Gabriel Montes, José Luna y Samuel Torío son los (putos) Sexy Zebras y nunca nadie podrá desbancarles. Los motivos de su absoluto y constante éxito son sencillos e implacables. El más importante de todos viene de la claridad con la que hablan dentro y fuera de sus canciones. Faltan bandas entregadas, a las que no les frene cómo puedan o no sentar sus declaraciones. Ellos son una de ellas. Decir que no tienen miedo a las consecuencias de sus mensajes, inmersos en una sociedad todavía conservadora (como es la española), suena a medievo, pero la realidad es que no lo tienen. Ni miedo ni nada. La polla (Vagabundo, 17) les está dando muchas alegrías, acaban de confirmar 25 festivales para la temporada estival, pero podríamos decir que este último álbum también ha sido el motor que ha provocado que muchos se lleven (del asombro) las manos a la cabeza.
Nos enfrentamos a un disco irreverente donde sus creadores no se callan (ni queriendo) las verdades que tienen adentro y -según nos dice Gabi- con el que se sienten absolutamente cómodos. Un trabajo descarado, rotundo y sincero, libre de las incoherencias que encontramos habitualmente levantando y conservando una industria musical prehistórica aunque (por suerte para España) cambiante. Han visitado siete veces México y sólo tienen palabras de agradecimientos para el país que les ha acogido casi por naturaleza. Han regresado a España hace apenas algunas semanas, después de pasar por el Vive Latino y montar un festival en Puebla. Hablamos con Gabriel Montes.
Está claro que esto de Sexy Zebras funciona y que cada vez son más festivales los que llaman a su puerta. Si hablamos de sus comienzos, ¿se imaginaron en algún momento la repercusión que llegarían a tener?
Gabi: Siempre fuimos un poco sados; es decir, éramos una puta mierda y nos creíamos la mejor puta banda del mundo, ¿sabés? Pero sigue pasando igual, tenemos la sensación de que somos una banda fenomenal, que podemos gustar en muchísimos sitios. Pero sí que es verdad que al principio, como pasa en todas las cosas, ni nosotros mismos nos entendíamos bien, ni entendíamos del todo bien lo que hacíamos, incluso ni sabíamos expresarnos bien; a medida que vas expresándote bien, vas encontrándote a ti mismo y vas siendo lo que eres (con más potencia cada vez), de repente, lo que antes era imposible, como que tocásemos en festivales indies porque éramos demasiado rockers o que tocásemos en festivales de rock porque éramos demasiado indies, ahora pasa lo contrario: los festivales de indie nos quieren y los festivales de rock, también. Está pasando algo muy bonito: Sexy Zebras toca en el Sonorama pero también toca en el Viña Rock, como toca en el Mad Cool o toca en el Vive Latino. Para eso es para lo que trabajamos, para que la peña nos escuche y para que el público abra los oídos y vea que no sólo hay indie y que se hacen cosas diferentes. La clave es hacer lo que te salga del rabo.
Hablando de rabos. La polla es una expresión que al menos en el sur usamos para decir que algo es buenísimo o que nos sienta bien. Desde tu punto de vista, ¿su disco es una de esas cosas en la vida que puede sentar de puta madre al que lo escucha?
G: Sí. Creo que nosotros llamamos al disco La polla porque nosotros tres tenemos “polla”. Si hubiésemos tenido coño, le hubiésemos llamado El Coño, precisamente, porque lo hemos hecho con esto, de la forma más metafísica que te imagines y también de la forma más visceral que te imagines. Es un disco súper sudado que salió en nueve días, en medio de un tour que nos había regalado 150 fechas tocando por aquí y por allá (México, EE.UU., España), y nos salió de ahí un poco. Cuando nos dimos cuenta venía muy bien para nuestra mente llamarlo La polla porque había salido de ahí, pero también porque creíamos que era algo de puta madre y que lo habíamos hecho con todo nuestro poder físico.
Son una banda que no comulga demasiado con los típicos comportamientos (protocolarios todos) que siguen otras bandas de España. En alguna ocasión me he preguntado si tanto descaro y tanta sinceridad por su parte es mera cuestión de marketing, por eso de llamar la atención dentro de un entorno donde todos y todas decimos más o menos las misma cosas, o se trata de formas de ser que los acompañan en todos los ámbitos, y no solo cuando dan una entrevista. Me parece que Sexy Zebras tienen pocos pelos en la lengua y, como periodista, podrán imaginar que eso me encanta.
