Karina Wainschenker nos responde algunas preguntas a propósito de su primera novela No se dice Mamushka, editada por Milena Caserola, a fines del año pasado.
Una novela musical con un universo en el cual caben personajes extraños, de una ternura que vista desde afuera podría parecer cruel o siniestra, pero desde adentro parece adoptar su única forma o, por lo menos, la más lógica.
No se dice Mamushka es también una suerte de rompecabezas sobre la intimidad, un documento moderno, un intercambio epistolar en código binario, pero con intermediarios, como si hubiera un espía que abriera las cartas antes de ser leídas por su receptor.
Una hipótesis de cómo podría ser una tragedia moderna, repleta de pasión y delirios pero tristemente anulada por la apatía, el abandono y algo de desidia deliberada. Es decir: frenesí y vehemencia, pero nunca arrebato, ¿se entiende?
Si no se entiende, diría que es otra gran historia de otro gran amor pero con un verosímil peculiar, donde lo sobrenatural deja de serlo. Sus protagonistas son Olga y Mavorte. Ella, una destacada guionista que, según Anna (la amiga en común que los presenta), está llena de actividades porque no tiene novio. Él, un zombie. Nada más que decir. Por ahora.
1- Por lo que sé, sos dramaturga, directora y actriz de teatro. ¿Por qué entonces necesitaste contar esta historia desde la literatura?
Un poco por el vínculo de los personajes, sobre todo por Mavorte que es bastante huidizo, y un poco por gusto: escribo desde muy chica y tenía ganas de meterme en un proceso de creación literaria y experimentar ahí.
2- Partamos de la base de que los procesos creativos son siempre sufridos. Del 1 al 10, ¿cuánto padeciste el proceso de escritura y de edición de No se dice mamushka?
Me hiciste reír. Buena pregunta. Hubo momentos de padecimiento 10 y más, hubo momentos de padecimiento cero, puro disfrute. ¡Qué difícil poner nota! Vamos a promediar con un 4 en padecimiento, porque lo hubo, es cierto, pero que tampoco se la crea demasiado…
3- ¿Por qué no se dice mamushka? ¿Cómo se dice?
Se dice matrioshka. De hecho, es curioso, porque sólo en Argentina le decimos mamushkas, que es el diminutivo de “mamá”, o sea “madrecita”; en el resto del mundo se le dice matrioshka que significa “matrona”.
4- ¿Por qué elegiste una estructura de tres actos, con preludio y posludio, para contar ésta historia? ¿Por qué decidiste usar herramientas que pertenecen a lo musical, específicamente a lo operístico, como cavatinas, recitativos, romanzas, duetos, etc.?
En medio del proceso, tenía mucho material y no sabía muy bien cómo iba a estructurarlo. Hay quienes al comenzar un proyecto de novela o cuento o lo que sea, ya saben el final, ya saben la estructura, ya saben todo. A mí me costó más esa parte, caminé sin saber muy bien a dónde iba. Investigando sobre las Rusalkas, ninfas acuáticas de la mitología eslava y sobrenombre del personaje de Olga en la novela, me encontré con una ópera titulada así “Rusalka”, de un compositor checo, que estaba dividida en actos. La idea de algo operístico me pareció que iba con los personajes, con este lado exagerado que tienen en el modo de vivir sus emociones más íntimas, un lado que roza lo melodramático. Además, la estructura de ópera me fue útil porque en ella pueden convivir distintos registros.
5- Al proponer contar desde perspectivas y puntos de vista diferentes se genera una especie de distancia con lo que se está contando pero, a la vez, la primera persona consigue que ingresemos en el vínculo de los personajes de una manera muy íntima. Ese contrapunto genera una tensión interesante. ¿Fue buscado? ¿O encontrado?
Bueno, es un poco como el huevo y la gallina. A veces el lector queda un poco como “voyeur”, eso fue consecuencia de elegir el chat, por ejemplo. Uno de pronto se encuentra leyendo cosas que no sabe por qué está leyendo. Lo mismo pasa en internet. De pronto estás en facebook leyendo cosas de gente que no sabés muy bien por qué tenés de amiga y mucho menos por qué las cuenta públicamente. Lo mismo con las partes más íntimas, son de alguna manera un eco de los blogs que podemos encontrar por la web. En el proceso no me lo plantée, al menos no conscientemente. Es lindo que lo observes.
