Amor y punk, el primer libro de Romyna Pérez, podría ser una obra de teatro, un poemario, un confesionario o incluso un diario de viaje (o quizás todos estos géneros juntos). La escritora es parte del mundo del punk rock desde hace más de dos décadas, primero como bajista en la banda Nihilismo, y más reciente cantando y tocando la guitarra con Las VIN UP, las primeras que se animaron a gritar en una de sus canciones “todas las bandas que me gustaban resultaron ser altos violines.” Su segundo libro, Femigorda, intenta derribar las bases de la gordofobia y contar una experiencia tan personal como general. Hablamos con ella sobre la escena y sus proyectos.
“Ser un marginado no significa agachar la cabeza y dejar que te garchen” escribís en tu primer libro…
Sí, siempre relacioné muchísimo lo que tiene que ver con ser un marginado con ser alguien que no se merece ciertas cosas o que tiene que ser sumiso no sé por qué. En realidad, si lo pienso en el contexto en el que viví o en el que me crié, he conocido gente que se sentía marginada por el barrio en el que vivíamos y agachaba la cabeza ante un montón de situaciones que no estaba bien que lo hagan. O sea no se imponían, como que sentían vergüenza de aquello que los hacía ser marginados y aprendí todo lo contrario.
También escribiste “Las cornisas son para mirar las estrellas y no para saltar al vacío.” ¿Iba dirigido a Ricky Espinosa de Flema?
Justamente esa frase o ese texto la escribí antes de que pase lo que pasó con Ricardo. Pero sí, paralelamente tiene que ver todo. En el libro hablo sobre cuando conocí su música, el cambio que eso generó en mí y las oportunidades que tuve de conocerlo donde me enseñó cosas. Soy muy de observar y de tratar de absorber lo más posible de algo que me interesa o me gusta, y me gustaba muchísimo la música que hacía Ricardo. Pude tejer una suerte de amistad, llegué a darle mi fanzine, era el momento en que estaba grabando Caretofobia y tenía contacto de vez en cuando. Pude presenciar sus formas de trabajar y también aprender de cosas que por ahí no estaban tan buenas y saber que se pueden hacer de forma diferente para no terminar haciendo lo que hizo él.
¿Cuánto cambió la escena punk desde la época en que ibas a ver a Flema en los 90 y 2000, hasta ahora que tocás?
Creo que cambiaron principalmente los lugares donde se hace y se muestra el punk. Después de Cromañón cambiaron los lugares donde se toca punk, se ordenó de alguna manera todo y ya no existieron los lugares que terminaban a las 7 de la mañana. Las bancadas que escuché en los 90 siguen siendo las que forman parte de la movida del punk más activo. Cambió la comunicación y el entorno en que se escucha el punk. Por un lado siento una madurez y por el otro un estancamiento. Todavía faltan cambiar cosas claves en los músicos y el público.
¿Cúales serían algunas de estas cosas que son clave cambiar?
