, otra particularidad del disco influenciada por el pop español de los 80. “Desde que se sumó Eloy a la banda hay más melodías principales de sintetizadores, aunque la trompeta y la guitarra siguen estando muy presentes,” marca Tonga. “Hace poco Palo Pandolfo nos dijo que somos los Smiths argentinos y nos elogió la poesía y las guitarras; si bien nosotros sonamos distinto, lo entendimos y nos gustó mucho. Palo es una persona que ve la esencia de las cosas, en lugar de las apariencias.”
La nueva crema tiene una búsqueda original en sus letras, sin descuidar sus melodías y los acordes elegidos. “Le damos mucha importancia a las letras y tendemos a hacer melodías, estructuras y acordes poco usuales; lo mismo con las palabras,” explica Tonga. “Mi amigo Marcos nos dijo que somos ‘una pequeña orquesta de pop psicodélico’ y me pareció muy atinado. El disco lo produjimos nosotros, entre los siete músicos de la banda.” Hacer canciones extrañas, diferentes, irreales y surreales, escapando del común que se escucha en el indie rock actual parece ser el sello definitorio de esta banda que ya tiene diez canciones nuevas y que están preparándolas para grabarlas en el verano. “Esta vez queremos meternos en el estudio un par de semanas a probar cosas sin tener las canciones tan definidas. Por ahora no sabemos para dónde saldrá, ni cómo será la relación con La nueva crema, pero suponemos que los dos discos se llevarán muy bien.”
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