6- Hay algo de arrojo en todo el libro. Incluso, por momentos, parece haber sido escrito de un tirón, bajo los principios de la prosa espontánea, como la llama Kerouac. ¿Te sentís cerca de alguno de los siguientes fundamentos a la hora de escribir?
a. Tener un estado mental en trance, dejando de lado la conciencia.
b. Evitar las ideas preconcebidas, la mejor literatura es la más dolorosa.
c. Evitar las comas tímidas e innecesarias, tomar de referencia el fraseo y los momentos de respiración de los músicos de jazz.
Sí, con todos. Escribir es como bailar desnuda en el living de casa. Para mí el momento de la escritura es un momento que requiere de mucho despojo y por eso te reencuentra con lo profundo, no sé si necesariamente doloroso, pero sí profundo y muchas veces oscuro, aunque no por eso menos extraño y divertido.
7- “Soy un ser humano y como tal nací prematura”. Desarrolle.
Una vez escuché, no me acuerdo muy bien dónde ni cuándo, que hay una teoría que supongo viene de la biología, y que explica que el bebé de los seres humanos nace prematuro respecto a otros mamíferos que nacen ya adultos. De hecho, se dice que tenemos 9 meses de gestación intrauterina y 9 meses de gestación extrauterina. No somos como, por ejemplo, los caballos que nacen y se van cabalgando, somos más bien como los canguros, que nacen y se quedan en la bolsa de la mami un buen rato.
8- Anna dice: “El amor de Olga por Mavorte, era como el amor de la Argentina a Juan Domingo. Un amor incondicional que ciegamente no se cuestiona las ambigüedades del general porque siempre rescata lo mejor de él.” Más allá de ésta cita en particular que intenta explicar la relación de los personajes principales, sobrevuela en toda la novela una línea política. ¿Cómo interviene o cómo quisiste que intervenga esa pata política en el libro?
El grueso de la novela lo escribí en el transcurso del 2010 y 2011. El intertexto político, por el momento nacional que vivíamos, se me filtró de las circunstancias. Más allá de la cita que traés, que es una comparación que podría ser pensada muy seriamente o como un disparate (según el vínculo que el lector construya con el personaje de Anna), siempre me gusta pensar que las estructuras de poder a nivel macro repercuten a nivel micro. Lo político aparece no necesariamente con el poder político de un gobierno nacional o local, sino que aparece como forma de vincularse entre individuos.
9- Pasemos a hablar un poco de Mavorte, uno de los personajes más enigmáticos que leí últimamente. Para mí, Mavorte es una idea en sí mismo. Un hombre/zombi al que no le gusta dar explicaciones de su condición y que sale por las noches a absorber cerebros de vagabundos o linyeras. Pienso que podríamos referirnos a la condición “muerta” de Mavorte, no como un estado físico, sino como un estado emocional; es un ser vivo pero desolado, desértico, casi vacío, como aplomado. Una especie de existencialista moderno, sin quererlo.
¿Es un hombre más? ¿Es especial? ¿Es todos los hombres?
Es un personaje y como tal condensa mucho de lo que decís. Sí, es especial, es un hombre más y es todos los hombres. Lo que hay en esa condición de “muerto”, seguro, es un vacío, y en ese vacío de Mavorte cada uno puede proyectar lo que quiera. Esas grietas y rajaduras, es decir, todo lo que no sabemos de él, son también un poco todo lo que no sabemos de nosotros mismos. Nuestro conocimiento es limitado, y donde aparece ese límite cognoscitivo, ese límite del saber, inevitablemente aparecen la imaginación y la fantasía.
10- Así y todo, tiene el monopolio de la pasión, de la adoración. Olga, por lo menos, lo idealiza. ¿Por qué la figura sublimada es la de un zombi?
