Cuando a principios de 2020 la pandemia obligaba a personas de todo el mundo a quedarse en su casa, de las cenizas de la soledad emergió la música de Canción mata algoritmo, el último disco de Todo Aparenta Normal. Se trataba de un regreso para la banda argentina, quien volvió a trabajar con el productor Tweety González -habiendo ya trabajado en 2017 con En el desaprender, el tercer disco de la banda-. El resultado es una recopilación de canciones enérgicas que fueron compuestas de forma individual durante el encierro.
Mucho cambió para Todo Aparenta Normal desde entonces: la banda no ha parado de crecer y de llevar su música a diferentes países, y este año tuvieron la oportunidad de tocar en Europa por segunda vez en su carrera. Lograron concretar la gira tras ser seleccionados en la convocatoria de fomento internacional de INAMU, que los llevó a formar parte de la grilla del festival Alhambra Monkey Week de Sevilla.
La excusa era perfecta para la banda, que además estaba nominada a los premios Grammy Latinos cuya ceremonia se llevó a cabo en la misma ciudad. Con la esperanza como una idea constante, el cantante y guitarrista Nicolás Alfieri habló con Indie Hoy acerca de sus experiencias en el festival, su visión acerca de la industria musical y el presente de la banda.
¿Cómo se siente haber participado del Alhambra Monkey Week?
La verdad que fue muy hermoso. Habremos tocado unos cuarenta minutos, que me parece que está buenísimo como para mostrarse. Ya habíamos estado la semana anterior en Sevilla por el tema de los Grammys, lo que sirvió como un primer acercamiento a la ciudad, ¡y la verdad que me encantó! Es una ciudad con mucha cultura en general; mucho amor por la música, mucho folclore español, mucha alhambra, mucha guitarra flamenca, muchos cantores… se sentía en el ambiente. Y para nosotros fue muy lindo poder mostrar nuestra música en el festival. Aparte es una locura enterarte de gente que hace cien o doscientos kilómetros en Europa para poder verte cuarenta minutos. Y el festival es increíble, desde la técnica hasta el lugar para que nosotros nos pudiéramos mostrar estuvo buenísimo. Me sorprendió mucho el staff del festival, que tenía una buena onda generalizada. Pasa mucho de ir a festivales y encontrarte con que los organizadores están como pasados de rosca, revolucionados, y estresados por demás, por lo que se generan algunos chispazos. Acá descubrimos un staff muy amoroso, muy predispuesto, muy abierto a sugerencias y encargados directamente de solucionarte problemas. En cuanto al show, yo la pasé increíble, con los pibes estábamos flasheados. El festival tiene esta particularidad de que se hace en diferentes escenarios de toda la ciudad, entonces vas transformando tu día desde que arrancás. Además me encontré con una rama alternativa de música entre española y de Bélgica, o sea, de lugares que por ahí su música no llega hasta acá. En ese aspecto, me encontré con muchas propuestas muy nuevas y muy lindas de toda índole. Había una banda llamada Máquina, que hacen una especie de música electrónica mezclada con rock al estilo Rage Against the Machine. Es como que noté un gen muy rockero en todo, hasta en las cuestiones más flamencas.
Y más allá de esto que vos contás de los espacios y de la curaduría, ¿qué fue lo que más les llamó la atención?
El festival arranca a las cuatro de la tarde y termina a las seis de la mañana todos los días. Empezás tomándote una caña a las cuatro de la tarde, y a las seis de la mañana ya es lo que quieras. Me mató un poco toda esa coexistencia que te permite transformarte constantemente a lo largo de todo el día y conocer toda la ciudad. Y si te tengo que decir una sola cosa, me quedo con los dos escenarios que están montados al final. Por un lado, ese que está armado en una carpa de circo totalmente ambientada. Ahí te comés una película, porque ver una banda tocando en una carpa de circo me hizo acordar un poco al video de los Stones. Es una locura. Y al lado hay otro escenario montado en un lugar donde están los autitos chocadores.
Su nuevo disco, Canción mata algoritmo, habla mucho sobre nuestra relación con la tecnología. En conexión con lo anterior, ¿sienten que viajar para tocar en otros países los ayuda a desconectarse?
