Desde la separación de Peyote Asesino en el inicio del siglo XXI a su regreso en 2009, pasaron muchos años donde la mezcla del hip hop con el rock y el metal encontró exponentes pero extrañaba a uno de sus pioneros. Por eso, para cuando los uruguayos volvieron a tocar para el Pilsen Rock de 2009, muchos fanáticos de los noventa y también muchos nuevos los acompañaron en cada presentación. Luego de varias vueltas, una pandemia y mucho trabajo de por medio, en este 2021 por fin salió Serial, su tercer álbum y sucesor de Terraja, de 1998. Y en ese disco estaba el Peyote: estaban los riffs, las letras ácidas y la energía particular del grupo. Pero además, había condimentos nuevos como voces guturales y espacios musicales que antes no habían explorado.
Con motivo de condensar esa energía de la vuelta, del nuevo disco, de las novedades y de encontrarse nuevamente juntos haciendo los clásicos y también nuevos temas con el mismo espíritu, hablamos con Juan Campodónico, Carlos Casacuberta y Fernando Santullo. En conversación con Indie Hoy, los tres analizaron el lugar de la banda en la industria musical actual, el proceso de Serial y lo que se les viene en el futuro.
¿Se sentían nerviosos con respecto a la respuesta que podía tener un disco nuevo después de tanto tiempo?
Carlos: Cuando hicimos el disco no estábamos pensando tanto en anticipar cómo iba a ser recibido, eso era la vía abierta a la locura a pensar en los fans anteriores, en los de ahora o que pensaran que nos hacíamos los locos. Básicamente nos dedicamos a hacer un disco que nos hiciera sentir bien. Siento una conexión muy fuerte entre este disco y los anteriores, siento que es un disco nuestro, muy sentido, muy íntimo, muy propio de lo que es la banda. La banda es algo tan complicado porque nadie es la banda, hasta a veces pensamos en el Peyote Asesino como si fuera una persona y ese ser no se ponía en marcha hace mucho.
Venían trabajando para otros artistas, en sus carreras solistas y entre ustedes en distintos proyectos, pero me imagino que esto es totalmente distinto desde la composición y el laburo en sí. ¿Qué se siente recuperar ese espacio de banda? ¿Cómo lo vivieron desde adentro?
Carlos: Esto pasó por etapas. Lo primero que pasó fue que a un visionario se le ocurrió preguntarnos si volveríamos a tocar. En 2009 hacía más de diez años que no tocábamos, se venía un festival en Durazno y era una tradición que todos los años la gente se iba para allá y se hacía una cosa de muchas decenas de miles, entonces nosotros no teníamos idea la energía que podíamos generar. Nos juntamos en la sala de ensayo, Pepe contó cuatro y eso fue un indicador de que la energía podía volver. Estábamos ahí y nos sentíamos contentos, arrastrados como siempre por la música, porque el Peyote Asesino toma el control y te lleva a un lugar donde vos solo no estás y no llegás. Eso fue lo primero, que podíamos tocar. Después fue algo más serio, poner en marcha el Peyote Asesino como entidad que crea música y ver si podíamos recrear esa especie de monstruo.
Fernando: Durante la mayor parte de los 23 años que pasaron no nos planteamos sacar un disco ni hacerlo, no estuvo en la cabeza de nadie hasta que nos juntamos en 2016 y empezamos a hacer otra tanda de shows. En un momento pensamos que si queríamos una vida en el presente no podíamos solo tocar canciones de 10 o 15 años, teníamos que generar material que se conectara con este momento. Ahí fue cuando empezó el proceso más de componer estas canciones. Hicimos un par de canciones con un método de composición distinto, el de la típica banda de rock: empezamos a zapar en una sala de ensayo e hicimos dos canciones, pero después de unos días las escuchamos y nos dimos cuenta que no eran el Peyote Asesino. No sé cómo explicarlo, pero se parecían más a otras cosas pero no con la clásica energía del Peyote. Eso nos obligó a recordar el proceso de composición que teníamos en los noventa, que era un proceso que tenía más que ver con el mundo del hip hop que con el rock. Es un poco más nerd, nos juntamos un par en la computadora y trabajábamos unas bases, después otro par que por lo general somos Carlos y yo trabajábamos las letras y recién cuando estaban armados esos bosquejos nos juntábamos con el resto de la banda. Recuperamos el viejo método de composición y una vez recuperado el método, empezaron a aparecer esas canciones. Cuando ya teníamos casi pronto el primer corte, “Vos no me llamaste”, fue la primera que creció y dijimos que “es una canción del Peyote, vamos a hacer más hasta tener el conjunto del disco”.