Supongo que se explica un poco con lo anterior. Nos atrae aquello que no podemos explicar porque aparte del placer de conocer está el placer, mucho más poderoso, de imaginar y fantasear. Igual, yo creo que no tiene tanto que ver con que Mavorte sea un zombi, creo que Olga lo idealiza porque encuentra placer en el acto de idealizar. Si estuviera sola en medio de una isla idealizaría a un cangrejo y le escribiría poemas de amor, pero bueno, en esta novela le tocó conocer al zombi.
11- Más allá de que él intente ocultar su lado zombie (creo que lo hace, sobre todo, por lo tedioso que le resulta aclarar su estado de muerto-vivo), Anna y Olga naturalizan esa circunstancia extraordinaria cuando la descubren. Se da, así, que un hecho inadmisible dentro de los códigos realistas, es, para desconcierto del lector, asumido por los personajes como normal. ¿Cómo manejaste esa inclusión de lo fantástico, que termina siendo prácticamente una eventualidad?
Lo fantástico del zombi dialoga con lo fantástico de lo mitológico del preludio, los interludios y los postludios. Anna y Olga naturalizan que Mavorte sea un zombi como todos naturalizamos muchas otras cosas de nuestro entorno, aunque sí, puede que sean un poco ingenuas. Él no lo aclara, un poco porque es tedioso explicarlo y un poco porque es un coqueto. Quizás no quiere hablar de su condición de zombi porque tiene miedo de perder el amor de Olga si ella sabe con detalles la manera en que se desenvuelve en el mundo.
12- En relación a esto, ¿qué opinas de ésta frase de Freud sobre lo siniestro?
“Lo siniestro se da, frecuentemente y fácilmente, cuando se desvanecen los límites entre fantasía y realidad; cuando lo que habíamos tenido por fantástico aparece ante nosotros como real; cuando un símbolo asume el lugar y la importancia de lo simbolizado, y así sucesivamente”.
Esto me recuerda a una sesión de análisis a la que llegué muy angustiada dispuesta a charlar en profundidad sobre un “tengo miedo de…”. Mi terapeuta, muy astuta, me cortó al instante y me dijo: “el miedo es también un deseo”. Lo siniestro fue pensar eso. Plantear que lo que tememos es lo que deseamos nos sirve, al menos, para ponernos en un lugar de alerta y replantearnos ese temor: “ok, no voy a temerle a esto porque no quiero desearlo”. No sé si es así, pero pensarlo así es funcional seguro.
13- Lo romántico, en la relación entre el ser vivo-Olga y el zombi-Mavorte pasa por:
“el olor de tu líquido cefalorraquídeo
parece diseñado por Carolina Herrera
y a las curvas de los lóbulos de tu cerebro
las puedo adivinar cuando te calentás solo
apoyando mi nariz en tu frente.”
Quizás Olga solo pueda enamorarse de un hombre muerto…
Quizás, sí. El deseo sexual entre Olga y Mavorte pasa por un amor cerebral, intelectual, un amor de ideas y pensamientos; no es un deseo sexual de piel, carne y fluidos propio del amor concreto y terrenal.
14- Sospecho que tanto Olga como Anna son desprendimientos tuyos. ¿Cuánto hay de vos en ellas?
Hay de ellas en mí tanto como hay de Mavorte. Son personajes que me habitaron y a partir de quienes aprendí y atravesé un montón de cosas. Por suerte, como decís, son desprendimientos, y por eso ya no me pertenecen ni me identifico con ellos plenamente.
15- ¿Tuviste algunas referencias literarias a la hora de escribir tu primera novela?
Muchas, la novela es muy intertextual partiendo de los mitos que se citan, que conocí a través de los cuentos populares rusos compilados por Afanásiev, y que luego pude investigar en profundidad para la novela. Directas, no hay muchas más referencias, pero sí referencias que se escurrieron consciente e inconscientemente.
16- ¿Estás preparando y/o sufriendo algo nuevo?
Sí, estoy escribiendo siempre. Tengo algunos ensayos que estoy corrigiendo y me gustaría compilar. En ficción, justo ahora estoy “sufriendo” la necesidad de elegir entre dos materiales para meterme de lleno con uno lo que implica que, al menos por un momento, debo renunciar al otro. Renuncié a muchos trabajos en mi vida, pero esto… esto es otra cosa.