Para nosotros es muy revitalizador encontrarnos con que la realidad es otra a la que se plantea. Es como una forma de resistencia. Nos damos cuenta que nuestra mejor publicidad es estar tocando en vivo, por lo que le pasa a las personas que nos van a ver, tanto a quienes nos conocen como a los que no. Entonces, ir con las canciones a ganarle al algoritmo es revitalizador porque estamos en un contexto donde el afuera influye mucho más que el adentro en la música. Es decir, hoy en día la imagen es mucho más importante que la música; los videos son más importantes, el tipo de música que hacés es mucho más importante… Es como que está todo muy pasteurizado para poder agradarle al algoritmo, y creo que los músicos caemos en una trampa en la que cada vez podemos decir menos lo que queremos porque no rinde. Ahora el algoritmo detecta qué tipos de armonías son las que va a profundizar y a hacer viral. Eso me parece un arma horrible, porque limita a los músicos. Además, esto es malo porque inconscientemente la gente que consume música sabe que a lo que funciona bien en Spotify le va bien. Hay una democratización que es horrible. La música siempre hizo mucha resistencia ante eso, y hoy creo que estamos entregados. Nosotros claramente estamos en la vereda opuesta y bancamos la parada, pero no lo digo desde un lugar heroico, sino desde un lugar que no es música que a nosotros nos interese hacer. Me parece que está bueno planteárselo a las generaciones que vienen de antes y que se encuentran con que “la música es así y hay que hacer esto”. Y pienso que hay que tener un poco de rebeldía ante el sistema, que actualmente impone las reglas del juego. El arte existe para cuestionar las cosas en que no estamos de acuerdo. Me encontré mucho con este discurso, por ejemplo, en el festival y en periodistas. Y la verdad es que es re esperanzador darte cuenta de que en algún punto todos sabemos eso. Pero esa resistencia debe ser silenciosa, porque ya sabemos que hay que darle lugar a lo que nos da likes y a lo que nos pone en un lugar de visibilización.
En cada disco encuentran una manera diferente de componer, y este último estuvo atravesado por la pandemia. ¿Creen que eso afectó en el producto final?
¡Sí, claramente afectó! Después de sacar El último abrazo analógico, hubo un momento pre pandemia que funcionó como precursor. Ahora se puede ver que hubo cierta continuidad, pero a su vez cambiaron todos los interventores porque buscábamos otro tipo de canciones, otro tipo de audio. El tipo de composición fue distinta, y eso es algo con lo que lidiamos en todos los discos. Somos cuatro personas, entonces hay que tratar de correr un poco el ego de lado para elegir las canciones que mejor vayan a contar esta historia. Además, en este disco, el gen de las canciones llevó a un estado que fue más individual porque en el momento en que salieron a la luz no nos podíamos juntar a tocar. Llegaron como en un lugar de producción o de canción un poco más elaborado que el anterior, que a su vez siento que le aportó algo de solidez en las canciones, cosa que a mí me gusta mucho. Por ejemplo, “Espejo”, la canción que canta Lisandro [Aristimuño], es de Juani, nuestro baterista, que nos la mostró y fue como: “¡Esto es un temón! ¿A ver cómo nos queda?”.
En este álbum volvieron a tener como productor a Tweety González. Más allá del trabajo en estudio y de su habilidad para generar el clímax de tranquilidad necesario durante las grabaciones, ¿qué aportes sienten que le hizo al álbum?
Tener a una persona con una cabeza en pos de las canciones es algo zarpado. En este disco él fue un faro musical energético y espiritual. Hoy en día yo lo considero como un amigo. Hablo por mí, pero siento que también pasa con la banda. Es como que ora mucho de curador de nuestras ideas y no tiene reparo porque ya hay un gran grado de confianza. Puede pasar que nos diga “Che, esta idea es una cagada” o simplemente nos dé una palmadita en la espalda cuando haya algo que esté bueno. Además, él fue un motor anímico muy groso en esto. También es bueno tirando conceptos para encarar los álbumes, que eso me aparece como fundamental. De hecho, yo empecé a producir mucho a partir de laburar con él, y para mí fue una gran inspiración en esa área. Lo admiro mucho, admiro mucho su forma de querer a la música, de sentir a la música, de lograr todo el tiempo generar entusiasmo… ¡Su forma de correrse! Me ha pasado de laburar con otros productores y darme cuenta de que un ego muy grande en un productor es un arma de doble filo muy grosa. Y yo noto que él puede retirarse de los lugares cuando sabe que no va a aportar más de lo que ya hay. Eso habla muy bien de su grandeza, de su generosidad y de su seguridad. Yo creo que en este caso nosotros veníamos de un proceso de pandemia que fue muy fuerte porque realmente nos gusta la coexistencia musical. Es decir, somos cuatro amigos que nos juntamos a tocar y que nos gusta hacer. Todo se genera en base a eso, y medio que lo habíamos perdido. Entonces, cuando pudimos volver a juntarnos y a ensayar, no había ningún horizonte claro y parecía que íbamos a terminar todos metidos dentro de una pantalla. Fue algo que nosotros hemos charlado, eso de “Si la música se convierte en esto, quizá es momento de dejar de hacerla”. Hay algo presencial que para mí es inimitable, y es uno de los motores fundamentales por los cuales hago música, que tiene que ver con lo que se genera en un recinto cuando estás tocando y lo que le pasa a la gente, que es una parte más del espectáculo. Porque eso no sucede si no hay gente. En ese momento de absoluta incertidumbre, Tweety fue un motor fundamental. Me acuerdo que en un momento su actitud fue la de “Yo estoy para estar desde donde ustedes quieran”. Además, me dijo algo que a mí me quedó muy marcado, que fue como “¡Hagamos música nueva! ¡Hagamos música que no exista!”. El hecho de que nos haya dicho “¡Creo en ustedes!”, para mí marca un antes y un después en la era de este disco. Una muestra de esa seguridad que él tiene es que en un momento se tuvo que ir a producir otro trabajo, por lo que nos dio la llave del estudio y nos dijo “Termínenlo que cuando vuelva lo llamo a José Mute y vemos qué queda y qué no”. Para explicar esto, “José Mute” es un personaje ficticio que aparece y mutea los canales para eliminar información demás que tengan las canciones. Y nada, fue como en la última instancia de la grabación del disco en donde también estuvo. Fue hermoso.