En todo ese proceso, antes de la salida de estos singles, salió “Bailando samba”. En esa cronología, ¿cuándo salió? ¿Es de esos temas del principio?
Fernando: No, “Bailando samba” es una especie de eslabón perdido. Lo que sacamos fue una especie de maqueta avanzada, si vos escuchás la versión del disco tiene un montón de cosas iguales como la toma de voces pero cambió la textura sonora y la canción se acercó de una manera más natural al resto del material.
Carlos: Cambió el ritmo y cambió la base rítmica, cambió la línea de bajo, cambió el groove de bajo…
Fernando: De la misma forma que aquellas primeras canciones que te decíamos que no salieron pero las canibalizamos porque hay elementos que están en estas canciones, lo que nos pasó con “Bailando samba” fue que le faltaba ese elemento peyotístico. En lo que sacamos estaba muy presente la maqueta entre dos y la letra entre otros dos, pero le faltó el tiempo de cocción de cuando la banda se apropia de la canción. Carlos decía que cambió el ritmo y es porque el que está presente ahora es el que tocó Pepe y no el programado, cambió la línea de bajo porque no es lo que compusimos con teclas sino el que tocó Gabriel. El Peyote es Peyote cuando todos los elementos de los miembros se vuelven evidentes y a la versión que sacamos de “Bailando samba” le faltaba esa presencia humana que tiene la banda cuando rockeriza las canciones, cuando se toca tiene un espíritu del rock y del hip hop.
Mencionaron el trabajo de pensar las canciones y las letras, pero en este material también hay un espacio musical más largo que en los otros discos. ¿Cómo pensaron esos puentes?
Carlos: Claro que sí, hay interludios, hay partes instrumentales que son largas como en “Perdiste” que se abre un clima y aparecen unas violas shred, que no era tan característica de otras épocas, y lo hicimos imitando el tapping pero lo tocó Matías Rada que tiene una técnica espectacular. Te pongo ese caso porque ese ocurrió improvisando, como el pique de “Es lo que hay”, que es un pique de dobles notas que viene de la música campera, de la música folclórica de raíz uruguaya, y el ritmo que es de chamarrita, que es muy característico uruguayo. Eso viene también de una improvisación con guitarras. Me acuerdo de muchas improvisaciones de Juan con bases y tocando riffs, pero la improvisación era larguísima y grabada, entonces el riff iba mutando. Era una cosa larguísima de veinte minutos y un día nos pusimos a escucharlo con Fernando y fuimos cortando, entonces en un pedazo nos encontramos “Vos no me llamaste” y un poco más adelante “La tumba de los cra”. Iban apareciendo pedazos y se armó un collage.
Fernando: El Peyote originalmente era más de hacer solos de viola en el primer disco, en el segundo integraban un arreglo más global y en Serial lo que hay es el arreglo. En “Flor de gil” hay un interludio instrumental que hace un cambio de clima con un bajo de candombe que se empiezan a sumar capas y capas de violas. Se cruzan otras referencias y la música deja el espacio para que esas influencias surjan.
¿Cómo sale la voz gutural que se escucha en el disco? ¿Habías hecho voz gutural alguna vez, Fernando?
Fernando: Lo que me pasaba en los conciertos en vivo es que me empezaba a entusiasmar y terminaba haciendo guturales que me rompían la garganta y me arruinaban, sin la menor idea de saber que había una técnica. Yo soy bastante fan del metal y escucho un montón, y me daba cuenta de que el gutural del death metal es distinto al del black metal y a los demás, entonces en un momento me dije que si quería hacerlo en una grabación tenía que trabajarlo bien. Me metí en san YouTube y empecé a buscar alguien que explicara cómo se hacen los guturales. Encontré un flaco de Lituania o Estonia que explicaba súper bien cómo armar la cámara sonora para emitir eso sin morirte en el proceso. Las clases del tipo eran millones, yo aprendí tres o cuatro variantes porque tampoco me interesaba que todo el disco tuviera guturales. Después tuve que pensar qué podía quedar bien dentro del Peyote de todo eso, y al final aparece en tres partes del disco y son guturales que tienen más que ver con el death metal porque es más grave y al ser más grave pelea menos con las otras voces y las violas. Hubo que buscar desde el punto de vista sonoro qué gutural podía hacer para que funcione dentro de la música del Peyote.
