Tomi Lebrero es cantautor, bandoneonista, guitarrista, y un referente de la escena de cantautores que definen la música independiente argentina de los últimos 10 años. Cercano a Gabo Ferro, Pablo Dacal, Alvy Singer, Pablo Grinjot y Lisandro Aristimuño. Junto a su Puchero Misterioso lanzó Doce, un hiper álbum de 12 discos y 196 canciones.
Sus canciones tienen unas letras de poeta sensible maldito que abren una conexión cósmica con nuestras experiencias en este mundo. Chamán telúrico indie, cantor de los pueblos, sus canciones nos llevan a lo profundo de la tierra, de las relaciones, de la noche, del tiempo, de la naturaleza.
¿Cómo surgió la idea de hacer un hiper álbum de 12 discos?
Tiene que ver con mi personalidad. Compuse mucho durante mi vida. En un momento, dije “tengo muchos temas, puedo hacer algo grande.” Pensaba que iban a ser 5 o 6 discos. Marcos Ramirez, el capitán del psicofolk argentino, me sugirió hacer un disco por mes. Pero vi que tenía mucho más que para 5 discos. Hay diferentes tipos de temas en el hiper álbum. Hay algunos que son más urgentes, casi improvisados, pero la gran mayoría están bastante estacionados. No es El salmón de [Andrés] Calamaro, que tiene una cosa más rápida y vomitada. Es un proyecto que lleva 6 años.
¿Cómo trabajás los temas?
Cada tema está ligado a una emoción, a una verdad, a algo que quiero expresar. Es un trabajo costoso bajar un pedacito de emoción, es un laburo monacal casi. Tengo algo muy inspiracional de que los temas me vienen y, después, algo muy tierra de querer bajarlo.
¿Cómo es la musa de Tomi Lebrero?
Lo primero que puedo decir es que es esquiva. Digo que es un trabajo monacal porque cuesta encontrarla. Aparece cuando pasan cosas que a uno lo movilizan, uno tiene la sensación que es un poco médium. Para poder escuchar a esa voz uno tiene que trabajar un montón. Yo di mucho tiempo clases de composición de canciones, ese músculo lo tengo súper entrenado. Al principio me la pegaba más y la musa me hablaba más imperativamente. Después, cuando uno va agarrando más herramientas, todo el tiempo tiene que dudar de la musa y preguntarse ¿será que escuché bien?
¿De dónde viene tu interés por el folclore?
Mi abuelo tenía un campo en Dolores. De chico pasaba mucho tiempo ahí y me pegó lo telúrico. De ahí, se derivó el amor por lo criollo, lo autóctono. También creo en algo del destino astrológico. Yo soy Virgo, tengo tierra por todos lados; me pega lo telúrico, el folclore, el tango. Primero apareció en mi vida el rock nacional, por mis hermanos mayores. En los 90, leía entrevistas a Fito Páez, en las que me encontré con su amor al tango. Eso me llevó al bandoneón. Después, en primer año, un amigo músico, Andrés Hayes, me trajo un disco de Piazzola que me voló la cabeza. A partir de ahí, entré en una relación con músicas criollas que no tenían tanta relación con el rock.
¿Cuándo surge la voz del Tomi Lebrero que conocemos ahora?
En un momento escuché un disco de Chico Buarque, Noite dos mascarados. Había un diálogo entre un hombre y una mujer, una cosa teatral, y me di cuenta que lo mío tenía más que ver con lo letrístico, lo performático y lo actoral. Ahora estoy con ganas de volver a lo musical como un experimento. Además toco mucho afuera, en Japón, Europa, Estados Unidos. Afuera el lenguaje universal de la música llega más rápido que la palabra.
¿Qué implica a nivel personal un proyecto tan grande?
Siento que este proyecto es como una casa llena de muebles. De repente saqué todos los muebles afuera. ¿Y ahora con qué la vuelvo a llenar? Capaz me vuelvo re minimalista o barroco, no lo sé. El plan de quemar todas las canciones que tenía fue llegar a una foja cero. Me pasó algo reloco que justo 9 meses antes de que termine el proyecto mi mujer quedó embarazada. Entonces a partir del disco 4, aparece un tema dedicado a mi hija por venir en cada uno de los discos.
¿Cómo se cruza tu paternidad y este hiper álbum?
Sacar tanto material afuera a uno le genera un montón de contradicciones. Por un lado es re lindo pero también uno se vacía un montón. Nació Nica y fue repoderoso. De alguna manera, toda esa neurosis, las expectativas que tenía, se amainaron mucho. Un nacimiento tiene mucha fuerza, todo se vuelve más real.