Además contaron con la participación de Evlay y de An Espil en “El piso es de lava”, y de Lisandro Aristimuño en “Espejo”. ¿Cómo se dieron esas colaboraciones?
Cuando uno arranca a hacer un disco, se empieza a mover una energía y empiezan a aparecer personas. En el caso de Facu [Evlay], trabajó como asistente cuando estábamos haciendo El desaprender con el Tweety. En ese momento, él tendría unos 18 o 19 años. De casualidad me lo crucé el verano de 2021 y 2022 en el sur y me expresó que le encantaba nuestra música y que quería que hagamos algo, lo que quedó en un “¡Ya lo vamos a hacer!”. Yo también le dije que lo admiro mucho. Era algo que quizás lo decíamos por lo bajo, pero nunca nos habíamos cruzado para decírnoslo. Y fue eso, simplemente un “Vení a jugar un día con nosotros”. La canción “El piso es lava” habla de eso, de tomarse con liviandad ciertas cosas. Entre todo el disco también hay que poder jugar dentro de todo, porque si se pierde el juego no sirve nada. Es una canción que escribí durante la pandemia, cuando pasé por uno de los peores momentos de mi vida personal, y que tiene como una necesidad de luz y de un caminar positivo que yo le encuentro en el pulso. En esa época tenía ganas de escuchar música que me haga bien, entonces dije: “Vamos a hacer una canción que me haga bien”. Ahí fue cuando apareció la canción, y lo que relato es esto de que es un proceso de reinventarse. Ese concepto de “el piso es lava” es algo que yo veía que hablaban mis sobrinos, me pareció linda esta imagen de “aunque se esté cayendo todo a pedazos, vamos a seguir jugando”. Por eso mismo llamé a amigos y amigas, como es el caso de An, para que sean parte. La verdad es que fue una invitación a jugar. A Anita también la conocemos hace mil años. Es una persona a la que quiero y admiro mucho. Además estoy muy flasheado con los momentos que ellos están viviendo porque también sé de dónde vienen y el amor que tienen. Para mí, es muy hermoso poder contar con esas amistades y con esa admiración mutua. Ellos estuvieron ahí súper dispuestos. Y en el caso de Lisandro, a él lo conozco hace menos tiempo, pero lo veía como una persona más a la distancia. A pesar de esto, antes de conocerlo ya me había influenciado mucho. Como él tiene el estudio continuo al del Tweety, me lo he cruzado en varias oportunidades. En un momento comenzó a acercarse al estudio. La primera vez nos prestó una guitarra y se quedó ahí para sugerirnos cosas. Otro día estaba grabando su disco y me invitó a escucharlo. Se armó una amistad muy linda, que fue naturalmente hecha por la música. Lo loco es que él no nos conocía, yo venía con una admiración de años hacia su obra. Además pegamos mucha onda porque compartimos muchas horas hablando de música, charlando. Esto hasta el punto en que terminé participando en su disco. Un día, escuchando nuestro álbum, nos dijo, “¿Y qué le falta al disco? ¡Me encanta!”. Así fue como le preguntamos “¿Querés grabar algo?”, y nos respondió “¡Sí! ¡De una!”.
También trabajó Edu Bergallo, quien ha sido el técnico de sonido de bandas que van desde Soda Stereo hasta El Mató a un Policía Motorizado. ¿Cómo conviven todas esas generaciones y variedades de estilo en Todo Aparenta Normal?
En el último proceso apareció Edu para la mezcla, que también su participación fue muy hermosa. Después de mucho tiempo de no tocar, Edu nos escribió para decirnos que nos quería conocer y trabajar con nosotros. Eso llevó a que vaya a operar el sonido para un show que hicimos en Niceto y que fue bastante histórico porque fue el primer Niceto después de la pandemia. De alguna forma, lo que sentí cuando los personajes fueron apareciendo de a poco mágicamente y empezaban a formar parte del disco, es que para nosotros fue una bendición de todas las generaciones a las que nosotros admiramos. Fueron apareciendo y aportando cada uno desde su lado.
Escuchá Canción mata algoritmo de Todo Aparenta Normal en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).