Si algo define la carrera de St. Vincent es lo poco que le interesa ir detrás de lo seguro. Desde su experimentación con géneros musicales hasta su disposición a desnudar sus emociones, Annie Clark opera con una lógica en la que el riesgo forma parte integral del proceso creativo. Esta filosofía ha convertido a la artista estadounidense en una figura polarizadora, pero nunca aburrida, ni mucho menos conformista.
Clark comenzó su trayectoria como guitarrista en la ecléctica agrupación The Polyphonic Spree y como integrante de la banda en vivo del cantautor Sufjan Stevens. Estas experiencias tempranas moldearían su posterior carrera solista, dándole un enfoque orquestal y ecléctico a sus composiciones. Su primer álbum, Marry Me (2007), aunque modesto en comparación con sus trabajos posteriores, ya dejaba entrever una mente ávida de innovación.
Tras Actor (2009) y Strange Mercy (2011), St. Vincent continuó conquistando a su audiencia con Love This Giant (2012), su álbum colaborativo con David Byrne. Lejos de ser un simple ejercicio de estilos compartidos, esta obra desató una conversación entre la teatralidad del líder de Talking Heads y la precisión quirúrgica de Clark. Más tarde, con el homónimo St. Vincent (2014), no solo ganó un Grammy, sino que consolidó su estética de androide glamoroso y artista obsesionada con la relación entre tecnología y humanidad.
En Masseduction (2017), llevó su sonido hacia el pop electrónico sin sacrificar la disonancia que la distingue y fue el disco con el que coqueteó con el alcance mainstream sin entregarse por completo a las reglas de la industria. Con Daddy’s Home (2021), pivotó hacia un sonido inspirado en los años 70 con un collage de funk, soul y psicodelia que también fue interpretado como una carta de amor a los héroes musicales de su infancia.
Este breve repaso es para contextualizar la ebullición de su último trabajo discográfico. Publicado este año, All Born Screaming es la síntesis de una trayectoria que nunca respetó fronteras, un manifiesto de disidencia artística que encapsula el vértigo y la audacia de ser Annie Clark. “Este es un disco sobre la vida, la muerte, el amor… Y para mí, el título significa que todos estamos en esto juntos”, cuenta St. Vincent en conversación con Indie Hoy.
“La condición humana es la misma para todos, sin importar de dónde venimos -continúa-. Escuchar el llanto de un bebé al nacer es algo milagroso porque significa que está vivo, pero también tiene algo de protesta, en cierto sentido. Vivir, en muchos aspectos, es bailar con el fuego”.
Las canciones de All Born Screaming son un viaje de fragilidad emocional y explosión sónica, en las que St. Vincent reflexiona sobre la identidad y mortalidad con letras a menudo enigmáticas, pero emocionalmente resonantes. La artista se balancea entre la vulnerabilidad y la provocación, tomando influencias que abarcan desde el glam rock hasta el pop experimental, con giros inesperados y texturas que oscilan entre lo grandioso y lo minimalista, lo accesible y lo abstracto.
“Creo que la primera parte del disco es un poco como una temporada en el infierno, lidiando con la pérdida, el caos y el odio. Y la segunda parte del álbum es sobre aceptar que sí, todo eso es cierto, la vida es difícil, hay dolor, hay sufrimiento, pero solo tenemos una, ¿verdad? Entonces, tenemos que vivirla. Y el disco termina con el mantra extático de ‘All Born Screaming… All Born Screaming‘”, cuenta Clark acerca del último track del disco en colaboración con la artista galesa Cate Le Bon.
La intensidad y la introspección del disco se ejemplifica muy bien en “Flea” -que aborda el deseo con una crudeza casi perturbadora- y “Broken Man” -que mezcla rock clásico con riffs sucios y sensuales-. Aunque diferentes en tono, ambas canciones establecen un puente conceptual y sonoro en All Born Screaming.
Luego en “Sweetest Fruit”, rinde un conmovedor homenaje a Sophie, la visionaria artista fallecida, capturando con brutal belleza la fragilidad inherente a las pérdidas más profundas. La canción no solo refleja el vacío dejado por la icónica productora musical, sino también la transitoria y efímera naturaleza del amor y el dolor como una lección sombría sobre lo efímero y lo eterno.
Por su parte, “The Power’s Out” aborda el caos moderno, desde apagones hasta desastres globales, con una narrativa visual casi cinematográfica, mientras que “So Many Planets” reflexiona sobre la búsqueda de identidad y pertenencia. La mezcla de teclados vintage, percusión minimalista y sintetizadores crea un paisaje sonoro cósmico, reforzando la sensación de exploración personal que atraviesa todo el disco.
