En el corazón del barrio de Montecastro la térmica es altísima. Las calles están vacías y algún transeúnte perdido busca alivio en los árboles de la plaza, al lado de la cancha de All Boys. Rodrigo Gómez nos espera en su casa-estudio mientras el sol empieza a bajar. Su hogar supo ser Casa Frida décadas atrás, un estudio donde grabó su primer disco Juana Molina y en el que pasaron artistas como María Gabriela Epumer, Norberto Minichillo y Axel Krygier.
Gómez saca una botella de agua del freezer y nos invita a la terraza. Una mini pileta de lona reposa tibia a la sombra. Antes del comienzo de la charla suena el timbre: es un seguidor de la banda que viene a buscar su entrada para la fecha del sábado 2 de marzo en La Tangente, y de paso se suma a la mesa.
El próximo LP, la renovación performática, el desafío de trabajar con un sello discográfico por primera vez y la colaboración con otros artistas, son los temas que tienen inquieto a Gómez, en el comienzo de un año que promete ser el más expeditivo de la historia de Proyecto Gómez Casa.
A 10 años del inicio del proyecto, ¿en qué momento de madurez se encuentran?
El material que vamos a sacar este año es lo más maduro que hemos hecho, por lejos. Con mucha canción, muchísima letra, muy electrónico, pero todo tocado. Y muy moderno. Todo va acompañado de nuevos vestuarios y nuevas luces. Yo igual no soy nostálgico, no me cabe esa de cumplir y mirar hacia atrás, soy más de ir hacia adelante. Y más que encarar un show por los 10 años, estamos atravesando un proceso bastante importante de crecimiento. Va a salir un disco largo a mitad de año, el primero que vamos a sacar a través de un sello, y va a ser con Concepto Cero. Es un sello re independiente, encabezado por Nicolás Madoery, un tipo súper interesante como productor y gestor. Es también el primer disco de Proyecto Gómez Casa donde decidimos abrir el juego y colaborar con otros artistas. El último simple que editamos el año pasado fue “Evito siempre” con Nicolás Sorín de Octafonic. Fue una primera prueba a ver qué ocurría, nos planteamos compartir procesos creativos con otros artistas, tanto músicos como productores y no músicos. Pablo Bursztyn es el productor general del disco y van a haber muchos invitados que creo interesantes para combinarse. No es la idea chupa sangre de tratar de linkearse con alguien enorme con el solo hecho de que te de likes, sino juntarse en el estudio con alguien que pueda aprender y que se pueda armar algo más sostenible. También grabamos con Fernán Mareque y Javier Zuker, que vino como cinco veces al estudio, su rol fue más de acompañante de proceso. Después grabamos con Ca7riel, que vino un día y estuvimos casi 10 horas produciendo. Le abrí todo mi material y eligió el tema que se sentía más cómodo. Nosotros le propusimos algunos más y grabamos otras cosas en dúo con micrófono y bata, estuvo muy bueno. El disco también tendrá una colaboración de Sof Tot que estuvo una tarde entera con su pareja y su hija. Grabamos durante varias horas y hasta se quedaron a comer.
¿Hay una tendencia a vincularse con generaciones más jóvenes?
Cuando el ser humano envejece empieza a auto-homenajearse o auto-referenciarse y se genera algo endogámico. El “lo de antes era mejor”, “esto de ahora no suena”, generalizando. Trato de estar siempre muy aggiornado en lo que ocurre alrededor, es fundamental que un artista sea contemporáneo a su época. No entiendo los proyectos que quieren hacer música de los 70. No digo que esté bien ni que esté mal, yo no lo entiendo. Es re importante sonar como el 2019, la contemporaneidad del artista con su época. Es su coyuntura, para eso estamos los artistas. El valor artístico es necesariamente contemporáneo. A mí no me pasa lo mismo que me pasaba hace 10 años. Me suelo vincular con mucha gente joven que tiene una escucha que yo no tengo. Ahí voy a buscar un montón de fuentes, me atrae lo que no hago más que lo que hago. Desde el lugar de entender que el otro tiene algo y está pensando algo que yo no, y frente a eso no negarlo sino ver qué es lo que está escuchando que yo no.
Y también la relación con otro tipo de estilos…
Celebro que aparezcan estilos que tienen mucho texto. El rap es lo más en ese sentido. Hay gente que le canta a la hoja que cae y hay otros que le cantan al dolor, a la transformación. También ocurre que cada vez hay productores más pibes, por cuestiones más tecnológicas. Muchos pibes con compu en su casa, que manejan muy bien el software, que tienen horas y horas de estar haciendo eso y que capaz no tocan ningún instrumento. Ahí ya parte una perspectiva que yo no puedo tener. Yo me vinculo desde el hacer, uno aprende de esa gente. Son voces menos nostálgicas, más convulsivas, violentas, como acto reflejo de supervivencia. Así es cómo me linkeo con Fonso y con Bandrio. Fui a su estudio, tomamos algo, charlamos un poco y pegamos buena onda. Les entregué el track “Evito siempre” y les dije que hagan lo que quieran, con absoluta libertad. Me lo devolvieron y quedó, no hubo ningún ida y vuelta. Ahora los invitamos para que abran el show de La Tangente.
