Durante los últimos años, la escena musical argentina ha visto la explosión de un importante número de bandas jóvenes que, al calor de los sentimientos generados por la cuarentena de 2020, generaron el caldo de cultivo para una renovación del sonido nacional. Más allá de los nombres propios, lo que sucedió como parte de este proceso fue el protagonismo de géneros musicales que hasta entonces se mantenían en los márgenes: post punk, garage rock, grunge y psicodelia, entre muchas otras sonoridades que venían relegadas del mapa.
Las influencias de estas bandas son tan heterogéneas como los géneros en cuestión, de modo que cada proyecto bien podrá mencionar las propias. Sin embargo, hay una influencia que parece unir a varias de estas propuestas y que, curiosamente, no es la que más se suele nombrar.
Se trata de The Fuzztones, conjunto neoyorkino nacido en 1980 al calor de la intensa escena punk que venía teniendo lugar en la ciudad durante esos años. Habitués de legendarios espacios como CBGB y Mudd Club, donde mantuvieron relación con otros músicos icónicos como Ramones y Blondie, el grupo liderado por Rudi Protrudi ha adquirido a lo largo de las décadas el estatus de banda de culto.
Interesados en la sonoridad distorsionada del contexto y reinterpretando a su manera las influencias punk, el guitarrista original de la banda, Elan Portnoy, se valió del pedal de fuzz para configurar su sonido. Así, sin saberlo, comenzó a abrir un área del espectro sonoro crudo y roto que cobraría mayor impulso en los años siguientes con el Sonido de Seattle.
Cuenta la historia que con el single “Bad News Travels Fast” de 1984, Portnoy fue de los primeros músicos en ser descripto como “grunge”, años antes de que explotara la escena como tal. Por su parte, el mismísimo Mark Arm de Mudhoney reconoció en entrevistas a The Fuzztones como su influencia principal. La combinación de este inusual sonido de guitarra con órganos agudos, como los Farfisa usados en los años 60, armónicas y pasajes cercanos al country los situó a la vanguardia del denominado garage revival.
En 1985 tuvieron su primera gira europea y desde entonces no pararon: entre ellas, se cuentan meses enteros recorriendo 20 países, sin siquiera contar otros de Asia y América. Actualmente, en el marco de su aniversario número 45, el conjunto prepara una gira por Sudamérica en lo que es, además, la previa de la salida de su documental The Fuzztones vs The World, que comenzó con su calendario de estrenos en sala en febrero de este año. En conversación con Indie Hoy, Rudi Protrudi habló antes de su segunda visita al país este viernes 11 de abril en Uniclub.

No son muchas las bandas que pueden alcanzar el impactante número de 45 años activas, ¿cuáles son las motivaciones que te mantienen activo durante tanto tiempo?
¡Me encanta tocar rock ‘n’ roll! Me hace sentir joven. Es una gran salida para mi angustia adolescente y me encanta conocer a otros fanáticos del género. ¡Tocar es una excelente manera de hacerlo!
En todos esos años además giraron por todo el mundo cosechando una enorme cantidad de fans, ¿cómo es el vínculo con su público?
Amamos a nuestros fans. ¡Tenemos los fans más leales del mundo! Pero no son solo fans, cuando hacemos un show, ellos son una gran parte de toda la experiencia, ¡así que durante esa hora o más que estamos juntos, ellos también son The Fuzztones!
The Fuzztones estuvo a la vanguardia de su época, trayendo al presente sonidos que parecían no estar de moda e influenciando a muchas otras bandas posteriores. ¿Cuáles eran sus influencias cuando comenzaron? ¿Qué música estabas reivindicando?
La misma música que comencé a tocar en 1966, cuando tenía 14 años y mi primera banda… ¡Garage! Claro, no se llamaba garage en ese entonces. Lo que ahora llaman “garage” simplemente era rock ‘n’ roll que sonaba en la radio, cosas como “Pushin’ Too Hard” de The Seeds, “Psychotic Reaction” de The Count Five, o “Gloria” de The Shadows of Knight. Podías escuchar esto en la radio AM Top 40, intercalado entre Petula Clark y Herman’s Hermits. Como adolescentes, sabíamos que era diferente, más arrogante, más primitivo, más rebelde, pero, como dije, no tenía nombre aún, simplemente lo llamábamos Top 40. Para cuando empezamos [en 1980], la música se había vuelto realmente predecible, homogénea y aburrida, y comencé a extrañar esa vieja música rebelde de tres acordes que me gustaba tanto cuando era adolescente, así que decidimos tocarla. Al principio nadie quería escucharla, pero seguimos insistiendo. Pasamos unos dos años tocando en pequeños lugares oscuros antes de que empezáramos a atraer público, y desde ahí comenzó a crecer.
Tu primer y único paso por Argentina fue hace más de 20 años, ¿recordás algo de aquel show?
¡Obvio, fue genial! Aunque no fue The Fuzztones, era solo yo y una banda que el promotor reunió, compuesta por algunos músicos locales de Buenos Aires. Ellos realmente hicieron su tarea y montamos un show con canciones de The Fuzztones y Link Protrudi & The Jaymen, ¡y salió muy bien! El promotor había arreglado para que me quedara solo en un departamento durante la semana que estuve allí, así que conocí a mucha gente genial y pasé un tiempo muy divertido.
¿Qué pueden esperar los fans argentinos del próximo show?
Una de las últimas, si no la última, banda de rock ‘n’ roll genuino que queda en este planeta. Baterías golpeando extraños ritmos sensuales que recuerdan la pulsación de corazones que alguna vez latieron en la África primordial. Ropas cayendo. Cuerpos desnudos saltando y retorciéndose espasmódicamente en los arrebatos de una pasión ancestral.