Creo que la base principal para un cambio es el respeto. El respeto por el trabajo de las bandas, por el trabajo de ser un artista. Muchísimas de las personas, la mayoría del público del punk que tiene de 30 para arriba, no reconocen el trabajo del músico como si fuera realmente un trabajo, como que lo toman como algo que lo tenemos que hacer porque sí y gratis para darles una diversión. Cuando vos querés cobrar una entrada a ellos les cuesta desembalar y hacer el esfuerzo de comprar una entrada cuando uno está tratando de hacer lo mejor posible para tocar en vivo. Y las bandas también deben respetar a su público, dar un show acorde a lo que se está pidiendo, sonar lo mejor posible. También hay que prestarle el oído a las bandas que vienen tocando hace bastante tiempo y no tuvieron la posibilidad de entrar en un sello o de haber tocado en ciertos lugares porque no se les da la vidriera que corresponde. Me parece que está un poco vetusto en un montón de situaciones el punk y necesita una renovación en torno al público. No hay juventud que escuche punk. No existen pibes de 15 años haciendo una banda de punk hoy en día, pero porque quedó atrás todo lo que tiene que ver con el rock. Hoy en día el rock no es el estilo más popular ni mainstream. Para un pibe es más fácil bajarse una base desde internet y ponerle una letra y ya está hablando de algo. En cambio tener una banda, comprarse un instrumento y buscar gente que quiera hacer lo mismo que vos tiene otra accesibilidad. Otra de las cosas que imposibilita la llegada es el mensaje que un montón de bandas punk están dando, como bandas que cantan en contra de la policía y por otro lado la aplauden o festejan que repriman a un pibe. O tenés gente que está hablando en sus canciones de la libertad pero está en contra del aborto. Todo ese tipo de impresiones hace que se esté estancando muchísimo el estilo y que las cosas no se renueven. Si bien hay muchísimas bandas y movida, creo que es el momento de empezar a mirar adentro en el punk y ver que hay un montón de gente que está tirando otro mensaje.
¿Cuál es la conexión que encontrás entre el punk y la libertad?
Lo relaciono con pensar. A mí el punk me abrió la cabeza para poder cuestionarme y entender un montón de cosas, y a medida que uno va entendiendo va teniendo la oportunidad de sacarse de encima ciertos prejuicios o pensamientos que son construcciones sociales. El poder de saber más te hace más libre.
¿Cuál dirías que es el género musical más feminista?
Cuando empecé a tocar esta música las mujeres más feministas que vi en un escenario fueron siempre punk. Pero hoy en día no hay un solo género que le pertenezca al feminismo. Creo que hay un montón de movidas feministas relacionadas con un montón de géneros musicales. Pero yo lo relaciono directamente con el punk, Debbie Harrie, Patti Smith, Hole. El grunge también, Bikini Kill. Para mí todo lo que conozco está relacionado con mujeres en el punk.
¿Qué diferencias encontrás entre laburar con hombres como lo haces en Nihilismo y laburar entre chicas como lo haces en Las VIN UP?
Justamente poniendo de ejemplo mis dos bandas, la verdad que ninguna. El modo de laburo con las dos es muy similar. Nos manejamos de la misma manera para componer, para hacer, para tocar. Creo que no puedo encontrar diferencias. Los chicos que tocan conmigo han presentado siempre una apertura mental muy diferente a lo que por ahí se encuentra en la movida y con ellos no siento ninguna diferencia. Y con las pibas tampoco. Creo que conectamos de la misma forma y es una cuestión de química que se generó que es idéntica. Aunque trato de no cruzar mucho escenarios, a veces hacemos fiestas donde tocamos las dos bandas juntas y la pasamos muy bien.
“Siempre que necesite sentirme mejor voy a escuchar bandas de mujeres,” afirmás en Amor y punk. ¿Qué representan actualmente las bandas punk de mujeres?
Una resistencia. Creo que las bandas punk de pibas presentan una resistencia. Están ahí, estamos ahí, tratando de hacer que las cosas vayan cambiando de a mucho o de a poco. Si bien el punk siempre aceptó a las mujeres, tiene mucho que deconstruir y cambiar, y que estemos ahí presenta una resistencia. Eso es lo que opino. Me pasa de ir a tocar con las pibas a eventos donde son todas bandas de chabones y la verdad es que se siente como un ámbito diferente, se nos toma de otra manera. Empezó a verse con otros ojos lo que hacemos, se nos empezó a prestar atención sin tener que llamar la atención, luego de 10 años de estar tocando. Todas las bandas de pibas son de resistencia. Tiran otro mensaje y abren otro camino.