El año pasado hicieron shows grandes en IMPA, Konex, Caras y Caretas. ¿Cómo piensan redoblar la apuesta para 2019?
Este disco va a cambiar el lugar del proyecto. Creo que es el paso natural. Después de años de rompernos el culo y no parar, estamos encarando el año más evolutivo. En 2018 empezamos a trabajar con 432 Hertzios, una productora muy interesante, muy artística, de gente inteligente con la que te podés poner a charlar de contenido. Hay que aprender a delegar, a abrir el equipo, a seguir trabajando de forma colectiva pero empezar a abarcar otros lugares. Fue un año de crecimiento importante en ese sentido, trabajando para que el proyecto se posicione para hacer shows y puestas en lugares más grandes. Mayores dimensiones, mejor técnica, mejores escenarios. Y este año todo eso se termina coronando con la salida de este material largo.
Delegar a veces también te da otro tipo de perspectiva del trabajo…
Sí, para los obsesivos es difícil delegar. Hay que entender que otro puede tener una mejor idea que la de uno, o que otro pueda hacer algo que hace uno pero de otra forma, ni mejor ni peor, con otro resultado. Nosotros somos un proyecto under pero a su vez es uno grande en convocatoria. Los shows son complejos pero va un montón de gente. Es un híbrido raro en donde me preocupo mucho por que cada cosa nueva que logramos se asiente y tenga algo que nos permita pensar que eso es algo nuevo adquirido. Tengo la sensación de que se armó un buen combo.
¿Qué nos vamos a encontrar el 2 de marzo en La Tangente?
Lo interesante que tiene este show es que la gente, además de ver a PGC, va a ver a dos productores en un live set. Eso no suele pasar, pero es la que va, es lo que está ocurriendo, hay una lluvia de productores. Hay que exponerlos y darle lugar para que participen en un show en vivo en el formato que quieran, puedan o entiendan. Nuestro show va a ser en formato trío, sin la compañía completa de performers. Eso nos permite hacer un show mucho más largo y a mí me permite despacharme con lo que quiero porque no tengo que estar pendiente del armado de cada aparición. Puedo tocar más la bata, cantar más, moverme más en el escenario. Como el proyecto tiene varios formatos lo hace aún más interesante, nos permite accionar en donde queramos. Estamos en medio de un quilombo de complicaciones económicas, de identidades y de mirarse a uno. Cuando las cosas se salen a decir, y mediante un hecho artístico grosero, para mí es una bomba.
¿Para qué etapa del año se viene el show con la compañía completa?
Cuando salga la compañía completa este año va a ser un despelote. Va a ser un show completamente nuevo en cuanto a lo performático. Tanto los Fluxlian como las bailarinas son artistas que están en movimiento constante. Vos les tirás una botella de plástico y te hacen un despelote, son un laboratorio, leen partituras, tiran ideas, es increíble. Entonces que salga un disco nuevo es lo mejor que les puede pasar. También es muy complejo porque todo lo que implica performance implica plata, y nosotros no la tenemos. Pero siempre nos enfrentamos a lo mismo, que es entender la idea. Si la idea está clara lo hacés con el recurso que quieras. Valoro mucho lo que tengo, sea mucho o poco, y eso es lo que le da la identidad. Si tenemos una linterna y unos espejos, vamos con eso. Estamos en el culo del mundo, no tenemos un mango y está bien que así sea. El resultado artístico tiene que ser ese, no tenemos que ser una banda de Noruega subsidiada por el Estado. Si se nota que lo que está ocurriendo fue construido, mejor. No me importa tanto la máquina costosísima, prefiero verlo. Por ahí mengua un poco la calidad en alguna resolución pero en nuestros shows decís “Ah, este está filmando con una cámara Mini Dv y una vincha en la cabeza que se le cae, y lo está proyectando en vivo con un cable que sigue hasta arriba y baja. Esto yo lo puedo hacer.” Esa es la transformación. Lo mejor que nos puede pasar es que la gente se vaya de los shows con ganas de hacer algo. Nos gusta la materialidad de la construcción de las cosas propias, es parte de nuestro lenguaje. Me parece una lástima no entender que con lo que tenés podés hacer algo, y que eso que podés hacer va a ser propio tuyo. Si no hacés no largás, no podés transformarte, no podés evolucionar. Ante el que hace, yo me saco el sombrero. Una idea no se puede detener por falta de herramientas.
Proyecto Gómez Casa se presenta junto a Fonso y Bandrio el sábado 2 de marzo a las 21 h en La Tangente (Honduras 5317, CABA), entradas disponibles a través de Ticket Hoy.