G: Lo que pasa con eso es que nosotros no hemos tenido esa reflexión que quizás otras persona sí. No me considero un genio del marketing, la verdad, y todo lo que ha provocado llevar diez meses en la calle, grabar el disco, el hecho de que ahora estemos tocando más que nunca (nos llaman desde más sitios que nunca), el hecho de que también las canciones hayan tenido más pegada que nunca… Si fuésemos puro marketing, creo que ya hubieran brillado las vergüenzas del markenting y no seríamos coherentes, y luego encima seríamos la polla. Y no lo somos. No somos la polla marketinianamente, al menos yo lo creo así. Somos una banda que hace lo que le apetece, pero desde luego que intentamos pensar las cosas. Prestamos atención a por dónde va nuestra carrera y a por dónde vamos nosotros, al igual que también pensamos qué queremos contarle a la gente. Pero no nos sale prefabricado. Si fuera así yo creo que se notaría. Todavía creo que la gente claro que puede tener su opinión, que exista gente que piense que somos puro marketing y que nos preparamos la cosas. A mí ya me la suda, hemos pasado por mucho, es el tercer disco que sacamos, hemos tocado en muchos conciertos, hemos conocido a mucha gente, tenemos nuestros haters, tenemos nuestros fans… Lo que veo es que la banda sigue creciendo y que a la audiencia cada vez le gusta más lo que hacemos. Ese es el camino por el que seguimos. Luego, además, creo que por los carácteres que tenemos y la personalidad que tenemos los tres, que es como que entre nosotros mismos somos muy diferentes (ponernos de acuerdo en cosas suele ser, no complicado, al final siempre nos ponemos de acuerdo, pero sí que la decisión suele llevar cierta reflexión), la única cosa en la que los tres nos encontramos juntos siempre es en la meta. Si estamos cómodos en el local, lo podremos defender sobre los escenarios. Hemos pasado de usar más metáforas, de intentar contentar a la gente, de intentar ser otro tipo de banda y nos hemos sentido raros en el minuto uno. El camino que hemos emprendido desde hace tres o cuatro años (que es cuando sacamos el primer disco) ha ahondado más en esto: en que nos sude la polla lo que opine la gente (porque siempre habrá gente para todo), y no buscar contentar a nadie porque nadie va a estar contento nunca, y más en un país como el nuestro, porque siempre le buscamos tres pies al gato y somos un poco malichistas (que es un término maravilloso, que descubrimos en México, que significa más o menos tirarnos piedras a nosotros mismos). Creo que no nos sentimos nada cómodos y por eso no intentamos ni por un segundo pretender ese camino. Nosotros hacemos lo que nos hace sentir cómodos y en la búsqueda nos ha salido (como por ejemplo ahora) ser un poco más irreverentes, pero igual en el siguiente disco nos sale hacer canciones que tengan un contenido más pop o más reguetonero, no sé, o más flamenco. No tenemos ni puta idea de lo que nos va a pasar, pero ya te garantizo que las cosas que nos pasen serán así porque nos están pasando.
¿Está infravalorada la sinceridad dentro de la industria musical?
G: Más que infravalorada, directamente la sinceridad no existe dentro de la industria, no hay. Parece que las cosas que leo en entrevistas o las cosas que oigo o las cosas que pasan son verdad. Desde luego que no hay que criticarlo todo, pero desde luego que hay que ponerlo, al menos, en tela de juicio. Nosotros no nos sentimos cómodos cuando vemos canciones vacías, pero el público se las traga, ¿sabés? Vemos que cuando no hay sinceridad, la final, las bandas que más nos han molado o las que nos molan, en general, son sólo aquellas bandas que tienen verdad y que tienen un trasfondo, sin necesidad de que guarden una coherencia estilística, no me importa el estilo, sólo me creo a las bandas por la verdad que tienen y no por la verdad que pretenden tener. La sinceridad no se encuentra, además suele ser incómoda… Cuando la sinceridad incomoda puedes criticarla o, por el contrario, afrontarla y entenderla. Nosotros no nos ponemos la bandera de “somos los únicos sinceros de aquí”, tampoco la pretendemos. Cada uno debe encontrar las cosas que quiere decir, que es lo único que tenemos que ofrecer los artistas a la gente: lo que te pase a ti y sientas que te mueve, te corroe o te enrabieta es lo que tenemos que contar como artistas porque si no, ¿qué cojones vamos a contar?