En tu segundo libro, Femigorda, explicás cómo “ser gorde” está siempre mal en la mirada del otre…
Sí, para mí sí. Yo siento que ser gordo es diferente a través de que lo están marcando todo el tiempo. Te lo marca el otro. Uno se ve normal o por lo menos me pasaba de esa manera. Me percibía a mí misma como cualquiera que me rodeara y cuando se empezó a describir mi cuerpo como gorda o se me empezó a llamar “gorda” fue donde me di cuenta que eso estaba linkeando con algo que era malo para otras personas que empezaron a marcarlo. Yo me sentía igual que todos con mi cuerpo y mi forma. Pero tomé de conciencia de muy chica porque en mi familia desde pequeña me han tratado con el apodo de gorda. Lo empezás a sentir porque el otro te lo marca.
En Femigorda también describís algunas mujeres de la industria de la música que fueron invisibilizadas por no tener cuerpos hegemónicos o que se adapten al mercado ¿Querés nombrar a algunas de las gordas que te parezcan más importantes para la historia y el rock?
Te recomendaría dentro de lo que es el rock, o la escena más actual por así decirlo, a Poli Stirene que era la cantante de X-Ray Spex, tiene un disco solista que se llama Índigo que está buenísimo. También a Sheer Mag que es una banda donde canta una gorda divina con una voz tremenda. Dentro de otro estilo podría recomendar también a Mildred Bailey, a la cual no la dejaban hacer sus presentaciones porque era demasiado robusta para la escena jazz de ese momento. Ella fue apadrinada por Bill Crosby, a quien había ayudado en una oportunidad. Es una cantante de la ostia. También la rapera Yela Quim, y a Beth Ditto que se popularizó con la banda Gossip. Es una de mis favoritas por su voz increíble. También Ali Gua Gua de Kumbia Queers, un cuerpo gordo disidente tremendo, hermosa, y Cass Elliot, todo lo que es solista de ella me gusta muchísimo, lo que cantaba, cómo lo decía.
¿Cómo afectó el COVID-19 tus planes como música? ¿Qué creés que pasará en la escena después de esta emergencia sanitaria?
En cuanto a los planes que teníamos con Nihilismo tuvimos que cancelar una gira que teníamos por México en marzo, íbamos a visitar cinco ciudades, era la segunda vez que íbamos, la primera fue el año pasado. Y con Las VIN UP estábamos arrancando la grabación de un próximo proyecto del cual solo pudimos grabar las baterías, algunos cóvers y canciones propias también, y teníamos estipulada una pequeña mini gira por el Conurbano bonaerense y hacer fechas de chicas en Córdoba, Rosario, Tandil. También había una posibilidad de ir al sur. Se tuvo que bajar todo. Esperemos que cuando esto termine podamos retomarlo. Creo que el ambiente artístico va a sufrir un duro golpe con esto, con esta emergencia sanitaria, siendo los músicos quizás los últimos en retomar actividad. Por una cuestión de que van a querer evitar espectáculos y aglomeramiento de gente hasta estar seguros de que esto va a solucionarse. Muchísimos compañeros y compañeras que tengo en la música perciben sus ingresos a través de tocar en vivo, hacer sonido o grabar, y se hace muy muy difícil poder paliar esta situación. He visto que artistas empezaron a hacer lives pidiendo una colaboración a través de Mercado Pago y he visto muchas críticas acerca de eso y me pareció una estupidez porque en realidad los músicos tenemos que seguir manteniendo nuestros alquileres, familias, lo que necesitamos y es lo que hacemos, lo que elegimos, y es una ayuda. Vi gente despotricar contra un colega o varios colegas que decidieron tomar esa decisión que me parece súper coherente. Si bien no se puede dar un súper show, esa persona está tomando un poco de su tiempo para compartirles algo y es una gran mano para quienes se dedican completamente a esto. Siento que ahora estamos todos con ganas de volver pero creo que va a ver gente que no va a querer seguir formando parte de un grupo de música al darse cuenta lo difícil que es tener que bancarse esto.
¿Qué disco recomendás en cuarentena?
Recomiendo Celebrity Skin de Hole. Un clásico y uno de mis favoritos.
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