¿Les funciona para el Peyote pensar que hay espacio para la creatividad y el desarrollo de diferentes lugares musicales a llegar?
Fernando: El Peyote siempre tuvo algo de banco de pruebas, de traer cosas desde distintos lugares sabiendo que el grupo las va a intervenir desde otros lugares. Sabés que lo que traigas al final no va a salir igual a cómo lo trajiste, los compañeros le van a dar una vuelta que no habías imaginado. El Peyote es un resultado, un procedimiento.
Carlos: “Tierra derretida” arrancó siendo un valsecito. Primero encontramos una canción infantil de los años cincuenta que tenía un pequeño valsecito en el piano. Ese no podíamos piratearlo porque era muy obvio, entonces con eso hicimos un jazzesito valseado. Un cierto día llegamos al estudio de Juan y había mutado todo en un tema híper pesado, en un riff tipo Black Sabbath y por debajo una segunda melodía que hacía un contracanto, y todo con una pesadez, era como el juicio final. Me pareció increíble cómo se puede llevar algo a una distancia tan grande desde donde arrancaste.
Juan: Es medio un laboratorio. Nunca queremos hacer algo que sea obvio, siempre estamos jugando a ver qué podemos extraer y generar un resultado nuevo. Eso es muy importante dentro de la propuesta, el que va a ver al Peyote tiene unas características de cierta radicalidad, ciertos sonidos, cierta conexión con un canal que viene del rock y el hip hop. Es un canal paralelo, lo que hacemos nosotros nunca va a ser popular porque viene de esa tradición de la música alternativa de los noventa. De ahí viene el planteo inicial y es un canal paralelo, es muy valioso en el sentido de que hoy en día todo tiende a la concentración y a pegarla con el reggaetón de momento y que el mundo de los algoritmos haga que lo popular se vuelva más popular todavía porque premia las estadísticas altas. Es el premio al campeón, al que le va mejor le damos más. Entonces, ir por carreteras paralelas al mainstream es muy valioso y un lugar bien interesante donde jugás con los géneros pero estás probando cosas nuevas, siempre hay un desafío. Es más filosa y más radical la propuesta, ahí aparece un espacio de libertad y creatividad. Sigue siendo una banda de rock, pero con una propuesta bien distinta.
De todas maneras, estaba ese espacio huérfano buscando una propuesta así por la llegada que tuvo su vuelta, ¿no?
Fernando: Cuando todas las propuestas tienden a alinearse en una zona, quedan espacios para ocupar. Si alguien es fanático del trap no quiere decir que toda su vida va a escuchar lo mismo, sino que a eso le da más pelota. Ahora, pueden aparecer ideas y hay espacios para que aparezcan otras ideas que no van exactamente por ese lugar. Toda la historia del Peyote, la historia nueva, tiene que ver con que había una demanda de esa música. Cuando volvimos en 2009 fue porque alguien pensaba que valía la pena que tocáramos en un festival masivo, en los noventa no había esos festivales ni los hubiéramos cerrado. En aquel momento, la música generó un espacio para que el Peyote se convirtiera en algo más grande y ese espacio sigue estando.
Juan: Es una veta que nos parece que tiene interés el no estar alineado. Es un lugar re interesante y nos fortalece. Y da libertad para ir a lugares.
¿Tienen algo preparado para lo que se viene en materia de shows?
Fernando: Tenemos una fecha confirmada en Medio y Medio en Punta Ballena, en el marco de un festival donde toca mucha gente muy diversa y mucha gente de Argentina [5 de febrero]. Después estamos viendo si cerramos en un festival importante en Argentina y alguna fecha más en verano en Uruguay, en el este. Si cruzamos a Argentina haremos alguna fecha más y después la presentación oficial en Montevideo alrededor de abril o mayo. Después vamos a buscar espacio en Perú y México, que es donde el Peyote también tuvo buena aceptación.
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