A veces me pregunto si algunas bandas se creerán que el público o los periodistas somos tontos, que no tenemos la capacidad suficiente para detectar el típico mensaje encorsetado que en la mayoría de veces usan para responder… Con ustedes no pasa y es genial…
G: Claro, es que: como bandas que no han nacido en las mismas circunstancias, ni ni siquiera hacen la misma música, ¿qué cojones van a decir lo mismo? Hay que ver que eso no es coherente. No puede ser que cinco bandas con historias diferentísimas, con nacimientos diferentes también, lleguen a mismos puntos en sus vidas, tan iguales, y lleguen a unos recursos estilísticos musicales tan parecidos y a uno contenidos líricos tan semejantes. Eso no es coherente, eso no pasa en ningún lugar del mundo. Nosotros vamos a México y allí cada uno son de su puta madre. La falta de coherencia me atufa y cuando algo te atufa, algo pasa ahí, no mola nada.
Antes les preguntaba si existe algo de premeditación en sus movimientos o en sus palabras, pero parece que no y que son unos tíos que viven el momento al milímetro. Eso se refleja en el directo.
G: Creo que el directo es el punto álgido de las bandas. Un día me verás tocando en el Interestelar y seguramente estaré cansado porque habré llegado de otro sitio o porque esa noche me la habré pegado y tal, pero te garantizo que ese día daré lo que tengo e iré a cartón descubierto. Somos tres tíos que tocan tres instrumentos y que cantan los tres y un día si fallase uno, seguro que todo sonaría peor porque sería verdad lo que estuviera pasando en ese momento sobre el escenario. Es muy importante que el directo siga siendo sagrado para las bandas, que las bandas no busquemos el no error porque el error es bonito, la imperfección es bonita porque es real. Si eso pasa, yo me creo las cosas. Si de repente veo una banda que va súper secuenciada, que no sé quién coño está tocando lo que está sonando (porque no lo sé bien) también me parece muy antinatural. Tenemos que seguir respetando, con toda la profundidad que tiene, el directo. Para nosotros el acto en vivo es el 90% de nuestra carrera.
Ya que antes sacabas México. ¿Cómo se ha portado con ustedes uno de los países más entregados del mundo?
G: ¿Por qué nosotros hablamos tan bien de nuestro paso por México? Llegamos allí en 2014, siendo una banda muy pequeñita en nuestro país (imagínate lo pequeñito que éramos allí, que nadie nos conocía). Empezamos allí respetando el país tanto como lo hace un mexicano y tomando los caminos que hacen las bandas mexas, es decir, empezando desde cero, no llegando desde España con la prepotencia que se suponen que llegan los españoles cuando ya tienen plata para hacer más plata e irse. Nosotros llegamos allí sin un peso y tocamos en el metro de San Lázaro, tocamos en sitios horribles y más rudos que puedas imaginar. Pero estos son los pasos reales que han dado las bandas independientes allí. Desde el principio ya notamos una empatía brutal entre el público y nosotros. A México si no le gusta una banda la pita, la gente siempre asiste a los teloneros, respetan el arte y la movida de otra forma; aquí ya sabes como somos, yo el primero, vamos a conciertos tarde porque los teloneros no nos interesaban, unos teloneros que te están regalando un acto en vivo de una banda que lleva cinco meses preparándose un show… En México reina otra concepción, nosotros nos sentimos muy cómodos desde el principio. Hemos ido siete veces, el culmen fue hace nada, apenas dos o tres semanas que regresamos de tocar en un festival nuestro que hicimos con cinco o seis bandas mexicanas en Puebla. Luego hicimos el Vive Latino, que es como la culminación de las bandas independientes de México, el festival más importante de música latinoamericana. Tocar en él significa algo como “bueno, ya estamos aquí”. Ese proceso lo hemos vivido allí pero como si fuésemos una banda mexicana, por eso hemos conseguido esa empatía y por eso fuimos la mejor banda independiente española en México. El público mexicano vio, o ha visto o está viendo que nosotros hemos respetado y amado el país exactamente como lo hacen ellos, sin la prepotencia que veo en ciertas bandas españolas que van cuando ya tienen dinero y posibilidades y que se creen que ir a México significa comerse a los mexicanos. México es maravilloso, la gente tiene el mismo criterio (o más) que tenemos aquí y hay que respetar al público (tanto o más) como lo hacés aquí.
Decís que aquí en España nos comportamos de forma distinta en términos generales, que aguantamos y tragamos mucho. Creo que algo que caracteriza a España también es que rápidamente nos llevamos las manos a la boca ante la rotundidad de determinadas letras o mensajes. Cosa que ha pasado en cierta medida con sus letras y con La Polla por el hecho de llamarse La Polla. ¿No creés que esto pasa todavía en nuestro país porque tanto la prensa, como el público o como los propios artistas huelen a conservadurismo?