En cuanto a “Violent Times”, quien mejor la describe es ella: “Para mí, es un mea culpa. Es sobre esos momentos en la vida en los que te das cuenta de que te han arrastrado tan lejos que perdiste la perspectiva. Puede ser porque fuiste insensible, cruel o simplemente te dejaste llevar por el caos. Y luego volvés y te preguntás dónde estuviste, o pensás: lo siento, te dejé en la orilla. Pero la parte que realmente me llega es la línea sobre los amantes abrazados, es tan romántico. Si supiéramos que todo está por terminar, lo primero que haríamos sería abrazar a la persona que amamos”.
El reciente lanzamiento de Todos nacen gritando, una versión en español del All Born Screaming, es una decisión más que significativa para conectar con su audiencia hispanohablante de una manera más íntima. Aunque no domina completamente el idioma, Clark colaboró con poetas y traductores para preservar la esencia poética de las canciones. Esto no solo refuerza su compromiso con la inclusión, sino que también resalta su habilidad para reimaginar su propio arte.
“A lo largo de los años toqué varias veces en México, América Latina y España -cuenta-. Aunque sé que la cultura latina es un conjunto de muchas culturas y no quiero generalizar, siempre me conmovió que la música no está separada de la vida: la música es vida. Tuve la suerte de tocar frente a personas que cantan mis canciones en perfecto inglés, a veces en su segundo, tercer o incluso cuarto idioma. Y pensé: ellos vinieron a mí todos estos años, ¿por qué no puedo ir yo a ellos e intentar traducir este disco al español? Me pareció que este sería el disco perfecto para hacerlo porque muchos de sus temas, su iconografía y el significado en general está relacionado con lo sagrado y lo divino”.
Uno de los mayores desafíos en la traducción del álbum fue preservar su poesía y ritmo originales. Según la misma Clark, buscó asegurarse de que las metáforas y las cadencias se adaptaran de forma orgánica al español. Esto no solo implicó una traducción literal, sino una verdadera reinvención, con la intención de mantener la esencia de sus letras sin perder la fluidez y musicalidad.
“Algunas canciones fueron más fáciles de traducir que otras, dependiendo del ritmo, la melodía, o incluso de cómo se sentían en inglés -admite-. Por ejemplo, ‘Big Time Nothing‘ no perdió nada en la traducción, pero con otras como “Hell Is Near”, la traducción directa no funcionaba, no sonaba bien, tuve que cambiar algunas cosas para que tuviera más sentido. Lo que me sorprendió fue que, al cantarlas en español, pude encontrar una ternura y generosidad que no me hubiera permitido en inglés. Por ejemplo, al final de ‘Hell Is Near’, en inglés dice: ‘Give it all away, you give it all away, cause the whole world’s watching you’. Pero en español, la frase sonaba mejor y me gustó el significado. Pude ser más esperanzadora al cantar ‘Regálalo todo, regálalo todo. Por el mundo entero’. Es un mensaje más bonito, más abierto, sin esa carga de cinismo”.
El reto de este proceso fue precisamente ese: cómo transmitir no solo las palabras, sino también el espíritu y la atmósfera de cada canción. Esto la llevó a experimentar con ajustes de frases, giros poéticos y, en ocasiones, cambios en la estructura misma de las composiciones. Entre ellas, Annie tiene su favorita para interpretar en nuestro idioma: “‘El mero cero’. Porque es un poco rap, es casi un spoken word. No es una canción tradicional, tiene un flujo que es realmente divertido de cantar”.
La fascinación de St. Vincent por la música en español va desde Rosalía y Karol G hasta Lali y Juana Molina. “¡Me encanta Juana Molina! La conocí gracias a David Byrne, ellos son amigos, tuvimos una cena en Buenos Aires hace unos cinco o seis años. Su música es brillante, es una de mis artistas favoritas”. Aunque su admiración por Juana Molina no era novedad, sí puede sorprender su devoción por Dum Chica. “Creo que son radicales y representan el espíritu punk, lo encarnan completamente. Son fantásticas”.
En un contexto musical donde todo parece estar previsto y encasillado, St. Vincent abre nuevas puertas, invitando no solo a escuchar, sino a habitar sus composiciones y sentirlas desde otro lugar. All Born Screaming no es un álbum que se quede en la superficie: cada sonido y cada palabra están cargadas de intenciones y riesgos, una constante reinvención donde lo único predecible es la urgencia de seguir experimentando.
Escuchá All Born Screaming de St. Vincent en plataformas (Spotify, Tidal, Apple Music).