G: Sí. Huelen a conservadurismo y yo creo que hasta cuantitativamente. Creo que la gente que está manejando las cosas en nuestro país y que tiene algún tipo de responsabilidad dentro de la industria está un poco anclada en el pasado, o al menos no está cambiando tan rápido como lo están haciendo los tiempos. Yo creo que llevarnos ahora mismo en 2018, con la de cosas que están pasando y que estamos viendo con nuestros propios ojos, las manos a la cabeza por decir follar en un tema o porque un disco se llame La polla me parece… El arte tiene que tener los menos límites posibles, tiene que estar todo menos encorsetado y creo que a la industria le falta de eso. Somos jóvenes, frescos, de ahora, estamos haciendo cosas nuevas, la gente está hasta la polla de las mismas cosas, las mismas veces y en los mismos sitios. Las posibilidades para que nos hagamos grandes cada vez están más en nuestras manos. Somos más los dueños de nuestro contenido y los dueños de cómo queremos hacer las cosas, y creo que eso debe imponerse, cosa que está pasando, se está imponiendo cada vez más en todo. Aunque responda a un proceso largo, creo que las cosas están cambiando, no sé si es porque nosotros cada vez tenemos un poco más de repercusión o de éxito, pero desde luego creo que tal imposición está pasando y además creo firmemente que es lo que tiene que ocurrir. Es que me siento muy bien haciendo una entrevista contigo, hablando como si fuésemos personas del mismo lenguaje y me siento muy mal si, de repente, me voy a una entrevista y me dicen: “por favor, no puedes decir la polla, o follar…”. Te sale responder: “¿Quién eres, mi profesora de Tercero de la ESO?, ¿mi profesor de cuarto de primaria? Esas cosas comienzan a no ser coherentes y, sobre todo, en el arte mucho menos. Hay mucho dinosaurio suelto.
He leído por ahí (creo que fue en la entrevista que les hizo Alan Queipo de Notodo) y decís que a nivel nacional no se sienten muy identificados con la escena. Algo que es muy coherente atendiendo a la entrevista que me estás dando. ¿Qué les parece la España musical y, dentro de ella, la España underground?
G: Qué bien nos cae Alan. Claramente hay una escena de música independiente, que la llaman música independiente, pero es música pop y ya está. Y es fantástica, eh, hay muy buenas bandas, pero es una escena de pop que gusta y funciona o que está gustando y está funcionando de puta madre, pero nosotros no nos sentimos parte de esa escena, aunque desde luego compartamos miles de carteles con miles de artistas de esa escena. Yo creo que el underground se está moviendo, está claro, está saliendo el trap (hace un par de años, o tres, o cuatro); hubo un fenómeno guapísimo con el garage también. La sociedad se alimenta de estas cosas porque está hasta la polla; la gente quiere que pasen cosas y yo creo que están pasando; además creo que esas cosas están pasando por sí mismas, sanamente, no creo que sea una escena que se esté promocionando desde algún sitio porque la gente se haya dado cuenta de que las cosas tienen que cambiar. Al final todo está siendo mucho más directo: el público y los interlocutores, que somos los músicos, estamos haciendo el cambio que permite que las puertas se estén abriendo porque las estamos tirando nosotros. Creo que esas cosas molan y creo que esa escena underground en España está floreciendo y está siendo cada más potente, y me parece muy lógico.
¿Qué tienen entre manos? ¿Falta mucho para escuchar novedades Sexy Zebras?
G: Estamos muy plurales, hemos empezado el año estando sin tocar (creo que no habíamos estado tanto tiempo sin tocar) porque hasta que fuimos al Vive Latino estuvimos como un par de meses sin tocar, nunca hemos estado tanto sin tocar desde 2013. Ayer justo rodamos un videoclip para otra banda y ahora, dentro de dos semanas, comenzamos un tour de festivales que creo será muy potente, tenemos como 25 festivales confirmados; ayer, mirando el calendario, vi que teníamos tres semanas libres en todo el verano, algo que me pareció alucinante. Lo único que tenemos que hacer es preparar un show increíble, mejorar, ser mucho más profesionales en el sentido de currarnos el directo, amarlo más, implicar a las luces y al atrezo para lograr un salto. La banda está con ganas de que se note que somos otro tipo de banda y que tocamos mejor. A finales de año seguro que nos pasará lo mismo de siempre, volverá a nosotros el gusanillo de volver al local y tocar cosas nuevas. Siempre que pasa eso suele terminar con un single nuevo a final de año y me parece a mí que vamos a sacar algo nuevo muy pronto.
Sexy Zebras estará presente en el Interestelar Sevilla, un festival que se celebra en el CAAC (Centro Andaluz de Arte Contemporáneo) de Sevilla, el 18 y 19 de mayo próximo.